Julio López
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Violencia política: del capital y de la multitud
Por (reenvio) Nuevo Proyecto Histórico - Wednesday, Aug. 24, 2011 at 2:26 AM

“Mi hija no tenía armas. Si ella hubiera tenido una, era el tipo el que estaba muerto.” Roxana Guerra, madre de la compañera fusilada en la Villa 31 por las balas del Capital, 21/8/09.

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No sólo nos solidarizamos con el dolor de Roxana, no sólo repudiamos el crimen, sino que justificamos las palabras de la madre. A diferencia del multimedio oligopólico que empezó su cuenta regresiva, y en cuyo periódico pone las palabras de la Sra. Guerra como la FRASE DEL DIA, para estigmatizarla y para justificar la teoría de los dos demonios, nosotras y nosotros apoyamos sus dichos. La PsicoPolítica de Clarín apunta a crear, algo así como, el siguiente sentido discursivo: - Está bien, a la piba la mató un prefecto, pero ella, con un arma hubiera hecho lo mismo, era una criminal en potencia y, como tal, mereció su Minority Report -. No hay caso, como dice la consigna: “Clarín, basura, vos sos la dictadura”.

Clarín se irrita, porque producto de la lucha de la Multitud, desde el gobierno se ha puesto en circulación un debate soterrado, reprimido, indispensable, que es la relación entre Política y Violencia, Violencia y Política. La democracia como violencia política del Capital, y la política democrática como violencia de la Multitud.

Todo derecho, toda ley, todo orden, se basa en la violencia. Sea el ancien régime capitalista o el ordine nuovo comunista. La violencia funda la cultura. Claro, cuando la guerra social es la de los patrones la mass media la naturaliza, y cuando los corderos sacrificales se hartan de ir sumisos al matadero, los excomulgan del parnaso Capital-Democrático.

¡Basta!, ha llegado la hora de cuestionar, hasta la raíz, el orden democrático empresario. La violencia naturalizada de su economía política expoliadora y el Capital-Parlamentarismo como el genocidio con urnas. A estos fines, compañeras y compañeros, estará dedicada la nueva sección: “Violencia Política”.

“Es así que por tres décadas, entre bayonetas y papeletas, el hedor de los restos humanos no se llega a disipar. Porque sobre los huesos del pueblo de los ’70 y los ’80, los restos de la clase obrera de los ’90, y los cuerpos de la multitud a medio pudrirse desde el 2003, nuevas legiones de difuntos esperan su turno para impregnar la atmósfera con el olor a la carne descompuesta de los descartados. Fiel contracara de la pestilencia del dinero, haciendo del capitalismo un dispositivo social y racional, recurrentemente homicida”.

Llegado el momento, ya sabrá la multitud acortar distancias contra los patrones y sus gerentes y rectificarse por haberse quedado a mitad de camino con el “¡Qué Se Vayan Todos!” Permitiendo que, de ese modo, prosiga contra ella la guerra social.

Tendremos que acostumbrarnos a ser los nuevos anormales, los bárbaros inclasificables, la multitud plebeya del posfordismo, las y los autónomos anticapitalistas. Pergeñar nuestra(s) estrategia(s), no olvidar jamás que estamos en guerra, que otro mundo es (im)posible en el capitalismo. Aprendamos de nuestra herencia, aquellos que, en parte, somos ahora.

Y que lucharon ayer por los muertos que los precedieron, por las afrentas que sufrían, y por un futuro emancipado para nosotros. Nuestros hermanos de clase que, con sus victorias y derrotas, nos inspiran y reclaman estar atentos, pelear por no perder la administración autónoma de los planes sociales y evitar el avance del posfascismo; okupar tierras y empresas, resistir y producir. No renunciar jamás a los objetivos estratégicos, los únicos que pueden terminar con la actual guerra social: el autogobierno de los anónimos y la autogestión antimercantil generalizada; el fin de los privilegios y la república asamblearia de los comunes; la abolición del trabajo por dinero y con él la destrucción de todos los patrones; la fraternidad universal de los trabajadores contra el imperio mundial de la ganancia; el poder constituyente de la multitud y la abolición del mercado. Y digamos adiós a los olvidos, las ilusiones y las mentiras, que nos hacen creer que no estamos en guerra.

fuente http://colectivonph.com.ar/nph

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