versión para imprimir - envía este articulo por e-mail |
El capitalismo salvaje asola las calles
Por David Harvey -
Tuesday, Aug. 30, 2011 at 11:04 PM
burning_bus-medium.jpg, image/jpeg, 333x333
CounterPunch
17-08-2011
Traducido para Rebelión por S. Seguí
“Adolescentes nihilistas y salvajes”
llamó el Daily Mail a los jóvenes de todos los ámbitos de la vida que
corrían por las calles a la desesperada lanzando ladrillos, piedras y
botellas a los policías, mientras saqueaban por aquí e incendiaban por
allá, obligando a las autoridades a un alegre juego del escondite
mientras corrían de un objetivo a otro con ayuda de Twitter.
La palabra “salvaje” (1) atrajo
inmediatamente mi atención. Me recordó el modo en que representaron a
los comuneros de París, en 1871, como animales salvajes, hienas que
merecían ser –y a menudo lo fueron– ejecutadas sumariamente en nombre
de la santidad de la propiedad privada, la moral, la religión y la
familia. Pero, además, la palabra me suscitó otra asociación: Tony
Blair, atacando a los “medios de comunicación salvajes”, mientras se
hallaba cómodamente alojado en el bolsillo izquierdo de Rupert Murdoch,
para ser sustituido más tarde por éste, cuando se sacó de su bolsillo
derecho a David Cameron.
Habrá, por supuesto, el debate,
siempre histérico, entre los propensos a considerar los disturbios como
una cuestión de pura, desenfrenada e inexcusable criminalidad, y
aquellos deseosos de contextualizar los acontecimientos en un fondo de
incorrecta actuación policial, racismo y continua persecución
injustificada de los jóvenes y las minorías; desempleo masivo de los
jóvenes; creciente marginación social y una política de austeridad
ciega que nada tiene que ver con la economía y todo con la perpetuación
y la consolidación de la riqueza y el poder personal. Algunos pueden
llegar incluso a condenar el sinsentido y los rasgos alienantes de
tantos empleos y tantas cosas de la vida cotidiana en medio de la
inmensa potencialidad, aunque desigualmente distribuida, de
florecimiento humano.
Si tenemos suerte, tendremos
comisiones e informes que nos repetirán lo que se dijo en su día de
Brixton y Toxteth, en los años de Thatcher. Y digo suerte porque los
instintos salvajes del actual Primer Ministro parece más inclinados a
activar los cañones de agua, llamar a la brigada de gases lacrimógenos
y utilizar las balas de goma, mientras pontifica con afectación sobre
la pérdida de la brújula moral, la decadencia de la civilidad y el
triste deterioro de los valores familiares y la disciplina entre los
jóvenes errantes.
Pero el problema es que vivimos en
una sociedad en la que el capitalismo se ha vuelto desenfrenadamente
salvaje. Políticos salvajes hacen trampas con sus gastos; banqueros
salvajes saquean el erario público de todo lo que hay de valor;
directores ejecutivos, operadores de fondos de inversión y genios del
capital privado saquean al mundo de su riqueza; compañías telefónicas y
de tarjetas de crédito que cargan misteriosas tasas en sus facturas en
todo el mundo; tenderos que sangran a sus clientes; y, en un instante,
los más cualificados timadores y estafadores juegan al trile en las más
altas esferas del mundo empresarial y político.
Una economía política de desposesión
de las masas y de prácticas predatorias que llegan al robo a la luz del
día, sobre todo de los pobres y los vulnerables, los menos refinados y
los que no gozan de protección legal, se ha convertido en el orden del
día. ¿Alguien cree que es aún posible encontrar un capitalista honesto,
un banquero honesto, un político honesto, un comerciante honesto o un
comisario de policía honesto? Sí, los hay. Pero sólo como una minoría
que todo el mundo considera estúpida. ¡Sé listo! ¡Obtén ganancias
fáciles! ¡Estafa y roba! Las probabilidades de que te atrapen son
escasas. Y en todo caso hay un montón de maneras de proteger la riqueza
personal de los costos de las fechorías corporativas.
Lo que digo puede sonar chocante.
Pero la mayoría de nosotros no lo ve porque no quiere. Ciertamente,
ningún político se atreve a decirlo y la prensa sólo lo imprimiría para
cubrir de oprobio al que lo dijera. Pero mi conjetura es que cada uno
de los alborotadores callejeros sabe exactamente lo que quiero decir.
Ellos sólo están haciendo lo que hacen los demás, aunque de una manera
diferente, más ostensible y apreciable en la calle. El thatcherismo
desencadenó los instintos salvajes del capitalismo (el “espíritu
animal” del empresario, como coquetamente decían) y nada ha conseguido
controlarlos desde entonces. Tierra quemada es ya, abiertamente, el
lema de las clases dominantes en casi todas partes.
Esta es la nueva normalidad en que
vivimos. Esto es lo que la siguiente gran comisión de investigación
debería abordar. Todos, no sólo los alborotadores, deben rendir
cuentas. El capitalismo salvaje debe ser llevado a juicio por crímenes
contra la Humanidad y crímenes contra la Naturaleza.
Lamentablemente, esto es lo que estos
manifestantes insensatos no pueden ver ni exigir. Todo conspira para
impedir también que nosotros lo veamos. Esta es la razón por la que el
poder político se viste rápidamente con los ropajes de una moralidad
superior y esgrime empalagosas razones para que nadie pueda ver lo
descaradamente corrupto e irracional que es.
Sin embargo, hay destellos distintos
de esperanza y luz en todo el mundo. Los movimientos de indignados (2)
en España y Grecia, los impulsos revolucionarios en América Latina, los
movimientos campesinos en Asia, están empezando a adivinar que tras la
gran estafa un capitalismo depredador y salvaje mundial se ha desatado
sobre el mundo. ¿Qué se necesita para que el resto de nosotros vea y
actúe en consecuencia? ¿Cómo podemos empezar de nuevo? ¿Qué dirección
debemos tomar? Las respuestas no son fáciles. Pero una cosa sabemos con
certeza: sólo podremos llegar a las respuestas correctas haciendo las
preguntas correctas.
1. Feral en el original inglés (N.
del t.)
2. En español en el original (N. del
t.)
David Harvey es profesor emérito del
Centro de Graduados de la City University de Nueva York. Su último
libro es The Enigma of Capital and the Crises of Capitalism . Pueden
dirigirse a él por medio de su página web http://davidharvey.org/
Fuente:
http://www.counterpunch.org/harvey08122011.html