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Anarchy in UK: La explosión de la rabia
Por Fuente: Liberación Total -
Saturday, Sep. 03, 2011 at 12:01 PM
Anarchy in UK: La explosión de la rabia
por Gustavo Rodríguez“esta catarsis colectiva de rabia nihilista, da cuenta a priori, del repudio y la condena de todos los recuperadores históricos de las luchas.”
“Las explosiones
insurreccionales suelen tener pocas consideraciones para con los
revolucionarios, acontecen como sucesos imprescindibles y desbaratan
repentinamente, casi sin quererlo, como por arte de magia, urdidas
estrategias en la contemplación de lo cotidiano.” Una vez más, el
asesinato de un joven Negro (Mark Duggan) a manos de la policía desata
la ira en el legendario barrio londinense de Tottenham. Las
manifestaciones incendiarias que sacuden nuevamente a Gran Bretaña y
ocupan los titulares de los principales medios de comunicación masiva,
gozan de larga data en el Reino Unido. Sin embargo, pese al “miedo
ciudadano” que exige al Estado “seguridad” a sangre y fuego, de la mano
del alarmismo mediático y de la imposición de la ideología ciudadanista –propia del izquierdismo
posmoderno–, el actual nivel de conflictividad es incomparable con la
violencia radicalizada que ha caracterizado los estallidos de furia
colectiva registrados con anterioridad en Inglaterra. En la penúltima década
del siglo pasado también cundió la revuelta. Hace 30 años, las ciudades
de Londres, Liverpool, Manchester, Birmingham y Leeds, fueron
protagonistas de la cólera colectiva de los oprimidos. Todo comenzó el
2 de marzo de 1981 con una multitudinaria manifestación antirracista en
protesta por la masacre de New Cross(1), perpetrada por supremacistas
blancos. Ese mismo año, en el mes de abril, estallaría en Brixton una
de las revuelas más aguerridas de la década. El detonante de estos
disturbios fue el asesinato a puñaladas de un joven afrodescendiente.
Miles de personas enfrentaron enfurecidas a la policía, resultando 300
agentes heridos y más de cien vehículos destrozados por el fuego
contestatario. En julio, las revueltas resurgirían en Toxteth,
Liverpool, suscitando dos semanas de enfrentamientos con un saldo de
500 uniformados heridos y medio millar de jóvenes detenidos. Las
violentas manifestaciones del verano de 1981 eran la respuesta a la
impunidad del terrorismo neofascista, al racismo institucional y a la
indiferencia cómplice de la sociedad inglesa. Tres años más tarde, en
1984, ciento cincuenta mil mineros reanimarían las luchas sociales de
la década anterior(2) y pasarían a lo ofensiva en Escocia, Yorkshire,
Kent y Durham, declarando la huelga general indefinida. Casi tres mil
detenidos, medio centenar de heridos y un muerto, sería el saldo de los
enfrentamientos violentos con la policía. En septiembre de 1985,
regresaría la violencia a Handsworth; Birmingham, registrándose nuevos
enfrentamientos entre la policía y jóvenes Negros. Al siguiente mes, el
barrio de Tottenham, al norte de Londres, sería tomado por una multitud
enardecida que se dedicó a expropiar comercios, incinerar automóviles,
quemar supermercados y a confrontar a la policía con escopetas de caza
y cocteles molotov, en protesta por la muerte de Cynthia Jarrett a
consecuencia de un infarto provocado por el maltrato de la policía
durante el registro de su casa. El resultado de los cruentos
enfrentamientos entre las fuerzas represivas y los jóvenes
refractarios, dejaba como resultado un policía ejecutado a machetazos y
200 uniformados y 13 periodistas heridos. Kenneth Newman, quien fuera
jefe de Scotland Yard por esas fechas, declararía a la prensa “No toleraremos que la
anarquía se adueñe de las calles de Londres”, mientras denunciaba
la presencia de “agitadores” anarquistas y trotskistas “detectados en
diferentes zonas de concentración étnica”. Durante los primeros
años de la década de los ochenta, el auge de la combatividad obrera de
los trabajadores metalúrgicos dotaba de radicalidad a las luchas en
Francia(3). De manera paralela, se hicieron sentir las revueltas
urbanas, marcando el comienzo de una nueva forma de contestación
juvenil de carácter colectivo. El incendio y la destrucción de
edificios, la quema de vehículos, las barricadas incendiarias y los
violentos enfrentamientos con la policía, se consolidaban como
estrategia a seguir por los jóvenes refractarios franceses, en su
mayoría descendientes de la inmigración colonial, excluidos del mercado
laboral, marginados y discriminados. En 1981, los jóvenes del barrio de
Les Minguettes, en Marsella, destruirían el centro social de su
localidad, darían fuego a los automóviles y levantarían barricadas,
enfrentando a la policía con cocteles molotov y piedras. En 1983
volverían a tomar las calles de Marsella echando mano del fuego
vindicador, acaparando la atención de los medios que a la sazón les
bautizaban con el eufemismo de “jóvenes
de los suburbios” y
les señalaban como “clases
peligrosas”: el nuevo terror de los ciudadanos de clase media
residentes en los barrios céntricos y opulentos de Francia(4). El
antagonismo también atesoraba bríos en Italia con la autonomía obrera,
mientras que en el Estado español el movimiento asambleario plantaba
cara a la opresión y las distintas trayectorias de los movimientos
autónomo y libertario confluían en los Comandos Autónomos
Anticapitalistas (CCAA). El viejo topo no se quedaba atrás en la
Polonia “socialista” y socavaba los cimientos del capitalismo de
Estado. La agitación obrera de los primeros meses de 1980, cristalizaba
en el mes de julio en una huelga general sin precedentes desde la
implantación del “socialismo realmente existente” paralizando la ciudad
de Lublin En diciembre de 1983, hacía su aparición pública Ruch
Spoleczenstwa Alternatywnego –RSA (Movimiento por una Sociedad
Alternativa), agrupación anarquista que inmediatamente editaría la
publicación Revuelta
en Varsovia y Homek en
la ciudad portuaria de Gdansk, confrontando al deshilachado
burocratismo leninista y al naciente engendro católico-nacionalista
conocido como “Solidaridad”,
de claro signo protocapitalista. En octubre de 1988, los anarquistas
polacos coordinarían acciones conjuntas con anarquistas norteamericanos
contra la criminal intervención del gobierno de Ronald Reagan en El
Salvador y en marzo de 1989 concretarían una multitudinaria
manifestación en conmemoración de la represión de Kronstadt –y el fin
del Comunismo de los soviets. En la extinta URSS, las huelgas obreras
también comenzaban a manifestarse, los conductores de autobuses
paralizaban Togliattigrado, con el apoyo solidario de los obreros de
las fábricas de automóviles De este lado del Atlántico, en pleno
corazón de los Estados Unidos, se registraban motines incendiarios en
los guetos afroamericanos de la mano de movilizaciones obreras de las
ramas automotriz y siderúrgica reclamando reformas sustanciales. A lo
largo y ancho de Latinoamérica, cobraba vida la otrora furia
proletaria. En México, la protesta obrera lograría amplios espacios de
autoorganización de las luchas confrontando al Estado y a la patronal.
Sólo en 1982 se registrarían 3 mil huelgas en el sector industrial y de
servicios, destacando la emplazada en la empresa Cobre de México y la
huelga coordinada en 197 empresas del ramo textil. El 24 de mayo de
1983 iniciaría la legendaria huelga de los trabajadores de Refrescos
Pascual, quienes se adjudicarían los activos y se constituirían en
sociedad cooperativa. Parecía que la vieja
lucha de clases resucitaba por doquier. Sin embargo, lo que
presenciábamos eran los últimos estertores del movimiento obrero. El
proletariado se negaba a sucumbir en medio de la transición capitalista
hacia un nuevo entramado tecnológico de dominación mundial,
implementado a través de novedosos modelos de control. Gracias a la
colaboración de los sindicatos, los movimientos sociales de “acción
cívica” (Bürgerinitiativen) y los partidos izquierdistas, la
ofensiva neoliberal resultaba victoriosa. Reformas cosméticas,
represión, “participación ciudadana” y droga, serían los componentes de
la pócima mágica que terminaría la tarea domesticadora mientras se
concretaba la transición económica. La “clase obrera” quedaba diluida
junto a las denominadas subclases transmutándose en un impreciso
amasijo: las masas. Su acta de defunción se expedía en los últimos días
de la década del ochenta del pasado siglo. Los años noventa
experimentarían la explosión de la rabia que alcanza su punto
culminante en la conflictividad permanente de los jóvenes habitantes de
las superpobladas urbes del siglo XXI. Atrapados en la arquitectura del
encierro –bajo la dictadura del concreto–, vigilados por miles de
cámaras insomnes, acosados por el racismo y la exclusión social y
sometidos por el imperio del consumo, los jóvenes incendiarios
alimentan sus sueños en efímeros instantes de Libertad irrestricta, en
fulminantes momentos de destrucción absoluta, en la gozosa danza del
fuego emancipador. Estos neonihilistas –los nuevos sujetos
refractarios, capaces de actuar y autodefinirse como actores–,
protagonistas de las actuales revueltas que expresan su rabia y
contagian con ella a amplios sectores de los oprimidos en Gran Bretaña,
nada tienen en común con la violencia política de 1990, desatada
durante las revueltas contra el “poll tax”. Aquello fue un torrente de
furia politizada que, rebasando los límites de las protestas impulsadas
por la All Britain Anti-Poll Tax Federation (ABF), enfrentó a los
vehículos antidisturbios y a la policía montada. La multitud enfurecida
de 1990 también destrozó vidrieras, expropió tiendas, volcó e incendió
automóviles y arrasó con bancos, supermercados, McDonalds y todo lo que
encontró a su paso pero tenía demandas concretas y exigía respuesta de
las autoridades británicas. En 1991, la cólera
colectiva de los jóvenes de los suburbios volvería a incendiar los
barrios en las ciudades de Lyon y París y regresarían, con muchísima
más furia y determinación, el 27 de octubre de 2005 para vengar la
muerte de dos jóvenes africanos calcinados por la descarga eléctrica de
un transformador mientras intentaban huir de la persecución policiaca.
Los ánimos se exacerbaron con las declaraciones racistas de Nicolas
Sarkozy, que calificó de “escoria” a los primeros manifestantes. Las
protestas incendiarias harían arder a Francia, expandiéndose el fuego
desde París a Sena, Val-d’Oise, Lille, Ruan, Dijón, Marsella y otras
ciudades, prolongándose la revuelta. Durante la noche del 5 de
noviembre y la madrugada del día 6, se registraron mil 295 vehículos
incendiados y barricadas en diferentes ciudades de Francia. Los jóvenes
iracundos de los suburbios franceses no tenían demandas ni exigían
respuesta de las autoridades. Mientras, los buenos ciudadanos entraban
en pánico y permanecían aterrorizados en sus casas –como ahora sus
homólogos ingleses– reclamando el brutal concurso de la ley y el orden
contra los excluidos. Sin que quepan dos
opiniones al respecto, las manifestaciones incendiarias que hoy se
multiplican por el Reino Unido, están cargadas de espontaneidad, aunque
cuenten con el auxilio de los sistemas digitales de comunicación y con
la solidaridad del núcleo de guerrilla cibernética (Team Poison) que ha
conseguido hackear la web de Blackberry en
represalia con esta empresa que facilita el trabajo a las fuerzas
represoras. Así mismo, es incuestionable el carácter diverso y
colectivo de la revuelta, donde comparten rabia y cocteles molotov,
jóvenes ingleses afrodescendentes, afrocaribeños, latinoamericanos,
paquistaníes, hindús, ingleses blancos, etc., más allá de diferencias
religiosas o raciales. No obstante, es indiscutible que la revuelta
carece de ideología. Va más allá de la negación intrapolítica. ¡Es más
radical! Los jóvenes iracundos se centran en la expropiación
multitudinaria de tiendas y comercios; en el frontal enfrentamiento con
la ley y el orden y, en hacer arder los barrios. No pretenden derrocar
al gobierno, quieren arrasar con todo lo existente. No piden reformas
ni mejoras ni transformaciones, sólo liberan la ira, la frustración, el
delirio y las pasiones contenidas. Es la Verwerfung que enfrenta al encanto de
la normalidad, al pacifismo cómplice, a la vacuidad ciudadana y a la
miseria militante, mostrándonos la verdadera violencia: la violencia
sistémica, oculta en el desarrollo del progreso, en el
perfeccionamiento armónico del civismo, en el desierto de la muerte
cotidiana. Por eso, esta catarsis colectiva de rabia nihilista, da
cuenta a priori, del repudio y la condena de todos los recuperadores
históricos de las luchas. Posdata
alentadora: Simultáneamente
a las revueltas incendiarias del Reino Unido, se ha verificado una
verdadera batalla campal entre estudiantes y policías en diferentes
ciudades de Chile; subrepticiamente, en medio de la ola de protestas,
fue devorado por las llamas un supermercado en la ciudad de Santiago,
dejando impregnado tras los despojos humeantes de la mercancía
devastada el aroma del contagio de la rabia planetaria, anunciando el
despertar de la Anarquía. Gustavo
Rodríguez. Notas: Relacionados:
Al final de la calle.
¡Qué se propague la rabia!
San Luis Potosí.
A 12 de agosto de 2011.
1. En
las primeras horas del domingo 18 de enero de 1981, murieron asfixiados
y/o calcinados 13 jóvenes afrodescendientes a consecuencia de un ataque
incendiario durante la fiesta por el cumpleaños 16 de Yvonne Ruddock,
en el barrio londinense de New Cross. De las casi 200 personas que se
encontraban festejando, 27 resultaron heridas –una de las víctimas se
suicidó dos años después de la agresión. Aquel ataque provocó el
estallido de las protestas raciales hartos de la impunidad del Frente
Nacional y sus constantes agresiones en nombre de la supremacía blanca.
2. La
década del setenta en el Reino Unido, estuvo marcada por las luchas
sociales. En los años 1972-74 las huelgas de los mineros y portuarios
ingleses provocaron la caída del gobierno conservador. Cuatro años más
tarde, durante el invierno de 1978-79 las huelgas condujeron nuevamente
a la caída del gobierno, en esta ocasión, en manos del Partido
Laborista.
3. En
febrero de 1979, los trabajadores siderúrgicos tomarían por asalto la
prefectura de policía de Longwy , un mes después protagonizarían la
marcha a París del 23 de marzo haciendo historia.
4. Champagne,
Patrick, “La vision
médiatique”, en Pierre Bourdieu, “La
misère du monde”, París, Seuil, 1993, pp. 95–123.
- Actualización
sobre las protestas en Londres (enlace a LaHaine.org).
- Disturbios
tras asesinato de un joven a manos de la policía en Londres, Inglaterra.
Y quien capitalizó?
Por Anarcos = CIA -
Saturday, Sep. 03, 2011 at 8:01 PM
Si, si, mucha furia, mucho rockandroll, pero quien capitalizó siempre fue la derecha más reclacitrante. Como cuando traicionaron la revolución española con la insurrección en la retaguardia, con la alegría del franquismo. Sigan así, tan anti tooodo, porque uds. son mejores que el mundo.