Julio López
está desaparecido
hace 6402 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Milagros y herejías de la campaña del FIT
Por MIR - MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA - Sunday, Sep. 04, 2011 at 7:02 PM
mirenrosario@gmail.com (Casilla de correo válida)

Aporte para el debate sobre la intervención electoral

El “milagro para Altamira” dejó un gusto a sacrilegio, como a herejía, en más de un/a cumpa de izquierda. Y dejó incógnitas: ¿Quién hizo el milagro? ¿Dios o el Diablo? ¿A qué santos hay que prenderle velas para agradecer tremenda gracia? ¿Hubo que vender el alma a la Salamanca, como se enojan varios, para lograr la suerte? A estas y otras preguntas nos abocaremos. Pero que el humor no descoloque: nuestra intención es aportar algunos elementos de debate alrededor del desempeño, pero sobre todo de la campaña, del FIT en las pasadas primarias del 14 de agosto. Lo hacemos fraternalmente y de cara al activismo, defendiendo claramente nuestra posición de apoyo crítico al FIT como la única alternativa de clase anticapitalista en estas elecciones.

Sin dudas, la primera vela en este milagro va para el santo patrono de la militancia. Pudimos presenciar y acompañar, en algunos casos, un enorme despliegue de esfuerzo militante que da cuenta de la existencia miles de militantes comprometidos/as, desde sus estrategias, con la lucha por el socialismo. La unidad de los partidos del FIT potenció sus fuerzas en algo más que la sumatoria de sus partes. No obstante, ese saldo positivo, en el que el activismo señala la importancia de la unidad tantas veces reclamada y el acercamiento de activistas independientes que se sumaron al esfuerzo de manera consciente, nos obliga a precisar límites y realidades.

La segunda vela en este milagro es, paradójicamente, para el FPV que llegó a estas elecciones sin oposición con posibilidades. No hubo alternativas ni de centroizquierda ni de derecha que pudieran polarizar con el gobierno. En un escenario polarizado con la derecha como fue el de Capital Federal, o en uno donde Proyecto Sur no se hubiera consumido en su propia autodestrucción y hubiera acordado con el PS, el FIT hubiese estado en serios problemas. La otra vela, entonces, es para San Pino, patrón de los desvaríos progresistas.

Ahora bien, el cirio mayor de este milagro es para la campaña democrática contra la “proscripción” en la que se centró el FIT. A su sombra, van velas a figuras tan dispares como Rial y Gelblund, por un lado, e importantes intelectuales y artistas por el otro. Tiene sentido esbozar el problema según lo argumentaron los panelistas de Jorge Rial que iniciaron la campaña twitera “un milagro para Altamira”: “…es el único sincero… no promete nada, no promete lo que no va a cumplir… dice: ´miren, mi único mensaje es «si no me votan, no llego a las presidenciales»”. Esto no es exacto, lo sabemos, pero tiene su asidero en la realidad. Primero, digamos que esta gente se suma jocosamente a salvar a la izquierda porque la ningunea y la considera inexistente. Hablar de apoyo democrático en este caso no resiste el análisis. Fue una joda.

El asunto es que la campaña del FIT daba un flanco más que grande para el chiste. Una campaña que se abocó a instalar el tema de la proscripción como central y la necesidad de pasar las primarias captando un voto democrático. El FIT, deliberadamente, puso en primer plano el resultado electoral dejando en segundo plano la utilización de la misma para extender la influencia ideológica y política hacia amplios sectores de masas. El resultado fue un “triunfo” electoral y no necesariamente una extensión de la influencia socialista.

Democracia y champagne

Es desde esta decisión política que se explican los “oportunismos” de su candidato a presidente, Jorge Altamira, que no dudó en llamar a los kirchneristas a cortar boleta de Cristina para abajo (El Argentino, 24/07/2011) y terminó festejando la ocurrencia con Gelblung, champagne mediante. No son desvaríos, sino política.

Que se entienda de antemano: no es un principismo infantil el que reclamamos. Si hacemos las cosas bien, y nos apoyan más de una lacra por su propio interés, no podemos ni debemos evitarlo. El asunto es si nos apoyan porque estamos haciendo las cosas mal.

Y así entramos al nudo del problema: ¿Era correcto hablar de proscripción y centrar el eje de campaña en esto? Sólo si aceptamos que el objetivo de la reforma política era atacar a la izquierda. Pero no es lo que se desprende del análisis. En principio, en toda democracia burguesa hay requisitos legales para ser partido y aspirar a las elecciones. Esos requisitos eran antes más laxos y ahora se endurecieron… pidiendo un 1,5% del padrón más una importante cantidad de afiliados/as. En definitiva, ese 1,5% es un golpe a las minorías en general, donde entramos la izquierda tanto como entran los neonazis, Pastore y Bonacci. El objetivo de la reforma no fue otro que intentar encajonar un poco más a los partidos burgueses para fortalecer el bipartidismo y la vida interna de aquellos. Es decir, cerrar la dispersión y crisis de representatividad que se había abierto en el 2001. Para los partidos burgueses o para las fuerzas traccionadas por ellos, ya no es cuestión de tener una diferencia y armar un partido ni de perder votos por fuerzas que duran una elección y desaparecen.

La izquierda queda herida en esta situación por su dramática marginalidad en términos políticos y de masas. Existimos esforzadamente y a veces heroicamente, pero no somos una opción de poder. Y, a veces, dejamos bastante que desear. La izquierda debe ser defensora de las minorías, desde ya. Lo que no puede ser es que la izquierda se acostumbre a verse a sí misma como tal sin hacer un feroz balance y una implacable autocrítica.

¿Cuál era el peligro de quedar fuera de las elecciones generales? Pensar, como se ha argumentado, que superar el 1,5% es derrotar la marginalidad o estar cualitativamente mejor parados para enfrentar las avanzadas represivas del kirchnerismo, tampoco es muy convincente. ¿Es que la burguesía vacilará sobre qué hacer con nosotros/as porque en vez de representar a menos del 1,5% del padrón, representemos en cambio al 2,48%? ¿Le temblará la mano, sabiendo que en ese 2,48% hay un número importante de seguidores de Rial y de votos democráticos? En definitiva, ¿de qué nos salvamos? Salvo de que los partidos del FIT perdieran la personería jurídica con los recursos que ello implica, de nada que no nos puedan hacer con o sin un 1% de diferencia. Y, además, no somos pocas las organizaciones que militamos sin esa legalidad desde hace mucho…

Ese 2,48% nos hace menos marginales. Pero la marginalidad está lejos de ser derrotada porque lograrlo es un problema de ideas y de prácticas. Y éstas últimas quedaron seriamente comprometidas en la táctica electoral del FIT.

Si hacemos el esfuerzo de despojar al término de sus connotaciones agresivas o chicaneras, “oportunismo” es la palabra que sobrevuela. Se trata de sacrificar los intereses estratégicos y de largo plazo por otros inmediatos y superficiales. Tal vez, lo estratégico en estas elecciones era intentar educar al pueblo en las ideas de la revolución que debemos construir y organizar, en los grandes ejes de lucha de nuestra etapa, en recordar los límites de la democracia burguesa… en vez de presentarnos como desesperados/as por ingresar en ella. Lo superficial, lo secundario, era un 1% más o menos a costa de nuestras ideas o perder la personería jurídica. Lo estratégico sigue siendo superar la marginalidad revisando nuestras ideas y prácticas. Lo superficial es pensar que pasando el 1,5% derrotamos algo…

Nos quedaba una duda. Tal vez, una vez pasadas las primarias, el FIT, ya adentro, se abocaría a una campaña más cercana a lo que debe ser nuestro trabajo político en elecciones. Pero los primeros indicios no son alentadores. Apenas terminada la elección Altamira propuso eufórico llegar a ser cuarta fuerza. Y en la prensa del PO (24/08/2011), la tapa nos anuncia que “El Frente de izquierda va por más” y ese “más” serían “Diputados de izquierda al Congreso”. Adentro, se nos dice: “Del mismo modo que el 14 de agosto hubo un voto útil a la izquierda para romper la proscripción, hoy ese voto debe servir para que tu reclamo ingrese al Congreso y a las Legislaturas provinciales”. Por otra parte, también se dice en otra nota de la misma prensa: “Durante la primera fase de la campaña electoral, batallamos por el derecho del Frente de Izquierda a intervenir en las elecciones generales con un programa, el cual nunca dejamos de explicitar. Ahora, es el turno de desenvolverlo con la mayor pedagogía ante las más amplias masas…”. Esto último es criticable (al fin y al cabo, se podría haber hecho directamente esa propaganda en estas primarias si lo importante era batallar el programa, independientemente del resultado), pero más esperanzador. Las primeras citas, en cambio, vuelven a poner un objetivo electoral por delante, objetivo que presiona hacia el oportunismo. Esperemos que la ambigüedad se resuelva a favor de la militancia de un programa y una táctica para la etapa. En tal caso, comenzará la verdadera discusión: ¿Qué programa y qué consignas?

Para terminar, digamos que no hay tradición de izquierda revolucionaria que avale este desvío. Menos la del tan mentado bolchevismo que se presentaba a elecciones en un sistema más restrictivo, autocrático y represivo, en la semi o absoluta clandestinidad y aun así jamás empobreció sus ideas por un resultado electoral. Todo lo contrario: se esforzó más para hacerlas claras, accesibles y filosas. Es el debate que queremos llevar adelante con los partidos de que componen el FIT y con el amplio activismo de la izquierda que reivindica la revolución socialista.

Por ahora, se trata de una victoria a lo pirro. O, como dijimos al principio, un milagro con gusto a herejía.

Daniel Hernández

* Versión completa para web de artículo a publicarse en la edición de septiembre de A Vencer, que saldrá a la calle en los próximos días.

septiembre 1, 2011

agrega un comentario