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Diez años sin las Torres
Por Pablo Beltrán del Comando Central del ELN - Monday, Sep. 05, 2011 at 6:51 AM

Cumplidos 10 años de los ataques a las Torres gemelas de Nueva York y al edificio del ministerio de guerra o Pentágono en Washington, atribuidos a los fundamentalistas musulmanes de Al Qaeda, a la opinión mundial no le queda duda, que los casi 3 mil muertos que dejaron estos ataques, son responsabilidad de los propios gobernantes de los Estados Unidos.

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El profesor David Griffin de la universidad Claremont de California, en su libro Omisiones y manipulaciones de la comisión de investigación sobre el 11 de septiembre, demuestra cómo se tramó este auto ataque, quiénes lo hicieron y por qué motivos lo ejecutaron.

Las pesquisas de Griffin, revelan cómo desde los más altos cargos del gobierno de los EEUU, planearon este auto atentado y cómo, por más que tratan de mentir, la verdad está saliendo adelante, porque un secreto guardado entre muchos, termina por dejar de ser un secreto.

Cómo fueron los ataques

Estrellaron dos aviones con pasajeros contra las dos torres, pero está demostrado que el incendio que provocaron no fue suficiente para derribarlas y que la estructura de hierro fue cortada con explosivos, con la misma técnica usada para demoler edificios viejos. La tercera torre fue evacuada antes de demolerla. En estas agresiones murieron 2750 personas. Hay que recordar, que un hermano y un primo hermano del presidente Bush eran los gerentes de la compañía encargada de la seguridad de estas torres.

Los 184 muertos ocurridos en el ala occidental del edificio del Pentágono, también fueron producidos por la demolición con explosivos, que dejó un hueco más pequeño, que el que hubiera dejado el avión de American Airlines, si se hubiera estrellado contra la edificación. Es muy posible que esta aeronave fuera derribada por los aviones de combate, que la perseguían.

Los 40 muertos habidos en Pensilvania, se debieron a que el avión de United Airlines fue derribado por un avión de combate, lo que deja sin piso la versión que dice, que el avión se estrelló contra el suelo.

Por qué hicieron este auto atentado

El control de Asia central es de interés estratégico para los EEUU, por sus reservas petroleras. En julio de 2001, los Talibanes rechazaron la propuesta de los EEUU de construir un oleoducto que cruzara Afganistán. Entonces, los EEUU necesitaban una justificación para iniciar guerras contra Afganistán e Irak.

El plan de guerra imperialista denominado Proyecto del nuevo siglo americano (PNAC), requería de un auto atentado, que trajera un masivo apoyo de la opinión pública estadounidense, para conseguir grandes fondos que financiaran la transformación tecnológica de la máquina de guerra de los EEUU.

Los cerebros del crimen

El presidente Bush (2001-2008) declaró repetidamente que estos ataques eran unas “oportunidades”, para sus planes de gobierno. Por su parte, el vicepresidente Cheney dio la autorización para derribar los aviones civiles con pasajeros adentro.

En ese momento, el Ministro de guerra o Secretario de defensa, era Donald Rumsfeld, quien durante el gobierno de Nixon (1969-1974), participó en otra gran operación encubierta, hecha con el cineasta Stanley Kubrick, en la que hicieron creer a todo el planeta, que una película que muestra la llegada del hombre a la luna era real y no un dramatizado filmado en un desierto de los EEUU.

Para mantener el secreto de esta operación, Nixon ordenó asesinar a los agentes de inteligencia que participaron en ella; lo que no fue suficiente para borrar huellas, pues hoy ya se sabe que la supuesta llegada de astronautas de los EEUU a la luna en 1969, fue una gran estafa, que buscaba salirle adelante a los rusos, quienes los aventajaban en la carrera espacial.

La tragedia primero fue comedia

La comedia de la llegada a la luna en 1969, apenas dejó un puñado de asesinados, pero la tragedia del 11 de septiembre de 2001, dejó cerca de 3 mil estadounidenses muertos.

En ambas operaciones encubiertas la verdad terminó saliendo a la superficie, dejando en evidencia crímenes de estado ejecutados, con la justificación de crear apoyo en la opinión pública, para los planes de guerra imperialista encabezados por los gobernantes de los EEUU. Tanto los fines perseguidos, como los medios usados son igual de criminales.

Si a los jefes del imperio norteamericano no les remuerde la conciencia para masacrar a su propio pueblo, ¿qué podemos esperar de ellos los demás pueblos del mundo?

Gobernantes que atacan a sus compatriotas

Durante la primera guerra mundial (1914-1919) el pueblo de los EEUU se oponía participar en ella, pero el gobierno despachó al barco Lusitania hacia Inglaterra, consciente que los submarinos alemanes lo hundirían; como ocurrió el 7 de mayo de 1915, muriendo todas las 1198 personas que en él viajaban. Enseguida, la opinión pública se tornó favorable a participar en esta guerra.

Igual maniobra ejecutaron para meterse a la Segunda guerra mundial (1939-1945). Los EEUU habían descifrado los códigos de comunicación del alto mando japonés, por lo que se enteraron que Pearl Harbor, su mayor base naval en el Pacífico iba a ser atacada, pero prefirieron dejarlos hacer este ataque, el 7 de diciembre de 1941, que dejó más de 3500 soldados muertos, porque con él justificaron su ingreso a esta guerra.

El fin de los imperios sanguinarios

El sacrificio de miles de estadounidenses hecho el 11 de septiembre de 2001, lo hicieron para iniciar las guerras contra Irak y Afganistán, pero pasados diez años, el gobierno de los EEUU ha tenido que irse retirando de esos frentes de batalla, dejando atrás otros miles de muertos y un gasto de cientos de miles de millones de dólares, sin haber logrado el propósito de saqueo que perseguían.

Algún día el propio pueblo de los EEUU hará entrar en razón a sus dirigentes, para que logren aprender de sus aventuras bélicas, en este momento en que declinan como imperio. Ojalá desde todos los rincones de la humanidad logremos hacer la presión necesaria, para que ningún imperio emergente lo reemplace.

El escritor español W Fernández Flórez (1885-1964) en El secreto de Barba Azul, denuncia la ferocidad humana y nos convoca a echarla al basurero de la historia:

"A un rey fratricida sigue un monarca parricida. Y batallas, batallas, más batallas; sangre en las llanuras, en las montañas, en el agua de los ríos; sangre en el lecho de los príncipes, en los terciopelos del trono; venenos, puñales, mandobles, arcabuces... Un terrible folletín inacabable. Y la Historia, inclinada atentamente sobre aquel largo horror, coleccionando los delitos monstruosos como un detective apasionado, siguiendo -con la lupa ante los ojos- las huellas de la humana ferocidad desde los charcos de sangre aún fresca hasta la que se adivina vertida por el hacha de sílex sepultada en la lejanía de los siglos; tejiendo la más bella corona para quien supo provocar la mayor hecatombe; colocando la Fama sobre un Himalaya de esqueletos".

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