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“Ahora quiero saber dónde están mis padres y sus compañeros”
Por [Reenvio] APDH La Plata - Wednesday, Oct. 19, 2011 at 11:56 PM

Este mediodía declaró uno de los nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo, Leonardo Fosatti, a quien se le restituyó la identidad en 2005. el testigo narró las circunstancias del parto de su mamá, Inés Ortega, en la cocina de la Comisaría Quinta. El otro testigo fue Carlos Zaidman, un sobreviviente del terrorismo de estado ejecutado en la BILP.

(18OCT2011) – La historia de Leonardo Fosatti, el nieto recuperado número 81 por las Abuelas de Plaza de Mayo de La Plata en 2005, y el testimonio de Carlos Zaidman, sobreviviente de la Brigada de Investigaciones de La Plata (BILP), conmovieron al público presente en la sede de la ex Amia en el marco del juicio oral y público que investiga las responsabilidades penales de los veintiséis represores del denominado “Circuito Camps”.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata, presido por el juez Carlos Rozanski, reanudó la audiencia del debate pasadas las 11, luego del cuarto intermedio dispuesto ayer, tras las declaraciones de Nilda Eloy Cortina y Cristina Gioglio. Entre el público se encontraban militantes de los organismos de derechos humanos y, expectantes, algunos de los familiares biológicos de Leonardo, quien comenzó su declaración describiendo las condiciones bajo las que lo parió su madre, Inés Ortega, una muchacha de apenas 17 años.
—Nací el 12 de marzo del 77, en la cocina de la Comisaría Quinta —se presentó el joven—. Mi mamá estaba atada de pies y manos, y mientras yo nacía la torturaban e insultaban, algo que supe gracias a muchos testimonios, como el de Adriana Calvo.
El testigo aludió a la militante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos fallecida en 2010 en varios tramos de su relato. “Fue Adriana la que ayudó a mi mamá antes del parto y quien me contó que estuve con ella uno o dos días, hasta que un guardia entró a la celda, me sacó de sus brazos y le dijo que el coronel me quería ver”, señaló. Y agregó: “ellos me podrían haber llevado a la casa de mi abuela si hubieran querido, y no lo hicieron”.
En cuanto a Rubén Fosatti, padre de Leonardo, el joven refirió que no había llegado a conocerlo, puesto a que él también estuvo alojado en la Comisaría Quinta, aunque se había enterado de su nacimiento a través de los llantos, lo que lo habían puesto “muy contento”, según el testimonio de Norberto Orlé.
 
—Pero fui criado con cariño y amor por una familia que desconocía mis orígenes, que quería adoptar a un chico desde el 75 e hizo contacto con una partera del barrio —contó el testigo sobre su infancia y la mujer que lo entregó—. Ella se comunicó con mis viejos, les dijo que un chico había nacido en su casa ese día y que la mamá del niño lo iba a dejar ahí.
La partera se llamaba Virginia y su apellido de casada era Farías. “Mi familia me dijo dónde la podía contactar, pero ya había fallecido”, confesó el joven, sosteniendo que sus padres adoptivos no le habían generado sospechas porque siempre habían estado “en contra de la dictadura”.
Leonardo emprendió su búsqueda en 2004, cuando se acercó a las oficinas de Abuelas de La Plata, quienes lo ayudaron a “encontrar el camino” y a encarar los estudios de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos que funciona en el Hospital Durán, cuyos resultados se dieron a conocer el 11 de agosto de 2005, día en que supo el verdadero nombre de sus papás y que habían sido secuestrados en enero de 1977 en la localidad de Quilmes.
—Los trámites de restitución de mi identidad comenzaron a  principios de 2006 y a mediados de ese año obtuve mi DNI —y se refirió a su hijo, por entonces de ocho años—. Para él fue más difícil todavía porque estaba en una etapa en la que no se hacía todas estas preguntas; le tuve que contar por qué se daban así las cosas y cómo conocer a nuestra verdadera familia.

Asimismo, el testigo sostuvo que la suya es una historia que atravesó a cuatro generaciones: “a mis viejos, los desaparecieron; a mis abuelos, les arruinaron la vida; y a mí y mi hijo nos robaron la identidad”. “Y a la restitución de mi identidad no la vivo como un punto de llegada sino de partida; ahora que la recuperé quiero saber dónde están mis padres y sus compañeros”, concluyó.
Cautivo en la Brigada

El otro testigo en comparecer ante el Tribunal fue Carlos Zaidman, sobreviviente de la Brigada de Investigaciones de La Plata, militante del Partido Comunista Revolucionario y actual miembro del Colectivo Justicia Ya!
Zaidman fue detenido en julio de 1977 en la casa de sus padres, ubicada en la esquina de 61 y 12, frente al entonces Comando Eléctrico. El operativo cuando la víctima llegó al domicilio mencionado y lo encontró abierto, lo que le resultó mu raro.
Allí había un operativo y de enfrente cruzaron dos personas: una se quedó en el cordón y la otra se acercó describió el testigo. Yo pregunté por mis padres y me pegaron con una itaca en la cara, luego en los testículos.

Pronto, Zaidman advirtió que se acercaban dos autos, uno de ellos, según recordó, era un renault azul del que bajaron otro tres hombres para esposarlo con las manos hacia atrás, vendarlo y ponerlo de cuclillas. “Vamos a dar una vuelta corta, porque hoy hay mucho para hacer”, le dijeron.
La Brigada de Investigaciones de La Plata fue el Centro Clandestino de Detención (CCD) al que lo llevaron sus secuestradores: a diferencia de otros testimonios, el de Zaidman afirmó que aquella fue la única dependencia policial en la que permaneció cautivo y que, en su caso, no funcionó como un mero lugar de recepción sino de alojamiento. “Yo escuché que se abrieron los portones, me bajaron tabicado y me llevaron a una suerte de galería donde había bancos y mucha gente”, dijo sobre su llegada a la Brigada. Y añadió: “De ahí hacia el primer interrogatorio, en una habitación donde me pusieron una pistola en la cabeza”.
Si no hablás te vamos a pinchar.

Luego lo sacaron y lo devolvieron a la galería, donde “se escuchaba un gran movimiento de gente y el ruido de la rampa metálica que era tocada por los autos que entraban”.
Como miles de detenidos-desaparecidos, el testigo tampoco se salvó de las torturas. “También me llevaron a una habitación donde había un camastro y me aplicaron picana eléctrica mientras me indagaban sobre mi anterior militancia universitaria”, señaló.
Quiero que grites que sos un cerdo judío le obligó a decir uno de los torturadores durante la segunda de las tres sesionesque sufrió; incluso uno llegó a posarse sobre su pecho.
Concluida las torturas, Zaidman fue alojado durante casi un mes en una celda en la que había una cocina y un baño. Allí dispuso sólo de una frazada para taparse, aunque con frecuencia se la retiraban para usarla como cortina entre los dos ambientes. Entre las situaciones que el testigo más recuerda están los “intensos movimientos que había por las noches” y “el llanto permanente de un bebé”.
La liberación se dio el 8 de agosto de 1977 en el Parque San Martín junto a otros tres compañeros, con quienes luego se tomó un taxi de regreso a casa.
De ésta te salvaste, la próxima no te salvás le amenazó uno de los represores que lo liberó como “una especie de mandato para que repitiéramos el horror afuera”.
Al final de su declaración, el testigo reconoció al “Oso” García como uno de los que estuvo en el operativo de secuestro. “No fuimos 30 mil los que nos pusimos de acuerdo para joder a unos pobres viejos; fuimos víctimas, y ellos victimarios”, sintetizó.
La audiencia se reanuda el próximo lunes a las 12, según dispuso el Tribunal que preside el juez Carlos Rozanski.
http://circuitocamps.wordpress.com/

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