Julio López
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¿Naciones originarias o pueblos originarios?
Por ISQUITIPE - Friday, Oct. 21, 2011 at 8:36 AM

Estas denominaciones podían ser equivalentes, porque en realidad así es como se designan a sí mismo distintos pueblos originarios americanos.

Pero me permito distinguir algunas cuestiones de sentido de estos dos términos: nación y pueblo originario, que tienen alguna relevancia.

Con el término NACIÓN , en un sentido objetivo, se designa a un grupo de personas que tienen rasgos de identidad comunes. Tales son por ejemplo el idioma, las costumbres, su propio pasado histórico, en fin, su cultura. Esto los hace un grupo compacto y la pertenencia de cada miembro a ese grupo es evidente. Así en Europa diferenciar un ingles de un francés es algo bastante sencillo, conociendo apenas su idiosincrasia. Bueno y si algo falla, bastará escuchar el idioma que hablan.

En Europa, las naciones preexistentes dieron origen posteriormente a los Estados Nacionales pues sobre aquella base social se erigieron los Estados y en ese sentido los monarcas absolutos cumplieron un papel unificador e integrador.

O sea que observamos una correspondencia de la Nación como formación social con los Estados Nacionales como estructuras políticas.

De Europa se importó este concepto de Nación a América y se creyó que era una realidad viva; pero como muchas de las cosas que se importan más por moda que por otra cosa, acá en nuestro continente nos sirvió de muy poco. En los países de América la población descendiente de europeos y mestizos es bastante similar en los diversos países. Es así que los rasgos identitarios entre esa población no son fuertes ni diferentes a los vecinos. Acá somos pobres nacionalistas y no por casualidad. La nación es más una expectativa de futuro que una realidad objetiva. Por supuesto que hay algunos rasgos de identidad Pero cuando creíamos que habíamos construido lazos lo suficientemente duraderos, viene la inmigración europea (1870/1950) a disolver de nuevo esos lazos.

Pero no se preocupen porque esto de ser buenos anfitriones de extranjeros puede ser una ventaja en este mundo cada vez más globalizado.

En América los Estados se crearon atendiendo a otras variables, y no a las nacionalidades como fue en Europa.

En lo que hace a los países de América bien al Sur fueron resultado de la desintegración del Virreinato del Río de la Plata. Y así aparecieron países como Argentina, Paraguay, Bolivia o Uruguay “un poco caprichosamente”. ¿Y por qué digo caprichosamente? ¿Acaso no existían razones para que se constituyeran como Estados separados e independientes? Había tantas razones como las que hicieron que así fuera. La historia no es algo caprichoso.

Lo caprichoso del asunto es que la población europea o descendientes de españoles y/o mestizos es muy parecida entre estos países americanos; no constituyen formaciones sociales diferentes, tal como son las naciones en Europa que le dan identidad a la población de esos estados. Yo bromeo muchas veces cuando digo que a veces no sabemos si estamos en Uruguay o en Argentina; si estamos en Mendoza o en Chile y de esta forma hago referencia a poblaciones similares que existen en nuestros países.

Sin embargo al sur de América existen formaciones sociales muy bien constituidas y diferenciadas que son los pueblos originarios americanos. Ellos tienen su propia cultura, su idioma, sus creencias, etc, etc. Y es posible identificarlos como tales. Se crearon en largos periodos de tiempo, por eso decimos que son culturas ancestrales y originarias de este continente.

Los pueblos originarios formaron un grupo que habitaba un territorio y las consecuencias de la conquista primero y del surgimiento de los Estados Nacionales posteriormente, hicieron que se fraccionaran y que habiten distintos Estados a su vez. Así encontramos a los guaraníes en Brasil, en Bolivia, en Uruguay, en Argentina, etc; encontramos Aymaras en Bolivia, en Argentina, en Chile, etc; encontramos mapuches en Argentina y en Chile; encontramos diaguitas también en Argentina y Chile y la lista podría seguir porque es así en casi la mayoría de los casos de estos pueblos originarios americanos.

Esto no significa que el propósito de la creación de estos Estados haya sido el fraccionar a estos pueblos. Muchas y distintas fueron las razones por la que se crearon los Estados que hoy forman el mapa americano del antiguo virreinato. En muchos casos fueron rivalidades de los sectores que dominaban la política local, o el comercio o la producción.

Esta diferencia entre las naciones como realidad europea y la de los pueblos americanos como realidad de este continente hace conveniente que los designemos con distintos términos, para su mejor comprensión.

LA CONDICION JURÍDICA DE LOS ANTIGUOS PUEBLOS

Ahora bien, la pregunta es de cómo repercute esta cuestión en la situación de los pueblos originarios. Los miembros de los pueblos originarios, es decir cada uno de ellos goza de la condición de ciudadano de cada uno de los Estados que forma parte, con plenos derechos como tales.

Así se lo reconocen las leyes de cada país. Son ciudadanos por haber nacido en el territorio de esos Estados, tener la edad que los habilita, educar a sus hijos, tener su lugar de vida aquí, votar, etc, etc.

El hecho de que el ordenamiento jurídico lo establezca así es muy importante, desde luego, pero en muchos casos no es suficiente para que reine en la vida real y hay muchos casos donde el comportamiento de algunas personas, partidos, instituciones no se compagina con esta situación jurídica del aborigen americano, negando de hecho lo que las leyes le reconocen por derecho.

Esta claro que seríamos ingenuos si creyéramos que la sola norma jurídica va a generar los cambios sociales necesarios, pero es cierto también que el hecho de que existan esas normas ya preanuncia una voluntad colectiva en ese sentido.

Estos derechos hace falta ejercerlos y ello depende de muchas causas, pero principalmente de la certeza que los mismos integrantes de los pueblos tengan de su propia situación y de los propósitos de hacerlo realidad.

Y esto es lo que hemos estado viendo estos últimos años; que poner en ejercicio los derechos reconocidos por las leyes es la asignatura pendiente con los pueblos originarios, pero que estos también van ganando experiencia y pequeños triunfos en este sentido.

Y al final – aunque no por ello menos importante – también es necesaria la participación de quienes no somos miembros de estos pueblos, pero tenemos una conciencia jurídica igualitaria porque sobre esa base esta fundado el Estado republicano y es un compromiso de todos hacerlo realidad. Tenemos encima muchas experiencias de exclusión social desde hace largo tiempo para que queramos insistir en este camino.

Ahora bien: la propia idea de ciudadano está asociada a personas individuales y no a grupos de pertenencias. Esto tiene que ver con la cosmovisión del liberalismo que dio origen a los Estados republicanos que conocemos.

Pero hay que tener en cuenta que los pueblos originarios son entidades colectivas. Cada uno de sus miembros se remite a su pueblo como una parte indisoluble de él.

La Constitución reformada del año 1994 ha incorporado esta categoría de derechos de los pueblos originarios como una calidad del propio grupo. Así le reconoce derechos preexistentes a su territorio que habitan ancestralmente, una educación intercultural, etc.

Por eso se ha dicho, y creo que con razón, que los integrantes de esos pueblos originarios agregan a su condición de ciudadanos de cada país una especie de “ciudadanía étnica” como pertenecientes a los grupos originarios americanos. Se sienten, son, además de ciudadanos argentinos miembros del pueblo guaraní, mapuche, tonocotés o huarpe, para citar solo algunos, como ejemplo.

Y esta pertenencia los hace diferentes, en cierto modo, ya que plantea situaciones jurídicas propias de estos grupos originarios.

La idea de la igualdad jurídica – ya se sabe – no es la de tratar igual a los diferentes. Si hay algún rasgo, alguna particularidad de ciertos grupos es justamente necesario atender a esa particularidad y sólo atendiendo a esa situación especial se hace justicia y se hace igualdad de derechos para todos.

Creo que hay otra conclusión que se puede sacar de esto.

Los hermanos americanos se sienten parte de un grupo social diferenciado que son los pueblos originarios. Estos pueblos considerados en su totalidad ocupan un territorio que excede el del propio país al que pertenecen como ciudadanos.

Esto crea una especie de ambivalencia. Si por un lado son argentinos, su condición de guaraní los obliga a mirar un espacio más vasto que es el territorio del pueblo guaraní que como dejamos dicho es más que el territorio de un Estado, ya que este pueblo se encuentra diseminado en el territorio de varios Estados americanos.

Esta puede ser una razón poderosa por la cual los pueblos descrean del Estado Nacional como tal, que los limita en su existencia como pueblos.

Sin embargo no tienen más remedio que acudir a él para solucionar sus propios problemas; y así han conseguido cláusulas constitucionales, leyes que los protegen y otras medidas legales y administrativas dentro del Estado al que pertenecen.

Y también esto pueda explicar que deseen tan fervientemente unificarse como pueblo hoy disgregado entre distintos territorios de los diferentes Estados.

Qué sucederá en el futuro nadie lo sabe. ¿O la autonomía política de estos pueblos se erigirá sobre la base de la reunificación de estos? ¿O tendrá más fuerza el hecho de la separación en distintos grupos conforme los Estados Nacionales que los contienen?

Cualquiera de estas soluciones deberá ser contemplada en la estrategia que los pueblos originarios resuelvan en el futuro.

Lo que favorecerá sin duda esta situación es la existencia en nuestro continente del MERCOSUR como espacio regional donde podrán ser planteadas estas problemáticas que exceden el ámbito de los Estados Nacionales propiamente dichos.

Este espacio regional, aún inexplorado, merece ser incorporado en la visión de los pueblos originarios americanos.

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