Justicia por la Moma
Por Elisa ((i)) - Tuesday, Nov. 01, 2011 at 1:16 AM
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Desde el mediodía, amigos y amigas de la Moma cortaron calle 1 y 67 repudiando su asesinato y la violencia hacia todo el colectivo travesti y transexual. Fue una jornada de tristeza y lucha, de bronca y lucha, pero también de arte. Cuando terminaba la tarde tocaron bandas y antes se pintó el mural con la figura de la Moma que decía: "A la Moma la mataron por travesti". "El Estado es el culpable por no hacerse cargo y no nos queda otra que salir a la calle a exigir justicia", le respondieron al propietario del edificio donde se hizo el mural cuando se acercó para quejarse porque le pintaban la pared.

"Señor, señora, no sea indiferente, matan a travestis en la cara de la gente"

A pocos metros de esa esquina -sobre calle1- hay un mural que dice "Nosotras las travestis" sobre el que van escribiendo los nombres de las compañeras trans muertas. Ahora faltan tres nombres: dos ocurrieron en el último mes, el de la Moma y el de Lucha, asesinada siendo prendida fuego por su pareja, y el otro que falta es el de Mimicha, que a fines del año pasado murió de HIV.
Andrea, amiga de la Moma, explicaba que algunos son casos de asesinatos, como el de una chica que dos taxistas golpearon en 1 y 64 con una llave cruz hasta dejarla muerta, y que otros son por "muerte natural". Sin embargo, en un colectivo de personas donde la edad de muerte promedio es 37 años, los fallecimientos necesariamente están conectados con la marginalidad, por la dificultad del acceso al trabajo, a la salud, a la educación; que las empuja a la prostitución, a los riegos de la calle, a la violencia policial, al contagio de enfermedades de transmisión sexual, a operaciones riesgosas.

"Cortando rutas y puentes, abriendo caminos
Todo el pueblo unido va a estar acá
Yo nunca olvidaré, tampoco perdonaré
La Moma estará presente por siempre"

Andrea conocía a Carolina, la Moma, hace 19 años, desde la infancia, de vivir en el mismo barrio e ir a la misma escuela. Varios años después, cuando ambas eran adolescentes se volvieron a encontrar. Andrea iba en un auto con su pareja por calle 8 y 58, donde estaba la zona roja gay, y le pareció ver a alguien que conocía. Pararon y era la Moma, que le pidió que no diga nada porque su papá todavía no sabía nada. Andrea cumplió, empezaron a juntarse a tomar mate y desde entonces eran amigas.

Y contó cómo era ella: "Tenía 35 años, a la mañana sacaba a pasear a sus dos caniches y hacía los mandados, charlaba con los vecinos. A la tarde ni se la veía porque se quedaba en su casa jugando a los jueguitos electrónicos, a las carreras de autos. Esos eran sus dos pasatiempos. Era una persona que no tenía problemas con nadie, al contrario, en La Plata la conocía todo el mundo y era muy querida".

En tanto, la investigación por el asesinato no tiene detenidos. Las amigas y familiares fueron a declarar, se allanaron sus casas, pero al hombre que habían detenido lo dejaron en libertad porque dijo que no la conocía. Habían encontrado huellas digitales de él en una botella pero negó conocerla por temor a que su familia se entere que pagaba para prostituir travestis. Una vez más, la hipocresía de la sociedad se impone en detrimento de los derechos de las personas cuyas identidades de género se revelan al binomio heteronormativo.

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