Julio López
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Cultura y culturas: Desde la colonialidad del poder y desde los pueblos indígenas -Parte I
Por Fuente: Argenpress - Saturday, Nov. 05, 2011 at 3:08 PM

jueves 3 de noviembre de 2011 - Rodrigo Montoya Rojas (Desde Lima, Perú. Colaboración para Argenpress Cultural)

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Cultura y culturas: Desde la colonialidad del poder y desde los pueblos indígenas (Parte I)

Introducción

En este texto trato de avanzar un paso más en mi reflexión sobre el concepto de cultura y sus múltiples usos en las ciencias sociales -particularmente en la antropología- , en la política, en los medios de comunicación y en la vida cotidiana . El hilo conductor es la profunda diferencia que existe cuando se habla de la cultura en singular y en plural. Si se examina con atención la profunda relación entre la cultura y el poder en los espacios de lo que se llama política, el concepto teórico en singular se confunde con la cultura occidental y, por eso, los pueblos no occidentales no son tomados en cuenta, y se impone un modelo da cambio o de ¨desarrollo¨ para que las culturas indígenas dejen de ser lo que son y se conviertan simplemente en nuevos segmentos de la cultura occidental criolla. Pareciera que hubiera una especie de acuerdo unánime para que el nosotros del razonamiento etnocéntrico moderno de occidente se convierta en la única opción de pensar la realidad y, en consecuencia, no se tomen en cuenta los derechos particularmente políticos de los pueblos indígenas.

Además de Examinar la riqueza y complejidad del concepto cultura, intentaré una primera aproximación sobre la colonialidad del poder como fuente principal del razonamiento de la cultura en singular, y volveré una vez más sobre el mestizaje cultural para mostrar que se trata de un concepto profundamente equívoco que en última instancia se confunde con la cultura occidental sin nombrarla. Finalmente, toco el tema de la política cultural construida desde el poder global en la sociedad y señalo la importancia de la propuesta de un Estado plurinacional que desde las canteras de los movimientos políticos indígenas surge como alternativa al Estado nación unicultural impuesto en las repúblicas formadas luego de la independencia de España.

1. RIQUEZA Y COMPLEJIDAD DEL CONCEPTO CULTURA.

Para hablar en Perú de cultura y culturas ternemos la inevitable necesidad de precisar lo que entendemos por esta palabra que está en el corazón de las ciencias sociales, particularmente de la Antropología, y que con diferentes contenidos, está en boca de casi toda la población de Perú. Cuatro podrían ser los bloques en los que es posible agrupar las múltiples acepciones del concepto cultura.

Uno. El punto de partida y secreto más profundo de su universalidad y complejidad se encuentra en el saber escolarizado, como sinónimo de conocimiento, que existe a partir de la institución llamada escuela-colegio-universidad, sede de lo que en la occidental se llama educación. Hace más o menos cinco mil años fue inventada la escritura como el formidable recurso para guardar la memoria, desde un simple trozo de papiro con las primeras frases –ayer- hasta un pequeño disco duro portátil de mil gigas, que puede guardar una biblioteca con miles de libros, luego del milagro tecnológico conocido como computadora u ordenador –hoy-. Antes, y paralelamente a la escritura con un alfabeto, hubo y existen formas de guardar la memoria, de escribir a través de hilos, como en los kipus de la sociedad inca, o dibujos en rocas, piezas de cerámica y tejidos, en todo el mundo. Europa tuvo el privilegio de recibir, difundir y enriquecer la escritura que recibió de Mesopotamia.

La posibilidad de escribir es un recurso maravilloso de comunicación que fue visto desde el comienzo como una fuente de poder, del mismo modo que la invención y uso del fuego, muchas decenas de miles de años antes. Otra sería la historia de la humanidad si el saber leer y escribir hubiese sido ofrecidodo a todos los seres humanos desde hace cinco mil años y no en los últimos dos siglos. Hoy, en 2011, estamos aún lejos de conseguir que todos los seres humanos dispongan de esa herramienta de conocimiento. En tiempos medioevales, hace más o menos mil años, la escritura en Europa fue capturada por la Iglesia Católica y sus curas fueron los primeros beneficiarios de ese privilegio. La apropiación privada de esta forma de comunicación es uno de los cimientos de la colonialidad del saber-poder que entre otros elementos se expresa en dos ecuaciones: de un lado, cultura=escritura = saber y, de otro, analfabetismo = falta de cultura = ignorancia. Razonando a partir de esta premisa, peruanas y peruanos nos dividiríamos entre “cultos” que tenemos cultura porque sabemos leer y escribir, e incultos que no la tienen porque saben leer ni escribir.

En latín, culture -cultura- significa, saber, conocimiento agrícola, cultivo, crianza. Hasta hoy, en las ciencias agronómicas se enseñan cursos como “cultura” del maíz, de la vid o del trigo. De esa fuente deriva el concepto de cultura identificado de modo general con el conocimiento y, también, la idea de educar, en el preciso sentido de cultivar. El saber escolarizado acumulado se ofrece en diferentes dosis para cultivar la mente de los niños, para enseñarles a conocer y a comportarse, siguiendo las reglas de lo que se llama una “buena educación”. En las escuelas medioevales de las ciudades europeas en formación, fue gestándose el concepto de civilización, como una cultura de la ciudad, en oposición a los llamados bárbaros y luego salvajes, de las áreas campesinas iletradas de Europa y de las sociedades mal llamadas “primitivas” en el resto del mundo.

Dos. Por extensión del saber escolarizado o conocimiento, una segunda acepción generalizada de cultura en Perú, América Latina y, tal vez todo el mundo, la identifica como sinónimo de bellas artes, como una página en periódicos y revistas, en las que se habla de libros, literatura, cine, teatro, música clásica, pintura, escultura, museos, y - últimamente- patrimonio material e inmaterial y gastronomía. A las decisiones que los Estados toman sobre cada uno de los elementos que acabo de describir se les llama política cultural. En oposición a las culturas muertas cuyos objetos de arte aparecen en los museos, se habla de culturas vivas, como otro modo de nombrar la diversidad cultural, existente.

Tres. Con la aparición de la Antropología, una de las ciencias sociales, la cultura fue pensada de un modo mucho más rico: “Cultura o civilización… es aquel complejo dentro del cual se incluyen, conocimiento, creencias, arte, ley, moral, costumbres y otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad” (Taylor, 1871). A partir de esa visión de Taylor en la que el modo de vivir, pensar, sentir, sería lo primordial de la cultura, en la Antropología ha habido múltiples desarrollos, entre los que destaca para este breve resumen, el elemento de dar sentido para entender la lógica de razonamiento de las personas. El concepto antropológico incluye a millares de pueblos, naciones y lenguas en todo el mundo, independientemente de si saben escribir y leer o no. En su versión clásica, la antropología se ocupó de las culturas indígenas, mal llamadas primitivas, para luego incluir a las llamadas sociedades tradicionales, ni primitivas ni industriales modernas, y recientemente subrayar la cuestión cultural e intercultural dentro de todas las sociedades del mundo, incluidas las llamadas modernas.

Los hábitos o costumbres de los pueblos, que forman parte del concepto antropológico de cultura, han salido de los circuitos de iniciados en las ciencias sociales y forman parte del acervo del castellano medio o estándar. Cuando se dice “no tenemos una cultura democrática en Perú”, la frase significa, simplemente, no tenemos los hábitos de la democracia o no estamos acostumbrados, por ejemplo, a respetar los derechos de los otros ni a valorar los nuestros.

Cuatro. Luego de los procesos coloniales europeos en América, Asia, África y Oceanía, en los siglos XVI y XIX y la formación de los Estados naciones, las grandes y pequeñas culturas han pasado a formar parte de uno o más Estados; por ejemplo, los quechuas están en Ecuador, Perú, Bolivia, y Argentina, del mismo modo que los aimaras se encuentran en los territorios de los Estados Bolivia, Perú, Chile y Argentina. En los últimos cuarenta años, los pueblos indígenas se han constituido en un nuevo actor político en el escenario Latino Americano gracias a sus diversas formas de organización étnica y política creadas para lograr sus objetivos y reivindicaciones que apuntan en dirección de la descolonialización del Perú y de América Latina .

Como consecuencia de este proceso político original de la realidad en la esfera teórica, el concepto de cultura se enriquece doblemente: de un lado, pasa a ser sinónimo de pueblo indígena y, de otro, es parte de un fértil acercamiento entre un cierto número de antropólogos con los intelectuales indígenas y con los propios pueblos indígenas. En mi artículo “Cuando la cultura se convierte en política” (Montoya 2009) analizo este feliz encuentro y el enriquecimiento del concepto de cultura .

II. Mestizaje cultural: un concepto equívoco u otro nombre para designar a la cultura occidental

Si nos preguntan a qué “raza” pertenecemos, la primera respuesta que aparece sin pensar dos veces entre nosotros las peruanas y peruanos es: mestizos. Pocos se ven como blancos y negros, nadie dice soy amarillo, como a nadie le gusta que le llamen indio- india o negro-negra, por la carga de racismo que esas palabras expresan, preferimos llamarnos mestizos-mestizas, aunque nos parezcamos mucho más a Atawallpa y Mama Ocllo y poco o nada a Francisco Pizarro o a la reina Isabel la Católica; o morenos-morenas, aunque seamos “retintos” (de piel muy negra). El concepto de “raza” y las categorías: blanco, negro, indio y amarillo, son parte de la propuesta europea en el campo del saber y el poder, y funda el racismo que florece aún en nuestro suelo por eso de las llamadas razas “superiores” e “inferiores” y de los dos tipos de hombres “creados por Dios”, unos inteligentes para mandar y otros, torpes, para obedecer, desde tiempos de Aristóteles en Grecia, hace más de dos mil años, y del cura Ginés de Sepúlveda en la España del siglos XVI .

Abundan los ejemplos de racismo y profunda discriminación en Perú. Me parecer pertinente citar aquí un reciente ejemplo en boca de Alan García Pérez cuando era aún presidente de la república por segunda vez:

“...En tercer lugar derrotar las ideologías absurdas, panteístas, que creen que las paredes son dioses y el aire es dios, en fin, todavía volver a esas fórmulas primitivas de religiosidad, donde se dice: no toques ese cerro porque es un apu, está lleno del espíritu milenario y no sé qué cosa. Si llegamos a eso, entonces no hagamos nada, ni minería, no toques esos peces porque son criatura de dios y son la expresión del dios Poseidón. Volvemos a este animismo primitivo, yo pienso que necesitamos más educación, pero ese es un trabajo de largo plazo, eso no se arregla así, porque usted puede ir a cualquier lugar que, (donde) la población de buena fe, y de acuerdo a su educación te dice: ¡No! No me toquen a mí esta zona porque es un santuario. Y uno pregunta: ¿santuario de qué?; si es un santuario de medioambiente, santo y bueno, pero si es un santuario porque allí están las almas de los antepasados... oiga, las almas de los antepasados están en el paraíso seguramente no están allí y deje usted que los que ahora viven se nutran o tengan trabajo en la inversión en esos cerros, de manera que es un largo trabajo, que estemos trabajando no significa que todas las formas antiguas de pensamiento hayan sido superadas.” (Resumen de la entrevista publicada el 17.06.11 en Youtube por methos789 disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=2Vf4WfS5t08)

Si tomamos en cuenta los rasgos biológicos, la heterogeneidad de la especie humana es extraordinaria, puesto que peruanas y peruanos asumimos cuando repetimos la vieja frase atribuida a Ricardo Palma “en Perú quien no tiene de inga, tiene de mandinga”, o cuando en una polka criolla se alaba el amor de una “samba-china-chola”, una mujer que deriva de “españoles, negros, e indios”, en otras palabras: aquí todos somos mestizos.

Si desde tiempos coloniales somos biológicamente tan heterogéneos, mestizos, sería igualmente “mestiza”nuestra cultura peruana y Latino americana, como una preciosa síntesis de España y de la sociedad Inca. Al confundir las categorías raza y cultura, se produce un contrabando deseado desde el poder colonial en el mundo y en Perú. Cuando en 1888, después de la derrota peruana en la guerra con Chile, Manuel González Prada preguntó quiénes son los “verdaderos peruanos”, él mismo respondió: son los indios:

"Hablo señores de la libertad para todos y principalmente para los desvalidos. No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de la tierra situada entre el Pacífico y los andes. La nación está formada por la muchedumbre de indios diseminados en la banda oriental de la cordillera. Trescientos años a que el indio rastrea en las capas inferiores de la civilización, siendo un híbrido con los vicios del bárbaro y sin las virtudes del europeo. Enseñadle siquiera a leer y a escribir y veréis si en un cuarto de siglo se levanta o no la dignidad de hombre. A vosotros, maestros de escuela, toca galvanizar una raza que se adormece bajo la tiranía del juez de paz, el gobernador y del cura, esta trinidad embrutecedora del indio. Cuando tengamos pueblos sin espíritu de servidumbre, y militares y políticos a la altura del siglo, recuperaremos Arica y Tacna, y entonces, y sólo entonces marcharemos sobre Iquique y Tarapacá, daremos el golpe decisivo, el primero y el último.

Para ese gran día, que al fin nos llegará porque el porvenir nos debe una victoria, fiemos solo en la luz de nuestro cerebro y en la fuerza de nuestros brazos. Pasaron los tiempos en que únicamente el valor decidía de los combates, hoy la guerra es un problema, la ciencia resuelve la ecuación. Abandonemos el romanticismo internacional y la fe en los auxilios sobrehumanos: la tierra escarnece a los vencidos, y el cielo no tiene rayos para el verdugo. En esta obra de reconstitución y venganza no contemos con los hombres del pasado: los troncos añosos y carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo y sus frutas de sabor amargo. ¡Que vengan árboles nuevos a dar flores nuevas y frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!" (González Prada, 1960, Discurso en el Politeama, Páginas Libres I: 67-68).

Frente a una tesis tan subversiva como la de Manuel González Prada, Víctor Andrés Belaunde -uno de los más importantes intelectuales de la derecha peruana- debió haber respondido: “los verdaderos peruanos somos los descendientes de España”, pero prefirió decir que los peruanos somos una síntesis, fruto de un mestizaje biológico y cultural entre españoles e incas:

"La peruanidad es para nosotros una síntesis viviente de la cultura hispano- católica y de los elementos telúricos y biológicos que existían en este pedazo del nuevo mundo que habitamos. La peruanidad no es una yuxtaposición sino síntesis verdadera; y agregamos: viviente, para expresar que, en continuidad palpitante, fue, es y seguirá siendo. Síntesis no concluida que debe afirmarse, completarse y superarse en extensión y altura. En lo primero, porque es necesario concluir la asimilación del elemento indígena; y en lo segundo, porque esa síntesis no excluye los valores nuevos que, con nuestro sentido católico y ecuménico, podremos tomar de otros pueblos. Nueva sangre portadora del espíritu occidental se incorporó a la tierra y a la sangre del Imperio Incaico. El sentido cristiano de la vida, empleando la lengua y lo que había de mejor en las instituciones hispánicas, fue el verdadero factor aglutinante, la virtud de asunción en aquella síntesis creadora" (Belaunde 1987: 411-412).

A continuación de este pasaje, Víctor Andrés Belaunde cita los cinco valores nuevos importados de España: 1. "la individualidad o sea el sentido de la dignidad y el valor absoluto de la persona humana… 2, La fuerte estructura del hogar castellano…3, La comuna o el cabildo…4, la mayestática primacía atribuida a la administración de justicia…, y 5, la concepción ético religiosa de la vida que es inspiración, conciencia acusadora, norte y guía" (p. 412). Víctor Andrés Belaúnde escribió también.

“Cuando González Prada -enorme pero trágico ejemplo de desviación y resentimiento- afirmó que el Perú estaba constituido por las masas de indios que habitaban detrás de la cordillera, y cuando Mariátegui cristalizó ese mismo pensamiento en las fórmulas de costa criolla o mestiza y sierra indígena… " (1987: 63).

Don Víctor Andrés no dijo una palabra sobre la contribución inca en esta “síntesis viviente”. De la sociedad inca solo tendríamos el paisaje (lo “telúrico”) y los rasgos biológicos. Hispánico sería el contenido e ïndio¨, mestizo y americano, el continente. Sin sus lenguas y culturas, a los pueblos indígenas les queda la posibilidad de aparecer pintados en la pared como una simple foto Benetton o una carta postal de rostros hermosos, sonrientes y vestidos con todos los colores del arco iris . Esta es la única definición que los intelectuales peruanos de la derecha han ofrecido sobre el llamado mestizaje cultural, y esa es una especie de legado nacional para pensar el Perú, que se repite sin análisis previo alguno. No hubo desde el lado de las direcciones de izquierda voluntad alguna para ir más allá de ese llamado mestizaje cultural, tampoco la convicción de investigar a fondo el tema de las culturas existentes en el país, salvo el caso de José Carlos Mariátegui.

El conflicto abierto entre hispanistas indigenistas (“Lima es el Perú”, “Lima no es el Perú”), tan intenso en la primera mitad del siglo XX, es una expresión de la no aceptación en los hechos de esta supuesta síntesis o mestizaje, tanto por los peruanos orgullosos de sus raíces españolas como por quienes se sentían herederos directos de los Incas. Entre ambos extremos los indigenistas defendían el mestizaje como una síntesis si se tomaba en cuenta sobre todo, el arte indígena en sus diferentes formas (música, danza, cerámica, tejidos, orfebrería, etc.).

La ideología del mestizaje como propuesta colonial, sustentada por Víctor Andrés Belaúnde en Perú, recibió un aporte extraordinario desde la revolución mexicana, por parte de Lázaro Cárdenas, presidente del país y gran gestor del indigenismo y nacionalismo mexicanos:

“La Revolución ha proclamado como procedente la incorporación de la cultura universal al indígena; esto es, el desarrollo pleno de todas las potencias y facultades naturales de la raza, el mejoramiento de sus condiciones de vida, agregando a sus recursos de subsistencia y de trabajo, todos los implementos de la técnica, de la ciencia y del arte, pero siempre sobre la base de su personalidad racial y el respeto de su conciencia y de su entidad.

El programa de emancipación del indígena es, en esencia, el de la emancipación del proletariado de cualquier país, pero sin olvidar las condiciones especiales de su clima, de sus antecedentes y de sus necesidades, que le dan una peculiar fisonomía. Como expresé en reciente ocasión, nuestro problema indígena no está en conservar ´indio´ al indio, ni en indigenizar a México, sino en mexicanizar al indio. Respetando su sangre, captando su emoción, su cariño a la tierra y su inquebrantable tenacidad, se habrá enraizado más su sentimiento nacional y enriquecido con virtudes morales que fortalecerán al espíritu patrio, afirmando la personalidad de México”. Citado por Alejandro Rey de Castro, 2008: 331).

Para convertir al indio, en mestizo mexicano y en proletario, el indigenismo mexicano propuso: 1. La enseñanza universal del castellano en las escuelas y colegios, 2. La conversión de los llamados indios en cristianos católicos, 3. La adopción de la medicina occidental y el abandono de lo llaman brujería. Finalmente, 4, la modernización de la agricultura con la adopción de tecnologías que multipliquen la producción para el mercado (semillas mejoradas, abonos, insecticidas). Ninguna de esas propuestas era revolucionaria; las tres primeras estaban ya vigentes en el siglo XIX y sólo la cuarta, era una novedad derivada de la revolución verde en la década de 1940 . Con estas herramientas y el apoyo teórico y financiero de los sociólogos y antropólogos de la Universidad de Cornell -responsables de la Antropología Aplicada, particularmente en el “Proyecto Vicos”- el Instituto Indigenista Peruano, dirigido por Luis Valcárcel, asumió la conducción de ese proyecto político. A diferencia de la propuesta mexicana, en el caso peruano ninguno de los antropólogos propuso convertir a los indios en proletarios.

Una conclusión de esta sección es muy sencilla. La frase “Todos somos mestizos” no corresponde a la realidad multi, o pluri cultural y multi o plurilinguística del país. Es en parte cierta si sólo tomamos en cuenta nuestros rasgos biológicos (color de la piel, forma de los ojos, color y forma del cabello). Decir “todos somos mestizos” es un modo particularmente eficaz para esconder el profundo racismo de la sociedad peruana. “Soy mestizo”, “sí hay racismo” pero “no he sufrido personalmente ninguna discriminación racial”, son respuestas con las que peruanas y peruanos nos negamos a reconocer el racismo que vemos y sufrimos, o hacemos sufrir a otros y a otras, y que son muy útiles para no aceptar las imágenes que de nosotros nos ofrecen los espejos. Tener vergüenza de ser descendientes de pueblos indígenas y afro peruanos, sigue siendo uno de los grandes dramas del país. Este sentimiento de vergüenza ha sido inculcado desde el primer momento de formación del virreinato llamado peruano.

Está fuera de duda la importancia de la cultura occidental, española del siglo XVI, en la formación del Perú a partir del enorme peso de la Iglesia católica en todas las esferas de la vida social y no sólo en la religiosa, y de la imposición del castellano como lengua del poder y su posterior transformación en lengua general del país. Las creencias religiosas existentes en América fueron vistas en el virreinato de Perú como obras del demonio, y los centenares de lenguas existentes en nuestro territorio fueron consideradas como un obstáculo para la difusión e imposición de la religión católica. De ahí la necesidad del poder colonial de convertir al quechua en lengua franca, como un escalón intermedio para llegar al catolicismo. Fruto de esa política ha sido el uso de palabras quechuas como topónimos en prácticamente toda la Amazonía sin que ese hecho quiera decir que los quechuas conquistaran esas tierras, y es también la visión de largo plazo de la corona española para dividir el virreinato en las dos conocidas repúblicas: una de españoles y otra de indios, como espacios y mundos separados, pero conveniente unidos para sostener el poder económico y social de los españoles y criollos. Por razones a la vez distintas, parecidas y opuestas, Guamán Poma de Ayala - el cronista y etnógrafo- propuso en su carta al Rey que los españoles e indios vivieran sus vidas por separado (Guamán Poma de Ayala, 1980).

La llamada “escuela cusqueña de pintura” puede ser un buen ejemplo de lo que Víctor Andrés Belaúnde definió como mestizaje cultural, porque es en los hechos española-italiana en su concepción central y en sus técnicas, roducida por artistas cusqueños -algunos de ellos descendientes de incas, todos católicos conversos, que incorporaron algunos elementos propios como el sol y los cerros, que corresponden, precisamente, a lo que Víctor Andrés Belaúnde consideraba como ¨telúrico¨. . El historiador Antonio del Busto, en su trabajo ¨Breve Historia de los negros del Perú¨ sostiene que el culto del Señor de los Milagros es ¨la devoción mestiza por excelencia del Perú:¨, una síntesis de ¨limeñismo y africanidad¨:

¨El negro peruano, en líneas generales, fue creyente y practicante, así mismo pecador. Fue piadoso y rezador, temeroso del infierno y del purgatorio, pero a la larga la religión católica reconfortó su vida. El que Cristo también hubiera muerto por él fue lo único que lo igualó al blanco. En este mundo podían ser desiguales, pero en el otro el negro podía salvarse y el amo no, o viceversa. El negro criollo asimiló la religión católica con más convicción que el indio. Su proximidad a los blancos le hizo conocer -de cerca o de lejos- la fe, la esperanza y la caridad. Si sumó al culto cristiano algunas de sus costumbres ancestrales, no pasó de allí. Sumó lo exterior pero respetó el dogma.

Acaso la síntesis de todo esto se aprecia en el culto al Señor de los Milagros, extraña manifestación de limeñismo y africanidad. La procesión del Cristo morado o Cristo Moreno… llegó a convertirse en la más multitudinaria del catolicísimo. La verdadera imagen fue pintada en un muro por 1651, por un esclavo de casta angola. Desde entonces la procesión ha pasado de negra a negroide y hoy es la devoción mestiza por excelencia del Perú. Discrepamos con la tesis que insinúa que este culto se origina en Pachacámac.No existe ninguna prueba de ello. Si el muladar limeño de Pachacamilla se llamó así fue porque en él se alojaban los indios de Pachacámac encomendados en el conquistador Hernán González de la Torre cuando venían a Lima con el tributo a su encomendero.¨ (Del Busto, 2011 c: 32)

Si lo central fue el dogma católico, si la contribución negra fue sólo con algo exterior de sus creencias africanas que no sabemos cuáles son, y si la contribución india fue nula, ¿qué sentido tiene llamar al culto del Señor de los Milagros como ¨la devoción mestiza por excelencia del Perú¨?

III. CULTURAS: IMPORTANCIA FUNDAMENTAL DEL PLURAL

La pregunta ¿cuántas lenguas y cuántas culturas hay en Perú? interesa a muy pocas personas en el mundo académico de la lingüística y la antropología, a los intelectuales indígenas que dirigen las organizaciones de tipo étnico y político, y, de modo muy marginal, a funcionarios del Estado peruano y sus últimos gobiernos entre 1990 y 2011. En el inconsciente colectivo del país anida una especie de verdad oficial surgida e impuesta en 1821 con la formación de la república: tendríamos un Estado, una nación, una cultura, una lengua, una religión y un Dios verdadero, una justicia; en otras palabras, un Estado y nación criollo constituido por los descendientes y herederos de los españoles, con el castellano, la Iglesia Católica y su Dios cómo único Dios. Quedó excluido de esa visión europeo centrista el conjunto de pueblos con lenguas y culturas originarias existentes en ese momento en nuestro territorio. San Martin, Bolívar y la clase política criolla de entonces, tomaron la categoría ciudadanos de la revolución francesa solo para ellos y no para los llamados indios, que seguirían siendo sus indios, sus cholos, sus peones, también nuevos contribuyentes obligados a pagar tributos, y soldados para dar sus vidas por los caudillos en nombre de la patria, como lo hicieron en la guerra de independencia, al lado de los españoles y de los patriotas.

Esa verdad oficial de 1821 se reproduce hoy aunque en la última constitución de 1993, impuesta por Fujimori y aceptada por Toledo y García, hay un tímido y verbal reconocimiento de algunos derechos que no pueden negarse luego de la emergencia de los movimientos políticos indígenas como nuevo sujeto en el escenario político de América Latina y también en Perú .

Cuando los españoles llegaron al suelo americano, reconocido como Abaya Yala por los movimientos políticos indígenas, el número de lenguas y culturas era muchísimo mayor al de hoy. Se han perdido ya, por ejemplo, las lenguas moche, tallan, y chimú de la costa norte, el puquina de la sierra sur y en la Amazonía, probablemente un centenar de lenguas y pueblos indígenas ha desaparecido. Hay en Perú de hoy 50 lenguas: 42 en la Amazonía, dos en los Andes (quechua y aimara), la occidental criolla en todo el territorio y cinco de las más importantes lenguas extranjeras cuyas lenguas y culturas se enseñan en colegios interculturales y bilingües (italiano, japonés, chino, hebreo, árabe) . Sobre el número de culturas que existen hoy, no disponemos aún de una información y debate suficientes. Si se identificase a las lenguas con las culturas, sería muy fácil decir que hay 50 culturas. El problema es mucho más complejo de lo que puede suponerse. Si introducimos el espacio geográfico en el análisis podemos distinguir que las culturas quechua y aimara tienen variaciones muy importantes en los valles andinos que se encuentran entre 2,000 y 3,000 metros de altura) y las tierras altas de pastos por encima de 4,000 metros.

Lo mismo ocurre en la Amazonía, en la que la selva alta sin ríos navegables y la selva baja con ríos navegables responden a desafíos ambientales muy diferentes. Con este simple razonamiento sería posible sostener que en los Andes y en la Amazonía habría 6 culturas. Si en el análisis introducimos la dimensión histórica, es posible distinguir tres formas de aparición de lo que llamamos cultura occidental criolla: la medioeval con los valores feudales, en los valles costeños y en los Andes, que va desapareciendo, la del capitalismo inicial en bolsones económicos y geográficos, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta más o menos 1990, y, la del capitalismo neo liberal con la ideología de ganancias y pérdidas en plena expansión en el conjunto de la sociedad, que en los últimos 20 años. Por ese camino, el número de culturas subiría a 9. Si agregamos otras 5 que corresponden a las colonias extranjeras de italianos, chinos, japoneses, árabes, judíos, árabes que en colegios particulares para sus hijos tratan de preservar sus lenguas y culturas, el número sube a 14 .

Entre 1821 y hoy, la ceguera estatal y de los gobiernos de la derecha para no ver y no tomar en cuenta a los pueblos indígenas, fue enorme. El europeo centrismo de su perspectiva, su falta de espíritu crítico y su convicción profunda de considerar a los indios como seres humanos de tercera o de última categoría, heredada desde el siglo XVI, los condujo a confundir Lima con el Perú. Sus ideas políticas aparentemente democráticas no tenían convicción alguna sobre los derechos de la ciudadanía. Tomaron de la revolución francesa y norteamericana sólo el discurso de la democracia como concepto prácticamente vacío, reduciéndolo a las campañas para elegir representantes de tiempo en tiempo, y respetar los resultados sólo cuando ganan sus candidatos.

En la novela Garabombo el invisible, Manuel Scorza (1977) cuenta la historia de un dirigente campesino, indígena de Cerro de Pasco, que llega a Lima para presentar en los ministerios los problemas y reclamos de sus comunidades. Al regresar de ese viaje inútil, informó a sus compañeros comuneros que él había llegado a la conclusión de que en Lima se había vuelto invisible. La metáfora de su invisibilidad era un modo de decir no existimos, no nos toman en cuenta, no debemos ser como ellos. Tampoco vieron a los primeros migrantes andinos llegados de los ayllus y comunidades a Lima en el siglo XX y les cerraron las puertas, se burlaron de su forma de vestir, de su incipiente castellano. Su música, canto y danzas fueron motivo de burlas y menosprecio.

Entre 1880 y 1940, fueron los indigenistas quienes dieron los primeros pasos de acercamiento y los que ofrecieron una mano de respeto y consideración a los pueblos indígenas. Desde el mundo de la literatura y el arte (pintura, música, canto y baile), personas extraordinarias como Clorinda Matto de Turner, José Sabogal, Daniel Alomía Robles y Alicia Bustamante, como algunos de los nombres más destacados, saludaron el arte andino, reconociéndole el valor que tenía, solidarizándose con sus reclamos.

Se les llamó “indigenistas” por acercarse desde fuera y desde lejos a los llamados indios, con su voto a favor, su respeto y solidaridad. Desde el espacio y perspectiva socialista, José Carlos Mariátegui, fue más lejos que todos los indigenistas porque fue el primero en reconocer los derechos plenos de los pueblos indígenas a ser considerados como parte plena del país y a reconocer las reivindicaciones indígenas como reivindicaciones revolucionarias del mundo. Con Luis E Valcárcel, su libro “Tempestad en los Andes” ( 1972/1928) y el Instituto Indigenista Peruano, del que fue su primer presidente, el indigenismo literario, artístico y pre político cambió de rumbo al asumir la propuesta indigenista mexicana para convertir a los llamado indios en peruanos. Con este indigenismo nació la antropología peruana, (1941 en Cusco, 1946 en San Marcos).

José María Arguedas, en su novela “Los Ríos profundos” (1983 /1958)), hablando de sí mismo se identificó como un quechua Lucana . Luego, con la metáfora “Todas las sangres”, título de una de sus novelas (1964/1983) anuncia el ciclo de la defensa política de los propios pueblos indígenas. Al final de su vida dijo que él no era un aculturado, antes, había escrito sin ambigüedad alguna que no era indigenista. Por ese camino va una pequeña corriente antropológica en el país hasta su encuentro con los movimientos indígenas étnicos y políticos de nuestros días.

Los textos y prédicas indigenista, socialista mariateguiana, y antropológica fueron útiles sólo para sensibilizar a reducidos núcleos de las capas medias y académicas. El gran cambio para enfrentar la teoría y práctica unicultural del Estado limeño y criollo comenzó con el ciclo histórico de las tomas de tierras que dieron lugar a las reformas agrarias entre 1963 y 1969. Siguió con la acción silenciosa de los migrantes, particularmente en Lima, y en las grandes ciudades del país, y, finalmente, con la aparición de los primeros movimientos étnicos y políticos en los últimos 30 años. Las tomas de tierras, las reformas agrarias y la masiva llegada de migrantes andinos a Lima han sido los tres grandes hechos sociales, culturales y políticos más importantes del siglo XX, que han servido para cambiar parte de las estructuras y el rostro del país.

Con los migrantes en Lima, el quechua y el aimara, el canto, la música, las danzas, los productos para nuestra gastronomía, la coca y nuestras plantas medicinales fueron incorporándose en parte a la vida cotidiana de una parte de Lima y, principalmente, en los cinco conos: Comas, Villa el Salvador, Huaycán, Carretera central y San Juan de Lurigancho. Poco después, la Amazonía sigue ese camino, con mayor rapidez después de la rebelión de Bagua en 2008 y 2009 . Además, debemos tener en cuenta que los grandes descubrimientos arqueológicos (Señor de Sipán, Sicán, Señora de Cao, en la costa producen una especie de renacimiento de identidades que habrían pertenecido a culturas que parecían muertas, aunque sus lenguas están ya, irreversiblemente, perdidas.

Gracias a los millones de migrantes andinos, amazónicos y costeños, también al indigenismo, a la antropología, a las carreteras y a los medios de comunicación en la era digital, las culturas se han vuelto visibles. Las tarjetas postales, los rostros y cuerpos hermosos de indígenas y afro peruanos con todos los colores y sonrisas, pasan a ser como una especie de riqueza nacional y, hasta de orgullo nacional, sobre todo en las agencias de turismo. Mistura, el fenómeno gastronómico de los últimos cinco años cierra con intensidad mediática extraordinaria este largo período de visibilización de las culturas peruanas.

IV. CULTURA EN SINGULAR Y COLONIALIDAD DEL PODER

Con el llamado descubrimiento y la conquista de América, empezó lo que Aníbal Quijano llama la colonialidad del poder a escala mundial:

“América se constituyó como el primer espacio/tiempo de un nuevo patrón de poder de vocación mundial y, de ese modo y por eso, como la primera id-entidad de la modernidad. Dos procesos históricos convergieron y se asociaron en la producción de dicho espacio/tiempo y se establecieron como los dos ejes fundamentales del nuevo patrón de poder. De una parte, la codificación de las diferencias entre conquistadores y conquistados en la idea de raza, es decir, una supuesta diferente estructura biológica que ubicaba a los unos en situación natural de inferioridad respecto de los otros. Esa idea fue asumida por los conquistadores como el principal elemento constitutivo, fundante, de las relaciones de dominación que la conquista imponía.

Sobre esa base, en consecuencia, fue clasificada la población de América, y del mundo después, en dicho nuevo patrón de poder”. De otra parte, la articulación de todas las formas históricas de control del trabajo, de sus recursos y de sus productos, en torno del capital y del mercado mundial4. Raza, una categoría mental de la modernidad La idea de raza, en su sentido moderno, no tiene historia conocida antes de América5. Quizás se originó como referencia a las diferencias fenotípicas entre conquistadores y conquistados, pero lo que importa es que muy pronto fue construida como referencia a supuestas estructuras biológicas diferenciales entre esos grupos.

La formación de relaciones sociales fundadas en dicha idea, produjo en América identidades sociales históricamente nuevas: indios, negros y mestizos y redefinió otras. Así términos como español y portugués, más tarde europeo, que hasta entonces indicaban solamente procedencia geográfica o país de origen, desde entonces cobraron también, en referencia a las nuevas identidades, una connotación racial. Y en la medida en que las relaciones sociales que estaban configurándose eran relaciones de dominación, tales identidades fueron asociadas a las jerarquías, lugares y roles sociales correspondientes, como constitutivas de ellas y, en consecuencia, al patrón de dominación colonial que se imponía. En otros términos, raza e identidad racial fueron establecidas como instrumentos de clasificación social básica de la población” (Quijano, 1992: 1).

Desde una perspectiva muy próxima, Inmanuel Wallerstein ha escrito varios libros fundamentales sobre el “sistema mundo” y de la economía y la historia en un escala mundial (Wallerstein, 1979. 1984,1998). A partir de la conquista de América empezó a forjarse una nueva estructura de poder, un mercado mundial, un modo de conocer la realidad y una manera de pensar sobre la relación nosotros-los otros desde una perspectiva etnocéntrica y europeocentrista. A partir de las categorías de raza superior e inferior fue gestándose lo que se llama modernidad. En lo que se conoce como cultura occidental europeo-norteamericana, se ha formado, en algo más de cinco siglos, un modo de razonar y pensar la realidad a partir de una matriz dual de múltiples oposiciones, que aparece reunida en el cuadro de la página siguiente. Se trata de una visión con enorme poder porque sirviéndose de la categoría progreso se apropió del futuro reduciendo a todo lo que no es occidental como parte del pasado, supuestamente arcaico.

Por lo expuesto hasta aquí, es fácil observar que en el espacio de lo que llamaos Perú la realidad peruana hay una heterogeneidad de culturas, fenómeno que se describe también con las categorías multiculturalidad o pluriculturalidad, desde hace literalmente miles de años, y que desde el Estado solo se considera a la cultura occidental criolla como única, con la novedad de que en los últimos treinta años los gobiernos tratan de integrar o incluir en su política educativa y cultural algunos aspectos de las culturas indígenas, forzados por la presión de los movimientos indígenas étnicos y políticos y por el Banco Mundial, antes que por su propio convencimiento sobre la necesidad de cambiar radicalmente de perspectiva.

En otras palabras, se trata de más de lo mismo. Las preguntas quién integra a quién y quién incluye a quién que he planteado en repetidas veces se responden fácilmente: son los gobiernos e instituciones como el Banco Mundial quienes desde su matriz de colonialidad del poder deciden abrir pequeños espacios a algunos aspectos de las culturas indígenas con el propósito de mantener la política del pasado y simular una transformación que es sólo artificial. Ofreceré un ejemplo de los que acabo de señalar: en tiempos del gobierno de Alberto Fujimori, por decisión del Banco Mundial, el ministerio de Educación en Perú se vio obligado a asumir un programa de Educación Intercultural Bilingüe, que beneficia a no más de cinco de cada cien niños indígenas en el país, a quienes se les enseña hasta el sexto año de primaria en su lengua materna indígena y también el castellano como segunda lengua, sin que paralelamente se enseñe a los niños monolingues en castellano ninguna lengua indígena como segunda lengua. La insistencia en los últimos años en la interculturalidad, dejando prácticamente de lado a la educación bilingüe, ilustra también la misma tendencia.

Desde el poder: cultura (solo en singular)
¿Culturas Indígenas? SÍ, que los llamados indios canten, bailen, hagan música y artesanías pero que no hagan política.

La cuestión del poder es mundial desde hace quinientos años aunque la llamada globalización parece una novedad solo en los últimos veinte o treinta. Desde hace ya casi un siglo, Estados Unidos es la potencia mayor aunque ya es visible en el horizonte el final de su reinado. Entre tanto, sigue ejerciendo su poder sobre una parte del mundo, particularmente en América Latina y Perú. Paralelamente a sus negocios e inversiones de todo tipo, los norteamericanos disponen de instituciones públicas y privadas, de organismos secretos como la CIA, (Agencia Norteamericana de Inteligencia) que desde sus puestos en el mundo entero informan al Departamento de Estado de todo lo relevante que ocurre y contribuyen para analizar la situación mundial y ofrecer las recomendaciones pertinentes para reproducir el control de su poder, ensancharlo, y cerrar el paso a todo intento de oposición y rebelión en contra.

En las universidades públicas y privadas de Estados Unidos, hay espacios de reflexión sobre los problemas mundiales y muchas profesoras y profesores universitarios en todas las disciplinas del conocimiento reciben encargos puntuales para examinar los problemas y ofrecer los consejos apropiados en bien de los intereses norteamericanos. Por debajo de todos los discursos sobre la globalización y la ciudadanía global, Estados Unidos, es uno de los países más nacionalistas del mundo .

En su informe ¨Conclusiones sobre la cultura estratégica peruana¨, preparado para el FIU Applied Research Center (Centro de Investigación Aplicada de la Universidad Inernacional de La Florida), los académicos Joseph S. Tulchin y Brian P. Fonseca dan cuenta de su reflexión sobre los problemas peruanos y de sus recomendaciones para el gobierno norteamericano. Sostienen que la cultura estratégica es: “La combinación de influencias externas e internas y experiencias –geográficas, históricas, cultuales, económicas, políticas y militares- que forman e influencian el camino para que un gobierno entienda sus relaciones con el resto del mundo, y sepa comportarse en la comunidad internacional” (Tulchin y Fonseca, 2010: 4). Dentro de ese marco los autores sostienen las tesis siguientes: 1. La principal amenaza para una cultura estratégica peruana es la idea que los militares peruanos tienen de recuperar el territorio perdido en la guerra con Chile. (p. 4), 2. Los peruanos se sienten víctimas mientras los chilenos se ven a sí mismos como vencedores, (p. 4). 3.

La opinión divida entre los peruanos debilita la cultura estratégica, (p.5). 4. El Perú está dividido en tres dimensiones: entre trabajadores y campesinos, entre la sierra y la costa y, entre no indios e indios , (p. 17). 5. IIRSA con Brasil, “sugiere una posible transición hacia una cultura estratégica más coherente y pragmática” . (p. 5). 6. Finalmente, “El éxito de la colaboración con el Comando Sur del Ejército de Estados Unidos y los militares peruanos depende de persuadir a las Fuerzas Armadas peruanas para superar su histórica obsesión con una invasión chilena, aceptar que una invasión desde el sur es crecientemente improbable y estar dispuestos a colaborar en maniobras conjuntas con los Estados Unidos” (p.5).

El Banco Mundial es una de las instancias de pensamiento y acción política para la reproducción y expansión del capitalismo, justifica sus acciones con un discurso sobre la necesidad de profundizar la democracia, el ¨desarrollo¨, y luchar contra la pobreza. Por acuerdo de los países europeos, Canadá y Estados Unidos, el gobierno norteamericano se reserva el derecho de nombrar al presidente del Banco Mundial y la Unión Europea al presidente del Fondo Monetario Internacional, FMI. Ambos reciben un salario anual de alrededor de medio millón de dólares y numerosos privilegios adicionales. Los funcionarios del Banco Mundial están debidamente instruidos y convencidos de que los pueblos indígenas no deben hacer política y se limiten a presentar sus “proyectos de desarrollo” para que el BM, el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, otras instituciones de Cooperación y los gobiernos nacionales, los financien, cooptando como consultores a los dirigente indígenas más representativos.

Un antropólogo amigo mío oyó decir a un funcionario del Banco Mundial en una reunión social en Quito, que “la política del BM fue pensada para desactivar la bomba indígena en los Andes”. La frase es fantástica, pero no podría ser oficialmente sostenida en esos términos. Los gobiernos nacionales de América Latina siguen esa línea, se prestan dinero del BM para que el Banco realice sus propuestas de desarrollo a favor de los indígenas. Para que los responsables del BM hagan lo que quieran, nosotros los contribuyentes debemos pagar esa deuda.

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sobre la vida indígena
Por miriam jeann - Saturday, Nov. 12, 2011 at 11:45 PM
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a través del sistema educativo, el sistema capitalista ha diseñado una mentalidad que nos ha hecho creer que los indígenas son inferiores, atrasados, ignorantes y ordinarios. nos han cortado paulatinamente nuestra raíz y nuestro respeto por lo propio. en el salvador es común que una persona insulte a otra diciéndole: ¨qué indio eres, cómo te atreves?¨. en guatemala, la gente ¨ladina¨ insulta a los niños indígenas con el término: ¨ishtos¨ que traducido a castellano significa ¨despreciable¨ y así sucesivamente, se va formando nuestro pensamiento que no es propio ni mucho menos, es implantado desde una jerarquía de poder y sometimiento. gracias, amigos por publicar.

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