Julio López
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Frente al proyecto de modificación del Código de Faltas: aportamos nuestra voz
Por Espacio de Resistencia contra Código de Falta - Sunday, Nov. 06, 2011 at 9:19 PM

"Los dolores que nos quedan, son las libertades que nos faltan". Manifiesto Liminar ´18

Vamos a hablar fuerte y claro: el Código de Faltas es sinónimo de violencia, de discriminación, de racismo, de poder de clase y de incostitucionalidad.
De pies a cabeza. Desde el merodeo hasta la prostitución escandalosa, pasando por el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública hasta las reuniones públicas tumultuosas, incluyendo la mendicidad profesional (!) y la prescindibilidad de la asistencia letrada.
Desde el Espacio de Resistencia contra Código de Faltas sostenemos que la misma razón de ser del Código es un atropello a nuestra libertad, a nuestros derechos y hasta a la sensación de caminar tranquila y alegremente por las calles. No se trata sólo de un rejunte de artículos inconstitucionales sino de una política de control social que la vemos concretamente cuando se deciden qué personas circulan sobre qué espacios y que viene desde mucho más lejos, desde una oficina lustrosa con aire acondicionado en Nueva York a aplicarse sobre nuestros barrios, nuestras calles y nuestros cuerpos.
Y a no confundirse, no viene a cuidarnos, viene a controlarnos.
Al nacer en el momento del estallido neoliberal en nuestro país, sigue ésta lógica de que mientras más libre circula el capital, más controlado ha de estar el pueblo. Por un lado quienes consumen, por el otro quienes no. Por un lado quienes invierten en el progreso y son beneficiados por él, por el otro a quienes éste "progreso" los deja sin casa, los deja sin trabajo, sin educación, sin seguridad. Y al hablar de seguridad, inmediatamente se viene esa imagen mediatizada de un motochorro sacándole el bolso a una abuelita, pero son pocos los medios que de éste lado sacan a la luz la inseguridad que genera la flexibilización laboral por ejemplo, y otros regalitos noventosos que vienen con ella como el trabajo en negro, la tercerización y toda la explotación extra que genera un trabajo que hoy si pero mañana no se sabe.
Y de repente nos encontramos con un articulado que explícitamente criminaliza a todo un sector de la sociedad expuesto a éstas condiciones y que debe ser escondido abajo de la alfombra. O lo que es peor (y que es lo que sucede al rededor de seis veces por hora), un sector de la sociedad torturado y desaparecido por las fuerzas represivas de un Estado democrático. Porque la arbitrariedad bajo la cual actúa la policía al aplicar cualquier artículo del Código, abre la puerta a la impunidad y a la violencia, a que básicamente pueden actuar como quieran ya que la Policía misma es juez y parte*. Porque el desconocimiento al rededor del Código de Faltas garantiza que dicha impunidad y violencia permanezcan en secreto a los ojos de quienes no lo viven o bien, sean naturalizadas por aquellas personas que lo sufren cotidianamente. Y porque de ésto se trata la democracia liberal, porque así se supone que debe funcionar. Porque se necesita de un conjunto de leyes que organicen a la sociedad con torres y edificios palaciegos por un lado, y villas desalojadas y barrios ciudad por el otro.
Si empezamos a hilar fino detrás de éstas políticas y éstas leyes, terminamos por darnos cuenta que lo que el Código de Faltas y todo el aparato mediático por detrás construye, no es otra cosa que un modelo de ciudad para unos pocos, ya que hay un sector de la sociedad (poderoso pero chiquitín) que está tomando decisiones sobre el resto, decide dónde tenemos que vivir, por dónde tenemos que caminar, si podemos o no trabajar, a qué hora y con quién y dónde nos podemos recrear.
Es por éstas razones que desde el Espacio de Resistencia nos situamos contra el Código de Faltas, ya que es el arma que hoy por hoy dispone el Estado para aplicar sus modelos anti-pueblo. Creemos que la manera más eficiente que disponemos de dar la lucha contra éste sistema de opresión, es la unidad y la lucha desde abajo y a la izquierda, más allá de todos los vericuetos jurídico-institucionales que pueden o no ser estratégicos, pero a no olvidarse que no son nuestros. Hace tiempo que decidimos que nuestra lucha era por la anulación del Código, no por capricho ni por ser más de izquierda que nadie, sino porque la libertad de cada unx de nosotrxs está en juego con la existencia de cada uno de los artículos de ese Código nefasto. Porque una reforma implica modificar sólo una partecita de una de las ciento de herramientas que el poder tiene para enfrentarnos. Porque una reforma son migajas, y ya estamos hartos de conformarnos con migajas. Al mismo tiempo, sabemos que si se lograra una reforma, la misma es producto de la lucha de miles que desde abajo venimos diciendo basta, no es el alegre favor de ningún político. Insistimos entonces en la necesidad de unidad, organización y lucha desde abajo para derrotar al Código de Faltas como un paso fundamental en la lucha por nuestra libertad.
Y creemos que es necesario aunarnos en ésta lucha desde cada territorio, cada práctica, cada lugar, encontrándonos en los acuerdos de ir dando batallas y ganando espacios para construir una realidad más alegre, igualitaria, libre y digna.

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