Julio López
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El “modelo” mata, los medios callan
Por El Perro Comunicación contra la represión - Monday, Nov. 21, 2011 at 1:49 PM
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SOBRE EL ASESINATO DEL COMPAÑERO CAMPESINO CRISTIAN FERREYRA

LOS HECHOS
Esta semana, Cristian Ferreyra, campesino santiagueño de 23 años, fue baleado por dos hombres cuando intentó resistir un desalojo en el campo donde vivió toda su vida, en la comunidad de San Antonio, al norte de la provincia. Desde el MoCaSE-VC (movimiento donde militaba) denunciaron que los homicidas trabajan para un empresario agropecuario de la zona, en respuesta a la resistencia que se viene dando al intento de desalojo de empresarios que intentan acaparar las tierras, antes ya se había dado la detención arbitraria de Ricardo Cuellar, el atentado a la FM Pajsachama, la quema de ranchos y pertenencias de campesinos. Beatriz Juárez, mujer de 26 años, viuda de Christian y sola ahora con su hijo Martín (2), cuenta a quien pueda escucharla en días densamente ocupados por el asesinato de otro menor, Tomas, (“mas cerca y con mas morbo”, se animaron a explicar desde una redacción para justificar el “éxito” de la noticia) “Luego de los disparos, Juárez (el asesino) se subió a su moto y tanto Cristian como Darío quedaron tirados en el suelo. Ahí yo me voy corriendo a buscar ayuda a los vecinos. Pero Cristian se desangraba. Antes de llegar a la ciudad de Monte Quemado, falleció”

LOS MEDIOS
Desde el inicio, en MoCaSE expresaron que "esto ocurre con complicidad y alevosía de parte de autoridades provinciales y funcionarios del poder judicial e instituciones como la Dirección Provincial de Bosques, quien autorizó el desmonte en un lugar donde viven familias campesinas indígenas de varias generaciones", pero la acusación no fue difundida por algunos medios afines al gobierno. La agencia Télam público la versión policial, bajo el provocador titulo “Según la policía, el campesino Ferreyra murió en una pelea”, reproduciendo en su totalidad, sin ninguna otra voz contrapuesta, el parte de la policía, pasando por alto las mas elementales pruebas que hacen que hoy el autor material del asesinato y otros 3 cómplices estén detenidos, y que pese una orden de detención sobre el empresario sojero santafesino Jorge Ciccioli, quien envió a los sicarios. Por otra parte, el periodista Darío Aranda, denuncio que “La nota que hoy (sábado 19-11) aparece en Página12 con mi firma no se corresponde con la que escribí. Específicamente el primer párrafo (lo más importante de una nota periodística, un derecho básico de los periodistas es tener la posibilidad de retirar la firma). No me han respetado ese derecho. Por este oficio que abrazo y por las organizaciones sociales en lucha (y por los asesinados por este modelo extractivo) es imprescindible esta aclaración”. Lo que no figura en la nota publicada es la responsabilidad que el Movimiento Campesino le endilga al gobernador Zamora y del Gobierno Nacional por el asesinato, a saber: “El Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), donde militaba Ferreyra, enumeró cuatro niveles de responsabilidad: el modelo agropecuario, el gobernador Gerardo Zamora, el Poder Judicial provincial y el Gobierno Nacional. Desde la puerta de la Casa de Santiago del Estero en Buenos Aires el vocero del MNCI, Adolfo Farías, fue explícito: “Hacemos público que vamos por el Gobernador, es el responsable de las represiones”. No es la misma estrategia la que esta puesta en juego en ambos medios. En un caso se obstruye intencionalmente la voz de la victima, se toma la versión oficial para desconocer la trama social-histórica que construye el conflicto, presentando el hecho como una “discusión” carente de causas. No esta dicho quien tiene el poder económico y militar y quien lo ejerce usualmente. Las dos partes de la “discusión” son puestas, por arte de magia, en pie de igualdad. Es la táctica utilizada en los casos de gatillo fácil y torturas en comisarias y la tristemente famosa versión del “muerto en enfrentamiento” de los años 70. En el otro caso, Pagina 12 le da la palabra a los abogados, a los militantes del movimiento, a las victimas de la represión, toma como colaborador a una periodista como Aranda que emite un discurso critico (discurso que a partir de esta denuncia se recortara aun mas en ese medio), construye el contexto pero quita lo urticante: la responsabilidad del estado y de la gestión actual, que a casi una década, no se puede solucionar con la argumentación de “lo que falta” o “lo que nos dejó el menemismo”. Pagina se reserva la ultima palabra, el recorte editorial, que deja a salvo al gobernador y al gobierno nacional. Ambas estrategias, por distintas que parezcan, comparten el mismo objetivo: presentar al estado como un jugador neutral, un “mediador” del conflicto, no como parte de el.

EL “MODELO”
En “Política y miseria: modelo extractivo y gobiernos progresistas”, un libro que puede servirnos de guía en tiempos confusos, el uruguayo Raúl Zibechi se pregunta: “¿Quién cuestiona al modelo económico de extracción de recursos naturales? Y aclara que las nuevas gestiones, con sus diferencias, en el cono sur de América, “Instalan la pobreza como problema y sacan a la riqueza del campo visual. Eluden los cambios estructurales, congelan la desigualdad y consolidan el poder de las élites. Bloquean el conflicto para facilitar la acumulación de capital. Disuelven la auto organización de los de abajo”. La idea es que las formas de dominación y de gobierno han ido cambiando, adaptándose a los nuevos tiempos marcados por levantamientos como el del 2001 en la Argentina, los Sin Tierra en Brasil, lo ocurrido en Bolivia, y tantos otros. Frente a ese éxito, el Estado intenta seguir siendo Estado. Ése es su objetivo: ser el que controla y organiza a la sociedad. Entonces empieza a tirar de lo que fueron líneas históricas del Banco Mundial y los gobiernos neoliberales, las llamadas “políticas contra la pobreza”, que en realidad son políticas para domesticar a los pobres y evitar que se conviertan en peligrosos, organizados y movilizados. En ese escenario, les toca hoy operar a los gobiernos progresistas. El verdadero “modelo” esta lejos en la percepción cotidiana de las grandes masas urbanas. La “caja” del “modelo” se recauda en la minería a cielo abierto, la sojización de la agricultura, la entrega del territorio, detrás de la cortina de la tv y la arena política urbana. De allí, de esa violencia ejercida contra Ferreyra, sale gran parte del dinero circulante que se vuelca en planes sociales, y que forma parte del aumento de la “calidad de vida” de las clases medias y de parte de los sectores populares. La paradoja es que la reasignación de los recursos es en algunos casos justa. Su recaudación no. El rol de la represión, estatal o para estatal, es entonces trazar los límites del modelo, de donde hasta donde se puede hacer. Zibechi concluye diciendo, “cuando la domesticación no es posible, cuando los de abajo siguen organizados y en autonomía, cuando se disputa el punto de partida de la extracción compulsiva de recursos, que es la tierra, se vuelve a los métodos represivos tradicionales”

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