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El recuerdo más triste: la muerte de Pocho Lepratti
Por Fuente: El Ciudadano - Monday, Dec. 19, 2011 at 5:29 AM

Por: Santiago Baraldi. Hace 10 años las hermanas Cappelano estaban en la escuela Serrano, y fueron testigos del asesinato.

El recuerdo más tris...
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El 19 de diciembre de 2001, Claudio Lepratti tomó su bicicleta como lo hacía siempre, y recorrió la distancia que separa barrio Ludueña de Las Flores, más precisamente Caña de Ámbar 1635, donde trabajaba como auxiliar de cocina en la Escuela Nº 756 José Serrano. El clima en Rosario, como en todo el país, era de mucha tensión. En los barrios la presión subía, en algunos puntos de la ciudad había saqueos y móviles policiales por doquier. El ulular de sirenas lo acompañó hasta que llegó preocupado por los pibes que se preparaban para la comida en la escuela enclavada en una de las zonas más pobres de Rosario.

Las hermanas Claudia y Graciela Cappelano dudaron en ir a trabajar ese día por lo espesa que estaba la situación social. Se subieron a la moto, y fueron a cumplir con su labor en la escuela: Claudia como portera y Graciela como ayudante de cocina. Llegaron con los ojos rojos por el gas lacrimógeno que flotaba en los alrededores. Los disturbios y el sonido a las postas de goma y bombas de estruendo no impidieron que las hermanas Cappelano dejaran de preparar la comida. “¿Dónde está Claudio?” preguntaron. “En el techo, díganle que baje”, respondió la cocinera. Las dos treparon a la terraza de la escuela y le avisaron a Claudio que baje. Mientras cruzaron ese corto diálogo, escucharon la frenada del móvil 2270 del Comando Radioeléctrico que llegaba de Arroyo Seco.

“Dejen de tirar que hay chicos adentro, están comiendo”, les gritó Lepratti a los uniformados y como respuesta recibió un escopetazo, el impacto dio en el pecho de Pocho: “Me dieron, y no con las de goma”, fue lo último que les alcanzó a decir a las hermanas Cappelano, testigos del hecho. Ambas, con sus valientes testimonios, llevaron a la cárcel al autor del disparo, el policía Esteban Velásquez, que en agosto de 2004 fue condenado a 14 años de prisión por “homicidio agravado por el uso de arma”. Velásquez cumplió un tercio de su condena y salió en libertad. Hoy, diez años después, vende hamburguesas en un carrito de Arroyo Seco.

Memoria

Graciela fue compañera de trabajo durante ocho años en la Escuela Serrano, donde habitualmente en el turno tarde-noche comen más de 50 chicos. Recuerda ese día a la perfección, como una película se le cruzan las imágenes, la frenada del móvil, los disparos, la sangre que a borbotones salía de la garganta de Pocho, las risas de los uniformados, el pedido inútil a que llamen a una ambulancia, el marido de la cocinera que cargó a Pocho en el asiento trasero, su cuerpo temblando sobre las piernas de Claudia, “me duele mucho”, “aguantá Pocho que ya llegamos”, la guardia en el Sáenz Peña y su muerte en la ambulancia camino al Heca. Desde ese momento, Lepratti se convirtió en símbolo de la resistencia de los sectores más vulnerables Rosario.

“Tanta muerte para que todo siga igual, porque aquí en el barrio la pobreza y la marginalidad están igual o peor que hace 10 años, te diría que peor por la droga, cada vez más, ¿qué dejó la muerte de un muchacho como Pocho? Nada, no sirvió de nada”, resume Graciela con bronca, que hace 26 años trabaja en la Escuela Serrano como ayudante de cocina y recuerda a Lepratti como “un ser buenísimo, preocupado por los chicos, por los pobres”. Y agrega: “Supimos en su velatorio de su trabajo en Ludueña que no sabíamos, la cantidad de gente que lo quería.”

Mientras Claudio fallecía en la ambulancia rumbo al Heca, Graciela fue a la comisaría sub 20 y se topó con el asesino, con los policías que estuvieron frente a la escuela: “Se cubrían entre ellos, negaban el hecho, «si se cayó y se lastimó con un vidrio» me decían. Le contesté que no hay vidrios en la terraza. Uno de los policías se lo llevó a Velásquez para arriba, querían tapar todo, me quería hacer declarar ahí. Le dije al comisario que podía reconocer a los tres que estaban y al que tiró. Hasta quisieron hacer creer que Pocho les había disparado desde la terraza, una infamia absoluta”.

Denuncia

Luego la tarea de Carlos de la Torre, quien fuera director de la escuela, quien acompañó a las hermanas Cappelano a Tribunales, el incesante peregrinar del papá de Pocho, Orlando y su hija Celeste que batallaron para que su muerte no quedara impune. Orlando falleció en noviembre de 2007 en Concepción del Uruguay, adonde había llegado el día anterior de participar en Rosario de los actos pidiendo juicio y castigo a los culpables por los hechos del Diciembre Trágico.

Graciela, resignada, describe al barrio Las Flores y el entorno de la escuela, diez años después: “Veo cada vez más pobreza, lo veo en el comedor, vienen las mamás con los hijos, con los taper para llevarle a los nietos. La droga es terrible, los chicos de la secundaria que vienen drogados, es una cosa de locos, nada que ver con lo que era el barrio antes, yo lo veo cada vez más pobre. La droga está muy fuerte, los chicos saben todo de quienes venden, dónde. Hay lugares que no me atrevo a ingresar; tengo amigas donde antes iba a tomar mate y ahora hay tiroteo entre bandas, los robos y la droga traen venganzas. Por más que haya planes, cada vez hay más pobres. Es horrible cuando te piden más y no le podés dar. Es un barrio con mucha hambre. Ahora que terminaron las clases te vienen de todos lados, por eso me pregunto ¿para qué murió Claudio?”.

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movilizante
Por Arcadia - Monday, Dec. 19, 2011 at 11:01 PM
arcadia682004@yahoo.com

muy emocionante escuchar hace unas horas a Celeste Lepratti a los otros familiares de asesinados hace diez años, admirable su entereza. Ojalá podamos acceder pronto al texto y audio de dicho allí para poder difundirlo. Sí, JUSTICIA!!!!!!!!!!!!!

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