Julio López
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Dos asesinatos impunes en Córdoba, aquel 19 y 20 de dic.
Por Esoj ((i)) - Monday, Dec. 19, 2011 at 7:26 PM

Al filo del tiempo

(Por Esoj / @Josecomunicando)

Sonó el teléfono un par de veces. Hace mucho tiempo no hablaba con la mamá de David Moreno. No demoró mucho en atender, cuando escuche su voz todo mi discurso previamente planificado se desintegró, el libreto se borró. Mi voz salió desde un lugar inimaginable que me remitió a un dialogo de quien habla por primer vez con alguien.

Le indagué si esa era la casa de la familia Moreno, a lo cual me respondió que sí, luego le consulté si era Rosa, y ella me dijo que sí.

Con mucha discreción, intente recordarle quien era yo, y al decir mi nombre y sin mediar explicación alguna me dijo:
- Yo sé quien sos vos.
Repregunte dudando y sin dudar me dijo:
- Vos sos el que estaba en una radio... Claro que me acuerdo.
Como si se tratara de un ejercicio de memoria continuó aportando datos sobre mi, frente a mi incredulidad de que me recordara una serie de hechos.

Rápidamente le pregunte cómo estaba?
Y me dijo:
-Aquí estoy…. Esperando que pase la vida…
Mi capacidad de hablar se anuló, mi estomago se contrajo y hubo un silencio entre los dos.
- Rosa!!, -le dije- sabía que usted no estaba bien de salud, ¿qué le anda pasando?
Y me respondió, desde un lugar poco común, como si ella, hablara sobre ella.
- Y bueno yo estoy con muchos problemas de salud. Estoy bajo tratamiento oncológico y ya me sometí a un par de cirugías.
Nuevamente mi cuerpo y capacidad de comprender sufrieron una contracción y de manera visceral le comenté, lo que creía de su capacidad de resistencia.
-Imagino que estará luchando contra eso, como es su costumbre…

Más allá de la respuesta formal que me dio, me mostró esa contradicción esperable que tiene una persona, en este caso una madre, ante el asesinato de su hijo, por las balas de plomo disparadas por un policía de la guardia de infantería que impactaron en la espalda de su niño hace casi 10 años. Cuando digo contradicción me refiero a esa pulsión de vida y muerte que anida y se potencia en este caso en Rosa.

-¿Sabías que Canovas está libre?
La constatación de una injusta esperable realidad, me dejó en silencio.

Como si supiera que mi próxima pregunta fuese para constatar la afirmación dada por ella, sentenció:
- Mi hija se lo cruzo el año pasado en la calle el mismo día que empezaba el juicio contra Videla (…) ¿podés creer?
Mi respuesta racional decía que sí, mi emoción se transformaba en un torbellino de aquellos que hacen hervir la sangre y que se agigantan por lo perverso de la vida.

David Moreno, un niño de 13 años que salió por curioso a ver la pueblada producida por el hartazgo social, ante la miseria lograda por el modelo neoliberal, el 20 de diciembre de 2001, fue asesinado por la espalda por un policía de la guardia de infantería. La represión se produjo por la proximidad de lxs vecinos de Argüello a un supermercado de la zona.

El policía que disparó pudo ser identificado, pero la falta de elevación a juicio de la causa llevó a que la justicia determinara la libertad transitoria de este criminal. A casi 10 años de ocurrido este bestial crimen, no hay un solo detenido en este caso, como tampoco el de Sergio Ferreyra, el joven asesinado en "Villa el Libertador".

Con el paso del tiempo las injusticias son más injustas y las paradojas judiciales plantean la posibilidad de la caducidad de la causa, dejando quizás para nunca la posibilidad de ver a los responsables, tras las rejas de la historia.

Luego recordé que el papá de "Pocho" Lepratti murió el 21 de diciembre del 2004, después de marchar en el 3 aniversario del asesinato de su hijo en Rosario. Hace poco se constató que el policía que disparó, goza de libertad y esta beneficiado por la protección policial para realizar su actividad laboral en Arroyo Seco, Pcia. de Santa Fé.

Cuando colgué el teléfono mis sentidos se fueron amplificando, hasta el punto de sentir como aquella reflexión que decía, “… sentir como propia cualquier injusticia cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo…”

Sergio Ferreyra, el segundo asesinado por la represión del 2001 en Córdoba

(Por Esoj / @Josecomunicando)

Quienes conocen Córdoba y en especial Villa El Libertador, saben que el nivel de pobreza y desocupación en esa zona es muy alto. Aquel 19 y 20 de diciembre, el hambre se transformó en algo más que en dolor y vacío en la panza y el hartazgo con la clase gobernante del momento.

El 20 de diciembre a las 14 hs, Sergio Ferreyra, de 19 años de edad, salió con sus familiares a las calles de su barrio para ver lo que sucedía. Desde la esquina de Pje. 17 y Cosquín observó cómo la policía daba una nueva embestida contra los vecinos de la zona. Las estampidas de los gases lacrimógenos y las armas de fuego reglamentarias no lo asustaron, y decidió quedarse parado en esa esquina para no transformarse en un blanco móvil.

La cana estaba cebada y con órdenes precisas. La gente corría, las balas rebotaban por todas partes, las mujeres asustadas apuraban a sus hijos para que no fueran alcanzados por los proyectiles. Ya se veían varios heridos por los callejones del barrio. Las emboscadas de la guardia de infantería eran terroríficas, la represión estaba en su punto más elevado. La cacería había comenzado.

Nadie sabía con qué tiraba la policía. Sergio sintió un impacto en su vientre y le dijo a sus familiares "me pegaron", en su remera había una marca, un pequeño hueco. Corrieron hacia la casa de su tía. Cuando llegaron le quitaron la remera y vieron que un poco de sangre salía de la herida. Luego vino la perdida de conocimiento y los parientes lo llevaron al centro de salud Nº 42, y desde allí al Hospital de Urgencias donde constataron que un proyectil de plomo le había dado en la zona hepática. Al ingresar al Hospital, la guardia policial se enteró del origen de la herida y por lo tanto ninguno de ellos quiso investigar lo sucedido. De la cirugía salió bien, la hemorragia pudo ser detenida. Luego de unos días regresó a su casa, pero desde entonces nada fue igual.

Sergio trabajaba haciendo changas, como cualquier joven que se las rebusca para sobrevivir; pero su responsabilidad era mayor ya que colaboraba en su casa donde compartía la dureza de la vida con sus padres y 8 hermanos. Toda esa conducta frente a su joven vida quedó derramada en aquella esquina. El estado de salud de Sergio se fue deteriorando poco a poco, y si bien sus padres hicieron todo lo que tenían a su alcance, su hígado lleno de plomo no le dejó volver a tener una vida normal. Su estado de salud empeoraba: fatigas, mareos, vómitos, náuseas, aparentes ataques de hígado, etc.

Finalmente, el 26 de diciembre del 2002, horas después de ser atendido en el Hospital Misericordia, ya en su casa junto a su familia, Sergio fallece sumando su nombre a la lista de más de 36 muertos en la Argentina y pasa a ser, junto a David Moreno, el segundo asesinado por la policía fascista de Córdoba aquel 19 y 20 de diciembre de 2001.

Desde aquel 26 de diciembre de 2002, los padres de Sergio solamente encontraron solidaridad en sus familiares, amigos y en los compañeros del MTL de la Villa. Pero los grandes ausentes en esta historia son los responsables de este asesinato. Desde el gobierno de De La Sota nada se dijo ni se hizo; como si el mirar para otro lado, le quitara responsabilidad. Es probable que ellos digan que este joven murió por complicaciones hepáticas, dirán que no se puede determinar de dónde salió el proyectil, dirán que la policía nunca tiró con balas de plomo, como si los muchos heridos de bala de aquel 20 de diciembre en Villa El Libertador no existiesen. Es más, aún hoy se puede observar en las persianas de un supermercado ubicado sobre la Av. de Mayo de Villa El Libertador, las perforaciones causadas por el plomo policial.

En aquel contexto represivo, donde la policía de De La Sota salió a matar, no hay dudas de donde partieron los proyectiles, que solo por azar, no causaron mas muertes.

A la fecha no se ha podido determinar quién mato a Sergio, quién fue el que disparo y quién dio la orden. Pero las preguntas aún resuenan ¿Porque el Jefe de la policía Jorge Rodríguez ordenó las balas de plomo?, y ¿porque el Gobernador mando a matar a nuestro pueblo?.

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