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Carta al PST (C) sobre a luchar
Por Movimiento Moreno Vive - Sunday, Dec. 25, 2011 at 7:07 AM

NAHUEL MORENO Secretariado Centroamericano —SECA— Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo

INDICE

Indice

Carta abierta del Secretariado Internacional de la LIT-CI al partido

I. El método del SI y la LIT

II. Lo que no está en discusión

1. Una situación revolucionaria aguda

2. El trabajo en el sindicalismo independiente

3. La defensa de la guerrilla

4. El frente único revolucionario

III. El meollo de la discusión: la política para A Luchar

¿Quién es irracional?

¿Quién es racional?

¿Qué es el CUSI?

IV. La política del partido y A Luchar

El paro de junio 20 de 1985

La toma del Palacio de Justicia

Las elecciones

La participación en los conflictos

La visita del Papa

La CUT y la unidad sindical

La ANP [Asamblea Nacional Popular] y el Congreso de Unidad

¿Cuál es la razón de los errores?

V. ¿Cómo está el partido y A Luchar?

El resultado de la irracionalidad

Las finanzas

¿Cómo está A Luchar?

Retomar el rumbo principista

Conclusión

 

CARTA ABIERTA DEL SECRETARIADO INTERNACIONAL
DE LA LIT-CI AL PARTIDO

Buenos Aires, enero de 1987

Estimados compañeros:

Dentro de poco se celebrará vuestro Congreso, que abordará una discusión histórica, la más importante desde la fundación del partido, porque ustedes deberán optar entre dos líneas: la que tiende a disolver el partido en A Luchar, adoptando su periódico como el instrumento central para nuestra actividad política, y la que propone fortificar más que nunca el partido trotskista, con su periódico, su política y su programa.

Si no estamos equivocados y la discusión está planteada en estos términos, nuestra carta tiene por objetivo explicar cuál es nuestra posición. Para ello, nos vamos a referir a cinco problemas centrales: en primer lugar, el método con el cual la dirección de la LIT ha abordado esta discusión. En segundo lugar, los puntos en los que hay un acuerdo total entre el Secretariado Internacional (SI) y el conjunto de la dirección del partido. En tercer lugar, el centro del debate: si nos disolvemos o no en A Luchar. En cuarto lugar, los análisis y principales políticas para la acción que ha tenido el partido en los últimos dos años. Y en quinto lugar, la situación actual del partido y A Luchar.

Vuestro país ha planteado al partido y a la LIT-CI complejísimos problemas políticos desde 1977, año de la fundación del partido y del Paro Cívico Nacional. Desde entonces, ha habido una estrecha colaboración de la dirección nacional e internacional para tratar de dar respuesta a los interrogantes que nos ha planteado la realidad de ese país en continua ebullición: el Paro Cívico, la hipótesis fracasada del surgimiento de una corriente socialista en 1978, la Brigada Simón Bolívar, la posibilidad de construir un partido laborista con la burocracia de la UTC en 1980, la orientación hacia el sindicalismo independiente en 1982, la caracterización de la situación nacional como revolucionaria, la posición frente a la tregua y las organizaciones guerrilleras, la aplicación de la táctica del frente único revolucionario, A Luchar y el CUSI, el surgimiento de la CUT, para mencionar sólo los más importantes.

La estrecha colaboración entre la dirección de la LIT-CI y el partido ha tenido muchos errores, pero pesan más sus enormes aciertos. Gracias a ella, hemos construido un pequeño partido que comenzó a romper con su marginalidad y su carácter estudiantil para penetrar en algunos sectores del movimiento obrero, como el magisterio; un partido que hoy está ubicado inmejorablemente en la franja de A Luchar, y que ha logrado triunfos tan importantes como un merecido lugar en la dirección de la CUT. El Congreso y la discusión que ustedes realizan ahora es, entonces, parte de ese camino común iniciado hace una década.

En este rico proceso de construcción de nuestro partido colombiano, estamos atravesando una etapa difícil: el partido ha tenido que dar respuesta a problemas políticos muy complejos –influencia de la guerrilla, tregua, fundación de la CUT, violencia paramilitar– en medio de una situación revolucionaria aguda, y ha logrado algunos éxitos espectaculares, como A Luchar.

Como siempre, la dirección del partido, y en particular el camarada Simón, miembro del Comité Ejecutivo Internacional (CEI), han apelado sistemáticamente a la dirección de la LIT-CI para tratar de elaborar conjuntamente las respuestas a estos problemas.

En ese marco, se viene desarrollando una profunda discusión en la LIT y en el partido sobre distintos aspectos de la situación nacional y de nuestras respuestas políticas. Tanto la dirección de la LIT como la del partido hemos cometido errores muy graves –como el del paro del 20 de junio de 1985–, y no se trata, por lo tanto, de una discusión entre buenos y malos, sino entre camaradas que estamos tratando de encontrar la verdad y de lograr, entre todos, la mejor política posible para el partido.

Por esa razón, no pretendemos hacer una discusión exhaustiva sobre qué dijo quién y qué dejó de decir. La dirección de la LIT-CI está lejos de considerar su actuación como impecable, y tanto el SI de conjunto, como individualmente sus miembros, hemos cometido errores grandes y pequeños en este debate. Pero no creemos que ese sea el eje de la discusión en las actuales circunstancias, porque el problema crucial es el de resolver si el partido debe o no disolverse en A Luchar. Por ello, todos nuestros análisis y argumentos están hechos con el afán de dar luz sobre ese problema cardinal. Esto no significa que no haya que hacer un balance sobre nuestro comportamiento como dirección internacional y nuestros errores. El Congreso de la LIT es el mejor terreno para hacer ese balance, y desde ya invitamos a todos los que tengan críticas a tal o cual aspecto de nuestra intervención, a presentarlas en dicho evento y así poder aprender conjuntamente de nuestros errores.

En ese sentido, nuestra contribución en este debate es una más. No pretendemos, con este material, imponer ninguna definición al partido, porque nos enorgullecemos, como dirección internacional, de no ser verticalistas ni totalitarios, de no imponer la política ni la táctica de nuestros partidos, de no hacer el más mínimo ataque personal a ningún dirigente para desviar la discusión y de no hacer la más mínima persecusión por razones políticas. Nuestra corriente es lo opuesto del nacional-trotskismo de Healy y Lambert, que impusieron verdaderas dictaduras totalitarias y corruptas en sus partidos, plagadas de ataques personales y morales y de persecusión por discrepancias políticas.

Por esta razón, no hay ningún cuestionamiento al rol de ningún dirigente nacional o internacional. El camarada Simón, miembro del CEI, es uno de los más valiosos dirigentes de la LIT y uno de los más importantes del partido. El SI propondrá al máximo Congreso Mundial su reelección como miembro del CEI, cualquiera sea el estado de la discusión en el partido. Otros camaradas como Miguel Angel, han cumplido un indiscutido papel de dirección en el partido, siendo la vanguardia en el desarrollo de A Luchar, más allá de las diferencias políticas.

Nos enorgullecemos entonces de que haya discusión, de que no haya unanimidad ni en la LIT ni en el partido, siempre y cuando todos y cada uno de nosotros respetemos el principio sagrado que ha sido la clave del avance del partido en sus diez años de existencia: somos de la LIT y todas nuestras divergencias las resolvemos en su seno.

I. El método del SI y la LIT

Queremos detenernos en un aspecto que nos ha preocupado: las críticas a la manera en que la dirección de la LIT ha encarado la discusión, hechas por varios compañeros que se han opuesto a lo esencial de la política del partido en el último período. Estas se pueden resumir así: durante este período, el SI, a pesar de no compartir aspectos de la política partidaria, se ha lavado las manos en la discusión y ha apoyado incondicionalmente a la dirección del partido.

Como se trata de una crítica seria y repetida, debemos tomarla en cuenta antes de pasar a los aspectos políticos de la discusión.

Esta opinión de los compañeros es, en gran medida, correcta. La dirección de la LIT ha apoyado incondicionalmente a la dirección del partido. Pero para nosotros, más que crítica es un elogio, porque nuestro método es el de respetar a las direcciones nacionales, más allá de las diferencias políticas que mantengamos.

Hemos aplicado al pie de la letra la norma estatutaria de que ni el SI ni el Comité Ejecutivo de la LIT pueden imponer una táctica o una línea política nacional u organizativa a las secciones. Pueden, sí, dar opiniones, recomendaciones, hacer críticas o aprobar, pero no obligar.

Esta norma de conducta elevada a los estatutos internacionales se basa en el convencimiento de que nuestra dirección internacional se está formando, y no se ha probado aún en acontecimientos decisivos de la lucha de clases, ni representa a fuertes partidos nacionales con influencia de masas. Por esa razón, mal puede la dirección, débil y en formación, imponer obligatoriamente líneas políticas a los partidos.

Se trata, por supuesto, de una norma coyuntural, para la actual etapa de formación de la Internacional. La III Internacional de Lenin y Trotsky, por el contrario, estableció como una de las 21 condiciones que debían cumplir todos los partidos adheridos la obligación de aplicar la política nacional que aprobaran los organismos internacionales. Pero se trataba de Lenin y Trotsky, que habían dirigido la Revolución Rusa, y que tenían una gran autoridad. Mientras nuestra Internacional y su dirección no la tengan, seguiremos aplicando la norma de que el CEI no podrá intervenir ninguna sección, ni obligarla a adoptar determinada línea política nacional.

En segundo lugar, tanto el CEI como el SI parten de un profundo respeto entre sus miembros y hacia todos los dirigentes internacionales y nacionales. Creemos en la discusión, en los acuerdos políticos, y en que todos vamos a llevar a la práctica las orientaciones que aprobemos de común acuerdo.

Pero en la crítica que nos hacen varios compañeros, hay un aspecto que no es cierto: el SI y el CEI no se han lavado las manos en la discusión. Muy por el contrario, ésta ha estado en el orden del día de los últimos CEI y en el centro de las preocupaciones del SI.

Para ejemplificar los elementos anteriores, queremos hacer un breve recuento de los pasos que ha seguido esta discusión. Se trata, por supuesto, de un corto resumen, porque no queremos abrumar a los compañeros con largas citas. En todo caso, el SI, a solicitud de cualquier compañero, hará llegar la documentación que se solicite alrededor de estos puntos.

En el Congreso Mundial de marzo de 1985, habíamos discutido la posibilidad de que A Luchar se convirtiera, rápidamente, en un frente único revolucionario o, dicho en otros términos, que diera las bases para avanzar hacia un partido político obrero revolucionario. Pero en el CEI de mayo de 1985 cambiamos la caracterización, y concluimos que, siendo A Luchar una extraordinaria conquista, era un “fenómeno sindical revolucionario” o una “corriente sindical revolucionaria”.

La dirección del partido no estuvo de acuerdo con esta caracterización, y le daba más peso al carácter político de A Luchar, confiando en su desarrollo como frente único revolucionario, hacia un partido revolucionario o hacia una organización común. A pesar de esta discrepancia, concordamos en las conclusiones prácticas. El SI consideró que teníamos grandes riesgos de equivocarnos, por la distancia y el alejamiento, y por eso fue sumamente cuidadoso en esta discusión. Es más, queríamos equivocarnos, deseábamos que fuera cierta la opinión de la dirección, y que de verdad A Luchar se convirtiera en un frente único revolucionario.

En el CEI de setiembre de 1985, los compañeros colombianos plantearon la discusión sobre la caracterización de que en el país había una guerra civil en curso. El documento presentado incluía aportes muy valiosos sobre la caracterización de la situación revolucionaria, sobre la necesidad de contar con un “partido aguerrido” para la acción, sobre la urgencia de dar una respuesta a la violencia paramilitar, etcétera. Sin embargo, el CEI señaló el temor de que algunas caracterizaciones del documento, como la de que había una guerra civil, pudieran llevarnos a la conclusión de someternos políticamente al bando de la guerrilla, abandonando un análisis de clase.

En distintas intervenciones, los miembros del CEI, y en especial el camarada Moreno, recalcaron que nuestro eje es convencer a la clase obrera de conjunto sobre la necesidad de una política revolucionaria, enfatizando que nuestra política no se hace para la vanguardia, y mucho menos para ganar a la guerrilla sino para ganar a la clase obrera liberal, conservadora o comunista. Se planteó que la guerrilla tiene que aceptar la disciplina del movimiento obrero, que estamos a favor de defenderla de todo ataque del gobierno, pero que estamos en contra de sus acciones aisladas y de su carácter elitista, pues jamás consulta sus acciones, ni se somete a la disciplina de ningún organismo democrático de la clase obrera. Además, se consideró que la guerrilla no tiene un respaldo de significativos sectores del movimiento obrero y de masas.

En relación con A Luchar, el CEI reivindicó esa inmensa conquista, planteando a toda costa su defensa y desarrollo como corriente sindical revolucionaria, pero ratificando, como ya dijimos, que no veíamos posible su evolución hacia un frente único revolucionario de tipo político, es decir, hacia un partido obrero revolucionario.

Las conclusiones del CEI obtuvieron el acuerdo de todos los presentes, incluido el compañero de Colombia, pero fue totalmente explícito que el CEI no imponía ni votaba la línea del partido. Que sólo la discutía y daba opiniones, pero que la dirección colombiana quedaba en total libertad de oír o desoír esas opiniones.

El SI creyó que los acuerdos logrados en el CEI facilitarían la armazón política y organizativa del partido, y que al enterarse del conjunto de la discusión realizada, el partido se reubicaría fácilmente. Había razones para creerlo, puesto que era, hasta ese momento, la primera discusión seria, en la que había importantes diferencias políticas, pero sobre las cuales se había llegado a un acuerdo.

Lamentablemente no fue así, y el SI cometió un error histórico: no asistió al Congreso. No creímos en los sistemáticos llamados de Simón ni en las cartas de otros compañeros, insistiéndonos en la necesidad de estar presentes en las deliberaciones. Subvaloramos la dimensión de la crisis del partido, que creíamos en vías de resolverse, y nos equivocamos en toda la línea.

Este error demuestra, por la negativa, nuestro exceso de confianza en la dirección del partido y en los delegados al Congreso. Aplicamos esquemáticamente y equivocadamente nuestro principio de que son las secciones nacionales, sus congresos y sus direcciones, quienes deben decidir su política y elegir su dirección. Nos olvidamos de que, a pesar de mantener ese principio sagrado, hubiéramos podido contribuir en el debate con opiniones, ideas y sugerencias que hubieran podido facilitar un mejor desarrollo del Congreso y una mejor superación de la crisis partidaria.

En el CEI realizado en abril de 1986, tuvimos oportunidad de discutir ampliamente uno de los temas cruciales del Congreso colombiano: la definición de clase de las direcciones y de los países independientes, señalando que, tanto el M-19 como el ELN, el FSLN, el FMLN, Sendero Luminoso, son direcciones independientes, revolucionarias pero pequeñoburguesas, no obreras.

Con esta definición de clase queríamos decir que son direcciones que a pesar de querer hacer una revolución la van a llevar, por sus limitaciones de clase, a un callejón sin salida, como lo demuestra el sandinismo.

Dijimos que la definición de “popular” es insuficiente para caracterizar una organización política, porque es un término “aclasista”, y que el factor clave es el carácter de clase de su dirección y su programa.

Señalamos además que toda alianza o acuerdo con esas direcciones es transitorio y sobre problemas coyunturales, ya que la revolución que ellos quieren es opuesta a la nuestra, pues están en contra de profundizar la revolución nacional, desarrollar la revolución socialista obrera mundial, con todo lo que ella implica, tener como tarea prioritaria la construcción de la Internacional, y de luchar por la democracia obrera a todos los niveles y en todas las etapas, antes o después de la toma del poder. Estas implicaciones fundamentales están abiertamente en contra de las concepciones de los integrantes de A Luchar, y fundamentalmente de sus mandantes, los dictadores guerrilleros, que todo lo resuelven de acuerdo con su voluntad.

Sobre los países independientes, destacamos que no se los podía considerar como naciones aliadas, porque significaba olvidar la caracterización de clase de Nicaragua, Libia, Irán o Irak como Estados burgueses. Dijimos que los defendemos del imperialismo, pero que luchamos contra sus gobiernos burgueses.

La reunión concluyó, nuevamente, con un acuerdo de todos los presentes, incluido el representante de Colombia.

Pero posterior al CEI, el SI comenzó a preocuparse por el curso de la política del partido, porque hacía más de un año que, alrededor de tal o cual punto, observábamos que podía haber una tendencia de la dirección partidaria a ceder a las inevitables presiones de la guerrilla. Por ello, cuando viajó el compañero Negro E., por pedido de la dirección del partido, el SI elaboró un corto memorando con algunas inquietudes –ni siquiera posiciones– sobre la política del partido. Planteábamos en forma de pregunta la duda de que el partido estuviera capitulando a la guerrilla y de que tuviera una política vanguardista y no hacia el conjunto del movimiento obrero, y señalábamos varios puntos que reforzaban nuestra inquietud (nuestra posición frente a la huelga general de junio 20 de 1985, frente a las elecciones, frente a la visita del Papa, frente a las acciones aisladas de la guerrilla, etc...). Queríamos saber cuál era el carácter de la Convención de A Luchar, y su dinámica.

Además, planteamos que para nosotros el eje de actividad del partido debía ser la unidad sindical. Como veremos más adelante, los compañeros de la dirección del partido no estuvieron de acuerdo.

El viaje del Negro E., para desgracia nuestra, confirmó algunas de esas dudas. Pero decidimos esperar tres meses y no iniciar ninguna discusión sobre el conjunto de la política del partido, para que ésta se aplicara a fondo y así poder sacar conclusiones de ella. Mal podía el SI, a miles de kilómetros de distancia, intervenir para cambiar la línea que se estaba aplicando, corriendo el altísimo riesgo de equivocarse y, sobre todo, evitando que fuera la misma realidad la que diera la respuesta sobre la corrección o incorrección de la línea partidaria.

Unos meses después de este viaje, les preguntamos a ustedes: ¿quién tuvo razón sobre la cuestión de la unidad sindical? ¿El SI o la dirección del partido?

A fines de agosto de 1986, el camarada Moreno envió una carta a Simón Moreno afirmaba, en primer lugar, que éramos muy cuidadosos en nuestras apreciaciones sobre la situación colombiana, porque la distancia nos iba a conducir a cometer, inevitablemente, serios errores tácticos o de análisis concreto. En segundo lugar, ratificaba nuestra decisión de no discutir por un plazo de tres meses, pero señalaba nuevamente las dudas que asaltaban al SI: en primer lugar, el hecho de que el partido no hubiera criticado la declaración de la CNG sobre el Papa, y en segundo lugar, la definición y orientación hacia A Luchar. Moreno decía enfáticamente que “jamás de los jamases A Luchar se transformará en un partido obrero revolucionario” . Agregaba que, para desvirtuar esa afirmación, es decir, para demostrar que A Luchar se encaminaba hacia un frente único revolucionario o algo por el estilo, tendría que cumplir tres condiciones: que el periódico se vendiera y se pagara por parte de casi todos los militantes de A Luchar; que surgieran organizaciones de base comunes de todas las tendencias que forman A Luchar y que se iniciara una lucha sin cuartel contra la política de la CNG.

Varios meses después, ustedes deben responder si estas tres condiciones se cumplieron o no. Más adelante nos detendremos en este punto.

En ese momento, también comenzaron a delinearse dos corrientes de opinión en el Comité Central: una que tendía a disolver políticamente el partido en A Luchar, y otra que se oponía. Desafortunadamente, la discusión comenzó a tomar cierto tono fraccional: había rumores, comentarios que trascendían del Comité Central y llegaban a sectores de base, malestar, críticas personales, etcétera.

Por esta razón, el SI de la LIT propuso, en primer lugar, aplazar toda discusión en la base del partido hasta que se terminara el Congreso de la CUT, y llamó a los compañeros que se oponían a la línea de disolverse políticamente en A Luchar a facilitar la aplicación de la línea partidaria, creando el mejor clima para facilitar la discusión de este problema, una vez finalizado el Congreso de la CUT.

Terminado el Congreso de la CUT, el SI propuso que se convocara el Congreso del partido, preparatorio del Congreso Mundial de la LIT, y que se reglamentara un período de discusión con las más amplias garantías para los compañeros opuestos a la política mayoritaria de la dirección. Por esta razón, propusimos una Comisión de Garantías, con representantes de las dos posiciones y con un miembro enviado por el SI de la LIT.

Nuestra preocupación era y sigue siendo la de preservar ante todo la unidad del partido y la de facilitar esta importante discusión, crucial para el partido y para la LIT.

Con el fin de contribuir a ese debate, se publicaron las Tesis sobre el guerrillerismo , de Moreno, Greco y Frank y ahora enviamos esta carta, que esperamos sirva para aclarar la discusión y bregar por la unidad del partido hacia el Congreso.

II. Lo que no está en discusión

El objetivo de este punto es comenzar a brindar un poco de luz sobre la discusión, precisando aquellos temas que para nosotros constituyen un acuerdo decisivo con la dirección del partido. Queremos hacer un esfuerzo para separar la paja del trigo, y para evitar que la discusión derive hacia problemas secundarios o falsos.

Hay un acuerdo básico en cuarto puntos: la definición de la etapa de la lucha de clases en Colombia como situación revolucionaria aguda, el trabajo del partido en el sindicalismo independiente, la defensa de la guerrilla y la táctica del frente único revolucionario. Veamos uno por uno.

1. Una situación revolucionaria aguda

La LIT fue la primera en definir, quizás un poco tarde (1984), que en el país había una situación revolucionaria, polemizando con la dirección del partido, que sólo en el Congreso extraordinario de 1985 aprobó esta caracterización.

Posteriormente, hemos seguido avanzando en la caracterización, y consideramos que situación revolucionaria era un término demasiado parco para definir el despelote de la lucha de clases en el país. Dijimos entonces que era una situación revolucionaria aguda.

Podemos discutir mucho sobre cuándo se abrió esta etapa, pero es ultrasecundario. Incluso el SI tiene una opinión más audaz, si cabe el término, que la dirección del partido: opinamos que la situación revolucionaria se inició con el Paro Cívico Nacional de 1977.

Pero no importa. El hecho es que no hay ninguna discusión sobre el carácter de la etapa, pues acordamos plenamente en su definición.

2. El trabajo en el sindicalismo independiente

Desde 1980 la dirección de nuestra corriente internacional comenzó a plantear la necesidad de trabajar en el sindicalismo independiente.

El partido estaba iniciando una seria crisis, a pesar del éxito resonante que obtuvo cuando, en el Congreso de la UTC, se aprobó la propuesta de construir un partido obrero de tipo laborista. Sin embargo, las condiciones objetivas no dieron para que este proyecto fructificara, y la dirección internacional comenzó a insistir en la necesidad de reorientar el trabajo hacia el sindicalismo independiente.

Con bastante retraso, la dirección del partido acogió la propuesta, y esa ubicación, que se mantiene hasta hoy, permitió resolver la crisis anterior y ubicarnos en la franja más combativa de la clase obrera colombiana, comenzando a superar la marginalidad, mediante la estructuración en el magisterio y en algunos otros gremios.

3. La defensa de la guerrilla

Fue la dirección de la LIT quien, en 1984, hizo ver a la dirección del partido que tenía una posición principista pero sectaria en relación con la guerrilla porque ni los periódicos ni los documentos le daban importancia, y más bien se creía que la guerrilla tendía a desaparecer.

La dirección de la LIT señaló que la influencia de la revolución nicaragüense sumada a la tradición guerrillera del país, a la situación revolucionaria y a la crisis social, le iban a dar un gran aire a la guerrilla.

El camarada Moreno señaló que no debíamos hablar sólo de guerrilla sino de algo todavía más importante: el poder dual territorial conseguido por las FARC fundamentalmente, y en menor medida por el M-19, el ELN y el (Ejército Popular de Liberación). Dijo que eran enormes conquistas del movimiento de masas, y que el partido no les daba ninguna importancia. Que desde el periódico se debía hacer propaganda sistemática, comparando las condiciones de vida de los territorios controlados por la guerrilla con las del resto de los campesinos.

Cuando se firmó la tregua entre las FARC y el gobierno, la LIT felicitó al partido por su política principista frente a la tregua, pero le señaló que no podía ser sectario con la guerrilla. Que era una obligación defenderla de los ataques del gobierno, hubieran firmado la tregua o no.

4. El frente único revolucionario

El Congreso Mundial de marzo de 1985 aprobó en sus Tesis la táctica de frente único revolucionario “que consiste en lograr acuerdos político-organizativos sobre la base de puntos programáticos comunes que nos permitan intervenir en forma conjunta en los procesos de la lucha de clases y en la pelea por la dirección del movimiento de masas” . El frente único revolucionario era definido como “un paso transicional hacia un partido revolucionario de masas” .

El CEI de abril de 1986 evaluó la aplicación de esta táctica y consideró que había dado, hasta el momento, importantes resultados. Pero a diferencia de lo previsto en marzo de 1985, los acuerdos revolucionarios que se lograron fueron fundamentalmente en el terreno sindical y no con organizaciones o corrientes políticas para construir partidos obreros revolucionarios.

Esta precisión, sin embargo, no fue para restar importancia a la táctica de frente único revolucionario, sino para ampliar su campo de aplicación.

En efecto, aunque todavía no hayan surgido frentes revolucionarios cuyo objetivo central sea avanzar rápidamente hacia un partido obrero revolucionario, en distintos países sí hemos logrado importantes acuerdos sindicales revolucionarios, o embriones de tales, como en Colombia, y en menor medida en Brasil y Argentina. Tenemos que estudiar bien el caso de México, donde nuestro partido ha logrado un acuerdo político con una organización cuyo centro de actuación son los barrios obreros, constituyendo un nuevo partido que ha pedido afiliación a la LIT.

Sin lugar a dudas, el partido y especialmente su dirección, han sido los campeones en la aplicación de la táctica de frente único revolucionario, y A Luchar fue la expresión más acabada y completa de frente revolucionario sindical. Este es un ejemplo para todas las secciones de la LIT y para todo el trotskismo.

Nuestro próximo Congreso Mundial tiene como uno de los puntos principales de su agenda la evaluación de la táctica de frente único revolucionario, pero desde ya adelantamos que la propuesta del SI será la de ratificar dicha táctica, con el agregado de que su campo de aplicación se amplió muchísimo en el terreno sindical, pero manteniendo más que nunca la lucha por lograr verdaderos frentes únicos revolucionarios en el terreno político con corrientes obreras, como antesalas del partido obrero revolucionario.

III. El meollo de la discusión: la política para A Luchar

La caracterización de A Luchar y del CUSI , y la política del partido hacia ellos, son el meollo de toda esta discusión.

En realidad, este punto debería ir en el capítulo anterior que trata sobre los acuerdos entre la dirección de la LIT y del partido, porque todos nos quitamos las palabras de la boca para decir que A Luchar y el CUSI son las más grandes conquistas del partido en los últimos años, pues sus integrantes son activistas obreros que se negaron a capitular al gobierno de Belisario Betancur y que han mantenido posiciones revolucionarias. Además de este acuerdo sobre la importancia de A Luchar, luego de dos años de discusión, hemos logrado llegar a una definición común sobre A Luchar.

Queremos resaltar este aspecto porque, como señalamos en el Capítulo I, en el último tiempo ha habido discusiones sobre puntos programáticos y de principios muy serios con los compañeros colombianos en el CEI y el SI. Pero la realidad de la lucha de clases y las discusiones que hemos tenido nos han llevado a ponernos de acuerdo, poco a poco, en casi todos estos temas.

Por ejemplo, luego de mucho discutir sobre la caracterización de guerra civil en Colombia y sobre la política que de ello se desprendía, llegamos a un punto de vista común. Posteriormente discutimos sobre la caracterización de clase de las direcciones independientes como la del M-19 y acordamos definirlas como pequeñoburguesas revolucionarias.

Con A Luchar ha sucedido lo mismo. En mayo de 1985 iniciamos una discusión sobre su caracterización. Durante los meses anteriores, todos creíamos que A Luchar podía avanzar rápidamente hacia un frente único revolucionario, pero luego de escuchar el informe de los compañeros colombianos, el CEI cambió de opinión, como ya lo señalamos más arriba, y creyó que estábamos ante una corriente sindical revolucionaria. No veíamos que los demás integrantes de A Luchar quisieran hacer un partido obrero revolucionario, y mucho menos un partido que obligara a la guerrilla a aceptar la disciplina obrera, la democracia.

La conclusión de esta caracterización era desarrollar a A Luchar, dotándola de un programa y una organización sindical revolucionaria, no política, discutiendo sistemáticamente nuestras profundas discrepancias con los otros integrantes, pero evitando su transformación en organización política que pudiera imponernos, mediante votación mayoritaria, la línea elitista, no democrática, de la guerrilla.

Para nosotros, lo fundamental en el terreno político era la polémica y la discusión con la guerrilla por elitista, al no aceptar ninguna disciplina de clase, por no democrática, por sus tendencias frentepopulistas y su negativa a construir una internacional.

Esta formulación no fue compartida por la dirección del partido, quien siguió con la vieja estrategia de transformar a A Luchar en organización política.

En abril de 1986, el CEI precisó aún más la caracterización, definiendo A Luchar como frente único revolucionario de tipo sindical.

A mediados del año pasado, luego de tantas y tan complicadas discusiones, comenzamos a ponernos de acuerdo en la definición de A Luchar, mérito que corresponde a la dirección del partido. Los compañeros hicieron un progreso teórico y político inmenso, logrando una definición impecable.

En el Boletín de Informaciones Nº 30 señalaron que A Luchar era el acuerdo de tres corrientes “muy disímiles en su tradición, programa y metodología” , que funciona “alrededor de acuerdos políticos de las direcciones sin un funcionamiento de tipo centralista democrático y sin organismos de base comunes” , que sobre A Luchar inciden “organizaciones que se definen a sí mismas como político militares” , y que “no es explícito en ninguna de las fuerzas (que componen A Luchar) la necesidad de la construcción del partido obrero revolucionario ni la necesidad del partido mundial de la revolución”.

Posteriormente, el Boletín de Informaciones Nº 43 dice que “la mayoría de sus direcciones (de A Luchar) siguen políticamente a las organizaciones guerrilleras” , y que “el carácter de la organización cuyo programa, estrategia y metodología se fundamenta en la guerrilla, a la cual supedita las tácticas, incluida la de la construcción partidaria, es opuesto al carácter de la organización por la cual nosotros luchamos, que es aquella cuyo programa, estrategia y metodología es en función de la lucha de clases y la revolución obrera, a la cual supeditamos todas las tácticas, incluida la guerrilla” ( Boletín de Informaciones Nº 43).

Nosotros agregaríamos a esta definición, que la guerrilla es enemiga de la democracia obrera y de supeditarse a una organización obrera de masas o de vanguardia, un partido obrero revolucionario. Por eso es elitista.

Nuestra propuesta o consejo al Comité Central, las células partidarias y el Congreso, es que se empiece por votar esta caracterización de A Luchar. Entre marxistas, lo primero, antes que la política, es la caracterización. Por eso, el partido tiene que empezar, si es serio, por definir A Luchar. Insistimos: nuestra primera y fundamental moción es que se apruebe esa definición ya, inmediatamente .

Es increíble, pero nunca, en dos años, estuvimos tan de acuerdo en la definición de A Luchar, y sin embargo nunca estuvimos tan lejos como hoy de un acuerdo en la política para A Luchar, porque de esta definición impecable han surgido dos políticas opuestas por el vértice. Alguien es irracional, porque normalmente no es así: de una caracterización común surge una política común o con pequeñas diferencias tácticas.

Esta irracionalidad es la que explica todas nuestras polémicas, todos los malentendidos, y es la que, indudablemente, provoca mucha confusión en el partido, que no entiende cómo, aprobando a dos manos la definición de A Luchar, hay dos políticas antagónicas.

Ustedes tienen razón para confundirse, porque de verdad, parece un jeroglífico chino. Por eso, queremos detenernos en descifrarlo, para tratar de aportar un poco de claridad.

¿Quién es irracional?

A pesar de esta brillante definición, la dirección del partido sacó conclusiones políticas diametralmente opuestas a las que se desprenden de ella. Veámoslo punto por punto.

1. En la definición de A Luchar, los compañeros que están por la disolución en esa organización decían que A Luchar está conformada por tres corrientes “muy disímiles en su tradición, programa y metodología” .

Para justificar la política de disolución, dicen también lo opuesto: que “A Luchar es una organización política revolucionaria, configurada para la lucha por el poder obrero y popular, con un programa anticapitalista y antiimperialista, una composición obrera y popular y una dirección proletaria” ( Boletín de Informaciones Nº 30).

Estos compañeros no nos explican cómo se puede lograr que en el mismo boletín se diga en una página que los de A Luchar tienen una “tradición, programa y metodología” “muy disímiles” , y en otra página A Luchar se transforme en una “organización política revolucionaria” , lo que significa que tiene programas y políticas muy similares, y no “muy disímiles” .

2. Los compañeros que están por la fusión, disolución o formación de una organización o partido obrero revolucionario con A Luchar nos están planteando no sólo que tengamos esa política con organizaciones y direcciones “disímiles”, sino lo que es mucho más, “opuestas”, antagónicas, como nos dicen en la definición. Recordémosla: “el carácter de la organización cuyo programa, estrategia y metodología se fundamenta en la guerrilla, a la cual supedita todas las tácticas, incluida la de la construcción partidaria, es opuesto al carácter de la organización por la cual nosotros luchamos, que es aquella cuyo programa, estrategia y metodología es en función de la lucha de clases y la revolución obrera, a la cual supeditamos todas las tácticas, incluida la guerrilla” .

Los compañeros de los que estamos escribiendo, descubrieron la cuadratura del círculo en la política: fusionarnos, disolvernos o integrarnos con lo “opuesto” a nosotros.

3. En la definición, nos dicen que “no es explícito, en ninguna de las fuerzas (de A Luchar) la necesidad de la construcción del partido obrero revolucionario” .

Pero en el mismo Boletín nos aseguran que A Luchar está “inscripta en el proceso de construcción de un partido revolucionario con influencia de masas” . No vemos ni comprendemos el milagro de que aquellos que no ven la “necesidad de la construcción de un partido obrero revolucionario ” estén construyendo “ un partido revolucionario con influencia de masas ”. Alguien está demente: o los de A Luchar, que hacen exactamente lo opuesto de lo que quieren y programan (no construir un partido obrero revolucionario independiente), o los compañeros del partido que quieren disolverse, fusionarse o hacer un partido con A Luchar.

4. En la definición nos dicen que en A Luchar inciden “organizaciones que se definen a sí mismas como político-militares” , y en otro boletín son más explícitos: “la mayoría de las direcciones (de A Luchar) siguen políticamente a las organizaciones guerrilleras ”.

Pero en el mismo texto ( Boletín de Informaciones Nº 30) señalan que la dirección de A Luchar es una “dirección proletaria” . Eso significaría que las direcciones guerrilleras son, para los compañeros, proletarias revolucionarias, ya que “la mayoría” de la dirección de A Luchar “sigue políticamente” a las direcciones de las “organizaciones guerrilleras” , y A Luchar es “una organización política revolucionaria” , con “dirección proletaria” .

Hace tiempo, los compañeros definían a las direcciones guerrilleras como populares y no obreras; después creemos que aceptaron la definición de pequeñoburguesas. Si ahora son direcciones obreras revolucionarias en vías de transformarse en un “ partido revolucionario con influencia de masas” , no se explica el apoyo que le dieron al Papa y ni una sola de las frases de la brillante definición de A Luchar que ha hecho la dirección del partido.

¿Cómo podemos tener “muy disímiles” “tradiciones, programas y metodologías” y [ser] los “opuestos” en todo con direcciones obreras revolucionarias?

5. Las preguntas que se nos plantean, en medio de tantas contradicciones, son las siguientes: si A Luchar es una “organización política revolucionaria configurada para la lucha por el poder obrero y popular, con un programa anticapitalista y antiimperialista, una composición obrera y popular y una dirección proletaria” y “sus direcciones siguen políticamente a las organizaciones guerrilleras”, ¿qué es esta organización? ¿Una organización obrera revolucionaria, o una colateral de la guerrilla? ¿Quién controla a quién: la guerrilla a A Luchar, o ésta a la guerrilla? Si la que controla es la dirección de la guerrilla, ¿será ésta la que construirá el partido obrero revolucionario, cuya primera medida sería prohibir las acciones de aquélla, si no son autorizadas por el partido? ¿La dirección de la guerrilla formará un partido obrero revolucionario de masas en donde se resuelva todo democráticamente, inclusive la supresión de las acciones guerrilleras cuando lo crea necesario y conveniente? Formulando ésto de otra manera: ¿la dirección guerrillera se suicidará, desarrollando un organismo obrero, revolucionario e independiente con democracia, que la domine por los cuatro costados, como un partido obrero revolucionario de masas debe hacerlo? ¿Dejará la dirección de la guerrilla su puesto de dirección en una discusión democrática?

¿Quién es racional?

Nosotros y un grupo de dirigentes del partido queremos ser consecuentes y sacar conclusiones de las enseñanzas y los errores, y principalmente, aplicar hasta el final la brillante definición de A Luchar hecha por la dirección.

Nosotros estamos en contra de fusionarnos, disolvernos, formar un frente o partido con A Luchar, o que éste sea el eje central de nuestra actividad por las siguientes razones:

Primero : porque hay “programas y metodologías muy disímiles” , y tanto en física como en política, fuerzas disímiles u opuestas se anulan, de acuerdo con la ley del paralelogramo de fuerzas. Segundo : porque sobre A Luchar “inciden organizaciones que se definen a sí mismas como político militares” y “la mayoría de sus direcciones siguen políticamente a las organizaciones guerrilleras” , y por lo tanto debemos definirla, esencialmente como una colateral de la guerrilla, y no una organización obrera revolucionaria independiente. Tercero : porque “no es explícito en ninguna de las fuerzas (que conforman A Luchar) la necesidad de la construcción del partido obrero revolucionario, ni la necesidad del partido mundial de la revolución” . Cuarto : porque las direcciones de la guerrilla que tienen una influencia total o casi total sobre A Luchar son pequeñoburguesas, lúmpenes, campesinas, pero no obreras revolucionarias; por eso, y no por otra razón, son tan “disímiles” y “opuestas” en casi todos los aspectos a nuestro partido. Quinto y fundamental : porque nadie en su sano juicio se fusiona con su opuesto en casi todos los terrenos.

Concretamente, nuestra línea de no fusionarnos políticamente con los componentes de A Luchar es consecuente hasta el fin con la definición que ha dado la dirección del partido, que nosotros suscribimos y que hemos citado en los seis puntos.

Muchos compañeros, impactados por los éxitos sindicales de A Luchar, se preguntan con cierto temor si estamos por la ruptura del mismo. Todo lo contrario: hay que seguir en A Luchar más que nunca, pero como acuerdo político y en el terreno sindical, apoyándonos ahora en el CUSI , lo que nos evita confundir lo político con lo sindical. Debemos ser claros y fraternales con los compañeros de A Luchar, y decirles que no podemos fusionarnos por todo lo que está en los boletines internos: que somos “disímiles”, “opuestos”, que estamos en contra de la dirección de la guerrilla, que la guerrilla debe supeditarse a los organismos de la clase obrera –los de masas o los de vanguardia– con democracia obrera, y que discrepamos completamente sobre la necesidad de la existencia de una internacional y de un internacionalismo militante y sobre el carácter de un partido obrero revolucionario, que debe ser como mínimo centralista democrático. Dicho de otra manera, tenemos que decir a los compañeros de A Luchar que deseamos tener las manos libres para criticarlos fraternal pero sistemáticamente, y que nuestra tarea prioritaria es fortificar nuestro partido, desde las finanzas al periódico, pasando por el crecimiento y la consolidación. Queremos tener las manos libres para criticar los inevitables apoyos de la guerrilla a los diferentes Papas que viven en, o visitan Colombia. Debemos señalarles que nos parece muy bien que ellos tengan la misma libertad para criticarnos ya que, al tiempo que trabajamos en común en los puntos que nos unen, queremos seguir esta discusión política desde nuestros órganos de prensa hasta oralmente, dadas las innumerables diferencias que tenemos.

¿Qué es el CUSI?

Luego de la Convención de A Luchar, el CUSI ocupó el lugar que antes tenía A Luchar, al agrupar su corriente sindical.

Tenemos la impresión de que el CUSI es, como A Luchar antes, un frente único revolucionario sindical, porque agrupa los activistas de las distintas corrientes con el claro y único objetivo compartido de hacer una tendencia sindical revolucionaria, con autonomía de A Luchar, con cierta democracia obrera, y donde, parece ser, tiende a haber organismos de base o corrientes por gremios, que deciden democráticamente.

La discusión para elegir a los miembros del CUSI en la CUT es un ejemplo: allí no hubo acuerdo sobre quiénes deberían ir, sino que se puso a votación y se decidió de manera democrática y centralizada. Ya en otra oportunidad, antes de la Convención de A Luchar, se había aplicado este mecanismo con ocasión de la elección de los miembros de A Luchar en la dirección de FECODE, y tenemos entendido que en otras ocasiones también se ha procedido a votar.

Somos muy cuidadosos con la definición del CUSI , porque no conocemos su dinámica con certeza. Para definirlo con precisión necesitaríamos saber si en los distintos gremios, como magisterio, por ejemplo, se han conformado o tienden a conformarse tendencias gremiales que decidan democráticamente.

Si es así, entonces estamos ante un frente único revolucionario sindical. Si, por el contrario, ésa no es la dinámica, si cada fuerza del CUSI actúa por separado en los distintos departamentos o gremios sin someterse a la votación democrática ni conformar tendencias sindicales comunes, entonces es probable que debamos definir al CUSI de manera similar a A Luchar, como un acuerdo sindical. Pero no sabemos, y creemos que a ustedes corresponde precisar su verdadera dinámica.

Señalamos esto, porque en otros países como en Brasil y Argentina, se han conformado tendencias sindicales por gremios, que sin ser nacionales ni abarcar a todos los gremios, como el CUSI , comienzan a ser frentes únicos revolucionarios sindicales, porque en ellos, además de un programa antiburocrático y antigubernamental incipiente, hay votaciones democráticas. Sus políticas y tácticas no son resultado de una imposición de nuestros partidos, y mucho menos de acuerdos políticos, sino verdaderas corrientes sindicales con autonomía y democracia interna.

IV. La política del partido y A Luchar

Ahora tenemos que ver cuáles fueron las políticas concretas, para la acción, que se desprendieron de la irracional política para A Luchar.

Esa hermandad íntima entre nuestro partido y organizaciones “disímiles”, “opuestas”, supeditadas a la guerrilla, produjo, como no podía ser de otra manera, una política común para los principales hechos de la lucha de clases en el país.

Para un partido revolucionario, la elaboración y la intervención política pasan por tres etapas. La primera es la caracterización de la situación concreta, y la elaboración, con base en ella, de pronósticos o hipótesis. La segunda es la definición de una política para intervenir sobre la realidad, basada en esas caracterizaciones y pronósticos, que tenga en cuenta al conjunto del movimiento obrero, y la tercera, posterior, es corroborar si nuestras caracterizaciones y pronósticos se verificaron y hacer el balance de nuestra intervención y del fortalecimiento o retroceso del partido.

Nuestros partidos no son comentaristas de la lucha de clases, y por ello no nos vamos a detener en análisis posteriores a los hechos, aunque sean importantes, sino, fundamentalmente, en los puntos que señalamos anteriormente. Por eso queremos ver, a la luz de los principales hechos de la lucha de clases en los últimos dos años, la intervención política del partido y A Luchar.

Esos hechos son, para nosotros: la huelga general de junio 20 de 1985, la toma del Palacio de Justicia, las elecciones, los conflictos y las huelgas, la visita del Papa a Colombia y la fundación de la CUT .

Veamos uno por uno:

El paro de junio 20 de 1985

Como señalamos al comienzo, no queremos iniciar una polémica de: “Yo dije y usted no”. En el caso del paro de junio de 1985, por ejemplo, la dirección de la LIT creyó en los análisis de la dirección del partido, que decía que íbamos a asistir a una impresionante huelga general. En Argentina nos cansamos de dar conferencias por todo el partido haciendo propaganda a favor de la huelga general, diciendo que iba a ser totalmente distinta a las huelgas pacíficas argentinas, porque allí iba a tener características similares a las del Paro Cívico Nacional. Como se dice en Buenos Aires, “le dimos una manija bárbara” al paro.

La dirección del partido dijo que “el paro cívico de 1977 fue un ensayo general del próximo paro nacional” ; que a diferencia de 1977, cuando toda la burocracia patronal y el PC hicieron el paro, esta vez la burocracia se negó a intervenir, el PC frenó por más de un año su realización y que, a pesar de haber por fin aprobado la fecha, el PC “sigue más firme que nunca apoyando al gobierno de Betancur” .

Pero que a pesar de todos estos factores en contra, “el elemento fundamental, decisivo, de diferenciación entre los dos paros es la participación de la guerrilla ” ( Boletín Interno Nº 248, junio 3 de 1985).

Con base en esta caracterización, la dirección del partido hizo un pronóstico y definió una política de intervención: había que “luchar por convertir el paro en una verdadera huelga general obrera y popular, estimulando su posible estallido semiinsurreccional, espontáneo y geográfico insurreccional” .

El 20 de junio, el día de más asistencia laboral en el país, no hubo ningún “estallido semiinsurreccional”, ni siquiera una pacífica y aburrida huelga general, ni paró ningún sector importante de la producción. No pasó nada. Las direcciones del partido y de la LIT se equivocaron de palmo a palmo.

Fue un error tan escandaloso, que es casi un modelo para iniciar nuestras escuelas de cuadros diciendo: “Previmos una semiinsurrección y ese día nadie faltó al trabajo. Estudiemos por qué cometimos un error político tan grande”.

No se trata de no equivocarse, porque de eso vivimos. En nuestra corriente internacional hemos cometido errores mucho más grandes que ese. El problema es encontrar las razones y explicarlas de manera exhaustiva, pública e internamente; es tener la actitud autocrítica de recordar a los militantes sistemáticamente ese error, prevenirlos de nuestra debilidad como dirección.

El balance de actividades del partido presentado para el Congreso de 1986 señala que “el error que cometimos tiene que ver justamente con el problema del PC” , porque “no tuvimos en cuenta al PC” , y no advertimos que el paro “corría gravísimo riesgo de no realizarse debido a la política de tregua del PC y a la línea de frenarlo” .

Por un tiempo, la dirección de la LIT compartió esa autocrítica, pero ahora creemos que es equivocada. Es cierto que la dirección del partido subvaloró al PC, pero ése no fue el error fundamental, porque todos los documentos anteriores al paro advirtieron una y mil veces que el PC estaba contra el paro, aun a pesar de haberlo aprobado. El error central de caracterización y pronóstico fue haber sobrevalorado a la guerrilla, haber dicho que “el elemento fundamental, decisivo, de diferencia entre los dos paros (el del 77 y el del 85), es la participación de la guerrilla ”. Para la dirección, esta participación era suficiente contrapeso al boicot de la burocracia y a la oposición del PC durante todo un año. Por ese peso de la guerrilla, el paro de 1977 iba a quedar sólo como la antesala o el anticipo del paro del 20 de junio.

Pero justo unos días antes del paro nacional, el M-19 levantó todos sus campamentos en todos los barrios populares, se adentró en el monte, y no echó un solo tiro en el paro nacional, las otras organizaciones guerrilleras no hicieron casi nada, y la semiinsurrección prevista se convirtió en una dura derrota.

Eso no lo dice el balance de actividades del partido. Eso no lo dice el periódico del partido. De este error de pronóstico y caracterización se desprendió uno mucho más grave, el error en la política para intervenir: luchar por convertir el paro “en una verdadera huelga general obrera y popular, estimulando su posible estallido semiinsurreccional, espontáneo y geográfico insurreccional” .

El balance de actividades tampoco hace una autocrítica de esta política concreta, para la acción; por el contrario, concluye diciendo que hemos debido advertir que el paro corría el riesgo de no realizarse, pero que a pesar de eso “nos jugábamos a muerte por el paro, y que en caso de hacerse era contra el PC” . ¿Esto quiere decir que estuvo muy bien haberse jugado por el paro, aunque hubiéramos caracterizado que no iba a salir? ¿Qué método de hacer política es ése? ¿Caracterizar que vamos a una derrota y a pesar de eso empujar con todo?

¿Qué diría el partido si en Paz de Río o en Satexco, los compañeros de la célula aprobaran que el eje del partido es sacar una huelga en determinada fecha, y no sólo sacar la huelga sino tomarse la fábrica y hacer piquetes de huelga, y que el día de la huelga ni un solo trabajador deje de trabajar? ¿Qué le exigiría el partido a esa célula de Satexco o de Paz de Río? ¿No le exigiría una autocrítica, no sólo interna, sino pública, informándole a los obreros que nunca esa célula se equivocó tanto?

¿Qué diría el partido si esa misma célula, al hacer el balance, reconoce que la huelga no iba a salir por culpa de la burocracia, pero que a pesar de eso se “jugaba a muerte por el paro”, y que en caso de hacerse era contra la burocracia?

El error fue no tomar en cuenta las condiciones del conjunto del movimiento obrero , sino sólo las de la vanguardia popular, no obrera, y definir una política para la acción –estimular el estallido semiinsurreccional– para la vanguardia y no para el conjunto del movimiento obrero. Fue una acción aventurera y ultraizquierdista, totalmente desligada del conjunto de la clase obrera colombiana.

En tercer lugar, es necesario hacer el balance de la intervención del partido con esa política. Hasta donde tenemos entendido, la militancia se jugó por el paro y puso todas sus energías y entusiasmo a su servicio. Sin embargo, no hubo casi ninguna presencia política del partido: desde febrero hasta junio no salió ningún número de El Socialista . Salieron cinco [números de] A Luchar desde febrero, pero nos parece bastante poco, teniendo en cuenta que el partido se preparaba para un estallido semiinsurreccional.

Por último, queremos saber si nuestra política para la huelga fortaleció al partido. ¿Salimos con más presencia política? ¿Captamos compañeros? ¿O sucedió lo contrario? ¿Qué opinan los compañeros que durante toda la jornada del paro caminaron por Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla tratando de participar en algún mitin, exponiéndose a la represión policial totalmente aislados de las masas?

Si hubiéramos caracterizado el fracaso del paro y dado una batalla política en A Luchar para levantarlo, aunque nos derrotaran, habríamos sentado el antecedente histórico de que nos opusimos, colocándonos en una buena condición para discutir posteriormente contra la posición frenética de que el paro fue un triunfo, sostenida por los otros componentes del acuerdo. Por otra parte, aunque no captáramos a nadie, nuestra militancia hubiera salido con más confianza en su partido y en la LIT .

Desafortunadamente, la dirección del partido puso sus expectativas en la guerrilla, la misma que en 1977 se opuso con patas y manos a la más grande acción de la clase obrera colombiana en las últimas décadas: el Paro Cívico Nacional. No es casual que esa guerrilla se haya negado a intervenir en ese verdadero “estallido semiinsurreccional”, y por el contrario se haya dedicado a preparar en un laboratorio un remedo de “estallido semiinsurreccional” en 1985, que no fue acompañado por ningún obrero. La razón estriba en que hoy, como ayer, la guerrilla nunca ha tomado en cuenta al movimiento obrero en su conjunto, porque nunca ha aceptado disciplinarse democráticamente a sus organismos de masas, o a su vanguardia organizada en un partido obrero revolucionario.

La toma del Palacio de Justicia

El partido tuvo una posición principista pero algo sectaria frente a la masacre del Palacio de Justicia. El volante publicado el 9 de noviembre es impecable desde el punto de vista de los principios, porque además de la denuncia al gobierno señaló que “no podemos compartir la acción realizada por el M-19 porque obedece a métodos ajenos a la lucha del movimiento obrero y de masas” .

Desde ese punto de vista, el partido estuvo mucho más principista que la dirección de la LIT , que no hizo ninguna crítica a la acción del M-19 en su artículo sobre el tema publicado en Correo Internacional Nº 15 de diciembre de 1985.

Sin embargo, el SI de la LIT criticó a la dirección del partido el volante, porque consideró sectario encabezarlo criticando al M-19 y no enfilando las baterías contra el gobierno. Para nosotros, la crítica ha debido estar, sí, pero al final del volante y no al principio.

Con esto queremos señalar que la dirección de la LIT no tiene ninguna actitud sectaria contra la guerrilla, y que incluso fue más suave con el M-19 que la misma dirección del partido, y queremos felicitarlos, porque a pesar de haber sido un poco sectarios, dieron una respuesta política adecuada y principista.

Con la salvedad anterior, la crítica al M-19 fue tan correcta, que posteriormente sus mismos dirigentes se autocriticaron por la toma, considerándola aislada del movimiento de masas.

El partido tuvo una política correcta para la acción, que fue la de exigir un juicio al gobierno, llamando a convocar un tribunal internacional, exigiendo la renuncia de Belisario y la convocatoria a una Asamblea Constituyente, y participó en la preparación y realización del Foro por la Vida, vinculando lo de la tragedia de Armero con la masacre del palacio, con una correcta política de unidad de acción.

Las elecciones

Siguiendo la tradición leninista, las elecciones siempre han sido un asunto táctico para nosotros, supeditado a la lucha de clases.

Pero a pesar de ello, es innegable que en Colombia buena parte de 1985 y 1986 estuvo signada por la campaña electoral.

No queremos discutir si al final el partido terminaba absteniéndose o no, porque es ultrasecundario, y adelantamos que nos parece bien que el partido lo haya hecho para acompañar a la franja de A Luchar que no se presentó a las elecciones.

Queremos analizar el pronóstico electoral, la política de abstención, la campaña realizada y el resultado.

El partido hizo dos pronósticos. El primero, que “a diferencia de las optimistas cuentas y previsiones de los cronistas burgueses, nosotros seguimos afirmando que en estas elecciones no habrá ningún cambio importante en el comportamiento abstencionista mayoritario de los colombianos” ( El Socialista Nº 297, febrero 15 de 1986).

El segundo, en su volante electoral: “la abstención será esta vez más conciente, más cualificada, más combativa y radicalizada. Millones de los que esta vez se abstengan expresarán verdaderamente el rechazo a este régimen corrompido...”.

Señalemos, de paso, que este segundo pronóstico o caracterización es totalmente opuesto al que siempre sostuvimos sobre la abstención en Colombia, a la que siempre definimos como atrasada, despolitizada, inconsciente y nada combativa.

Pero todo puede cambiar, y era posible que la abstención de 1986 diera un giro de 180 grados, convirtiéndose en “consciente, cualificada, combativa y radicalizada” .

De estas caracterizaciones se desprendió una política: “La única política verdaderamente revolucionaria, unitaria y de masas, en el terreno electoral, es el llamado a una campaña nacional para que las masas protesten y no voten” ( El Socialista Nº 296, enero 31 de 1986).

Y de esta política se desprendió una “campaña política antielectoral” con A Luchar de “carácter nacional” que “cubre los meses de abril y mayo, supeditando otras tareas ”, con dos consignas centrales: “Por la vida y la libertad: Asamblea Nacional Popular” y “No votar, a luchar por el poder obrero y popular” . Se programarían “actos centrales hacia el 14 de mayo” en muchas ciudades, y mientras tanto, “foros, seminarios y actividades”.

Como instrumentos, El Socialista, A Luchar y un Manifiesto Nacional de 50.000 ejemplares.

Ahora bien. ¿Qué sucedió?

En primer lugar, el partido tendrá que estudiar y revisar su caracterización sobre el “comportamiento abstencionista mayoritario” de los colombianos, teniendo en cuenta que las elecciones parlamentarias y presidenciales de 1986 registraron uno de los porcentajes más bajos de abstención de la historia del país, cerca del 50%, es decir, tanto o más que el porcentaje de votantes de Estados Unidos.

En segundo lugar ¿se verificó que la abstención fue más consciente, cualificada, combativa y radicalizada? Si es así ¿cuántos actos abstencionistas de masas hubo en el país? ¿Cómo se expresó esa “franja de millones que protesta contra el régimen por la vía de la abstención consciente” ? ¿Cuántos actos abstencionistas hicimos y cuántos miles de miles juntamos en ellos? ¿Cuántos miles y miles captamos para A Luchar o para el partido de esa “franja de millones”?

Ahora pasemos a la política del partido. ¿Es cierto que la “única política revolucionaria, unitaria y de masas” es la abstención? Para nosotros nunca ha sido así. Nuestro partido nació rompiendo con las posiciones infantilistas y ultraizquierdistas de la guerrilla colombiana que colocaban la abstención como principio. Lenin dijo que, a pesar de que las elecciones son un asunto táctico, la inmensa mayoría de las veces hay que participar, para disputar las masas a los partidos burgueses y reformistas, salvo cuando éstas se pueden boicotear para hacer la insurrección.

Otra cosa es que por razones de debilidad, técnicas o tácticas (en este caso no romper la unidad con A Luchar), no participemos, pero eso no quiere decir que sea políticamente correcto.

¿Tuvimos una política leninista para las elecciones en Colombia? ¿Dimos una batalla en A Luchar contra el criminal abstencionismo por principio de sus integrantes? ¿Nuestros militantes estaban armados para discutir con los de A Luchar? ¿ El Socialista dedicó artículos y artículos a demostrar que no hay peor crimen político que abandonar a los trabajadores en las elecciones a burgueses y stalinistas? ¿ El Socialista dijo que estábamos en contra de la abstención pero que aceptábamos abstenernos porque no los habíamos convencido?

Nada fue así. El partido no sólo no hizo nada de esto sino que hizo una campaña de alabanzas a la abstención.

Le cedimos a la guerrilla que dirige A Luchar, que es enemiga de hacer un trabajo político paciente para convencer al conjunto de la clase obrera, liberal, conservadora y comunista, de una política revolucionaria. La guerrilla cree en sus acciones ejemplares, desconfía de las masas, y por eso se niega a politizarlas.

Pero además, la guerrilla se niega a ir a elecciones porque tiene pánico de ser contada, y de demostrar que representa una ínfima minoría de la población.

Si, como dice el compañero Luciano Casas, [1] aceptamos que las FARC son, como mínimo, el 50% de la guerrilla en el país, y sacaron un 5% de la votación en 1986, tenemos que concluir forzosamente que todo el resto de la guerrilla tiene a lo sumo un caudal electoral de otro 5%, que es una ínfima minoría.

En conclusión, nuestro partido equivocó los dos pronósticos electorales –mantenimiento y cualificación de la abstención– y tuvo una posición abstencionista ultraizquierdista, porque no elaboró su política para el conjunto del movimiento obrero, sino para la vanguardia guerrillera que dirige A Luchar.

La participación en los conflictos

El otro hecho de la lucha de clases han sido los conflictos obreros. Como estamos bastante lejos, nos cuesta trabajo saber la cantidad de huelgas que hubo en estos dos años, y la participación y política del partido hacia ellas. Serán ustedes quienes deban evaluar a fondo cómo estuvo nuestra intervención en ellas.

Pero por lo poco que sabemos, el partido tuvo una destacadísima intervención en la huelga de Caracol, que parece haber sido de las más importantes de 1986, y logró éxitos muy importantes en las elecciones de la ADE de Bogotá, así como avances en puertos y ferrocarriles.

El vuelco del partido a la huelga de Caracol fue muy importante, como se reflejó en el periódico y en los boletines internos. Sabemos que, como producto de esa intervención, captamos un buen equipo de compañeros en Bogotá, y que dicha actividad permitió iniciar la recuperación del partido posterior a la crisis.

Sabemos también que en la ADE tuvimos una destacadísima participación, porque nuestra lista fue la de más alta votación

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