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La criminalización de los/as artesanos en Córdoba
Por Fuente:Federico Alasino / republica ((icba)) - Monday, Dec. 26, 2011 at 11:38 PM

Testimonio de un artesano

Fue un viernes de mierda. Hizo frío, lloviznó, hubo poca, muy poca gente. Los compañeros nos mirábamos y sonreíamos resignados, sin gente no hay ventas, sin ventas no hay dinero. 23 de diciembre, yo no vendí absolutamente nada y mi compañera sólo $15. Hagamos el cálculo, dividamos esos $15 en las 7 horas que estuvimos armados y obtengamos la humillante cifra de casi $2,15 por hora. Mientras tanto, nos llegaban los comentarios de que el centro estaba liberado y las ventas volaban por los cielos.

 
Por eso tomamos la decisión ir a la peatonal al otro día por la mañana. Llegamos a la Trejo, nuestro histórico lugar de trabajo, tiramos los paños respetando las entradas a los locales y empezamos a vender. Ya se parecía un poco a una navidad normal, se notaba el cambio de ánimos entre los compañeros, después del sentimiento de derrota de la noche anterior.

 
Pero la alegría duró poco; cerca del mediodía, un grito, una explosión de gente, y todo se fue a la mierda. Me asomo para ver que pasaba, y del otro lado del kiosko de revistas, una imagen de cómic, de documental, de película que creíamos que no volveríamos a ver: un tipo agarrando de los pelos a un artesano y sacándolo de las rastas a través de su paño, mientras otro se abalanzaba sobre sus cosas. No nos dieron tiempo a nada; como una jauría de chacales se tiraron sobre los puestos y empezaron a arrebatar nuestros trabajos, algunos con su ropa reglamentaria, otros de civil, ninguno portando su chapa identificatoria, mojarras moviéndose con impunidad protegidos por un cardumen de tiburones de azul.
 
Se pensaron que nos iban a asustar pero no les dimos el gusto. Ninguno corrió, todo lo contrario. Abrazados a nuestras pertenencias, trataron de refugiarse contra la vidriera de la perfumería Fiorani. Seguían llegando policías de azul y de blanco, mientras nosotros nos poníamos de todos los colores gritando y exigiendo que se nos devuelvan las cosas. En el revuelo logramos recuperar un par de collares, pero después se guardaron las cosas en sus bolsos.
 
De pronto, el cerco policial empieza a moverse ligerito doblando la esquina por Caseros, protegiendo a los municipales. Viendo que no íbamos a recuperar lo que se llevaban, empezamos a exigir el levantamiento correspondiente de actas detallando lo incautado. Yo logré que el inspector p4710 (ya que así firma el caballero, nombre raro si los hay) me hiciera un acta por las 11 agendas y libretas hechas a mano que me robaron, acta que como ya dije está firmada por un número, no posee aclaración de dicha firma y carece de la firma de testigos. Otros compañeros no tuvieron tanta suerte, ya que de repente irrumpió en escena una trafic de la policía de la provincia donde se metieron de cabeza los municipales con nuestras cosas. Intentaron huír por Caseros cuando un grupo de compañeros artesanos literalmente se tiraron frente a las ruedas de la trafic, pero fueron violentamente reprimidos por la policía. A un compañero artesano, el Piojo, lo agarraron entre seis; mientras uno le aplastaba la cabeza contra el piso con la rodilla, otros dos le torcían los brazos y lo esposaban mientras recibía una lluvia de golpes. Mientras tratábamos de detener esta locura, los municipales lograron huír a toda velocidad por la calle Trejo hasta Duarte Quirós en la trafic, poniendo en peligro a toda la gente que circulaba por ahí en ese momento.
 
Podrán decir que los policías sólo cumplían su trabajo, pero estoy seguro que la saña y la violencia injustificada que exhibieron no aparece en ningún lado en sus contratos. Al Piojo le prometieron una paliza navideña si lo metían adentro, cosa que no pudieron cumplir ya que debido al quilombo que armamos entre todos apareció un policía de rango, camisa y corbata, que se presentó y ordenó inmediatamente que suelten a nuestro compañero, mostrando que con un poco de cordura y sentido común pueden solucionarse las cosas.
 
Es una cuestión de actitud: los inspectores saben que con pararse 25 segundos en la esquina  no queda un artesano en la cuadra. Deberían primero identificarse como inspectores, notificarnos de la irregularidad de nuestra situación y luego proceder acorde a las leyes y al sentido común. En cambio, se tiraron sobre nuestor paños como si fueran una horda de arrebatadores, sin darnos oportunidad de reaccionar, y mucho menos de dialogar. ¿Cómo no esperan una reacción violenta de parte nuestra ante semejante atropello? Si el inspector encargado del operativo hubiese aplicado un poquito de sentido común, devolvía las cosas que incautaron y en 5 minutos tenía despejada la peatonal, sin necesidad de llegar a los violentos momentos que se vivieron.
 
Fue un sábado de mierda. No quiero ver más a mi compañera llorando porque le robaron las cosas. No quiero ver mas artesanos contra el piso sólo por defender su derecho a trabajar. No somos delincuentes, somos artistas, tanto como el que pinta cuadros, el caricaturista, el payaso, el músico, el actor. No somos revendedores ni vendemos mercadería ilegal, compramos todos nuestros insumos en negocios que nos dan las facturas correspondientes con los impuestos correspondientes. En esta ciudad nos corren como criminales, aún cuando hay leyes nacionales y provinciales que nos amparan como actores culturales necesarios para la sociedad, aún cuando para las Naciones Unidas somos un Patrimonio Cultural de la Humanidad.
 
Nos aplican la ordenanza municipal 6658, aprobada en mayo del 77. Hace casi 35 años, cuando un puñado de milicos determinaba lo que estaba bien y lo que estaba mal. Una ordenanza que en su artículo 18 dice:
 
“Art. 18º.- Los permisionarios cualquiera sea el rubro de su actividad deberán reunir los siguientes requisitos personales:
a) Tener más de 12 años para ser lustrador de calzado; más de 14 años para ser vendedor ambulante y más de 18 años en los demás casos.”
 

Hasta donde yo sé, los menores no deberían trabajar, mucho menos tener un permiso municipal para hacerlo. ¿O acaso tendremos que mandar a nuestros hijos a lustrar zapatos todo el dia, ya que eso sí posee el aval de la municipalidad? Esta ordenanza ni siquiera menciona a los artesanos, pero eso sí, ampara al Fotógrafo de Plaza, actividad en auge si las hay. Por defender esta ordenanza, de los milicos, se están manchando las manos. Por defender esta ordenanza, obsoleta y que no sirve para nada, el inspector p4710 no me podía mirar a los ojos mientras me labraba el acta.
 
Es hora de cambiar las cosas. Sabemos que hay una poderosa Sociedad del Centro que no quiere saber nada con un proyecto artesanal-cultural. Tal vez seamos pocos y no tengamos mucho respaldo, pero para cada Goliath hay un David, y esta vez somos muchos.
 
Todas las ciudades turísticas que se precien de serlo cuidan a sus artesanos. Córdoba está anquilosada en un paseo de fin de semana, cuando podría tener una feria artesanal espectacular de lunes a viernes en el casco histórico, bien puesta, como corresponde, con puestos sólidos, iluminada, atractiva tanto para turistas como para locales, un lugar de expresión cultural y una fuente de trabajo para todas las familias que consideramos a la artesanía una forma de vida. Lugares donde emplazarla no faltan, falta voluntad política para cambiar las ordenanzas decrépitas de la época de la dictadura que regulan el tema.
 
Basta de represión contra los artesanos. Basta de represión contra la Cultura.
 
Fue una Navidad de mierda, sin nada por lo que valga la pena brindar. Espero que sea la última.
 
Federico Alasino - Artesano

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