Entre las numerosas reflexiones que Gramsci produjo en la cárcel del fascismo mussoliniano, esta es una que puede ayudar a comprender, en parte, el proceso vivido durante estos diez años en nuestro País, mucho de lo que en ella se expresa ha ocurrido en nuestro País desde el 2.001hasta ahora, en especial desde la asunción de Néstor Kirchner. La burguesía como clase dirigente ha sabido cambiar de hombres y programas. Ha sabido cooptar a buena parte de los dirigentes y dispersar a muchos de quienes lucharon contra las políticas de hambre, miseria y represión que tuvieron su punto de estallido el 19 y 20 de diciembre del 2.001. La burguesía, a través del Kirchnerismo, ha logrado reasumir el control social y superar la crisis de autoridad y confianza en la misma por parte de millones de trabajadores y pobres del campo y la ciudad, reforzando el poder y reconstituyendo la hegemonía sobre los mismos. Lo hizo en base a homeopáticas medidas, a concesiones que algo alivian pero no resuelven la pobreza, ni los bajos salarios de la inmensa mayoría, ni el trabajo en negro, ni la falta de tierras, vivienda y salud, mientras las grandes empresas, tal como dijo Cristina "se cansaron de ganar plata" durante estos años.

El fantasma del 2001 sigue preocupando a quienes dominan. No en vano se repiten desde el gobierno los llamados a la "responsabilidad" y a no "perder todo lo que hemos conseguido durante estos años". Ocurre que mientras se mantenga el sistema capitalista, serio o como se lo quiera llamar, la base material de las luchas de clases seguirá vigente. Y es pura ilusión pensar que las enormes energías desplegadas durante estos años, como los procesos de tomas y recuperación de fabricas por parte de los trabajadores, las asambleas populares, los debates en torno a la revolución y el socialismo, los avances en la organización de distintos destacamentos revolucionarios, los movimientos sociales, campesinos, culturales, etc., que surgieron, han sido simplemente puestos en el bolsillo por el Kirchnerismo y borrados de la conciencia colectiva. Las grandes crisis y las grandes luchas no pasan en vano. Todas las clases sociales aprenden de ellas alimentando sus experiencias. En este sentido, el 19 y 20 de diciembre del 2001 marcó un punto de inflexión en la vida política nacional cuyas consecuencias se prolongan hasta el día de hoy.

Por eso, para las fuerzas y militantes revolucionarios continúan planteadas las tareas que nos trazamos en todo este periodo. Entre ellas, la construcción del Partido de la revolución y el socialismo, difundiendo entre las más amplías masas las ideas del Marxismo- Leninismo. Ayudando a los trabajadores y a los sectores populares a realizar los balances necesarios sobre los resultados y perspectivas de las luchas desarrolladas, desenmascarando con energía a todos los reformistas y oportunistas que tanto daño han causado al movimiento al enchalecarlo en los marcos de la lucha puramente económica reivindicativa, y explicando las consecuencias de luchar sin cuestionar a fondo a todo el sistema social, económico y cultural del sistema capitalista, con su carga de explotación, marginación, violencia y concentración de la riqueza en unas pocas manos, y extensión de la pobreza en la gran mayoría. En una palabra, explicar y persuadir incansablemente, sobre la necesidad de luchar por la conquista del poder para los trabajadores, derrotando a la burguesía y al imperialismo en todos los terrenos.