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Cba/ Radio Los Inestables - Cierre 2011
Por Lea Ross - publica ((ICba)) - Wednesday, Jan. 04, 2012 at 1:29 AM
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El miércoles pasado (14 de diciembre de 2011), se realizó una radio abierta frente al Hospital Neuropsiquiátrico de la Provincia. Allí, pacientes, ex-pacientes y activistas estuvieron en las calles para acabar con la noción imperante del loco, abriendo el debate sobre los derechos humanos en el mismo.

losinestablesLuego de llevar a cabo talleres de expresión radiofónica, Radio Los Inestables cerró el año con una radio abierta. Allí pusieron en práctica los conocimientos aprendidos e intercambiados para que pacientes y ex-pacientes del Neuropsiquiátrico llevaran a cabo la actividad, frente al hospital.

Con afiches que incluían fotos de las jornadas, frases de Foucault, Brecht, Freyre y Galeano, junto con planillas para organizar el cronograma, los Inestables emprendieron la radio en una pequeña plazoleta abierta para el público.

Entre saludos, música y bailes, hubo un bloque de debate entre los participantes sobre los derechos humanos en general y dentro del hospital. Un tema fue el uso de inyecciones a los pacientes. Algunos sostuvieron que les sirvió para que uno “baje los decibeles”, otros sostienen la polémica en su uso excesivo. Allí, se resaltó el mismo como herramienta de castigo a los pacientes. Además, declararon que al igual que en las pelis, cuando los médicos le gritan a los pacientes con agresión verbal, o los encierran en cámaras de contención, también ocurren en la vida real.

El grupo que llevó a cabo los talleres, con la consigna en sus remeras de “No hay No Loco”, afirman que hay avances en materia de leyes sobre el tratamiento de la salud mental, pero que aún así hay todo un proceso a seguir adelante, tanto dentro de la situación de los hospitales como por fuera para cambiar sobre ciertas concepciones de la locura.

La radio contó con la presencia de músicos como Emiliano Zerbini y Marcos Luc.

 “El alimento del cerebro, según lo muestra toda la investigación neurobiológica actual, es en gran parte, si no totalmente, el estimulo de la palabra, el afecto, la contención emocional, la interacción con los semejantes, el desarrollo del conocimiento, las condiciones sociales y culturales que alimenten el deseo, la creatividad y la ilusión.”(Galende, 2006)
Entonces, ¿Qué perspectivas de recuperación encuentran los sujetos internados en instituciones psiquiátricas, en las cuales este “alimento” del sustrato biológico es suplantado principalmente por psicofármacos, en un marco de encierro, control y vulneración de los derechos humanos? ¿Cómo es posible atender la complejidad propia de la salud mental, tomando una parte por el todo, y aproximándose al sujeto desde un abordaje biológico, individual y enfocado exclusivamente en la enfermedad?
Estos contrasentidos aparentes, aparecen como una problemática recurrente en las instituciones psiquiátricas argentinas, y particularmente, en el Hospital Neuropsiquiátrico Provincial de Córdoba, en el cual se enmarca el presente trabajo.
Bajo una lógica de la psiquiatría positivista, que degrada al sujeto a la categoría de objeto de conocimiento, despojándolo de sus derechos, de su palabra y de su subjetividad, no es de extrañar que los espacios de circulación de la palabra sean una de las carencias mas evidentes de la institución y que la fragmentación comunicacional sea una realidad compartida por todos los actores del hospital. En este contexto, cobra pleno sentido la instauración de un dispositivo de radio abierta como una práctica innovadora, como un incentivo al despliegue de la comunicación y como un espacio privilegiado para restituir la palabra a sujetos tradicionalmente acallados por la lógica manicomial.
La radio “Los Inestables”, enmarcada en una perspectiva desmanicomializadora y fundada en una ética del reconocimiento del otro, se presenta como una alternativa válida para la inclusión de “lo social”, en tanto dimensión fundamental desde una concepción amplia de la salud mental. Desde esta perspectiva no se aborda al sujeto enfocándose solo en su enfermedad, sino que se lo considera en toda su complejidad, como un sujeto participante de hecho y de derecho, privilegiando sus capacidades, sus potencialidades, y principalmente, “su voz”.
Nombrarnos como “Inestables” implica pensar a la salud no como un estado, sino como un proceso y en tanto proceso, complejo, cambiante, inacabado e “inestable”, lo cual contribuye a dejar de lados las etiquetas estigmatizantes que instauran diferencias insalvables entre la locura y la supuesta normalidad, y a erigir como estandarte de lucha desmanicomializadora la mentada noción del “no hay no loco”.
A su vez, organizar el espacio de radio (de dos horas semanales) bajo una modalidad de radio abierta, es congruente con todo este planteamiento, dado que esta “apertura” pretendida trasciende los aspectos meramente técnicos de lo radial, para constituirse en un sinónimo privilegiado de libertad de participación, igualdad de oportunidades e integración de diversos actores sociales. Estas características esenciales se ven facilitadas por el hecho de que la radio transcurre en el patio del hospital, al aire libre, lo cual posibilita la libre transición de los sujetos interesados en participar del mismo. Además, si bien es coordinado por un grupo de trabajadores de la salud mental, promueve la participación activa de sujetos en situación de internación, ex–internos y miembros de la sociedad toda, tanto en la construcción del espacio como en el devenir de los sucesivos encuentros, dado que busca la implicación en un proyecto colectivo, en una tarea grupal que se pretende inclusiva allí donde reina la exclusión como única alternativa. 
Al estar ubicada en un hospital que atiende personas con padecimientosagudos, los grupos que van transitando por la radio están signados por la heterogeneidad y la variabilidad, a causa del recambio y la movilidad permanente de los sujetos internados. Esta situación lleva a la necesidad de responder con un formato lo menos estructurado posible que haga lugar a las demandas, inquietudes e intereses de los distintos grupos, atendiendo a sus particularidades. Aun así, y sin dejar de lado la espontaneidad, la naturalidad y la improvisación como rasgos distintivos de estos encuentros, surge la necesidad de contar con algún tipo de soporte material que organice la actividad, y que permita respetar los momentos de cada uno, ordenando la participación. Esto se materializa en la incorporación de un pizarrón, en el cual se plasma una grilla de las secciones o segmentos propuestos para cada encuentro: presentación, debates, opinión, música, etc.
El hecho de que todos los sujetos tomen parte en la organización de la programación de cada día, refleja el imperativo de la horizontalidad que se erige como otra de las premisas fundamentales de este trabajo y que actúa a favor de la conformación de vínculos interpersonales, usualmente obstruidos por las relaciones de poder verticalistas que priman en la institución, y que, conjugadas con una mirada individualista del sujeto, como un ente biológico aislado de su entorno, genera situaciones de aislamiento y pérdida de la vida social. Pero ¿encuentra esto algún tipo de justificación en un establecimiento que trabaja con sujetos en su mayoría diagnosticados de psicosis, la cual supone precisamente dificultades a  nivel social? ¿O estaría más bien“configurando una situación de vida institucional que reproduce y agudiza los rasgos mismos de la enfermedad”? (Galende, 2006).  Ante esta situación, creemos que la radio aparece como un instrumento válido que produce un quiebre al sacar al sujeto de ese aislamiento, ofreciéndole como alternativa un entramado de relaciones interpersonales simétricas, donde los contactos significativos con otros abren posibilidades renovadas de subjetivación.
En esta línea, los efectos terapéuticos que puedan llegar a surgir, no son consecuencia de haber pensado a la radio como un dispositivo eminentemente clínico, sino que deben su fundamentación a una concepción amplia de la salud mental que destaca la importancia del aspecto social como inherente a la complejidad de todo sujeto. Es decir, que lo “terapéutico” no es pensado a nivel individual en tanto “rehabilitar al sujeto para la sociedad”, sino que se orientaría más bien a “rehabilitar lo social para el sujeto”.
Queremos destacar que la radio no solo se ofrece como un espacio de comunicación entre personas, sino también como un espacio de visibilización de las mismas gracias al uso del micrófono y los altoparlantes. Decimos esto, convencidos de que ellos contienen una carga simbólica que trasciende su mera función de amplificar los sonidos,  para constituirse en elementos privilegiados que materializan, de modo efectivo y contundente, las voces de los pacientes en el escenario institucional. La potencia de una voz que se impone sobre el resto, desgarra el velo manicomial que invisibilizaba la palabra de estas personas y contribuye a rescatarlas de la pasividad en que se hallaban sumergidas, para restituirlas como sujetos del discurso con plena capacidad de expresarse.
Jugando con un deslizamiento de sentido, podemos decir que la voz transmitida por los “altoparlantes” simboliza la legitimación como sujetos que tienen no sólo la capacidad, sino el derecho de “parlar alto” y de que realmente se los escuche. Por todo lo mencionado, creemos que es posible pensar en el recurso del micrófono y los altoparlantes como herramientas de empoderamiento, considerando junto con Galeano (s.f) que “poner en palabras realidades ocultas puede ser el inicio de la liberación, sobre todo cuando las cadenas están hechas de silencio.”
La radio “Los Inestables” actualmente no esta siendo difundida en ninguna frecuencia modulada debido a cuestiones organizativas, pero se están grabando todos los programas y aunando esfuerzos para que en un futuro inmediato se pueda cumplir con este objetivo fundamental ya que concebimos el “salir al aire” como un “salir a lo social”; y esta promesa resulta movilizadora dado que, como bien sostiene Mannoni (1979) “Poner a la locura en conocimiento del público anula los efectos de exclusión ligados al poder de quienes ostentan el secreto.”
De este modo, contribuye a romper con el imaginario social que gira en torno a la locura y a derribar aquellos mitos y contra-mitos que forman una imagen del loco-peligroso, del loco-tonto para mostrar que en realidad este “loco” segregado y discriminado por la sociedad, no es mas que un sujeto como cualquier otro, con convicciones, sentimientos, anhelos, potencialidades y principalmente con derechos a ser respetados.
Conclusión
La radio “Los Inestables”  aparece como un movimiento instituyente, como un dispositivo liberador, inclusivo y expresivo que viene a cuestionar, a “desestabilizar”, lo instituido por una lógica manicomial que perpetúa el encierro, la exclusión y el silencio.
 El funcionar dentro del hospital -con la participación de personas internas y externas a él-  y el difundirse afuera -en distintos ámbitos de la sociedad- posibilita un doble movimiento de apertura, que por un lado, fortalece los lazos de la sociedad con personas tradicionalmente segregadas de ella, y por otro, debilita el imaginario social sobre la locura que justifica su marginación.
Por todo ello, creemos que la radio se constituye como una práctica legítima en los movimientos de desmanicomialización, ya que actúa como una herramienta que permite franquear los muros, institucionales y mentales, hasta que éstos finalmente desaparezcan.
Bibliografía
Galende, E (2006) El sufrimiento mental: el poder, la ley y los derechos. Buenos aires: Lugar Editorial.
Mannoni, M (1979) Las paradojas de la teoría como saber. En La educación imposible.Buenos Aires: Ed. Siglo XXI.

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Video: atravesando muros
Por http://ideascasiprincipales.wordpress.com/ - Wednesday, Jan. 04, 2012 at 1:35 AM

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