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Masacre de Rosario: La venganza equivocada
Por Tomás Eliaschev - Saturday, Jan. 07, 2012 at 2:15 AM

05.01.2012 - Todo indica que los 3 militantes del Frente Darío Santillán acribillados en el barrio Moreno cayeron bajo las balas que no eran para ellos. Narcos, barrabravas y estructura mafiosa.

En Rosario, basta con detenerse un rato frente al río para ver los buques cargados de soja y las torres que se levantan, imponentes. En las zonas privilegiadas, los precios de los departamentos se cotizan como en Miami, a u$s 1.600 el metro cuadrado. Pero no todo es crecimiento: a sólo un par de kilómetros de la ciudad esplendorosa que emula con sus edificios espejados la capital de la Florida, se encuentra miseria y exclusión, un caldo de cultivo donde accionan bandas de narcos y barrabravas. Esto no es nuevo, por algo la llaman la “Chicago argentina”. Pero la violencia viene en aumento: así fue comprobado en la madrugada del año nuevo, cuando acribillaron a tres jóvenes que no tenían que ver con ninguna estructura mafiosa.

En el barrio Moreno, en el sur rosarino, todavía se escuchaban los fuegos artificiales. Una ráfaga de balas 9 milímetros terminó con la vida de Jeremías Jonathan “Jeri” Trasante, de 17 años; Claudio Damián “Mono” Suárez, de 19, y Adrián Leonel “Patón” Rodríguez, de 21. Al principio, la seccional 15ª informó que era un ajuste de cuentas y que las víctimas tenían antecedentes penales. Podría haber sido una matanza más, de las tantas que tienen como principales víctimas a los jóvenes de los sectores populares. A lo largo del año que acaba de terminar, se contabilizaron en esta ciudad mucho más que los 110 homicidios que usualmente se registraban: en 2011, se produjeron 170 asesinatos, 140 de los cuales sin que haya un robo de por medio. Pero este triple crimen no quedó silenciado por una razón que los sicarios no tuvieron en cuenta: las víctimas eran militantes del Frente Popular Darío Santillán.

“Estaban en el lugar menos indicado en el momento menos oportuno. Recibieron una ráfaga de arma automática, que puede ser una pistola ametralladora. No hay que mancillar su memoria, pobrecitos, no se de dónde salió la supuesta versión policial que decía que andaban en el crimen. No tienen nada que ver con la barra”, dijo a Veintitrés el comisario general Néstor Arizmendi, jefe de la Unidad Regional II de la Policía de Santa Fe que tiene bajo su jurisdicción la ciudad de Rosario, quien garantizó la seguridad de los vecinos que presenciaron la masacre.

Hasta lo que se sabe, la escalada comenzó el 29 de diciembre, cuando Maximiliano “El Hijo del Quemado” Rodríguez, un conocido barra de Ñewell’s, atacó a los tiros a un joven llamado Facundo Osuna. En las primeras horas del año, Leonel Matías S., de 17 años, alias “Danonino” (que está detenido), junto a Ezequiel “Negro” Villalba, se subieron a una moto y balearon el BMW gris donde viajaba Rodríguez, que recibió tres impactos en su cuerpo. En el auto iban también su novia Sofía y una amiga. Maximiliano llamó a su padre, Sergio, “El Quemado”. A los 40 minutos, tres o cuatro hombres llegaron a la canchita del barrio Moreno, donde vive Villalba.

Durante esa madrugada, en la que además fueron asesinados otros dos jóvenes en otras zonas pobres de la ciudad, Ángel Ruani, secretario de Seguridad Comunitaria, estuvo en las calles para controlar el accionar policial. “Podría haber habido más muertes, hubo un cuarto chico que se salvó corriendo y tres mujeres heridas, una de ellas embarazada. Tiraron a mansalva a pibes que no tenían nada que ver con el tema”, señaló el funcionario, que durante la dictadura estuvo detenido desaparecido. “Me chuparon a dos cuadras de donde mataron a estos pibes”, rememoró. Sobre el incremento de la violencia, señaló que “tiene que ver con la exclusión, las adicciones, la falta de trabajo de la juventud. No creo que sean grandes bandas a lo Río de Janeiro. La violencia se produce por diferentes hechos, que van más allá de la droga, aunque todo está atravesado por ese tema.”

De acuerdo con los testimonios, entre los sicarios estaría el padre de Maximiliano, junto a otras personas, como Damián “Damiancito” Martínez, a quien le encontraron un chaleco antibalas cuando allanaron su domicilio, y un hombre de apellido Delgado, apodado “Tele”, que habría estado involucrado en el ataque a un micro en el que murió el chico de 14 años Walter Cáseres, en 2010. En principio se lo confundió con un joven de 17 años a quien apodan “Teletubi”. La cuarta persona que podría haber estado en el lugar, pese a que estaba herido, es “El Hijo del Quemado”. Esa madrugada, se internó por sus propios medios en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, pero se desconoce el horario exacto: el policía Alejandro Martín –que ya fue sancionado– omitió informar a los superiores del ingreso del barra herido.

En conversación con este medio, Carlos Hugo Varela, defensor de Rodríguez padre e hijo, afirmó que “el BWM es de un amigo de Maximiliano que se lo prestó”. Según trascendió, el auto es de un allegado a Rodríguez que a su vez se lo había comprado a José Luis Abichaín Suain, un abogado habitual defensor de barras y de policías acusados de gatillo fácil, apremios ilegales y corrupción. Otro tanto puede decirse de Varela, que también tiene su historial como defensor de personajes cuestionables, entre ellos la defensa del único imputado por el asesinato de Sandra Cabrera en 2004. Al ser consultado por las víctimas del triple crimen, Varela dijo que “sabemos que pertenecían a un grupo de asistencia, no sabemos si es cierto o falso, dicen que estaban en una agrupación política de estas de gente necesitada”.

La comisaría 15ª, ubicada a 15 cuadras del lugar de los asesinatos, está bajo la lupa del Ministerio de Seguridad provincial: la custodia de los testigos fue encomendada a policías que reportan a otras jurisdicciones. En agosto de este año el ex comisario de la 15ª, Gustavo Bella, fue reemplazado por Abel Santana, acusado de recomendar a vecinos que se quejaban por los delitos la contratación de la empresa de seguridad privada Ciberseg. La seccional tiene largo historial por muertes de presos en sus calabozos y casos de gatillo fácil.

Quienes conocen el hampa rosarino aseguran que el trasfondo de estos asesinatos es una pelea descontrolada por el manejo del negocio de la droga, sobre todo en el barrio de La Tablada, próximo al barrio Moreno, donde se produjo la masacre. Luego del asesinato del ex jefe de la barrabrava del rojinegro, Roberto “Pimpi” Colombo, la situación se desmadró. Entraron en el negocio muchachos más jóvenes. Y se fueron instalando cocinas de cocaína, lo que explica el incremento de la violencia. El nuevo jefe de la barra, Daniel “El Panadero” Ochoa, no tiene un férreo control de los negocios que pasan por la tribuna, y más allá. Cuando salió de estar preso, “El Hijo del Quemado”, junto a otros barras, lo bajó a las patadas de un paraavalanchas y le dio una paliza, dejándolo en calzoncillos. Ochoa retomó el control de la hinchada, pero su mando es cuestionado.

En la edición de la semana pasada, la corresponsal rosarina de esta revista, Silvina Tamous, publicó una nota sobre el juicio por el asesinato de Cáceres, cuyos presuntos asesinos fueron absueltos a fines del año pasado. Premonitoriamente, el padre del joven asesinado se quejó sobre los barras absueltos: “Estas lacras siguen en libertad, ahora van a seguir matando”

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Nuestra declaración.
Por (A) - Saturday, Jan. 07, 2012 at 10:11 PM


“Mientras exista una clase inferior, perteneceré a ella.
Mientras haya un elemento criminal, estaré hecho de él.
Mientras permanezca un alma en prisión, no seré libre.”

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