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Famatina: una tensa calma
Por Colectivo Indymedia Cba / RNMA - Thursday, Feb. 09, 2012 at 3:56 PM

Imágenes: Matias Arriola.Romina Verrua Texto: Romina Verrua

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Famatina: una tensa calma

Fue la sensación del pasado domingo a la tarde, eran alrededor de las 20 horas, y emprendíamos el regreso. Estrepitosamente se había presentado la posibilidad de viajar al norte, a La Rioja, al corte de Alto Carrizal, a la chaya riojana, al ejemplo nacional. Sin dudar, a pesar del corto viaje, preparamos bolsos y cámaras.

Abandonando la provincia de Córdoba por Villa de Soto, y rumbeando para el norte por la ruta 40 está Chilecito, una ciudad de cerca de 30 mil habitantes rodeada de hermosos cerros, con una calidez y festividad humana que nos dieron una confortable bienvenida. Con más de seis horas de viaje, nuestros ojos quedaron atónitos ante el cartel en una casa cualquiera que decía “esta familia está bien informada” y remataba con tres consignas de rechazo a la megaminería que hoy por hoy está en boca de muchos. Nos sorprendió alegremente observar que no era la única, ni las menos, también la farmacia de al lado, la casa de la esquina, el negocio de ropa de la vuelta multiplicaban esos carteles de rechazo en sus puertas y ventanas. “Claro, son siete años de trabajo, puerta por puerta, de difusión” nos dirá Jenny Luján después.

Jenny es de la asamblea de Chilecito, una de las tantas que viene apoyando activamente el corte selectivo en Alto Carrizal para evitar la explotación minera. “Estamos cansados, pero fuertes, nos estamos organizando para poder seguir sosteniendo el corte”, dijo, entre alegre y exhausta. En esa tensa calma, Chilecito se preparaba para la fiesta. A pocas horas del inicio de la Chaya, las calles se iban decorando, las casas y los patios preparándose para recibir el vendaval de gente que sale a festejar en tiempos en que los pueblos hacen catársis, el tiempo de carnaval.

Famatina se encuentra a poco más de 30 km de Chilecito, en departamentos diferentes pero compartiendo el mismo paisaje, igual clima, y los mismos cerros. El Famatina, cerro nombrado incesantemente desde el último 2 de enero que inició el corte en Alto Carrizal, es el que da vida, agua, identidad a la región y por el cual las asambleas riojanas vienen luchando desde hace años. Cecilia Matta, de la asamblea de la ciudad de La Rioja, relata que las de Chilecito, Famatina y su ciudad fueron las primeras en organizarse, y que vienen trabajando articuladamente desde hace años. Han ido naciendo otras también, en La Rioja, en Catamarca, y demás provincias cordilleranas que comparten la misma problemátca y preocupación por conservar un ambiente sano, sin contaminación: sin mineras y con agua. En la vecina provincia catamarqueña también hay cortes selectivos, aunque dificilmente superen el cerco mediático, las expresiones en contra de la explotación minera se multiplican organizadamente. La construcción colectiva, la organización en asambleas, es uno de los aprendizajes más difíciles, pero también de los más enriquecedores, dice Cecilia, pero han aprendido en estos años de trabajo que “los reclamos aislados, el trabajo aislado, no sirve”.

El corte de Alto Carrizal es una fotografía sincrética. A pocos kilómetros del pueblo de Famatina, camino al cerro, una superposición de banderas indican el inicio del corte. Desde La Plata, Mendoza, Córdoba, Salta, Catamarca, están presentes; el hermanamiento entre las islas Malvinas y el cerro Famatina, un altar con muchas vírgenes, afiches de gremios locales y nacionales, partidos políticos, y la infaltable wipala, coexisten en el campamento. Desde hace más de un mes se leuda una masa que excede al crecimiento político, las construcciones y transformaciones son transversales y se multiplican silenciosamente cada día que pasa y que el corte se sostiene. Así, una señora riojana mantiene una interesante y extensa charla con un joven de otra provincia, mientras éste hace una trenza de macramé que ella sostiene de la otra punta. Así, señores y señoras de unos sesenta y muchos más años van cada tarde con sillones y mates, desde Famatina hacia el corte, llevando insumos y comidas para las personas que pernoctan allí. Así, cinco mujeres de Chañarmuyo, localidad vecina de 300 habitantes, con los ojos llenos de lágrimas nos cuentan cómo juntan sus monedas y petates para apoyar el corte ahí mismo, una experiencia nueva para ellas, pero la única posible dicen, porque es lo que pueden dejarles a sus hijos. Así, la alarma que se usa en Famatina para dar aviso de emergencia es la campana de la iglesia, y el cura apoya la postura del pueblo.

Esta fue la imagen que nos llevamos el domingo, un ejemplo de dignidad y crecimiento que tal vez no pueda percibirse en la vertiginosidad de las noticias cotidianas pero que hacen a este desarrollo silencioso. “El pueblo de Famatina va a defender su cerro a muerte, visceralmente porque es parte de la cultura, de la identidad, es la vida, de ahí viene toda el agua, todo el valle existe por el Famatina (…) por eso también tanto enojo con Beder (Herrera), se sienten traicionados porque es famatinense (de Campana), ha traicionado a su pueblo”, dijo la integrante de la asamblea riojana, y nos dejó un sabor amargo. Un domingo que terminaba, para nosotros/as, en una tensa calma, con una espera organizada.

Lo que inicialmente fueron razones diferentes en nuestro viaje terminaron encadenándose el lunes a la mañana, con una noticia tan tardía como triste. Casi vivimos la ruptura de esos momentos serenos pero ansiosos, sin saberlo nos habíamos escapado de la represión conocida como la de barrio Parque, en Chilecito. En medio de la chaya, a partir de golpes y maltratos entre algunos de los participantes, la policía intervino para apaciguar la violencia en el festejo popular, y terminó reprimiendo con balas de goma primero a la multitud -ancianos/as, niños/as, sin distinción- y luego se mudó a un barrio vecino persiguiendo y amenazando a integrantes de la asamblea, golpeando y encarcelando a quienes alcanzó. Chaya y corte, festejo y tristeza. Es la primera vez que se reprime en una chaya, una huella que no será olvidada. Un accionar que una vez más huele a excusa.

Si hoy tituláramos, y empezáramos a escribir de nuevo, seguramente sería Belén: bronca, indignación y dolor.