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No a la reglamentación de la prostitución
Por Red Abolicionista de la Prostitución y Trata - Tuesday, Feb. 21, 2012 at 5:00 PM
redabolicionista@yahoo.com.ar

Ante recientes manifestaciones públicas de algunos sectores demandando la reglamentación de la prostitución, la Red Abolicionista de la Prostitución y la Trata de Personas declara que:


La prostitución no es un trabajo, no es una actividad sino que es una de las formas de violencia más crueles contra mujeres, niñas y niños. Es el efecto de situaciones caracterizadas por la vulnerabilidad, falta de opciones reales, educación, capacitación, que podrían resumirse como otra forma de inequidad.

Llamar trabajo a una forma de violencia no dignifica, sino que ahonda las explotaciones y las violaciones. Pensemos qué sería de nosotras y nosotros si se reglamentase la tortura, ya que ella también es, al igual que la prostitución, una “costumbre de nuestras civilizaciones”.

Aceptar que la prostitución es un trabajo legítimo como cualquier otro, es: aceptar y asumir que ciertas mujeres pueden ser puestas aparte como objeto de acoso; aceptar que ciertas mujeres son inferiores y están para ser sometidas a los mismos actos que, ejercidos contra las demás mujeres, constituyen crímenes, es enseñarle a los varones que el ejercicio permanente del abuso sexual es legítimo contra algunas mujeres, si media el dinero.

La reglamentación de la prostitución no soluciona el problema sino que lo esconde, lo normaliza: sería como pretender ilusoriamente contener la fiebre sin curar la infección.

Reglamentar es instituir un mercado de cuerpos femeninos para uso del prostituyente-cliente, que tendrá asegurada la salud y calidad de su mercancía y en beneficio del proxeneta, que continuará lucrando y comerciando con el cuerpo de las mujeres, ahora legitimado, y también de los tratantes, convertidos en abastecedores de los burdeles que pasarán a ser “centros de atención”. Lo que logra es perpetuar el sistema prostituyente con todas sus complicidades y mantiene el statu quo que les conviene en general a los gobiernos, es decir, no pensar en una distribución igualitaria de la riqueza social para el acceso al empleo y posibilidades de desarrollo de las mujeres.

El abolicionismo sostiene que el sistema prostituyente se consolida cuando se reglamenta la prostitución. Al reglamentarla, el mensaje hacia todas y todos dentro de esa sociedad sería: “es lícito usar cuerpos de otras personas para satisfacer deseos y prácticas propias”. Paralelamente se está autorizando a todos y todas a seguir haciendo con el cuerpo de otra u otro lo que les plazca, siempre que medie el dinero, según condiciones que responden al “mercado de cuerpos”, el cual nos dará su cotización y su grado.

Afirmar que la reglamentación es una garantía de seguridad para disminuir la trata de personas expresa el fundamento último del reglamentarismo: disminuir, no impedir o liquidar en absoluto, la trata. Afirmar que la reglamentación disminuye la trata es una falacia, “ablanda” la dominación para hacerla aceptable, y esto es lo que hacen todos los sistemas de dominación: “romantizar” la explotación para poder naturalizarla.

El reglamentarismo al buscar la preservación de la “fuente laboral” lo que hace es sostener también la trata de personas, que ahora serían “trabajadoras sexuales inmigrantes” o “inmigración laboral”.

Es imposible separar la prostitución de la trata de personas ya que este grave delito tiene como finalidad proveer de mujeres-mercancía a los prostíbulos. Intentar separar estos temas es desconocimiento o hipocresía, cuando no encubrimiento. Si el asedio económico más el acorralamiento de las normas patriarcales no alcanzan y aun se necesitan más cuerpos, se recurre a la trata de mujeres, niñas y niños, para satisfacer ese deseo supremo varonil al que debemos dar respuesta.

El abolicionismo es claro en este sentido, el delito de trata de personas debe ser combatido y erradicado con los medios legales, penales, disponibles o aquellos que podrán ser incorporados; y paralelamente se deben eliminar las condiciones materiales, sociales y simbólicas que son causa de la prostitución y que permiten que sea vista como algo natural y no como el acto de violencia que es.

La equidad entre varones y mujeres no es compatible con la prostitución. No se puede entender la dignidad como la legalización de esta inequidad. El cuerpo es parte de la integridad que es la persona, no es escindible de un alma o psique, por lo que le cabe la noción de dignidad humana: siempre sujeto, nunca objeto.

Esto nos compromete a sostener que la persona no puede ser convertida en objeto de satisfacción o uso; no es una “cosa” pasible de mercantilización.

La frase "mi cuerpo es mío" es un principio innegociable del feminismo y significa para las mujeres recuperar la libertad para disponer de sus propios cuerpos, liberándose de las imposiciones que históricamente le han impuesto los varones, las religiones, el Estado, que desde hace milenios vienen decidiendo sobre los cuerpos de las otras. Es una distorsión utilizar esa consigna tan cara al movimiento de mujeres, especialmente para el feminismo, para cosificar el cuerpo, ajeno o propio, como moneda de cambio, porque no hay un yo diferente al cuerpo. Somos persona en integridad.

El ser creadores de nuestras vidas, sus diseñadores, no nos autoriza a renunciar a un derecho humano básico como el de la dignidad, porque cada acción humana involucra a todos y todas, porque cuando elegimos una conducta estamos diciendo que esa acción es la que considero mejor para nosotras y nosotros y para cualquier otro sujeto, o sea, la convertimos en modelo.

El respeto y militancia en esta convicción nos obliga a ver aun en quienes no reconocen en sí mismas, en quienes pueden no saberla, esta condición, la misma dignidad que en cualquier otra persona.

Aquellas mujeres que están en situación de prostitución y defienden su "derecho" a estarlo como si se tratara de un trabajo, proceden como los esclavos del siglo XIX que no querían la liberación, sino seguir sirviendo a su amo; y como todos aquellas y aquellos que en los sucesivos momentos históricos, sufriendo imposiciones, aceptan someterse a las mismas como algo natural.

Cuando una persona se resigna a convertirse en esclava y en objeto para que otro la use, está aceptando que también otras personas sean convertidas en esclavas y objeto de uso de otros.

El abolicionismo NO persigue a las personas en situación de prostitución ya que son las explotadas del sistema prostituyente.

El abolicionismo desde su comienzo mismo ha defendido la dignidad de la mujer, por eso mismo se ha opuesto abierta y claramente a la persecución contra las mujeres en situación de prostitución, ya sea mediante contravenciones o en su momento edictos, como prostitución escandalosa, ofrecimiento sexual, escándalo en la vía pública, averiguación de antecedentes, merodeo, etc.

La prohibición de los avisos clasificados referidos a la prostitución fue una medida muy acertada porque pegó en un punto importante de esta lucha: la prostitución. De prostitución se habla poco. Muchos políticos/as hablan de "lo terrible de la trata" pero no mencionan a la prostitución como causa de la trata de personas.

No debemos pensar la prostitución como algo que no nos toca: la mirada prostibularia de los varones hacia las mujeres viene de la aceptación social de una práctica de violencia como si fuera “deseable” para realizarse como “machos”.
Desde el abolicionismo sostenemos que la prostitución y su consecuencia, la trata de personas, no serían posibles sin las condiciones arriba descriptas y sin la participación y complicidad de estamentos gubernamentales y de personas que conociendo la situación eligen mantenerla.

El abolicionismo sostiene su ideario desde hace más de un siglo, siendo conformado en este momento por organizaciones defensoras de los derechos humanos en general y de los derechos de las mujeres en especial. Sostenido también por aquellas mujeres en situación de prostitución que defienden su derecho a una vida sin violencias y luchan por cambiar las condiciones que las sumen en esa situación, como por ejemplo la asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos (AMMAR Capital).


Febrero de 2012

Red Abolicionista de la Prostitución y la Trata de Personas

contacto: redabolicionista@yahoo.com.ar

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