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¿Cómo era eso de “nunca menos”? Basta de verso: la “sintonía fina” es ajuste
Por MIR Movimiento de Izquierda Revolucionaria - Thursday, Feb. 23, 2012 at 1:59 PM
mirenrosario@gmail.com

Editorial de A Vencer Nº 39, enero y febrero de 2012.

Si algo ha demostrado permanentemente el kirchnerismo es una marcada capacidad para innovar con el lenguaje político; para construir con el discurso determinadas interpretaciones de la realidad que a fuerza de ser repetidas, una y mil veces, dan vida al “relato” épico kirchnerista que pretende explicar esa realidad en función de sus necesidades políticas.

Por ejemplo, el pago de miles de millones de dólares a los organismos internacionales de crédito no es una manifestación de la dependencia económica y política de nuestro país respecto al imperialismo, sino por el contrario la expresión de una política de “desendeudamiento” de carácter soberano. Así, el kirchnerismo logró el milagro de convertir el pago sistemático de la fraudulenta deuda externa en una acción de política antiimperialista. Notable.

En esta tónica, la Presidenta de la Nación acuñó en las últimas semanas un nuevo eufemismo (la “sintonía fina”) para maquillar una política que sustancialmente es de ajuste (aumento de tarifas, pérdida del poder adquisitivo popular a raíz de la inflación, recortes de los planteles estatales en algunas provincias, etc.) y que es producto de los límites propios del modelo económico kirchnerista.

No obstante, si los gobiernos fervorosamente neoliberales (el menemismo, la Alianza) presentaban sus programas de ajuste como la respuesta inevitable a las exigencias y necesidades del mercado todopoderoso; el kirchnerismo dice hacerlo, en cambio, con el objetivo de poner fin “a las avivadas” y privilegios de algunos pocos en defensa del bienestar general. Un giro discursivo que pretende ocultar lo evidente: que tanto el gobierno nacional como los provinciales buscarán descargar en los sectores populares -cada cual a su modo y el kirchnerista será como siempre ambiguo- los costos de la profunda crisis económica internacional, que tiene su epicentro en Europa, pero que de a poco ya se hace sentir en países periféricos como el nuestro.

Para llevar adelante esta política Cristina Kirchner profundiza su rol y exacerba toda su gestualidad como “árbitro” del conflicto de clases. Ataca a los gremios y denuncia como “extorsión” cualquier medida de lucha que no se sujete a las directivas gubernamentales, para luego emprenderla verbalmente -con menor frecuencia por cierto- contra determinados sectores empresarios (el caso más reciente es con las petroleras), a quienes reprocha su afán excesivo por la obtención de ganancias y sus prácticas monopólicas.

Una de cal y otra de arena: es que cada tanto el gobierno nacional le demuestra a la gran burguesía que si bien posiblemente éste no sea plenamente “su” gobierno, sí es indudablemente el gobierno que necesitan para asegurar la estabilidad política imprescindible que permite la continuidad de sus negocios.

Una interna cada vez más dura

En este marco de tensión, el recrudecimiento de la puja entre el gobierno nacional y el jefe de la CGT, Hugo Moyano, es el elemento político más destacado de estas semanas.

Los más de 200 despidos de trabajadores encuadrados en Camioneros, pertenecientes a la empresa Camuzzi en la ciudad de Trelew, Chubut -que además fueron duramente reprimidos por la policía local- fueron el detonante de una nueva escalada entre los hasta hace muy poco “socios estratégicos”. Esta puja supera el carácter de enfrentamiento meramente corporativo y expresa las crecientes tensiones políticas al interior del oficialismo.

En este sentido, los cruces entre el gobierno nacional y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, anticipan un escenario de fricción que se agravará cada vez más en el transcurso del año. Las versiones extraoficiales y “rumores de pasillo” que plantean en la agenda una posible iniciativa de reforma constitucional para permitir una tercera reelección de Cristina Kirchner -más no sea como “globo de ensayo” para medir reacciones-, indica a las claras que esa disputa al interior del peronismo marcará la cancha (política) del período próximo.

La existencia de niveles agudos de enfrentamiento entre los de arriba genera siempre mejores condiciones para la lucha de los de abajo: las pujas en el campo oficialista abrirán resquicios que deberemos aprovechar con inteligencia para potenciar todo lo que podamos la lucha de clases.

Respuestas populares a la ofensiva de los de arriba

A fin del año pasado, en el sur de nuestro país, en la combativa Santa Cruz, se produjo un anticipo de lo que puede llegar a venir si se generalizan los planes de ajuste en las provincias más asfixiadas financieramente. La coordinación de todos los gremios estatales (ADOSAC, ATE, UPCN, entre otros) y la CTA local, que se movilizaron unitariamente, echó por tierra el durísimo plan de ajuste que pretendió implementar el gobernador Daniel Peralta, a su vez enfrentado con los sectores kirchneristas “puros” de la provincia.

En otro orden, pero igual de relevante, se ubica la enorme movilización popular de la comunidad de Famatina, en La Rioja, que logró visibilidad nacional y puso un freno momentáneo al inicio del plan de exploración de la Osisko Mining Corporation. La decisión de postergar las actividades de este pulpo minero transnacional debió ser tomada, a su pesar, por el gobernador Beder Herrera, que con esta maniobra busca ganar tiempo para desarticular la resistencia popular.

Más allá de sus evidentes diferencias, ambos hechos sobresalen porque ponen de relieve que a través de la lucha popular decidida, es posible enfrentar la ofensiva de los de arriba, ponerles un freno e inclusive obtener victorias. Ése debe ser el camino a seguir.

Que no nos roben nuestro poder adquisitivo

Las paritarias marcarán el ritmo de la lucha de clases en los próximos meses. La Presidenta dice que no habrá “techo” al mismo tiempo que anuncia la conformación de un equipo de trabajo encabezado por la ministra Débora Giorgi que hará un seguimiento particular a determinadas negociaciones sectoriales, utilizando como variables fundamentales los niveles de productividad y competitividad del sector. Una novedad a medida de los anhelos empresariales.

A contramano de este enfoque oficial (claramente patronal), los trabajadores y trabajadoras debemos organizarnos de cara a las paritarias poniendo por delante la necesidad de mantener y ampliar el poder adquisitivo de nuestros salarios, por arriba de la inflación; debemos exigir que no se produzca ningún despido ni suspensión; el fin de la precarización laboral y el pase a planta y/o efectivización de todos los contratados; y la anulación de los aumentos de tarifas e impuestos.

A la “sintonía fina” que nos ajusta, opongamos la lucha obrera y popular en defensa de nuestros derechos.

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