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El sueño por la dignidad indígena de Rigoberta Menchú
Por Noticias Terra - Tuesday, Mar. 06, 2012 at 12:01 AM

'No importaba quiénes fueran los compañeros y las compañeras, porque yo tenía un gran amor hacia todo el pueblo y los siento igual que mis hermanos, cualquiera de ellos que sea', Rigoberta Menchú.

“Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia”, narra Elizabeth Burgos en su libro del mismo nombre, donde describe que tras los enormes y brillantes ojos negros y esa piel morena tostada por el sol del campo en la milpa, está no sólo la Premio Nobel de la Paz, sino el símbolo de lucha por la justicia y la dignidad.
Cansada de la miseria en que vivían los indígenas guatemaltecos, especialmente su etnia, la maya-quiché, y luego de una serie de eventos desafortunados, la niña se convierte en una mujer de hierro y una prominente activista en pro de los derechos de los pueblos indios.
Por ello, en su discurso cotidiano figuró su frase: “La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz”
UNA MADRE DE HIERRO
Durante los primeros años de vida de los Quichés, los niños aprenden todo de la madre. Maternalmente la mujer le cuenta todo lo que ve, la naturaleza, los árboles, el aire, la luz y los colores y mira la vida con los ojos de la madre. Como quiché, la niña Rigo tomó la fuerza de Doña Juana Tum, el coraje y la valentía.
“Mi madre decía que una mujer cuando ve que su hijo es quemado vivo, no es capaz de perdonar a nadie y no es capaz de quitarse ese odio”.
Victor, con 16 años, el hermanito de Rigoberta había sido arrestado, torturado y quemado vivo por el ejército. Fue la primera víctima de un mundo intolerante y lleno de odio, con sed de justicia.
A DAR LA SANGRE
Además de la tragedia de su hermano, la vida de Menchú pareció destinada a escribirse con tinta roja, ya que Vicente Menchú, su padre, también murió calcinado en el asalto de la policía guatemalteca a la Embajada de España en el año 1980, año que su madre fue secuestrada y desaparecida.
Sin embargo, el legado de sus progenitores quedó intacto y dio inicio a su gran lucha: “Mi padre una vez me dijo: Hay algunos a los que les toca dar la sangre a otros les toca dar la fuerza, así que mientras podamos nosotros demos la fuerza”.
Al darse cuenta de aquellas injusticias, Menchú forma parte del Comité de Unidad Campesina (CUC) para defender los derechos humanos de los pueblos indígenas y en ese momento inicia una persecución política en su contra, por parte del gobierno, que la obliga a exiliarse en México.
Su constante labor en pro de los derechos indígenas hacen acreedora a Menchú del Premio Nobel de la Paz en 1992; con el dinero obtenido por el premio, crea la Fundación Vicente Menchú que posteriormente toma el nombre de Rigoberta Menchú Tum, de cuya institución es presidenta y a través de la cual apoya a las poblaciones más necesitadas con proyectos de educación, productivos y de infraestructura.
En 2007, forma el partido político WINAQ con el cual se postula a la presidencia de Guatemala pero sin éxito. En septiembre del 2011 intenta de nuevo convertirse en la primera mujer indígena en presidir su país pero las votaciones no la favorecen, realidad que lejos de desanimarla la mantiene vigente y en pie de lucha: “La democracia no es una meta que se pueda alcanzar para dedicarse después a otros objetivos; es una condición que sólo se puede mantener si todo ciudadano la defiende”.
SUEÑO DE EQUIDAD
Igualdad es la palabra que define a una mujer como Rigoberta Menchú, mujer que sueña y lucha todos los días por el mundo que vio a través de los ojos de su madre, “una mujer con imaginación es una mujer que no sólo sabe proyectar la vida de una familia, la de una sociedad, sino también el futuro de un milenio”.

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