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Aqualic: El derecho democrático a la autodefensa obrera y popular
Por Prensa Convergencia Socialista - Saturday, Mar. 10, 2012 at 8:50 AM
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A propósito de Aqualic: POR EL DERECHO DEMOCRÁTICO A LA AUTODEFENSA OBRERA Y POPULAR

Aqualic: El derecho ...
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Foto: la patota de la UOCRA, una imagen constante en las luchas obreras y populares

Las protestas obreras y populares son realmente efectivas cuando causan incomodidades suficientes como para obligar a una negociación o resolución de los problemas. Una huelga no es más que uno de los mejores recursos con que cuentan los trabajadores para desarticular el sistema productivo, obligando a los patrones a sentarse a la mesa de las negociaciones.

Por supuesto que las huelgas y movilizaciones incomodan - y así debe ser - tanto a los patrones como al Estado Patronal. Por esa razón el intento de reglamentarlas para que otros no se hagan cargo de las molestias ocasionadas es lo mismo que intentar prohibirlas.

Esta actitud pasiva que esperan los de arriba de los trabajadores y los sectores populares, sin embargo no se extiende a la burguesía y los patrones. Ellos cuentan con toda la impunidad del mundo, utilizando la policía o la gendarmería o contratando guardias privados o patotas, de manera de imponer sus deseos a golpes y balazos si fuera necesario.

Es así que la rama de la "seguridad" industrial y comercial y el empleo de guardaespaldas ha sido, durante estos últimos años, uno de los sectores de servicios más dinámicos. Un sector que emplea a gran parte de los miles que estuvieron involucrados en la represión perpetrada por la dictadura militar.

Cuando los patrones lo consideran necesario, mediante una simple llamada por teléfono lograrán la custodia inmediata de la policía y gendarmería, que pondrán a su disposición todo el aparato con el que cuentan para proteger sus intereses.

Y cuando el aparato policial no les alcanza, con otra llamada telefónica pueden recurrir a los servicios de las agencias de "seguridad" o, incluso, a los matones del sindicato, como acaba de suceder en Aqualic en Neuquén o como pasó hace poco tiempo en Famatina y Santa Cruz.

Mientras cuentan con todos estos recursos para impedir, entorpecer o aplastar una huelga, los trabajadores en lucha no cuentan con nadie a quien recurrir cuando son atacados por matones del sindicato, la policía o los guardias privados de la patronal.

¿Qué pueden hacer entonces para igualar la situación y evitar la represión innecesaria, la violencia de arriba y aun la acción de provocadores pagados para facilitar la acción represiva policial? ¡Tomar el asunto en sus propias manos, organizando su autodefensa!

Las objeciones de algunos sectores de la izquierda

Frente a estas circunstancias, muchas veces desde la izquierda objetan la posibilidad de organizar la autodefensa, argumentando que no están dadas las condiciones, que la situación no está madura, que los trabajadores no lo entenderán, etc.

Habría que preguntarles a estos centristas y timoratos si no existen en estos momentos las huelgas, las movilizaciones, las protestas. Su sola existencia hace de la autodefensa un derecho democrático de aplicación práctica inmediata.

También habría que preguntarles si ¿La Gendarmería y la Policía están bajo ordenes estrictas de no intervenir, hostigar o molestar las manifestaciones de protesta y las huelgas de los trabajadores? Si ¿Los abusos, detenciones arbitrarias, la violencia innecesaria de estos organismos han sido desterrados para siempre de ellos? Si ¿Con el “gobierno nacional y popular” han dejado de actuar las bandas de pistoleros al servicio de las patronales…?

De ninguna forma. Por lo tanto, su sola permanencia como una realidad cotidiana de la lucha de clases, pone al orden del día la necesidad de protegerse de esos abusos de poder. ¡Si los trabajadores y el pueblo hubiesen construido su autodefensa, hoy estaríamos contando una historia diferente de 1976! ¿Estaba entonces justificado resistir el golpe, los secuestros y desapariciones, los campos de concentración, las torturas?

Hay muchos trabajadores y activistas que objetarían, y no sin razón, la idea de la autodefensa y pondrían el ejemplo de la guerra de guerrillas de los 70s y los resultados desastrosos que tuvo para el movimiento de masas de entonces el accionar de los grupos guerrilleristas, como Montoneros y el ERP.

Sin embargo la política de estos sectores nada tenía que ver con la autodefensa de los trabajadores y el pueblo. Ellos/as, con todo su heroísmo y abnegación, realizaban acciones aventureras y desesperadas, propias de las clases medias desesperadas y no de la clase obrer.

Por eso actuaban sin atenerse a la disciplina del movimiento de masas, acudiendo a métodos terroristas opuestos por el vértice a la autodefensa obrera. La autodefensa de los trabajadores no es independiente de los trabajadores, sino que se supedita a estos y sus organismos democráticos. Sus tareas no son clandestinas y de aparato, sino públicas y defensivas.

La vanguardia del movimiento obrero y la izquierda debe agitar y propagandizar permanentemente ante el conjunto de los trabajadores la iniciativa de la autodefensa y hacerla popular, aceptada por los trabajadores con entusiasmo y legalizada en los hechos mediante el apoyo popular.

Sus dirigentes deberán ser responsables ante las asambleas de los que luchan y podrán ser reemplazados por estas en cualquier momento. Su propósito no es comenzar una guerra de aparatos con las fuerzas del estado, sino auxiliar al movimiento de masas en sus luchas.

Sería impensable que el estado burgués y el gobierno aceptaran esta idea o admitieran su práctica sin obstaculizarla o incluso atacarla. Después de todo el monopolio sobre las armas y el uso de la fuerza han sido dos preceptos del sistema capitalista.

Mediante el ejemplo de su funcionamiento disciplinado y democrático y la demostración de su valor práctico en la lucha de clases, su aceptación sobrevendrá en relación directa al esfuerzo y seriedad con que la vanguardia y la izquierda lo conviertan en un hecho consumado que demuestre en la práctica su utilidad.

La autodefensa de los trabajadores es un derecho democrático que permite luchar sin ser reprimidos ni coartados de ese derecho por bandas armadas de los patrones, matones de la burocracia sindical o el estado. La izquierda tiene la obligación de plantear esta cuestión primordial en todas las luchas y poner a disposición de los trabajadores recursos y cuadros para garantizarla.

Una fórmula semejante puede y debe utilizarse en manifestaciones del conjunto de la izquierda, conformada como autodefensa común para proteger la movilización a través de la formación de una coordinadora nacional unificada para tal efecto.

La autodefensa se plantea como disuasiva y defensiva, y sometida a los trabajadores en lucha en un caso o al frente o coordinadora de la izquierda en la otra. No deben ser en ningún momento grupos independientes de la clase ni operar por fuera de un sistema democrático de control como son las asambleas o una coordinadora nacional.

Esta autodefensa también serviría para contener y desarmar posibles provocaciones o infiltraciones de provocadores. O defender las conquistas democráticas contra el accionar de bandas de ultraderecha.

Aqualic: ¡Hay que echar a la patota!

Lo sucedido en Aqualic de la localidad de Centenario, donde una patota del sindicato, proveniente de Buenos Aires, ingresó a la fábrica y a apaleó a los obreros, es un hecho gravísimo que no podemos dejar de pasar. Para que echarlos no alcanza con denuncias, marchas y cortes de ruta.

¡Para hacerlo hay que emprender el único camino posible y realista: poner en marcha una amplísima comisión de autodefensa, que debería comenzar con la organización de escraches y hostigamientos contra los rompehuelgas, pero necesariamente tendrá que culminar con desalojo de los patoteros de la fábrica y la provincia!

Si esto se logra será un ejemplo que levantará la moral del conjunto de la clase obrera y del pueblo de la región y una seria advertencia para los patrones, burócratas y gobernantes.

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