Por Leónidas Ceruti, historiador. En el Congreso Normalizador
de la CGT “Amado Olmos”, para los días 28, 29 y 30 de marzo de 1968, las distintas
corrientes del movimiento obrero chocaron entre sí. El Congreso se transformó
en una verdadera batalla contra la dictadura, contra el participacionismo y
el colaboracionismo de los burócratas. En él tuvieron cabida las aspiraciones
de lucha de los trabajadores, y su voluntad de impulsar la lucha antidictatorial.
El sindicalismo desde el golpe del 66
Sindicalistas como Vandor, Coria y Alonso conspiraron
activamente para el derrocamiento del presidente Illía. Luego, su presencia
en la asunción del gobierno dictatorial, y posteriormente a los pocos días,
la firma del convenio de los metalúrgicos en la Casa de Gobierno, fue otro símbolo,
de la relación de Vandor con los militares golpistas.
Entre las primeras medidas tomadas por la dictadura
que afectaron a la clase obrera estuvo la suspensión por cuatro meses del decreto
969/66, dictada por el gobierno de Illía, que promovía el pluralismo y la federalización
de los sindicatos, y se devolvió la personería gremial a varios sindicatos que
habían sido sancionados durante el gobierno radical. Posteriormente, se promulgo
la ley 16.936 de “arbitraje obligatorio”, medida duramente criticada por los
sindicalistas, ya que la misma limitaba el derecho de huelga. Además, Onganía,
ordeno que fuesen intervenidos varios gremios como el Sindicato de Prensa y
Canillitas, Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA), Trabajadores del
Pescado de Mar del Plata, Municipales de Córdoba, Empleados del Tabaco.
La política anti-popular que llevó a cabo el gabinete
económico, más la represión que se ejerció a los reclamos obreros, hicieron
añicos el galanteo entre algunos sindicatos y el gobierno. En distintas provincias
del país, se iniciaron protestas obreras que de a poco inauguraron un tiempo
de sangre y plomo.
La policía, siguió reprimiendo varias manifestaciones
de trabajadores: como la de Luz y Fuerza de Buenos Aires, o la de los gremios
del riel, como la Unión Ferroviaria y La Fraternidad.
Los desocupados comenzaron a pulular como resultado
del despido de miles de trabajadores. La FOTIA (Federación de Obreros y Trabajadores
de la Industria Azucarera) en Tucumán, por tal motivo, decidió convocar a una
huelga. Córdoba no se quedó atrás, y a fines de enero de 1967 los obreros de
la fábrica de automóviles IKA (Industrias Kaiser Argentinas), dieron inicio
a los paros al conocer que 950 operarios habían quedado sin trabajo.
En febrero de ese año, la CGT presionó al gobierno
anunciando un plan de lucha. Pero los militares contraatacaron con rapidez:
se denuncio la existencia de un plan terrorista, se interrumpió el diálogo con
la central obrera y se suspendió la personería gremial de varios gremios (FOTIA,
Unión Ferroviaria, UOM, FOETRA y otros). El plan de lucha planteado naufragó.
Cuando a escasos días de su asunción del dictador
Onganía, registraba entre sus medidas la disolución de los partidos políticos
y de intervención a las universidades nacionales, muchos se preguntaron con
los matices lógicos ¿porque no la CGT?. Los golpistas estaba cumpliendo un compromiso,
y en virtud de ello, la central obrera se negaba a tomar partido en el problema
universitario y apoyaba sin reservas la disolución de las agrupaciones políticas.
La designación de Rubens San Sebastián para la
Secretaría de Trabajo, a mediados de octubre 1966, constituyó un rudo golpe
para los sectores “rupturistas”, y a partir de ese instante se ratifico y robusteció
el compromiso de “conciliación”. Dentro de la CGT el compromiso fue piloteado
por Vandor, que estaba al frente de las 62 Organizaciones, y de esa manera lograba
consenso entre los gremios “no alineados” e “independientes”. El gobierno buscaba
un “pacto social”, pero cuando se promulgo la ley de arbitraje obligatorio,
muchos creyeron ver un acto de fuerza, pero la CGT lo recibió con serenidad.
Los anunciados reordenamientos portuarios y ferroviarios,
para modificar la infraestructura de los puertos (reequipamiento) y de los ferrocarriles
(transformación del sistema de transporte) provocaron sendos conflictos. Se
agregaron a los conflictos los azucareros tucumanos.
Augusto Timoteo Vandor
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A pesar de las expectativas y del apoyo de los
jerarcas sindicales hacia el nuevo gobierno, producto de las disposiciones tomadas
en materia de legislación laboral y del plan económico, sectores del sindicalismo
respondieron con paros como en General Motors, empleados de farmacia, lecheros,
papeleros, textiles, metalúrgicos, transporte, portuarios, maestros, construcción.
En Tucumán los enfrentamientos de los obreros de los Ingenios azucareros, con
las patronales y la política impulsada desde el gobierno llevaron a la ocupación
de diferentes empresas, manifestaciones, asambleas, hasta choques armados, lo
que origino una fuerte represión, con la trágica muerte de Hilda Guerrero de
Molinas.
Desde mediados de octubre se llevo adelante durante
más de dos meses una huelga portuaria, contra la racionalización del personal,
nuevas reglamentaciones del trabajo. Los dirigentes de la CGT no los apoyaron
ni se solidarizaron con los huelguistas. Durante el conflicto se realizaron
manifestaciones, actos y se instalaron dos comedores para portuarios funcionaron
en Dock Sur y La Plata. Con el gremio intervenido, muchos trabajadores fueron
despedidos, y la CGT reacciono demasiado tarde y convoco a un paro general para
el 14 de diciembre.
En medio del clima creado por la huelga portuaria
se convocó al Comité Central Confederal de la CGT para el 30 de noviembre. Allí
se vio que dirigentes de importantes federaciones ya no adherían a lo que se
llamaba la “expectativa esperanzada” en el gobierno de Onganía.
El propio Vandor tuvo que confesar que “después
del discurso del presidente hemos visto claramente la pata de la sota, y no
tenemos ningún tipo de esperanzas”. Lorenzo Pepe, de los ferroviarios, agrego
“Ante la política de libre empresa del gobierno, los trabajadores debemos plantearnos
nuestros propios objetivos y salir a la lucha”.
De esa manera se llegó al primer paro general
a nivel nacional durante el gobierno de Onganía, el 14 de diciembre de 1966.
La medida se acato en las fábricas industriales, el comercio, los bancos, los
ferrocarriles. La CGT no propagandizo la huelga, y “algunos de sus dirigentes,
como Vandor, Prado y Cardoso, tergiversaron sus objetivos, haciendo creer que
era para apoyar a los “hombres buenos” del gobierno y repudiar a los “malos”.
La CGT decidió a principios del 67, dos medidas
que terminaron en un rotundo fracaso como fueron el Plan de Lucha del 22 de
febrero y el paro general del 1º de marzo. La dictadura contesto con dos medidas:
la intervención de más gremios, entre otros la UOM, Unión Ferroviaria, Sindicato
Único Petroleros del Estado y refloto el decreto 969/66 de Illía.
Raimundo Ongaro y Agustín Tosco
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La agresión hacia las conquistas históricas de
la clase obrera continuó en los años venideros. Agustín Tosco las sintetizo
en estas líneas “retiro de personería a sindicatos, desconocimiento de las representaciones
laborales en organismos del estado, imposición del arbitraje obligatorio, anulación
del salario mínimo, vital y móvil, legislación contra el derecho de huelga,
anulación de la ley 1884 de indemnización reduciendo sus montos a la mitad,
cesantías, suspensiones, rebajas, de categorías, perdidas de salario, suspensión
de la estabilidad en varias convenciones colectivas de trabajo: aumento de la
edad para jubilarse y régimen de alquileres de libre contratación”.
Luego, del fracaso de las iniciativas de la central
obrera a comienzos del 67, creció la relación de los sindicatos colaboracionistas
con el gobierno. Por su parte, Vandor decidió dar batalla por la conducción
del peronismo, y lanzó su célebre frase: “para salvar a Perón, hay que estar
contra Perón”.
La CGT debió efectuar una suerte de modificación
para delinear una nueva estrategia. Así es como las dos alas de las 62 Organizaciones
se unificaron bajo la hegemonía de Vandor, pero surgió un sector llamado “Nueva
Corriente de Opinión”, liderado por José Alonso (del Sindicato del Vestido),
Rogelio Coria (de la Construcción) y Juan José Taccone (de Luz y Fuerza), que
planteaban dejar de lado los métodos de presión y colaborar abiertamente con
el régimen militar.
Amado Olmos
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El Congreso Normalizador de la CGT
Citado el Congreso Normalizador de la CGT, “Amado
Olmos”, para los días 28, 29 y 30 de marzo de 1968, las distintas corrientes
del movimiento obrero chocaron entre sí. El lugar elegido fue la sede de la
Unión Tranviarios, al que asistieron 290 delegados sobre 447 en condiciones
de participar, de 39 federaciones. La gran mayoría de los delegados, presionadas
por las bases, concurrieron con un espíritu de legítima hostilidad hacia los
jerarcas colaboracionistas y participacionistas. Éstos comprendieron que serían
repudiados, y no se presentaron. Los congresales de Luz y Fuerza, construcción,
metalúrgicos, comercio, vitivinícolas, petroleros y otros recibieron orden de
no concurrir a las el fin de frustrar el quórum e imponer la postergación del
Congreso.
La Comisión de Poderes, desafiando las pretensiones
del gobierno, aceptó las credenciales de los delegados de los gremios intervenidos:
Unión Ferroviaria, químicos, prensa, portuarios, telefónicos y azucareros.
La Comisión de Delegados sostuvo que el congreso
no era lo bastante representativo para sesionar, pero la protesta generalizada
de la sala obligó a presidir el congreso. Posteriormente se retiraron nueve
miembros de esa comisión, lo mismo que los delegados del vestido, aguas gaseosas,
SOEME y madera.
Raimundo Ongaro en el Congreso Normalizador
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El Congreso Normalizador de la CGT se transformó
en una verdadera batalla contra la dictadura, contra el participacionismo y
el colaboracionismo de los burócratas. En él tuvieron cabida las aspiraciones
de lucha de los trabajadores, y su voluntad de impulsar la lucha antidictatorial.
Tanto vandoristas como participacionistas se valieron
de una “chicana” política (según éstos, sólo podían concurrir los sindicatos
en condiciones estatutarias) y la CGT quedó definitivamente quebrada en dos
partes. Se retiraron del congreso tanto vandoristas como colaboracionistas,
constituyendo la “CGT de Azopardo”, que paso a ser la “CGT oficialista y colaboracionista”,
mientras que el resto de los gremios conformaron la CGT de los Argentinos (CGTA)
o de Paseo Colón.
Los participacionistas levantaron la consigna
“Primero la unión, después la lucha”, mientras que la CGTA comandada por Ongaro,
les respondieron planteando “Primero la lucha, después la unión”.
Los Rosariazos
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La CGT de los Argentinos: Nación para luchar
Algunas de las resoluciones adoptadas por la CGTA,
aquel 30 de marzo de 1968, fueron:
a) Por una CGT única, libre e independiente de
sectores extraños a los trabajadores, que no renuncie a su autodeterminación.
b) Por la libertad de Eustaquio Tolosa y de quienes
sufren injusta privación de libertad, y para que se devuelvan a los representantes
que habían elegido los trabajadores las organizaciones intervenidas, restituyéndose
también las personerías canceladas o retiradas.
c) Para que cesen los desalojos y el drama de
las “villas de emergencia”, se garanticen planes de tierra y vivienda, por la
defensa de la educación en todas sus etapas al acceso del pueblo, por la asistencia
integral de la salud para la familia argentina, por el respeto a dignas normas
de previsión social y a los derechos de los trabajadores.
d) Por la defensa de las fuentes de trabajo, la
plena ocupación, y que la industria y el comercio nacional no sean liquidados
al capital exterior, cuyos organismos financieros anhelan mantenernos en el
papel de países productores de materias primas, precisamente cuando nos hallamos
en los umbrales de la era tecnológica.
e) Por la derogación de la ley 17.224, y para
que se discutan los Convenios de Trabajo, reajustándose los salarios de acuerdo
a la suba del costo de la vida, y para el cese de la mal llamada racionalización
administrativa.
f) Los trabajadores argentinos apoyamos fervorosamente
la normalización institucional, con plena vigencia de las libertades y derechos
constitucionales, y para que las trasformaciones c cambios que requiere una
Argentina con real crecimiento y desarrollo sean decididas únicamente con la
voz y el voto del pueblo argentino, respetándose su soberana voluntad.
Huelga, de Ricardo Carpani
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El gobierno y los ex dirigentes de la CGT se pusieron
de acuerdo para desconocer la validez del congreso. En tanto que el primero
se negaba a que la dirección surgida del congreso tomase posesión del edificio
y los bienes de la CGT, la dirección que caduco citó al Comité Central Confederal
para el 5 de abril de 1968, y con la presencia de 93 delegados de 58 organizaciones
resolvió "suspender a todos los gremios participantes en el congreso de la calle
Moreno" y convocar un nuevo congreso de la CGT.
De tal modo, como hemos comentado quedaron constituidas
en los hechos dos centrales obreras: la oficialista, que fue denominada "CGT
de Azopardo" por mantener la sede central de Azopardo 802 y la CGTA también
llamada CGT de Paseo Colon, ya que fijo su residencia en la sede de la Federación
Gráfica Bonaerense, Paseo Colón 731, que se denominó CGT de los Argentinos (CGTA).
Raimundo Ongaro hablando ante los compañeros
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La dirección de la CGTA quedó integrada así: Secretario
General, Raimundo Ongaro (Gráfico); Secretario Adjunto, Amancio Pafundi (UPCN);
Secretario de Hacienda, Patricio Datarmine (Municipal); Prosecretario de Hacienda,,
Enrique Coronel (La Fraternidad); Secretario Gremial e Interior, Julio Guillan
(Telefónico); Prosecretario, Benito Romano (POTIA); Sec.de Prensa, Cultura,
Propaganda y Actas. Ricardo De Luca (Navales); Secretario de Previsión Social,
Antonio Scipione (Ferroviario); Vocales: Pedro Avellaneda (ATE), Honorio Gutiérrez
(UTA), Salvador Mangare (gas del Estado), Enrique Bellido (Ceramista), Hipólito
Ciocco (empleado textil), Jacinto Padín (SOYEMEP), Eduardo Arrausi (viajantes),
Alfredo Lettis (Marina mercante), Manuel Veiga (edificios de renta), Floreal
Lencinas (Jaboneros), Antonio Márchese (calzado) y Félix Binettí (Carbonero).
Todo el conglomerado de fuerzas políticas, sindicales
y estudiantiles que se expresaron en la CGTA lo hicieron tras un programa antiimperialista,
antimonopolista y antioligárquico.
Rodolfo Walsh, Enrique Coronel, José Vázquez,
Ricardo de Luca y Raimundo Ongaro, principales orientadores del periódico
de la CGT de los Argentinos
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En abril, un sector del Movimiento Obrero de Rosario
y del Cordón Industrial, lanzó una convocatoria titulada “Por una CGT... sin
compromisos o ataduras espurias”, donde se afirmaba: “Asumimos la responsabilidad
que el momento nos exige, UNIR en torno a esta Regional de la CGT, a todos los
que, sin compromisos o ataduras espurias, entendemos que a los trabajadores
se los arma de fe y de ansias de lucha, con posiciones claras, que no dividen,
sino que unifican y sirven para hacer surgir dirigentes leales a las ideas e
intereses del pueblo trabajador.”
Posteriormente, el 17 de ese mes, un plenario
de 27 gremios, presidido por Héctor Quagliaro, conformó la “CGT de los Argentinos
Regional Rosario”, que adhirió a la Central Obrera que lideraba Raimundo Ongaro,
aprobando lo resuelto en el Congreso Normalizador.
Previo a la apertura de dicha asamblea, se leyeron
entre otras las adhesiones del Sindicato de Prensa, del reverendo padre Santiago
MacGuirre, de la Unión de Mujeres Argentinas, del Centro de Estudiantes de Ciencias
Medicas, Bioquímica, Farmacia y Ramas Menores, del Movimiento de Liberación
Nacional, Rama femenina del Justicialismo y Frente Estudiantil Nacional.
Luego, Quagliaro, dado el clima de efervescencia
entre los delegados obreros, los invito a debatir el tema que los convocaba,
que aprobaron la conformación de la CGTA Regional Rosario. Los gremios que lo
hicieron fueron: Asociación Trabajadores del Estado (ATE), filial Rosario y
filial Borghi, Sindicato de Minería, Asociación Bancaria, Federación Gráfica
Rosarina, La Fraternidad, Sindicato del Seguro, Sindicato de Jaboneros y Afines,
Sindicato de Obreros ceramistas, Sindicato de Viajantes, Luz y Fuerza, Gas del
Estado. Unión Ferroviaria del Ferrocarril Mitre, Belgrano de Puerto Rosario,
de Santa Fe y Villa Constitución, Sindicato Químico Papelero, Sindicato de Panaderos,
Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones (FOE CYT)
Sindicato de Marítimos, Industrias Químicas, Sindicato de Obreros Mosaístas,
Sindicato de Operadores Cinematográficos y Sindicato de Obreros de Calzado.
Periódico de la CGT de los Argentinos
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El Programa del 1º de Mayo de 1968
Los principios económicos, sociales y políticos,
de la CGTA, quedaron de manifiesto cuando dieron a conocer el “Mensaje a los
trabajadores y el pueblo. Programa del 1º de Mayo de 1968”, que siguió el camino
de otros documentos del sindicalismo como el de La Falda (1957) y el de Huerta
Grande (1962). El que pasaría ha ser un documento histórico de la clase obrera,
fue ampliamente divulgado entre los sindicatos, activistas gremiales y políticos,
fue redactado por Rodolfo Walsh, mientras que Ongaro le dio los últimos retoques.
El 1º de mayo de 1968, la CGTA presento el programa
en un acto encabezado por Raimundo Ongaro y Agustín Tosco, en el Córdoba Sport
Club. Una de las sorpresas del acto fue la presencia del ex-presidente Arturo
Illia, que se abrazo con Ongaro y Tosco ante los aplausos de los concurrentes.
Entre los principales párrafos del mismo encontramos
los siguientes planteos “Durante años nos han exigido sacrificios. Nos pidieron
que aguantáramos un invierno: hemos aguantado diez. Y cuando no hay injusticia
que reste cometerse con nosotros, se nos pide irónicamente que “participemos”.
Les decimos, ya hemos participado y no como ejecutores sino como víctimas. (..)
Agraviados en nuestra dignidad venimos a alzar viejas banderas de lucha. (..)
El aplastamiento de la clase obrera va acompañada de la liquidación de la industria
nacional, la entrega de todos los recursos, la sumisión a los organismos financieros
internacionales. (..) Este es el verdadero rostro de la libre empresa, de la
libre entrega, filosofía oficial del régimen. Este poder de los monopolios que
amenaza a las empresas del Estado. Es el FMI el que fija el presupuesto del
país. Es el Banco Mundial el que planifica nuestras industrias claves, Es el
Banco Interamericano de Desarrollo el que indica en qué países podemos comprar.
La participación que se nos pide, además de la ruina de la clase obrera, el
consentimiento de la entrega. Y eso no estamos dispuestos a darlo los trabajadores
argentinos.”
“La historia del movimiento obrero, nuestra situación
concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el fundamento
mismo de esta sociedad la compraventa del trabajo y la propiedad privada de
los medios de producción. (..) La estructura capitalista del país, fundada en
la absoluta propiedad privada de los medios de producción, no satisface sino
que frustra las necesidades colectivas, no promueve sino que traba el desarrollo
individual. De ella no puede nacer una sociedad justa ni cristiana. (...) Los
trabajadores de nuestra patria, compenetrados del mensaje evangélico de que
los bienes no son propiedad de los hombres sino que los hombres deben administrarlos
para que satisfaga las necesidades comunes, proclamamos la necesidad de remover
a fondo aquellas estructuras. Para ello retomamos pronunciamientos ya históricos
de la clase obrera argentina, a saber: La propiedad sólo debe existir en función
social, Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos
derecho a intervenir no sólo en la producción sino en la administración de las
empresas y la distribución de los bienes, Los sectores básicos de la economía
pertenecen a la Nación. El comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad,
la siderurgia y los frigoríficos deben ser nacionalizados, Los compromisos financieros
firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos, Los monopolios que
arruinan nuestra industria y que durante largos años nos han estado despojando,
deben ser expulsados sin compensación de ninguna especie, Sólo una profunda
reforma agraria, con las expropiaciones que ella requiere, puede efectivizar
el postulado de que la tierra es de quien la trabaja, Los hijos de obreros tienen
los mismos derechos a todos los niveles de educación que hoy gozan solamente
los miembros de las clases privilegiada”.
La CGTA aglutino a distintos sectores que reflejaban
el pensamiento de distintos agrupamientos y de la base social obrera. Entre
las distintas posiciones se destacaron:
> Direcciones sindicales ideológicamente
social-cristianos, políticamente vinculados al peronismo como el ongarismo en
el movimiento obrero, la UNE en el movimiento estudiantil, sacerdotes del Tercer
Mundo, etc.
> Direcciones sindicales, que eran
expresión de sectores de raíz ideológica nacionalista, que se enrolaban en el
“peronismo duro” como telefónicos, sanidad, etc.
> Direcciones sindicales influenciadas
por el radicalismo y los socialistas democráticos, expresados en ferroviarios
(Scipioni), viajantes (Arrausi), etc.
> Sectores sindicales que respondían
a la política del Partido Comunista
> Grupos políticos con posiciones
radicalizadas, que no escapaban a la influencia del Partido Comunista Revolucionario
(PCR), Partido Revolucionario de los Trabajadores, ex Movimiento de Liberación
Nacional, etc. Dicha central obrera fue el producto de un complejo conjunto
de circunstancias, pero reflejaba en esencia la conjugación de elementos como
fueron por un lado la presión social del proletariado que fue adoptando posiciones
antidictatoriales y la necesidad de expresarse en una organización sindical
para su lucha económica ante las medidas que la dictadura tomaba.
“Más vale honra sin sindicatos que sindicatos
sin honra” y “Unirse desde abajo y organizarse combatiendo”, fueron las consignas
que encarnaron el espíritu que dio origen a dicha central.
En su corta vida, fue además un espacio de encuentro
“en la acción entre ese activismo y grupos de intelectuales, profesionales y
artistas”. El semanario de CGTA se convirtió en un instrumento central de ese
intento. Dirigido por Rodolfo Walsh, y denominado simplemente “CGT”, editó 55
números entre mayo de 1968 y febrero de 1970. Llegó a editar un millón de ejemplares
y sus páginas sirvieron, por ejemplo, para publicar por primera vez, dividida
en varias notas, la investigación de Walsh sobre el asesinato del dirigente
metalúrgico de Avellaneda Rosendo García: “¿Quién mató a Rosendo?”, un análisis
del significado político, y de los métodos de acción del vandorismo.
La CGTA fue también el escenario en el que se
desarrollaron experiencias de militancia artística como los artistas plásticos
que dieron lugar a “Tucumán Arde”, las del pintor Ricardo Carpani, o las del
Grupo Cine Liberación.
Partiendo de la situación de crisis de la industria
azucarera en Tucumán, del cierre de ingenios, de pobreza en aumento, de altísimos
índices de mortalidad infantil, conviviendo junto a un grupo de familias “tradicionales”
propietarias de grandes extensiones de tierras, de ingenios, que invertían sus
enormes ganancias para consumos suntuarios o inversiones especulativas fuera
de la provincia, un conjunto de artistas plásticos de Rosario y Buenos Aires
entre ellos Roberto Jacoby, Pablo Suárez, Beatriz Balve de Buenos Aires y Juan
P. Renzi y Rubén Naranjo de Rosario, viajan a la zona, para desarrollar un trabajo
de documentación y registro de testimonios con la población (fotos, filmaciones,
grabaciones, etc.) y se vinculan con obreros, estudiantes y sindicalistas ligados
a la regional de la CGTA, al Sindicato de Trabajadores Azucareros (FOTIA), gremio
docente, etc.
Posteriormente, realizan dos muestras denominadas
“Tucumán Arde”. En Rosario se llevo a cabo el 3 de noviembre de 1968, en el
local de la CGTA, Córdoba al 2100, “al cruzar el pasillo de entrada a la sede
sindical, el público se veía obligado a optar entre pisar los nombres de los
dueños de los ingenios, o esquivarlos dificultosamente. En las paredes estaban
pegados los afiches de la campaña callejera, recortes de periódicos que daban
cuenta de lo decían los medios sobre la situación provincial, diagramas que
ponían en evidencia las relaciones entre el poder económico y el poder político
local, cartas de pobladores y maestras...Grandes carteles colgantes, pintados
a mano sobre tela, con diversas consignas, entre las que predominaban “Visite
Tucumán, Jardín de la Miseria, No a la tucumanización de nuestra patria o Tucumán,
no hay solución sin liberación”, atravesaban el pasillo y el interior del hall
central. (....) numerosos paneles sobre los que desplegaban fotografías ampliadas
a tamaño mural que testimoniaban la situación de miseria que se vivía en la
provincia”. Además se proyectaban cortos y audiovisuales elaborados con materiales
recogidos durante el viaje, y se repartían folletos sobre la situación tucumana.