Julio López
está desaparecido
hace 6422 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

1º Mayo - Las causas del martirio de Chicago
Por Alejandro Berkman - Thursday, Apr. 26, 2012 at 10:31 AM

En 1886 reconocidos luchadores del movimiento obrero fueron asesinados por el gobierno norteamericano luego de un bochornoso juicio plagado de irregularidades.

Han pasado muchos años desde que ahorcaron a nuestros compañeros en Chicago, el 11 de noviembre de 1887. La perspectiva del tiempo ha ayudado a disipar la niebla del prejuicio y la pasión que entonces obscurecían las graves cuestiones en discusión; el paso de los años ha clarificado la situación que resultó de la tragedia de Haymarket. Un análisis imparcial de los acontecimientos que culminaron en el asesinato de los anarquistas de Chicago hace que la mente imparcial llegue a la conclusión que nuestros compañeros fueron las víctimas de un crimen judicial, resultado directo de la conspiración del privilegio y la autoridad.

Ya temprano en la década de 1870 empezó el movimiento por las ocho horas de trabajo. Gracias a la agitación se indujo al Congreso a promulgar en 1878, la ley de las ocho horas para los empleados federales. Pero dicha ley, fue letra muerta a pesar de todas las resoluciones, llamamientos y protestas de los trabajadores. El pueblo trabajador empezó a darse cuenta que la realización de los métodos parlamentarios era una farsa. Maduraba la convicción de que ninguna mejora de las condiciones del trabajo podía esperarse de fuentes políticas. Germinaba la idea en la mente de los trabajadores que la victoria no puede conseguirse pidiendo; hay que luchar por ella (con los medios más cercanos y efectivos) método que desde entonces ha sido conocido como "acción directa".

Fue el despertar de una nueva conciencia, que encontró clara expresión en el Congreso Internacional del Trabajo Organizado, que tuvo lugar en Chicago en el año 1886, donde se eligió la fecha del 1º de Mayo como el gran Día del Trabajo; en el cúal un intento unido debería hacerse para que se reconociera la demanda de los trabajadores. Ya en 1883, en la Convención de Pittsburgh, los revolucionarios de la Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.) condenaron toda actividad política indirecta como ineficaz y engañosa, propugnando la acción directa y la huelga general.

Los más hábiles y esforzados luchadores de la A.I.T. que ayudaron a despertar al pueblo trabajador eran Parsons, Spies, Fielden y sus compañeros. Se aproximaba el mes de mayo de 1886. Se enfrentaron el Capital y el Trabajo con inflexible determinación. Nunca antes en los EEUU los trabajadores habían demostrado un esfuerzo tan unido y solidario. El 1º de Mayo una tremenda ola de huelgas barrió el país. En la vanguardia de esta lucha estaba Chicago. Como respuesta, los sicarios del capital compitieron entre sí disparando y matando a los trabajadores. Sangrientos encuentros entre la policía y los obreros tuvieron lugar. El asalto más brutal ocurrió en la Fábrica McCormick, en donde las condiciones de trabajo eran tan indignas que los trabajadores se vieron forzados a declararse en huelga en febrero. En este lugar la policía y los Pinkertons (pistoleros a sueldo de la plutocracia estadounidense) deliberadamente dispararon contra los obreros reunidos, matando a cuatro trabajadores e hiriendo a muchos más. Fue en protesta contra este asesinato policial a sangre fría que se organizó el mitin de Haymarket, para el 4 de Mayo de 1886.

Fue un mitin perfectamente pacífico, como los que diariamente tenían lugar aquellos días en Chicago. El intendente de la ciudad, Carter Harrison, estaba presente; estuvo escuchando varios discursos y luego –según su propio testimonio jurado en el tribunal– se volvió hacia la jefatura policial para informar al jefe de policía de que el mitin era correcto. Se hacía tarde, eran más o menos las diez de la noche. Negras nubes aparecieron en el cielo; parecía que iba a llover. Los que asistían al mitin empezaron a disiparse, hasta que quedaron unos doscientos trabajadores. Fue entonces cuando repentinamente un centenar de policías hicieron su aparición. Se detuvieron ante el carromato, desde el cual Fielden hablaba a los trabajadores que quedaban. El capitán de la policía que estaba al cargo de sus huestes ordenó que se dispersara el mitin. Fielden replicó: “Este es un mitin pacífico”. Sin otra advertencia la policía se abalanzó hacia los trabajadores aporreando ciegamente a hombres y mujeres. En aquel momento algo silbó en el aire, y siete policías cayeron muertos al suelo y unos sesenta fueron heridos.

La bestia de la Ley y del Orden estaba sedienta de sangre. La furia de los amos no conoció límites. La rebelión de los trabajadores debía ser aplastada con mano de hierro; había que sofocar el espíritu de descontento, ahogar su voz en la sangre de los más abnegados y hábiles hombres del pueblo. Nuestros compañeros de Chicago fueron las víctimas escogidas: Augusto Spies, Miguel Schwab, Samuel Fielden, Alberto R. Parsons, Adolfo Fischer, George Engel, Luis Lingg (condenados a muerte) y Oscar W. Neebe (reclusión por 15 años).

Pasaron seis largos años hasta que pudo encontrarse a un hombre en una posición oficial, (el Gobernador Altgeld, del Estado de Illinois) un hombre honesto, con valor moral para oficialmente proclamar que la horcadura de nuestros compañeros de Chicago fue un asesinato judicial premeditado. Mediante hechos incontrovertibles y evidencia probó que nuestros mártires fueron las víctimas de una conspiración policial, preparada y financiada por la plutocracia de Chicago.
El histórico papel del gobierno es el crimen. La ley es la reflexión establecida de la codicia. Cuando los intereses del capital lo piden, cuando la fábrica de la opresión y de la explotación se ve amenazada, irrumpe el gobierno para afirmar los cimientos de las Cosas Tales Como Son, y aplastar todo lo que parezca amenazar su continua existencia.

Si la Tragedia de Chicago no pudo lograr otra cosa que aclarar la función del Capital y el verdadero papel del gobierno, entonces, el martirio de nuestros compañeros no ha sido en vano.

agrega un comentario