Julio López
está desaparecido
hace 6429 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

YPF la recuperación de la soberanía para la gilada
Por Camila Marith - Tuesday, May. 08, 2012 at 7:23 PM

Lo que se cuidan muy bien de que el pueblo sepa.

Argentina: la letra pequeña de la nacionalización de YPF
Gabriel de los Santos (CMR) - http://www.aporrea.org
07/05/12 - http://www.aporrea.org/internacionales/n143073.html

Cristina Fernández (16 de abril de 2012): “Son exactamente 19 artículos los que leyó recién la locutora oficial y que conforman el texto que firmé hace unos instantes, que ingresará hoy mismo al Senado de la Nación, y son casi 50 páginas de fundamentos claros y precisos. Pero yo quiero hablarle a todo el pueblo argentino de esto que significa lo que el primer título de la ley habla, y que es precisamente la recuperación de la soberanía hidrocarburífera de la República Argentina…” (1).

1.- La privatización de YPF

Veinte años atrás, en 1992, otros vientos soplaban en la Argentina. El gobierno del radical Raúl Alfonsín había naufragado en medio de una crisis económica, en gran parte heredada de la dictadura militar, y ello le había facilitado la llegada al poder, en 1989, al peronista Carlos Menem.
A nivel mundial, los capitalistas, envalentonados por el derrumbe del estalinismo en Europa del Este que, a su vez, les había suministrado nuevos mercados y les dio un respiro, anunciaban a quien quisiera oírles el final de la historia y la victoria definitiva del capitalismo, mientras vendían el modelo neoliberal como la panacea a los males de la humanidad. Eran los tiempos de la satanización del estatismo y de la apología del libre mercado y la propiedad privada auspiciado por el Consenso de Washington. La región latinoamericana fue una de las zonas donde más concienzudamente se aplicó este programa depredador diseñado por la 'burguesía internacional' para llevar hasta el hueso el saqueo de los países industrialmente atrasados y reafirmar, a su vez, el papel dependiente y monoproductor de los mismos. Sin dudas, Argentina y Venezuela fueron los países que más sufrieron las consecuencias de esta política nefasta.

En Argentina fue la dictadura militar, bajo la 'supervisión directa de la burguesía', la que se encargó de poner en marcha un brutal proceso de desindustrialización y de endeudamiento externo (2) que prepararon el terreno para la posterior aplicación de los paquetes neoliberales del menemismo. Con el argumento de sanear una economía colapsada por el modelo estatista, según los representantes del capitalismo, y contando con la bendición del FMI y los demás órganos financieros internacionales, el peronista Menem impulsó la “solución” de reducir el tamaño del Estado a su mínima expresión transfiriendo la propiedad de las empresas estatales a los capitalistas. Aunque este verdadero remate del patrimonio del Estado argentino se realizó a precio de gallina flaca, sin embargo, le permitió al gobierno peronista hacer caja y controlar la inflación de 3 dígitos que se había devorado al gobierno radical. En 1992, luego del trabajo preparatorio realizado por Alfonsín a través de varios planes, el último de los cuales, el Olivos II, desregulaba la actividad petrolera y propiciaba la participación privada (3), le llegó el turno a YPF, la joya de la corona del Estado argentino (4). El gobierno peronista impulsó entonces la ley 24.145 que transformó a YPF en una sociedad anónima con acciones en la bolsa y le permitió a los socios capitalistas de la empresa (principalmente bancos y fondos de inversión extranjeros) aumentar su capital accionario.

Votando con el “compañero” Menem

“La privatización de YPF, que fue resistida por parte importante del oficialista movimiento justicialista, sólo pudo ser concretada tras el lobby realizado por el entonces gobernador justicialista de Santa Cruz (principal provincia petrolera) y presidente de la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi), Néstor Kirchner, y su esposa, la entonces diputada y actual Presidente Cristina Fernández. A cambio de su apoyo, Carlos Menem se comprometió a entregarle 480 millones de dólares por retenciones mal canceladas a la provincia de Santa Cruz. El dinero fue depositado en el Banco de Santa Cruz, que (privatizado por Kirchner) quedó en manos de la familia Eskenazi.
Aunque parezca mentira, esos 480 millones se fueron del país a través del Credit Suisse y nunca se supo qué pasó con ellos” (5). La crisis económica que afectaba a la provincia de Santa Cruz en aquel momento, con la consecuente necesidad de dinero de su gobernación, fue la escusa esgrimida por los Kirchner para justificar su apoyo al proyecto privatizador menemista (6). “Dentro de los fundamentos presentados por Cristina aparecieron razones económicas. Para la actual Presidenta, la privatización de YPF era un ‘trámite urgentemente necesario’. ‘Del dictado de esa ley depende hoy el envío de los 480.000.000 de dólares y el pago de nuestra parte en la licitación de las áreas ya concretada’, sentenció Cristina, también según el diario de sesiones. ‘En lo institucional, nos torna creíbles y respetables en cuanto damos cumplimiento a la palabra empeñada’, agregaron los fundamentos de la entonces diputada provincial, que además le pidió a los diputados nacionales ‘aptitud moral’ porque estaba en juego ‘el futuro económico de la provincia’ y ‘su prestigio’” (7).
El papel jugado por Néstor Kirchner y Cristina Fernández para facilitar la aprobación de la ley privatizadora de YPF fue fundamental, ya que en ese momento Carlos Menem no contaba con el quórum necesario en el Congreso. Dicho apoyo sería reconocido por el propio Menem años después. “Cuando el santacruceño llegó a la Casa Rosada, Menem se refirió a aquel momento: ‘Este presidente y su mujer fueron los más entusiastas en privatizar YPF. Nos ayudaron a impulsar la privatización’” (8).

El festín de la burguesía española

De aquella piñata de bienes públicos argentinos la que, seguramente, sacó la mejor tajada fue la 'burguesía española' que con una muy baja inversión se quedó, entre otras empresas, con Aerolíneas Argentinas, Entel, etc. “Hasta ese momento, Estados Unidos era el país con mayor Inversión Extranjera Directa (IED) en el país del Sur, pero las privatizaciones hicieron a España comenzar una recolonización económica que la llevaría al primer lugar en IED. Aerolíneas Argentinas, Entel (la Empresa Nacional de Telecomunicaciones), el sector eléctrico, el Banco de Crédito… Las empresas españolas cayeron en la subasta y se quedaron con algunas de las mejores piezas, pero invirtiendo poco. Es decir, utilizaban las propias empresas compradas para pagar sus deudas (en algunos casos nunca las pagaron, como en casos tan oscuros como el de Aerolíneas). Algunos ejemplos: Iberia compró Aerolíneas por 1.860 millones de dólares pero su compromiso de pago en efectivo sólo era de 260 millones. Mejor lo tuvo Telefónica que firmó la compra por 2.834 millones pero sólo desembolsó 114 millones” (9).

Para el momento de la privatización de YPF, ya el presidente “socialista” del Estado español, Felipe González, que también estaba enfrascado en su propio proceso privatizador, había comenzado a vender al capital privado la estatal petrolera Repsol, tarea que concluiría en 1997 su colega el “popular” José María Aznar. Por su parte, la compra de YPF por parte de Repsol se daría en varias etapas que culminarían en 1999. “Un negocio redondo. Especialmente, si se es una empresa como Repsol, con una carencia grave en la explotación y extracción de hidrocarburos que la ponía en condiciones de inferioridad en el mercado internacional. Así que Repsol llegó a Argentina cuando Carlos Menem (1989-1999) estaba terminando el trabajo sucio… El acercamiento de Repsol a Argentina se produce en 1996. En ese momento compra el 100% de diversas compañías del sector (Astra, Pluspetrol, Mexpetrol, EG3, Algas o Poligas) y participaciones en otras (como Refisan o Parafinas del Plata).
Para ese momento, YPF había despedido, entre 1990 y 1997, a 34.917 empleados, y el Estado, en el proceso privatizador, había asumido todas las deudas de la compañía.
Limpio el paquete, a finales del 98 Repsol compró un 5,01% de las acciones del Estado argentino en YPF y a principios de 1999 adquirió el 14,99% restante. La operación desembarco culminó en julio de 1999 cuando la multinacional española se quedó con el 55% de las acciones que estaban en manos privadas y el 11% que estaba en manos de los gobiernos provinciales. En total 15.168 millones de dólares en una megaoperación que no era inocente” (9).
Cabría agregar que sólo los acuerdos gangsteriles fraguados entre Carlos Menem y el rey Borbón (10) permitieron que una empresa pequeña y sin experiencia en la exploración y explotación petrolera pudiera comprar a otra mucho más grande y con tradición en el área.


2.- La “argentinización” de YPF

En diciembre de 2001 el sistema capitalista colapsó en la Argentina.
El programa neoliberal que le permitió a la 'burguesía' asaltar una y otra vez el patrimonio estatal creado con el trabajo de la clase obrera durante el siglo XX, al final terminó quebrando la economía argentina que no soportó tanta voracidad por parte de los capitalistas.
La situación de las masas argentinas se había vuelto insoportable con índices de desempleo cercanos al 30% y de pobreza que alcanzaban a casi tres cuartas partes de la población. La rebelión popular estalló en diciembre de 2001 derribando al presidente de turno, el radical Fernando De la Rúa, y dejando al 'régimen burgués' prácticamente grogui durante un año y medio.

Durante ese tiempo esas mismas masas se organizaron en asambleas barriales y los trabajadores tomaron las fábricas cerradas para tratar de ponerlas a funcionar bajo su control, sin embargo, la falta de una dirección revolucionaria les impidió llegar más lejos y le permitió a la burguesía retomar el control del poder.
Una vez más, como en anteriores ocasiones en la historia argentina, sería el peronismo el que vendría en rescate del sistema capitalista, en esta oportunidad a través de la figura de Néstor Kirchner. El entonces gobernador santacruceño ganó las elecciones presidenciales de 2003 e implementó, favorecido por el cambio que se había producido en las tendencias de la economía mundial, el tradicional programa populista del peronismo que le permitiría ir descomprimiendo el malestar social existente. La entrada en escena del novel capitalismo chino, ávido de materias primas, propició un aumento considerable de las exportaciones agrícolas argentinas y el consecuente crecimiento económico que se prolongaría durante los siguientes 6 años con tazas en torno al 8% anual.

Los hilos invisibles

Uno de los pilares del programa del peronismo ortodoxo ha sido el desarrollo de un 'capitalismo nacional', básicamente de su sector industrial. Lo impulsó Perón en los años 40 y lo han estado planteando los Kirchner en lo que va de este siglo XXI. Esta política al servicio de la burguesía genera inevitables conexiones entre la burocracia gobernante y la clase explotadora, esos invisibles hilos de los que hablara Trotsky, y la aparición de los intereses comunes y los negocios también comunes.

En 1996 el entonces gobernador Néstor Kichner privatizó el Banco de Santa Cruz y para ello llamó a una licitación a la cual se presentó, entre otras, Petersen Inversiones (PISA), una empresa del grupo Petersen Thiele & Cruz. Este grupo empresarial, propiedad de Enrique Eskenazi, un ex ejecutivo de la multinacional argentina Bunge y Born, se construyó a partir de la constructora del mismo nombre que en los años 90 comenzó a expandirse al campo financiero con la adquisición del Banco de San Juan. Posterior a la adquisición del Banco de Santa Cruz, ya con el kirchnerismo en el poder, el grupo financiero fortalecería su posición haciéndose también con los bancos de Santa Fe y de Entre Ríos. Aunado a ello, mantuvo sus actividades en el sector de las grandes obras públicas y la agricultura, poseyendo para 2007 unos activos por U$S 3.000 millones y más de 5.000 empleados (11).
“La relación entre Kirchner y Eskenazi nació en Santa Cruz en 1996, cuando el empresario se interesó en la licitación del Banco de Santa Cruz. El grupo Petersen ya había realizado obras de construcción en esa provincia, pero el acercamiento entre uno y otro se dio durante la complicada privatización de esa entidad financiera. La oposición al entonces gobernador Kirchner denunció ‘un proceso de vaciamiento del banco ya que, para venderlo, se pasó a una cartera residual una pérdida de $ 160 millones o U$S 160 millones de entonces, que los oferentes no aceptaban’, asegura el diputado provincial por la UCR Roberto Gibetich. Sin embargo, estas voces críticas coinciden en que en la privatización propiamente dicha ‘no hubo anormalidades groseras, aunque hayan pagado $ 10 millones por el banco. En realidad, el grupo compró un sello’, indica el diputado. Petersen Financiera tiene el 51% de las acciones, mientras que la provincia se quedó con el 49% restante… ‘Con respecto a la constructora, pasó de tener un bajo perfil a participar de grandes licitaciones luego de la privatización del banco’, advierte Gibetich. Hoy, la provincia, que en la última década destinó U$S 1.500 millones para obras, tiene a Petersen Thiele & Cruz como su principal contratista y se prevé una importante inversión nacional a partir del plan de obras públicas anunciado por el ministro de Planificación Federal, el santacruceño Julio de Vido” (11). La amistad entre Néstor Kirchner y Enrique Ezkenazi, nacida en el mundo de los negocios, llevaría a este último a apoyar abiertamente la política económica del primero, a financiarlo y, finalmente, a convertirse en uno de sus consejeros más confiables (11).


El negocio perfecto

El 22 de febrero de 2007, el todavía presidente Néstor Kirchner declaraba que “Sabemos el genocidio que pasó nuestra industria petrolera, la increíble privatización. Si YPF hubiera quedado en manos nuestras, estaríamos recaudando entre 20, 25 y hasta 30.000 millones de dólares por año” (12). Más allá de lo contradictoria, por decir lo menos, que sonó esta reflexión en boca de quien en su momento había apoyado activamente y facilitado dicha privatización, en el fondo fue una forma de ir anunciando el proceso de “argentinización” de la empresa petrolera que ya estaba en marcha.

La renacionalización de YPF hubiera significado un paso en la dirección correcta de recuperar para el Estado argentino una empresa emblemática y estratégica que había sido apropiada por los capitalistas a través de los manejos fraudulentos de sus representantes en el gobierno, sin embargo, no era de eso de lo que trataba el proyecto en cuestión. La “argentinización” kirchnerista no pasaba porque el Estado, como representante de “todos” los argentinos, volviera a tomar el control de YPF, sino porque los “amigos” capitalistas del presidente argentino, la “nueva burguesía nacional”, tuvieran una participación en el negocio petrolero. Fue así como el “buen amigo” Enrique Eskenazi, sin ninguna experiencia en la industria petrolera y casi sin invertir dinero pero muy bien apadrinado, se hizo, en un primer momento, con un 15% de las acciones y con la dirección local de YPF.

“La alarma sonó en abril del 2006, cuando la revista Fortuna planteó que había comenzado el operativo de argentinización de YPF. Tanto había comenzado, que en marzo, Bettini (embajador en España, de muy buena relación con Cristina), volvió con la noticia de que Zapatero acordaba con iniciar las tratativas de una venta a socios argentinos. Kirchner despistó planteando la posibilidad de que Britos, Mindlin, Elsztain y aun Macri podrían ser compradores. Pero Eskenazi, en una charla dada en el encuentro de los líderes, (según El Cronista Comercial) decía: ‘Durante dos años trabajamos discutiendo punto por punto con Repsol. Nos levantamos de la silla varias veces, pero el empresario no es un señor que choca, sino un negociador. Además con Brufau nos llevamos bien rápido, había unificación de conceptos entre nosotros’. Dicho esto en 2008 deja en claro que él estuvo en las negociaciones desde 2006, o sea señalado como el hombre con apoyo del gobierno desde el inicio, pero en aquella época en sus trascendidos públicos Néstor Kirchner hablaba de la posibilidad de que Britos, Mindlin o aun Macri fueran compradores, para despistar, porque ya había iniciado las tratativas con ‘su’ hombre… El precio del barril había saltado de U$S 12, en el momento de la compra por los españoles, a U$S 72 en el momento que se empieza a hablar de la venta. Las reservas mundiales de Repsol, inexistentes antes de la compra de YPF, fueron infladas en su rápida expansión, y luego desinfladas, las de YPF en concreto habían caído; en definitiva algunas valuaciones calculaban el valor de YPF en U$S 24.000 millones, y cualquier porcentaje significativo de acciones de la misma, resultaba una cifra inalcanzable para el grupo argentino señalado.

A partir del control del precio del petróleo por el gobierno argentino, desde el inicio de las negociaciones en marzo-abril del 2006, y el cierre de las mismas, en diciembre del 2007 subió en el mercado interno sólo la mitad de lo que subió en el mercado mundial.
También amenazaban a Repsol con hacer ofertas hostiles sobre áreas que ésta tenía sin explotar en el país, en nombre de obligarlos a invertir, pero no era ésta la intención principal, sino la de sumar elementos para bajarles la cotización y el precio de venta. Estas fueron sólo las apretadas iniciales, y no las más fuertes, que llegarían en el cierre de la negociación…A mediados del 2007 se acuerda la valuación total de la empresa en U$S 15.000 millones, pese a que el barril del crudo ya tocaba los U$S 100 en el mercado internacional. Así y todo para llegar al 25%, había que desembolsar U$S 3.500 millones… Sobre el final el gobierno logra que la operación se hiciera sólo por el 15% de las acciones, y una opción de compra del 10% restante a futuro. El desembolso se reducía de ese modo a U$S 2.325 millones, y aunque se redujera el porcentaje de acciones traspasadas, igualmente el control de la empresa quedaba en manos de los argentinos, y Sebastián Eskenazi es quien maneja plenamente YPF desde enero del 2008.
Pero seguía siendo una cifra elevada y mucho más para el mercado local. ¿De dónde saldría ese monto? La escuela estaba hecha en la apropiación de los bancos provinciales.

Insólitamente un grupo de bancos extranjeros acuerda prestar a los compradores U$S 1.026 millones, ¿Quién garantizaba semejante préstamo? Los Eskenazi habían crecido mucho en esos años, pero ni con sus cuatro bancos provinciales, ni con la constructora centenaria, alcanzaban a garantizar semejante préstamo.
El armador del grupo de Bancos y aportante del principal crédito es el Credit Suisse, entonces el misterio se devela si lo relacionamos con el hecho de que es el mismo banco en que estaban depositadas las famosas regalías que en 1993 Kirchner mandó al exterior por la privatización de YPF. Esos fondos fueron la garantía real.
El Credit Suisse aportó U$S 651 millones, el Goldman Sachs U$S 100 millones, BNP Paribas U$S 175 millones, Itaú U$S 50 millones. Pero aún esto no alcanzaba… Sebastián Eskenazi viaja a España con estos créditos ya otorgados, buscando más financiación, pero no logra avanzar más de allí. Entonces, ‘…el 10 de noviembre hubo una minicumbre en la Residencia de Olivos: Kirchner, Cristina (ya electa), Rodríguez Zapatero y Brufau. Allí terminó de cerrarse el financiamiento de la ‘reargentinización’ de YPF, mediante la fórmula del vendor´s loan´…Suena muy sofisticado pero el hecho es fácilmente traducible: es el mismo vendedor quien pone la plata.
Para todos los españoles involucrados en la operación, fue una galletita muy difícil de tragar. Pero no tenían margen para decirle que no a quien días antes, el 28 de octubre de 2007, había ganado las elecciones presidenciales duplicando los votos de su perseguidora inmediata, Elisa Carrió’. (Lucio Di Matteo, en su libro ‘Gracias Néstor’). La propia Repsol financió los U$S 1.015 millones que faltaban para vender el 15% de sus acciones. Repsol pone como condición que la compradora se constituya con sede en España. En esto no tienen reparos los ‘argentinizadores’, constituyen Petersen Energía S. A., sede en España y Australia para tener carácter internacional, y ésa, una empresa radicada en España, es la compradora. Capital inicial de Petersen Energía S.A.: 60.000 euros, capitalizada luego con un crédito de U$S 72 millones, dado también por el Credit Suisse. El grupo Eskenazi desembolsó a todo concepto U$S 284 millones. El manejo de la empresa queda en manos del grupo argentino, con el acuerdo de que el 90% de las utilidades son factibles de retiro. El manejo de la empresa da el poder de manejar su facturación, $34.000 millones en 2008, lo que tiene gran incidencia para el mercado interno argentino” (13).

Una vez cerrado el negocio, el entonces jefe del gabinete de Cristina Kirchner, Alberto Fernández, declaró que: "Los argentinos tendríamos que estar contentos de que capitales argentinos estén recuperando parte de la empresa que lamentablemente nos ha traído tantos dolores de cabeza [luego de] su privatización” (14).

Posteriormente, en 2011, el grupo Eskenazi, ejemplo de “la nueva burguesía nacional que necesita el país” como los calificara en algún momento Cristina Kirchner, haría efectiva la opción de compra que tenía por otro 10% de las acciones, completando así un total de 25,46% del capital accionario de la empresa y la segunda etapa de la “argentinización” kirchnerista. Después de esto la propiedad de YPF quedó repartida de la siguiente forma: Repsol 57,43%, Petersen Energía S.A. (Grupo Eskenazi) 25,46%, capital flotante en la Bolsa 17,09% y el Estado argentino 0,02%. La dirección de la empresa, como era lógico, se encontraba en manos de los dos socios mayoritarios: el presidente era Antonio Brufau (Repsol), el vicepresidente era Enrique Eskenazi (Petersen Energía S.A.) y el CEO y Gerente General era Sebastián Eskenazi (Petersen Energía S.A.), a su vez, existían también 17 directores titulares, de los cuales sólo uno correspondía al Estado argentino.


3.- La “recuperación de la soberanía” de YPF

Crisis económica y crisis energética

Cuando todo va bien es más fácil para los capitalistas y sus representantes ponerse de acuerdo, los problemas suelen aparecer cuando los números no cuadran. Como ya comentamos, los primeros 6 años de gobierno del matrimonio Kirchner se dieron en un entorno económico favorable para la Argentina, con altas tasas de crecimiento.

Sin embargo, en 2009 la crisis capitalista mundial golpeó al país, al igual que a toda Latinoamérica, y el PIB de ese año apenas llegó a un pobre 0,9%, y aunque en 2010 volvió a repuntar a 8,4% y, aproximadamente, se mantuvo en ese rango durante 2011, la ralentización económica de China en 2011 terminó afectando las exportaciones argentinas en el último semestre y encendiendo las alarmas de cara a 2012. A lo anterior habría que agregarle que, a pesar del superávit comercial de 2011 cercano a los U$S 11.000 millones (15), “las cuentas públicas cerraron con un saldo negativo de $ 37.268 millones [U$S 10.960 millones], según un cálculo de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP). Se trata del rojo más alto que se haya registrado hasta el momento durante la gestión kirchnerista, iniciada en 2003, e incluso podría ser mayor y trepar a los $ 58.908 millones [U$S 17.325 millones] si no se contabilizan las transferencias del Banco Central y de la ANSeS como ingresos corrientes…El déficit superó ‘en más de $ 31.400 millones’ [U$S 9.235 millones] al previsto inicialmente para 2011… ‘La ejecución presupuestaria de la Administración Pública Nacional (APN) muestra tanto en la ejecución de los recursos como en los gastos niveles superiores a los previstos en el Presupuesto 2011’, indicó la ASAP” (16). +Este déficit fiscal, equivalente al 1,9% del PIB de 2011, es preocupante teniendo en cuenta el desmejoramiento progresivo que vienen sufriendo las cuentas del Estado en los últimos años: en 2010 había existido un superávit fiscal de 0,2% del PIB de ese año, mientras que entre 2004 y 2008 el promedio de dicho superávit había estado en 1,8% del PIB (17). Buena parte del incremento del gasto público que generó este déficit tuvo su origen en la importación de energía, principalmente, de gas licuado proveniente de Qatar. “En 2006, la Argentina exportaba un 32% de su producción local de crudo, vendía derivados -fundamentalmente, naftas vírgenes para uso petroquímico- a varios países de la región, y sólo importaba desde Bolivia una pequeña porción de su consumo doméstico de gas natural. Cinco años después, el escenario es diametralmente opuesto” (18).

Cristina Fernández (16 de abril de 2012): “Quiero que quede bien claro, es la primera vez en 17 años que la República Argentina tiene que importar gas y petróleo y que esto nos significa un pasivo hidrocarburífero, por primera vez en la historia, de más de 3.000 millones de dólares… la reducción en el saldo comercial fue entre el 2006 y el 2011 del 150 por ciento en 5 años, pero fundamentalmente en el año 2011, como ustedes podrán ver, allí se produce la importación de combustibles en millones de dólares a partir del año 1995 y luego el último año, la última barra que duplica el 2010, es el 2011 donde tuvimos que importar combustibles por 9.397 millones de dólares. Para que ustedes tengan una idea, casi iguala el superávit comercial argentino que fue de 10.437 millones de dólares el año pasado. Obviamente,…de proseguir esta política de vaciamiento, de no producción, de no exploración, prácticamente nos tornaríamos con el nivel de crecimiento, actividad, industrias, trabajadores, en un país inviable. Pero lo más grave, nos tornaríamos en un país inviable por políticas empresariales y no por falta de recursos… desde el 2001 a la fecha; se redujeron las reservas de petróleo en un 50 por ciento. Pese a todo esto que indicaría que entonces la empresa debía dar pérdidas, porque si se bajaron las reservas, si se redujo la producción de petróleo y es una empresa que vende petróleo, que vende nafta, que vende gasoil, que vende fuel oil, debería haber perdido. No fue así. Pese a haber contraído su nivel de producción YPF logró más que duplicar sus ventas a través de aumentos de precios, en millones de dólares corrientes en un 113 por ciento desde el año 2003 a la fecha, siendo precisamente el año donde más tuvimos que importar los argentinos combustibles, el mayor año de ventas en millones de dólares corrientes: vendieron por 12.425 millones de dólares…” (1).

La administración capitalista de YPF

Los capitalistas sólo invierten, cuando lo hacen, para obtener ganancias, para aumentar su capital, no existe otra razón distinta a la acumulación capitalista detrás de la inversión privada, esto es así, siempre ha sido así y siempre será así desde que existe el capitalismo y mientras exista, aunque a los reformistas y a mucha gente de buen corazón le duela esta verdad y no terminen de comprenderlo.

En el caso de YPF, los administradores del Estado argentino, tanto en el momento de su privatización como en el de su “argentinización”, le sirvieron en bandeja de plata a la burguesía española primero, y luego a un sector de la burguesía argentina, la posibilidad de hacer realidad el mayor sueño de todo capitalista: invertir lo menos posible y obtener la máxima ganancia en muy poco tiempo, como bien lo reconocía la presidenta Cristina Fernández en el párrafo que se acaba de citar de su discurso del 16 de abril.
Si Repsol hizo un buen negocio con Menem al comprar YPF, qué decir del que hizo Petersen Energía S.A. con Kirchner, donde sólo tuvo que desembolsar un poco más del 10% del ya de por sí devaluado precio asignado a la empresa, como se explicó antes. Ambas empresas privadas tuvieron que obtener grandes préstamos para poder concretar sus respectivos negocios. En 1999 Repsol tenía un patrimonio de U$S 7.500 millones y una rentabilidad de U$S 1.000 millones anuales, lo cual, sin embargo, no fue un impedimento para conseguir los U$S 15.000 millones que le costó YPF (19). Con respecto a Petersen Energía S.A. ya se explicó con detalle todas las combinaciones que debió realizar para financiar su operación. El problema de los créditos es que en algún momento hay que pagarlos y con intereses. La fórmula que encontraron tanto los capitalistas españoles como los argentinos fue la misma y ha sido, quizás, lo más jugoso del negocio. Dejemos que el actual ministro de Economía, Hernán Lorenzino, lo explique: “‘Del análisis de la compra de YPF y del patrimonio neto del grupo Repsol al momento de la compra se advierte que era la mitad del valor de la empresa argentina’, lo que denota que ‘fue comprada con deuda’, recordó el titular del Palacio de Hacienda. ‘Como las deudas hay que pagarlas, la estrategia de Repsol después de la adquisición de YPF fue preparar la compañía local para pagar primero la deuda contraída para su adquisición y para apalancar inversiones en otros continentes, luego’” (20). Esta modalidad de pago que tanto parece molestar a Lorenzino, sin embargo, se ratificó cuando los Eskenazi, bajo la atenta mirada de Néstor Kirchner, compraron su paquete accionario. “El contrato societario firmado por Repsol y el Grupo Eskenazi el 21 de febrero de 2008 -publicado desde entonces en la página de la Comisión Nacional de Valores (CNV)- obliga a los accionistas a distribuir el 90% de las utilidades anuales, cuando lo usual es el 25%.
+Este mecanismo permitió que ‘el amigo argentino’ [Eskenazi] comprara su parte en la empresa con los dividendos de la propia compañía” (9). “Un fraude complementario fue perpetrado por los capitalistas argentinos aliados del gobierno (familia Eskenazi). Ingresaron a la compañía adquiriendo el 25 % de las acciones, con fondos surgidos de la distribución de las utilidades. No pusieron un solo peso y financiaron su compra con créditos solventados en el vaciamiento de la empresa… El gobierno participó directamente de esta operación. Destrabó obstáculos legales y sancionó ajustes de precios en los surtidores. Supuso que esta ‘argentinización’ permitiría recuperar el control sobre un sector devastado por las privatizaciones. Pero el remedio fue peor que la enfermedad, puesto que los empresarios nacionales acentuaron el parasitismo de los ibéricos” (21). Claro que eran otros tiempos, tiempos de vacas gordas e intereses comunes. Pero ese tiempo pasó y lo que en aquel momento era aceptable dejó de serlo.

“La operación de Repsol en Argentina, decía el investigador Augusto Cervo, sería similar a la de Aerolíneas: un trampolín al que luego de utilizarlo se abandona en mal estado. De hecho, la multinacional había iniciado un proceso para soltar parte de su paquete accionarial y de sus operaciones. Primero con Petrobras, la compañía brasileña a la que cedió dos refinerías y 700 estaciones de servicio en 2001. Después con el Grupo Petersen… Ahora, Repsol controla el 57% de la compañía. La senadora María Eugenia Estenssoro, hija del último director de YPF antes de que la comprara Repsol, es muy crítica del Gobierno y de Repsol, por haber vaciado YPF... ‘Pregunto: si se acordó retirar prácticamente el total de las ganancias cada año, ¿con qué dinero se esperaba financiar la reposición de reservas y la ampliación de la producción? Repsol aceptó el acuerdo sin protestar, porque así emprendía la retirada con los bolsillos llenos y silbando bajito. Además, esta práctica depredadora la utilizó en la Argentina desde el inicio. Entre 2003 y 2007 repatrió el 97% de las utilidades de la empresa. Toda esta información está en los balances públicos’. A esto hay que sumar que Repsol tiene denuncias por daños ambientales sobre unos 900.000 kilómetros cuadrados en diversas provincias argentinas y que el presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, recibió una retribución por el desempeño de su cargo de 7,08 millones de euros en 2011. En total, el conjunto del consejo de administración recibió 16,3 millones de euros, frente a los 11 millones del ejercicio anterior.

Según Estenssoro, los Eskenazi hicieron un negocio redondo y Repsol, otro mayor: ‘Repsol, además, aprovechó la euforia generada por la ‘argentinización’, para separar los activos del holding español de los de la petrolera estrictamente argentina. En el proceso, se quedó con todos los yacimientos que YPF había comprado en los 90 en Brasil, Perú, Ecuador, Estados Unidos, Indonesia y Rusia, cuando era una multinacional argentina controlada por el Estado nacional. Esos yacimientos hoy valen una fortuna, porque los compró a US$ 20 el barril de crudo, que hoy está a US$ 100’” (9).

Como decíamos antes, la situación ha cambiado, en la Argentina y en el mundo, ya Néstor no está y Cristina dolorosamente ha “descubierto” que los “amigos” capitalistas están ganando mucho e invirtiendo poco y, lo peor, que con su egoísmo le están descuadrando los números al gobierno.
Cristina Fernández (16 de abril de 2012): “…La utilidad neta de YPF entre el año 1999 y 2011… ha sido de 16.450 millones de dólares. Los dividendos pagados entre la misma fecha han sido de 13.246 millones de pesos. Ahí están exactamente, en la distribución de dividendos y en la no inversión, las claves de por qué hoy tenemos que estar haciendo esta importación que también va a ser muy fuerte este año… la inversión de Repsol YPF y su recupero: cuando en el año 98 - 99 toma el control paga por ello 13.158 millones de dólares. El total de dividendos, como les dije, había sido de 16.000 millones de dólares. Le ingresó por la venta al grupo argentino del 25,46 por ciento de las acciones de YPF 3.539 millones de dólares; los ingresos de las ventas del 17,09 en la Bolsa, cuando se venden acciones en la Bolsa, fueron por un total de 2.704 millones de dólares, con lo cual el saldo de la inversión ingresos menos egresos es a la fecha de 8.813 millones de dólares… Ustedes dirán: ‘¿y cómo es que se obtuvo tanta rentabilidad?’ Muy simple, porque segmentaron el mercado. ¿Qué hicieron? Con las naftas, con el petróleo que sacaban de acá refinaban a un 80 por ciento para el Premium, el público que paga la nafta más cara, los productos Premium. Todo lo que era JP1, que es un combustible muy caro para los aviones, todo lo que era Premium, eso era lo que daba rentabilidad. Y nosotros tenemos que importar el gasoil y el fuel oil para mantener a toda la producción agrícola ganadera y mantener toda la producción de energía eléctrica en la República Argentina. Esa es la clave, segmentaron el mercado y lo que extraían lo dedicaban únicamente al Premium y el resto, bueno, el resto se lo llevaban. Esta es la historia que termina, espero, en la Argentina con el tratamiento de esta Ley y con el surgimiento de una empresa nacional” (1).

Guerra entre capitalistas

En los años 90 la burguesía española se aprovechó de la situación de bancarrota que vivía el capitalismo latinoamericano, de la venalidad de las burocracias gobernantes, representantes políticas del anterior, y de la debilidad en que se encontraba el proletariado y sus organizaciones luego de las derrotas de los años 70, para hacer jugosos negocios a costa de la ruina y el hambre de estos pueblos.

Hoy día la tortilla parece haberse volteado: mientras las economías latinoamericanas han venido gozando de una relativa bonanza fruto de la situación 'coyuntural' que vive la economía mundial, el capitalismo europeo en general, y el español en particular, atraviesa, posiblemente, su peor crisis de la historia lo que lo coloca en una particular posición de debilidad. Esto es algo que no ha pasado desapercibido para nadie, mucho menos para los capitalistas de otras regiones.
En definitiva, la guerra económica que normalmente mantienen los capitalistas entre sí por arrebatarse los mercados y las empresas unos a otros, en tiempos de crisis, como los que se viven actualmente, aumenta en intensidad hasta alcanzar niveles del canibalismo más salvaje. Es obvio, entonces, que una situación de debilidad de un sector capitalista sea, a su vez, una tentación para el ataque por parte de otro sector más fuerte, al mejor estilo de las pirañas. En el capitalismo rigen las leyes de la selva, donde el más fuerte se come al más débil, por ello, los lloriqueos por supuestas faltas de ética, por abuso de poder, etc., etc., en las relaciones entre capitalistas sólo pueden provocar risa.
En estos enfrentamientos económicos entre capitalistas juegan un rol protagónico los 'Estados burgueses' que les son afines interviniendo abiertamente en favor de unos u otros. Incluso, en países industrialmente atrasados con burguesías débiles son los propios Estados los que asumen el papel de los capitalistas y participan de las disputas económicas como uno más.

En esta última situación, como muy bien lo explicó León Trotsky en torno al caso concreto de las expropiaciones de ferrocarriles y de la industria petrolera llevadas a cabo en su momento por el gobierno de Lázaro Cárdenas en México, “el gobierno gira entre el capital extran­jero y el nacional, entre la relativamente débil burgue­sía nacional y el relativamente poderoso proletariado.
Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui generis, de índole particular. Se eleva, por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capitalismo extran­jero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o maniobrando con el prole­tariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ga­nando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros” (22). En la medida que estos gobiernos se desenvuelven dentro del sistema capitalista, forman parte de él, sus políticas, como también lo planteó Trotsky, “se encuadran enteramente en los marcos del capitalismo de Estado”. En este sentido, se puede afirmar que el actual gobierno de Argentina, al igual que el gobierno bolivariano en Venezuela, también tiene un carácter bonapartista sui generis y desarrolla políticas de capitalismo de Estado, y esto es lo que en definitiva ha guiado hasta ahora su participación en el conflicto por YPF.

Para el momento de la confrontación por YPF se habían dado una serie de circunstancias que aceleraron su desenlace.
Por un lado, la presidenta Fernández venía de obtener un aplastante triunfo electoral que la había fortalecido políticamente y le permitía tener el control de ambas cámaras legislativas, por otro, las cuentas públicas se estaban desequilibrando demasiado rápido, en buena medida por el incremento del gasto energético, además, existía la necesidad por parte del peronismo gobernante de continuar apuntalando con hechos el discurso nacionalista para mantener entusiasmadas a sus bases y, principalmente, el hecho que un sector del debilitado capitalismo español se estaba llevando una tajada demasiado jugosa y que podía ser aún mayor con el descubrimiento de Vaca Muerta (23). Todos estos elementos se conjugaron para que la jugada de la “expropiación” de YPF por parte del gobierno peronista estuviera más que cantada. Era tan obvia que los propios capitalistas de Repsol, que ahora se desgarran las vestiduras hablando de traición, etc., se la veían venir y ya habían entrado en conversaciones con alguna empresa china para tratar de deshacerse de YPF (24). En esta disputa por la petrolera argentina no sólo entró en escena el capitalismo chino, el cual mantiene muy buenas relaciones de negocios con la burguesía y el Estado argentino (25), sino también otros sectores de los propios capitalistas argentinos afines al kirchnerismo, como es el caso del empresario Carlos Bulgheroni, propietario de la segunda petrolera argentina, Pan American Energy, en la cual, casualmente, es socio de la empresa china CNOOC.

“Carlos Bulgheroni, uno de los principales exponentes del capitalismo K -los más cercanos a Kirchner-, aseguró hace casi un año que no le importaría ser presidente de YPF tras vender una parte de su empresa a la china CNOOC, por la que ingresó cerca de U$S 3.200 millones gracias a la salida de la británica BP. Hace ya seis años, este empresario petrolero ya estuvo en la recta final para entrar en YPF, pero finalmente el banquero de Santa Fe [Enrique Eskenazi] fue el elegido…La relación de la familia Eskenazi -propietarios en la actualidad del 25%- con el Gobierno de Kirchner se ha enfriado. En cambio, Bulgheroni ha ganado peso con los gobernadores. Ahora, con el capital de la venta por invertir, el empresario vuelve a salir a escena y en las provincias argentinas ya se asegura que su compañía podría quedarse con algunos de los pozos que los gobernadores están dispuestos a arrebatarle a YPF. Las dudas sobre Bulgheroni además se acrecientan con declaraciones como las realizadas por el intendente, Néstor di Pierro, que aseguró según el diario El Patagónico que ‘hoy la empresa punta que ha demostrado mayor compromiso con el país es Pan American Energy, al contrario que YPF, que ha decrecido su producción’. Pan American Energy asegura que mantiene el nivel más alto de inversión de la industria del petróleo y gas en Argentina con más de U$S 6.700 millones invertidos entre 2001 y 2010, lo que les ha permitido una tasa de reposición de reservas del 143%... Pan American Energy es hoy en día la segunda petrolera argentina. Está controlada por Bridas Corporation, una sociedad propiedad de la china CNOOC y de Bridas Energy Holding, propiedad de Bulgheroni. En este contexto, las gestiones realizadas por el Rey Juan Carlos y hasta por los ministros de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, y de Industria, José Manuel Soria, con el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner parecen haber caído en saco roto” (26).

Antes de tomar una medida concreta sobre YPF, la burocracia peronista fue preparando el terreno, como se suele hacer, para que la futura acción apareciera como una medida defensiva y, por lo tanto, inevitable. Fue así como surgieron las desavenencias con el antiguo “amigo” Eskenazi por emplear las utilidades de la empresa para pagar las acciones que había comprado, gracias a los buenos oficios de Néstor y Cristina, en vez de invertirlas en aumentar la producción y así echarle una mano al propio gobierno. Una deslealtad imperdonable desde la óptica de Cristina Fernández, aunque, como ya se comentó, dicha forma de pago de las acciones estaba contemplada contractualmente y avalada por el propio Estado. “La semana pasada fue la peor en la larga relación entre el Gobierno y la familia Eskenazi. En menos de cuatro días se convirtieron en el nuevo enemigo del modelo, y hasta Amado Boudou los acusó… de monopólicos y de usar conductas de la dictadura” (27).Otro tanto ocurría con Repsol YPF que pasó de “sostener el crecimiento del país” en 2011 a “no invertir y segmentar el mercado” en 2012. Desde los gobiernos provinciales afines al kirchnerismo se le retiró aproximadamente un 30% de las concesiones a Repsol-YPF con el argumento de la desinversión. “El Gobierno inició una ofensiva pública contra los dueños de YPF... Las provincias comenzaron paulatinamente a quitarles áreas petroleras. La primera medida la tomó el gobernador Martín Buzzi en Chubut, y enseguida hubo un efecto dominó en otros mandatarios provinciales. La segunda acción la llevó Santa Cruz, cuando oficializó el miércoles pasado la quita del mayor yacimiento de la provincia” (8).

En España, en tanto, el “conserje” de turno de la burguesía española, el “popular” Mariano Rajoy, enviaba a uno de sus asistentes, el ministro de Industria José Manuel Soria, a advertirle a Cristina que “cualquier ‘hostilidad’ contra una empresa ibérica será considerada una ‘hostilidad contra España y su gobierno’ y aseguró además que este tipo de acciones tendría ‘consecuencias’” (28). Aparte de las bravuconadas de este vocero del capitalismo español, defendiendo a sus mandantes y equiparando los intereses de una empresa privada (29) con los del país, poco más era lo que podían hacer los burgueses ibéricos y sus socios, tal como quedaría demostrado posteriormente cuando, ante el hecho consumado de la expropiación, terminarían mendigando que por lo menos les pagaran un precio razonable. Como si esto fuera poco, los capitalistas de Repsol igualmente deben preocuparse por el “préstamo” que le hicieron a sus colegas de Petersen Energía S.A. para que pudieran comprar las acciones de YPF y que se estaba cancelando con las ganancias que ahora Cristina ya no va a repartir (30). Al final, como en todo enfrentamiento entre capitalistas, en esta ocasión también se dio que el que se encontraba en una posición de mayor fortaleza aprovechó su oportunidad y concluyó el asunto dándole una patada en el trasero a su rival de turno como, a su vez, lo han hecho en incontables oportunidades anteriores los propios capitalistas españoles ahora afectados.

La hipocresía del latinoamericanismo burgués

Cristina Fernández (16 de abril de 2012): “…en principio quiero aclarar que cuando hoy me levanté y leí en un diario que me había ido enojada antes de la Cumbre de las Américas, se darán cuenta que no es que me fui antes porque estaba enojada, sino porque tenía que estar aquí en la República Argentina a primerísima hora; y enojada no me podía haber ido nunca porque realmente fue fantástico; esto quiero remarcarlo y quiero decirlo porque también tiene que ver con lo que estamos tratando hoy; aquí varias legisladoras me acompañaron, 32 países apoyaron enfáticamente nuestros reclamos de la soberanía de Malvinas y me habré ido una hora, hora y pico antes de que terminara, porque de lo contrario no llegaba a las 7 y media de la tarde, que era la hora que tenía que estar aquí en Buenos Aires reunida con los funcionarios y me acerqué a decirle al presidente Santos que le agradecía su hospitalidad y que me tenía que ir antes, obviamente no le conté los motivos; él me dijo: ‘mirá que voy a hablar de Malvinas en el discurso de clausura’. Le dije: no te hagas ningún problema, ya lo sé, está muy bien todo y además está colgada hoy en la página de Presidencia de la hermana República de Colombia, la postura clara y contundente que también tuvo la República de Colombia y su pueblo apoyando la cuestión de Malvinas” (1).

La disputa entre el Estado capitalista argentino y los capitalistas de Repsol por el control de YPF también ha permitido verificar el verdadero carácter de algunos “hermanos” y “socios” latinoamericanos miembros de la CELAC y de UNASUR, como es el caso de los gobiernos burgueses de México, Chile y Colombia. El Estado mexicano es parte afectada por la expropiación de YPF ya que Petróleos Mexicanos (Pemex) es accionista de Repsol (tiene un 9,49% de las acciones) y, por lo tanto, no fue casualidad que fuera uno de los primeros lugares donde Mariano Rajoy, en su calidad de mandadero de la burguesía española, recabara solidaridad. Felipe Calderón diligentemente se encargó de expresársela. “El presidente Rajoy y yo coincidimos en que, en estos tiempos turbulentos, las coordenadas del progreso pasan por la libertad económica y la certidumbre jurídica, y no por el estatismo ni el proteccionismo” (31). Luego llegaría el turno de uno de los nuevos mejores amigos de los reformistas latinoamericanos. “El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, abrió las puertas de su país a las empresas españolas y ha garantizado al jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, que no encontrarán sorpresas porque en Colombia se cumplen las reglas del juego: ‘aquí no expropiamos, presidente Rajoy’, subrayó. Santos, que ya transmitió el mismo mensaje a directivos de las principales multinacionales españolas, lo repitió ayer ante Rajoy” (32). Acto seguido, para reafirmar su gesto solidario con el capitalismo español, presentó una denuncia contra la Argentina ante la OMC por restricciones a las exportaciones colombianas. Finalmente sería el sonriente empresario presidente Sebastián Piñera el encargado de demostrar su apoyo a Repsol a través de su ministro Pablo Longueira: “Es preocupante que volvamos a tener conductas proteccionistas en el continente. Sabemos de las consecuencias que significaron para muchos países. La confianza y la certeza jurídica que entreguemos en el continente a los inversionistas nos van a permitir tener los niveles de inversión que necesitamos para mantener tasas de crecimiento altas” (33).

Con “amigos” como éstos realmente no se necesitan enemigos. Aunque esta postura de los burgueses Piñera y Santos y del representante burgués Calderón pueda ser interpretada por el reformismo como una traición al latino americanismo, la realidad es que ellos sólo están siendo fieles a su condición de clase, apoyando a sus verdaderos hermanos de clase: la burguesía mundial. La traición no la cometen ellos sino los reformistas que engañan a los pueblos haciéndoles creer que es posible una unidad latinoamericana donde participen los capitalistas y sus representantes.

El nuevo reparto de la torta

Actualmente, YPF cuenta con reservas probadas de 982 millones de barriles de petróleo, comercializa en el mercado interno unos 12.600 millones de metros cúbicos de gas al año y posee más de 1.600 estaciones de servicio. La producción de petróleo en 2011 fue de 100 millones de barriles y la de gas 8,82 millones de metros cúbicos. Sus ventas en 2011 ascendieron a unos U$S 13.000 millones que le dejaron a sus socios una ganancia de unos U$S 1.200 millones (34).
Cristina Fernández (16 de abril de 2012): “…el modelo además que hemos elegido no es un modelo de estatización, que quede claro, es un modelo de recuperación de la soberanía y del control de un instrumento fundamental, porque seguimos conservando la forma de sociedad anónima, seguimos funcionando de acuerdo a la ley de sociedad privada… En definitiva, no tenemos problemas con las rentabilidades, tenemos problemas sí con la necesidad de que reinviertan utilidades en el país para seguir produciendo y acompañando el crecimiento del país. Con toda empresa argentina cuyos accionistas sean extranjeros, tengan la certeza que en la medida que acompañen al crecimiento del país, como lo ha hecho la inmensa mayoría, vamos a seguir trabajando codo a codo, como nos tocó trabajar con la industria automotriz cuando tuvimos que ayudar a General Motors, una empresa con accionistas de origen estadounidense, pero que le dimos préstamos para que pudiera seguir produciendo autos, como estamos dándole préstamos ahora a FIAT, otra empresa también de origen italiano, importantes préstamos del crédito del Bicentenario, para su nuevo Palio; para las nuevas inversiones de la New Holland en maquinaria agrícola, que vino a hacer aquí sus anuncios Sergio Marchionne… Por eso quiero decirles que esto es una política de Estado: querer unirnos a todos los argentinos, cualquiera sea su pertenencia, acá no hay dueño de YPF, es de todos. YPF es de todos, esto quiero que lo tengamos muy claro. Y yo quiero convocar a sus trabajadores, a todos los que están hoy en el pozo, a sus estacioneros, a todos los hombres y mujeres que tienen responsabilidad, a que la Argentina tiene que seguir creciendo, tiene que seguir andando, a que cada uno en su puesto de lucha ayude a reconstruir esta gran empresa para todos los argentinos. Pero que además inspire tal grado de confianza que permita asociarnos porque no queremos tener, en ese sentido, falsos prejuicios. En cuanto la dirección sea llevada por los argentinos no tenemos que tener prejuicios de que bajo la forma de joint ventures, de unidades transitorias de empresas y de todas las modalidades modernas de negocios que hoy imperan en el mundo podamos asociarnos con otras empresas estatales, con empresas privadas, con capitales nacionales, pero tengan en claro que ese 50 por ciento no va a ser manejado por ningún grupo económico, ni local ni nacional, porque debe ser manejado por el Estado Nacional asegurando a través de la profesionalización del management que vamos a tener recursos y que va a ser rentable.
Por eso también hemos decretado la utilidad pública únicamente sobre el 51 por ciento de las acciones que poseía Repsol, que posee en realidad un 56, casi un 57 por ciento, es el 51 por ciento para tomar el control, no hemos afectado a aquellos que con buena fe compraron en la Bolsa y por lo tanto operan en Bolsa, ni de ningún otro socio” (1).

Lo primero que dejó en claro la presidenta Fernández, remarcándolo una y otra vez, es que no se trataba de una estatización, no sea cosa que la fueran a confundir con Chávez, al cual se lo quiere mucho pero desde lejos.
Acto seguido, y para despejar cualquier duda, se pasó lista del apoyo que reciben los capitalistas, no sólo los argentinos sino también los gringos y los italianos, de parte de su gobierno y que no hay ningún tipo de problema con que ganen bastante dinero siempre y cuando reinviertan en el país. Al final, la tan mentada expropiación, que no es estatización sino una “recuperación de la soberanía”, se quedó en una expropiación limitada a la mayoría de las acciones que poseía la multinacional española Repsol, dejando intacta la propiedad del resto de las acciones que se hallan en manos privadas, incluyendo las de los ex amigos Eskenazi, aunque a estos últimos ya no se los deje entrar en las instalaciones de YPF, con el fin, como todo indica, de barajar y dar de nuevo, es decir, sacar a los capitalistas españoles del negocio y buscar nuevos socios pero teniendo un mayor control de dicho negocio por parte del Estado capitalista argentino(35). Los pasos dados por la burocracia peronista luego del 16 de abril sólo vinieron a confirman lo anterior. Las apresuradas reuniones de los 2 interventores de YPF, el ministro de Planificación Julio De Vido y el viceministro de Economía Axel Kicillof, desde entonces con representantes de la petrolera local Medanito, propiedad de las familias Grimaldi y Carosio, de las estadounidenses EOG Resources, Conoco Phillips (tercera petrolera más grande de Estados Unidos), Chevron (familia Rockefeller) y Exxon, de la canadiense Talismán, de la francesa Total y de la brasileña Petrobras (36) entre otras, no hacen más que apuntar en esa dirección. La realidad es que detrás del discurso nacionalista del populismo se esconde una nueva entrega de YPF al capital internacional.

Cristina Fernández (16 de abril de 2012): “… vamos a seguir trabajando incansablemente por la Argentina que él soñó, lo único que lamento es que él no pueda…, yo creo que de algún lado nos está viendo, pero me gustaría que me estuviera mirando como hacía siempre, ahora, porque él siempre soñó con recuperar YPF para el país, siempre, siempre” (1).


4.- Por una expropiación del 100% de YPF al servicio del pueblo argentino y bajo el control de sus trabajadores

Desde el mismo momento en que la presidenta Cristina Fernández anunció el 16 de abril la expropiación por parte del Estado del 51% de YPF, los movimientos que apoyan al gobierno han declarado que esta acción “es histórica”, que “para el ‘pueblo argentino’ se suma a una larga lista que incluye ‘el pago al FMI liberando a la Argentina de obedecer las políticas del organismo’, la recuperación de las Afjp; la recuperación de Aerolíneas Argentinas, la Asignación Universal por hijo, el reclamo por las Islas Malvinas, entre otras… Emilio Pérsico, dirigente del Movimiento Evita [declaró que]: ‘Con esta decisión hemos entrado en la historia grande de las grandes patriadas que ha dado la Argentina, y ésta es una de ellas. Estamos poniendo a la Argentina en el lugar que nunca debió dejar de estar’” (37).
Así mismo, la mayoría del pueblo argentino, aproximadamente el 75%, ha expresado de distintas formas su beneplácito y apoyo a la medida, apoyo que aumenta entre los jóvenes y los más pobres, es más, “menos de un 3% cree
que YPF debe estar en manos privadas, un 23% considera que podría ser administrada por capitales privados argentinos y nada menos que el 70% piensa que la tiene que manejar el Estado” (38). Estos últimos datos son muy significativos porque reflejan el instinto de las masas argentinas que, a pesar de toda la propaganda en contra de lo público y a favor de lo privado que realizan a diario los capitalistas a través de sus medios de difusión, sienten que YPF debe ser del Estado. Sin embargo, la realidad indica que, aunque el Estado tenga ahora un 51% de las acciones de YPF, el saldo de las mismas aún continúa en manos de los privados, contrariamente al pensar de la gente.

Además, como se vio en el punto anterior, la idea del gobierno no es impulsar un proyecto petrolero público sino tratar de asociar a YPF con la mayor cantidad posible de multinacionales petroleras. Es decir que, más allá de la retórica oficial y los buenos deseos de algunas personas, los hechos concretos, y de eso se trata, señalan que los principales beneficiarios de la “recuperación de la soberanía” de YPF continuarán siendo los capitalistas, los de adentro y los de afuera, como ya había ocurrido con la privatización de los años 90 y la “argentinización” de 2008. En este sentido, poco va a cambiar para los trabajadores de YPF y el pueblo argentino: los primeros mantendrán su condición de explotados desde la cual crearán riqueza para los capitalistas y el segundo seguirá disfrutando de muy poca de dicha riqueza.

Como ya se comentó, los gobiernos kirchneristas, aprovechándose de la debilidad de la burguesía nacional y haciéndoles algunas concesiones a los trabajadores, se han elevado sobre las clases y han desarrollado un carácter de bonapartismo particular que les ha permitido gobernar hasta ahora dentro de las mejores tradiciones del peronismo tradicional, fomentando el colaboracionismo interclasista.
El modelo populista impulsado por el kirchnerismo ha buscado, por un lado mantener el control del movimiento obrero a través de un grupo afín de aristócratas sindicales devenidos desde hace tiempo en verdaderos empresarios, y por otro favorecer al capitalismo industrial y financiero argentino con la idea de desarrollar una burguesía nacional.
Evidentemente, esta política ha hecho que los lazos y las afinidades de la burocracia gobernante con la burguesía, como también ya comentamos, se hayan incrementado día a día. En ese sentido, las relaciones del kirchnerismo con los capitalistas argentinos no se han limitado a los casos puntuales de la familia Eskenazi y algunos otros, sino que forman parte de una clara política de clase de la cual sobran los ejemplos. En 2007, en plena campaña electoral de la entonces candidata Cristina Fernández, las reacciones de los capitalistas a sus propuestas fueron bastantes gráficas y unánimes. Entre otros, opinaron el presidente de la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba) y del Banco Macro, Jorge Brito, quien dijo estar “ciento por ciento de acuerdo” con el discurso de Cristina, igualmente, “el presidente del Banco Nación, Roberto Feletti, apuntó, por su parte, que están sentadas las bases para un diálogo social… la necesidad de los acuerdos entre empresarios y trabajadores ‘implica un reordenamiento de la política, de la industria, del empleo y de los salarios’” (39). Marcelo Fernández, presidente de la Confederación General Económica (CGE), fue más enfático y proselitista: “el pueblo sabrá elegir entre la dignidad del trabajo, que nos garantiza Cristina Kirchner, o la destrucción del aparato productivo” (39). Más recientemente, luego de obtener la reelección presidencial en octubre de 2011, una vez más Cristina Fernández volvió a buscar el apoyo del empresariado industrial “unido en torno a la Unión Industrial Argentina (UIA), presidida por José Ignacio de Mendiguren, a quienes ha pedido directamente ayuda: ‘sola no puedo’ dijo”. Para luego asumir una actitud de preferencia hacia dicho empresariado en sus disputas con los trabajadores: “Asimismo, la Presidenta prometió a los empresarios una modificación en la ley de ART, con lo que buscará evitar los juicios laborales: ‘tenemos que abordar el problema de las ART. Es clave que la ley contemple los intereses de los trabajadores, pero evitando la industria del juicio, que genera un impacto negativo’.Por eso recibe ahora claras muestras de apoyo del empresariado por boca de Mendiguren, quien cree que Cristina Fernández ‘ha hecho del tema de la industrialización y el proceso de integración nacional una de sus mayores preocupaciones’” (40).

Este apoyo abierto y concreto al capitalismo, por el cual claramente ha tomado partido, termina limitando y mediatizando cualquier acción del gobierno peronista que en un primer momento pudiera parecer favorable a los intereses de los trabajadores y de las masas.
Cristina Fernández (16 de abril de 2012): “Quiero con esto, para finalizar… también dirigirme a los empresarios argentinos, no a los trabajadores que siempre nos han acompañado, y que han resultado - sin lugar a dudas - los más beneficiados por este modelo y que van a tener también otra representación en la empresa estatal, quiero referirme también a los empresarios argentinos, en los cuales hemos puesto mucha confianza, mucho esfuerzo… muchas veces cuando uno toma decisiones para apoyar a los empresarios, para conformar un empresariado nacional como tienen todos los grandes países del mundo, también necesitamos que entiendan la necesidad de comprometerse con los intereses del país… Lo que sí le queremos decir a todos los empresarios argentinos es que como nunca han tenido rentabilidades en estos años, del 2003 a la fecha, y que no es de gente inteligente pretender que sólo a partir del precio se puede mantener rentabilidad o aumentar rentabilidad…Tienen que entender que sobre todo en épocas de guerras comerciales profundas - como las que están instaladas en el mundo y se avecinan - es necesario más que nunca cuidar el mercado interno” (1).

La principal contradicción del reformismo es querer conciliar lo irreconciliable: los intereses de los trabajadores y los intereses de los capitalistas.
Otra gran contradicción es pretender desarrollar una burguesía nacional en tiempos en que el control de la economía mundial se encuentra, más que nunca antes en la historia, en manos de un puñado de capitalistas multinacionales, con una tendencia a que esta concentración de la riqueza siga en aumento tal como lo explicara en su momento Carlos Marx.
Los reformistas honestos se empantanan en estas contradicciones sin saber cómo salir de ellas y los otros reformistas las utilizan para adormecer a los trabajadores y a las masas manteniéndolos en su actual situación de explotación, pero al final ambos terminan jugando el mismo papel contrarrevolucionario. Y el populismo peronista sólo es una variante del reformismo.

Los marxistas apoyamos decididamente las expropiaciones a los capitalistas, pero si esas expropiaciones, que deben ser totales no parciales, es decir, del 100% como aspira la mayoría del pueblo argentino, no son seguidas por otras medidas que garanticen la utilización de los bienes expropiados a favor de las necesidades de las masas, las mismas no pasarán de ser, en el mejor de los casos, más que buenas intensiones que sólo fortalecerán el modelo de capitalismo de Estado.
Para que las expropiaciones de empresas sean útiles para el pueblo, dichas empresas deben ser colocadas bajo el control y la administración de sus trabajadores, y deben formar parte de un programa general de nacionalización y socialización de toda la economía, de tal forma, que permita su planificación por parte de las masas en función de los intereses de toda la sociedad y no de un puñado de capitalistas. En tal caso no estaríamos hablando de un regreso al “capitalismo en serio” sino de acabar con él y construir el socialismo. Desgraciadamente, la actual expropiación de YPF no entra en este esquema que acabamos de plantear y es una prueba más de los límites que tiene el peronismo que no pretende trascender al capitalismo sino, simplemente, hacerle alguna pequeña reforma que lo vuelva más “humano”.


Notas:

(1) http://www.presidencia.gov.ar/discursos/25810-anuncio-del-proyecto-de-ley-de-expropiacion-de-ypf-discurso-de-la-presidenta-de-la-nacion

(2) En los 7 años de dictadura (1976-1983) la deuda externa argentina se incrementó un 544%, pasando de US$ 8.280 millones a US$ 45.087 millones.

(3) http://www.creepace.com.ar/notas/20030123-sec_pet.htm

+(4) “La renta petrolera permitió en Argentina crear, desde 1934 hasta 1989, toda la infraestructura viaria nacional y provincial, construir la red troncal y expandir las redes domiciliarias de gas. Esos fondos fueron también determinantes para la construcción de todas las represas hidroeléctricas, aportaron a las cajas de previsión y financiaron a otras empresas del Estado. YPF creó pueblos, escuelas técnicas, redes de comunicación. Hasta su privatización, se contabilizaban reservas de gas para 36 años y de petróleo, para 23 años”. http://edicion4.com.ar/e4blog/?tag=un-curioso-negocio-publicitado-como-el-proceso-de-argentinizacion-de-ypf

(5) http://www.zaichina.net/2012/04/16/caso-repsol-ypf-china-desplaza-a-espana-en-argentina/

+(6) “La venta de YPF tuvo, también, ventajas para el gobernador Kirchner. Dos meses después de sancionada la ley, Cavallo, Manzano, Kirchner y De Vido firmaron el "acta acuerdo" por la cual se fijó la suma que correspondía a Santa Cruz. En definitiva, la provincia recibió, en 1993, US$ 654 millones. Co

agrega un comentario