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Los derechos de una puta
Por (reenvio) Alicia Peressutti - Thursday, May. 17, 2012 at 4:20 PM

16/03/2011 - A mi me gustaría saber que derechos tengo... que alguien me los explique y me tenga paciencia así los anoto uno a uno. Por que de verdad les digo que yo no conozco mis derechos, claro que soy mujer pero a mi eso no me parece un derecho ¿verdad?

Es más disculpen, pero en mi caso me parece más una maldición, ¿Por qué?. Por que maldita nací y maldita vivo, perdida en este infierno deambulo por las noches esperando algún cliente que me grite..."Eehhh Morocha, cuánto me hacés esta noche?" Entonces yo me miento a mí misma y me digo que le gusto, que le importo algo y subo al auto o camión o moto y cumplo con lo que me pide. Después se va, pero antes a veces le suena el celular y contesta sin tener en cuenta que escucho y si es un amigo le comenta”A qué no sabés con quién estoy? Caro que una chica , tonto, te la recomiendo porque es bárbara, sí se llama Esmeralda,, si, sí después te paso el celular...

Me quedo tan sola, y siento que debería morirme, que sería mejor no estar. Pero si me muero ¿quién le va a mandar plata a mi mamá para que le de comer a la Julianita?

La Julianita casi cumple cuatro años, cuando tenía un mes se la dejé a mi mamá para que me la cuide y yo le mando unas monedas todos los meses, religiosamente el 15 más o menos le hago el giro. Al Albertito lo dí, porque mi mamá no podía con los dos y yo no puedo conmigo ¿¿¿cómo voy a poder con un bebé???

¡¡¡Sí!!! yo vivo en el infierno, a pesar de que antes de salir al encuentro de la noche me hago la señal de la cruz, por si no vuelvo. Me estoy poniendo vieja y me sangra el alma y me duelen los huesos de tantos inviernos que se me metieron dentro. Parada en las esquinas, silbando bajito para espantar los fantasmas del miedo y aguantarme las rodillas que no me paran de temblar.

Estoy sola ,tan sola como ese día cuando cumplí catorce y no había comida en mi casa, no había en la mesa, no había en ninguna caja , y no teníamos heladera como para que hubiera algo. Jamás tuve una torta de cumpleaños, una torta con velitas para soplarlas, ¿¿¿que cosa noo???

Ese cumpleaños salí corriendo y le conté al Marcelito, que me estaba rondando que tenía hambre, mucha hambre...el Marcelito me acarició el pelo, recuerdo que lo tenía suelto y largo inmensamente largo y me prometió ayuda.

Se fue por un rato mientras yo dibujaba con mis zapatillas viejas unas flores en el guadal de la calle de tierra.

El Marcelito volvió en un auto. Se bajó con una sonrisa de chocolate y me dijo, “acá te traigo a Don Néstor, le tenés que hacer el favor, es un ratito, ponele ganas que el hombre es un señor, tiene mosca”.

La angustia me estranguló el alma y el miedo los intestinos, casi me dio diarrea de tanto susto. Pero tenía hambre y le creí al Marcelito que me quería, siempre le creí a los hombres que me juraron amor eterno, y hoy después de tantos años miro hacia atrás y veo que sólo querían usarme , como trapo, como trapo viejo y después me tiraron al tacho.

Don Néstor trajo a sus amigos, y así se fueron sumando hombres que me daban unas monedas a cambio de mis favores y el Marcelito que juraba amarme se llevaba el porcentaje.

¿¿¿¿Sí me dolió???? Siempre me dolió, además del cuerpo, porque les puedo jurar que es mentira que no duele, me dolió el alma, Llegaba a casa y por más que me lavaba con la palangana y mucho agua fría, nunca más pude sacarme el olor a hombre, el olor de la mugre de esos hombres.

Cuando subís a un auto nunca sabés donde vas a terminar. Aún recuerdo una de esas tantas noches donde le ves el rostro al diablo. Un señor bien vestido te pide que subas y al instante se transforma en un demonio y te mete cosas, te corta, te hace lo que quiere y más, después te baja y se marcha burlándose, Entonces te tragás las lágrimas de a una,. Y llorás por dentro porque díganme ustedes ¿¿¿¿a quién le puede importar lo que sufre o lo pasa a una puta???

¿¿¿A quién le vas a contar que te violaron??? ¿¿¿A la cana??? Para que se rían y se burlen...las putas no tenemos derechos, ni uno siquiera.

Maldita nací y maldita vivo, vestida con minifaldas de cuerina y un par de tacos que se me han hecho carne. Es tan honda mi soledad y tan triste mi vida que para poder salir al encuentro de la noche, me tomo dos vasitos de vino tinto, tomo para no pensar en lo que me espera, para no sentir. Y me pinto la boca rojo sangre, para esconder las muecas de dolor y me maquillo mucho para esconder la miseria.

¡¡¡Ya sé, ya sé!!! a veces parezco un payaso. A mi no me dan risa los payasos porque pienso que se maquillan tanto para esconder algo. Hasta el nombre escondo, me llaman “Esmeralda” y pueden creer que nadie pregunta mi verdadero nombre???, en el fondo creo que a nadie le importa, así no se comprometen.

Cuando me visto de Esmeralda, salgo al encuentro de la noche, a bancarme lo que me toque, a veces, temo que me toque la muerte.

Cómo dijeron que no escuché? … Ahhhh de los clientes quieren saber. Miren es triste pero es fácil, los clientes son sus maridos, sus hijos adolescentes, sus hermanos, sus padres. Ellos van de putas como si fueran a la plaza.

¿¿¿Para qué??? Para sentirse machos, para sentir que pueden. Y sí que pueden porque por 50 mangos se llevan algo de mi, un pedazo de mi vida, un pedazo de mi alma.

¿¿¿Qué soy culpable??? Claro que soy culpable, culpable de haber nacido mujer en este mundo de hombres, mujer y pobre. Soy culpable de que mi primo Ramón me haya violado a los 6 años y cuando corrí a contarle a mi madre, toda sucia y con sangre entre las piernas... me dio vuelta la cara de una cachetada y me dijo, “Bancatelas Pendeja, que esto es así y callate bien la boca, que no quiero más kilombos” Claro a mi madre también la habían violado ciento de veces, y siempre se lo tuvo que tragar.

Claro que soy culpable, culpable de ser bruta y estar viva. La noche en que nació la Julianita, yo estaba lejos de mi casa y sola, terriblemente sola, entonces llegué al Hospital con la panza en la manos, con todos los dolores juntos y una enfermera que me conocía porque había ido una madrugada a coserme unas heridas, me miró y me dijo “Pasá che, pasá!!!!, acostate y portate bien, total de tanto abrir las piernas debés tener la abertura agrandada”

40 horas de parto, 40 horas de horror, sola como las perras que va a parir donde pueden, aguantándome el dolor y el llanto para que no me retaran.

La nena nació morada, casi negra de tanto intentar salir. La tuve un mes conmigo, un mes donde le prometí tantas cosas que nunca pude cumplir, porque no tenía donde dejarla, ni a quién entonces arreglé con mi madre que está vieja y medio ciega que me la criara, a cambio yo las mantenía a las dos.

Con el Albertito no pude dejárselo y no me quedó otra que a los quince días entregarlo en adopción, se lo entregué a una señora muy buena, con papeles y todo para que no tuviera problemas.

No hay un solo día en que no rece por el Albertito, nunca lo volví a ver. Me guardé como recuerdo un mechoncito de cabello, si sé donde vive??? Si que sé pero pienso que es mejor así, porque es muy buena gente y está bien...yo no tenía nada para ofrecerle, sólo pobreza y espanto, porque maldita nací y maldita vivo.

¿¿¿Qué derechos tengo??? Las putas no tienen derechos, solamente soledad, dolor y espanto.

fuente http://bolsonweb.net/diariobolson/detalle.php?id_noticia=25471

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