Julio López
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Percusiones sin ritmo
Por Rama - Monday, Jun. 04, 2012 at 10:00 PM

Hay una lógica que lamentablemente sigue vigente. La violencia del que tiene no es denunciada de la misma manera que la del que no tiene. Se pide mano dura con un “pibe chorro” mientras que nada se dice de los de “saco y corbata”

El ritmo, aun con sus variaciones, síncopas, y contratiempos, es el elemento unificador de todo grupo, orquesta, Big Band, etc. Desde una orquesta sinfónica, hasta una banda de rock, o la murga del barrio, hay un ritmo a seguir, que puede ser mas o menos libre, pero que es lo que permite entenderse con el resto ya sea de los músicos o quienes bailen (en el caso de que sea música con baile). Hasta en corrientes más contemporáneas como el Free Jazz, se improvisa sobre las ideas del compañero. Es que hasta las vanguardias (al menos las que lograron algo trascendente) han tenido algo que las distinguió, que trasciende el snobismo de querer hacerse el distinto: un elemento colectivo y un punto de partida noble: un conocimiento de lo previo a modificar. ¿Quién puede negar la capacidad de Ornette Coleman para tocar un blues o el amor que Stravisnky tenía por Bach? Esto no va con fines restrictivos, obviamente en una orquesta sinfónica hay que leer música, pero no es el requisito para crear, sino nos hubiéramos perdido a un Jimi Hendrix, o Louis Armstrong, o mismo a Los Beatles, aunque es un buen recurso, que se logra con esfuerzo y trabajo, y merece reconocimiento.

En la sociedad, con muchas diferencias (me quedo con la música), se podría decir que hay algo parecido aunque con una complejidad mucho mayor, incluso de lo que voy a decir a continuación. La organización se hace (o debería) en relación con otros. La apreciación o depreciación de una moneda se da (más allá de movidas especulativas) en relación con la apreciación o depreciación del trabajo de otros. Los funcionamientos, buenos, o malos, se dan por un conjunto de individuos y situaciones en donde existen ciertos consensos (muchas veces entre pocos). A grandes rasgos, y simplificando mucho, lo que no es recomendable, a lo que voy es que socialmente también es necesario “el ritmo”.

El 19 de diciembre del 2001, estaba “todo mal”, o no tanto. La economía estaba mal y perjudicaba a muchos sectores a la vez, incluidos algunos sectores medios y altos (ya escribí sobre aquello acá: http://www.facebook.com/notes/ramiro-giganti/a-10-a%C3%B1os/341797685834904 ). La espontaneidad y multiplicidad de reclamos, por un lado mostraba cierta confusión y también divisiones internas, por lo que algunos se apuraban a anticipar un fracaso, no tan claro visto 10 años después. Evidentemente no se fueron todos, pero aquellas experiencias duraron un tiempo y generaron cambios que hoy se ven: se recuperaron lazos solidarios y un mayor compromiso social. Se rompió, en parte, con el individualismo de los 90, y digo en parte porque la realidad actual muestra que no se terminó de romper esa lógica espuria. Tal vez había algunas desafinaciones, y algún desacople fruto de la “falta de ensayo”, pero en aquellos días, sin duda, “había ritmo”.

Los que me conocen saben que pienso de este gobierno, saben que no soy parte de ese “54%”. Saben lo crítico que fui siempre (y sigo siendo) y como me pronuncie en contra de muchas cosas de este gobierno, desde la Ley Antiterrorista, la impunidad en la masacre de Once, los casos de Gatillo Fácil, el clientelismo político, las medidas engañosas, la represión a asambleístas en La Rioja y Catamarca, la precarización laboral, las burocracias sindicales, entre muchas otras cosas. Los cacerolazos del jueves y viernes de la semana pasada (31 de mayo y 1 de junio respectivamente), no tuvieron nada que ver con lo que nombré recién. No hubo cacerolazos por los muertos de Once, ni en contra de la mega minería y la impunidad conjunta de esas empresas con los gobiernos locales (todos kirchneristas). No les importó.

Enmascarados o escondidos en una consigna “contra la corrupción” (mas abstracto y confuso imposible, mas sabiendo que convocaban sectores del PJ disidente, ¿El PJ contra la corrupción? ¿Duhalde contra la corrupción? ¿El PRO contra la corrupción? ¿Pero que son, suicidas o masoquistas? Ninguna de las dos cosas, son mentirosos) en los barrios de Belgrano y Recoleta algunos “vecinos” golpearon las cacerolas y hasta salieron a cortar calles en algunos casos (Cabildo y Juramento, o Santa Fe y Callao, por ejemplo). Si se les pregunta individualmente a cada uno porqué golpea la cacerola, o sinceramente te dicen “es por el dólar quiero comprar dólares el resto no me importa” o, como suele pasar, dan una diversidad de razones absolutamente incoherentes entre si tan inconsistentes como si entrevistas a personas llevadas en un micro a un acto a cambio de un chori, o de unos mangos. La única diferencia es como se visten y el patrimonio personal. Después de todo yo ya había dicho hace como 10 años, que en los 90, el 1 a 1 era “Clientelismo para la clase media” si a unos los compran con un plan a otros con un dólar barato y/o con vía libre a la especulación.
Al margen dejo, aunque nobleza obliga, tengo que nombrar, como tanto la inflación como esta situación de incertidumbre afecta el ahorro de sectores medios y de trabajadores, que por ejemplo tienen muchos problemas a la hora de comprar una propiedad (y no hablo de propietarios múltiples sino del pibe de mas de 30 que labura y labura pero está cada vez mas lejos de “la casa propia”) o como afecta la inflación en los alimentos, de hecho hace rato que creo que “no estamos bien”, pero creo que es algo mas complejo y que no lo veo como eje principal en estos cacerolazos.

Otro elemento que vincula a estos “caceroleros” con lo que dicen criticar es la violencia. Muchos de esos sectores dicen “no soy piquetero, trabajo” desconozco si trabajan como ellos desconocen si quien corta una ruta trabaja o no, si un piquete no esta vinculado a cooperativas y denuncia el clientelismo político. Un piquete puede ser para no trabajar y vivir de un plan (dejo a parte un tema clave, que es como se vive con un plan de 1000 pesos por mes), como también un especulador puede querer mas vía libre para especular moviendo guita y ganar sin trabajar, y por eso golpea la cacerola. Las dos afirmaciones son reduccionistas, en especial la de los piquetes.

Entre montones de piquetes sin violencia y en muchos casos violencia inventada por las fuerzas de seguridad (no nos olvidemos que en pocos días se cumplen 10 años de la masacre de Puente Pueyrredón, y recordemos que decían los medios y que pasó realmente, si alguien quiere informarse porque no sabe o no recuerda, le recomiendo ver el documental “La crisis causó dos nuevas muertes” que pueden verlo entero en este link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=Nfm-f2yJa0g#!), sectores pudientes hablan de violencia, de “piqueteros violentos”. Sin embargo la gran mayoría de los piquetes y movilizaciones se desarrollan sin episodios de violencia, y como dije antes en los pocos episodios de violencia la mayor parte de las veces es generada por las autoridades. Bastaron dos días de cacerolazos, para que un grupo de personas pudientes golpeen y agredan a periodistas, lesionando de manera importante a un camarógrafo. No importa si hay afinidad o no, a mi no me gusta 678, pero no estoy hablando de eso ahora, estoy hablando de la violencia física, y hacia quien. Agredieron a un camarógrafo, no a Barone (a quien no soporto pero creo que tampoco se justificaría) agredieron a un trabajador, que además no se conoce su opinión política (lo cual igualmente no justificaría la agresión). Ese camarógrafo tranquilamente puede no haber votado a este gobierno, trabajar ahí no significa nada ¿o acaso todos los camarógrafos piensan igual que sus patrones? ¿Todos los trabajadores piensan igual que sus patrones? Debate aparte, el que tuve con amigos que trabajan en prensa sobre el poco empeño que ponen los sindicatos de prensa en poner como punto principal la libertad de expresión, y lo que es la “obediencia debida” sobre lo que escribe un periodista. Pero si hay un trabajador que está totalmente ajeno de esta crítica es un camarógrafo. ¿Saben cuanto gana un camarógrafo por su trabajo? ¿Pueden acusar de “chorro” o “alcahuete” a un camarógrafo? Lamentable.

Hay una lógica que lamentablemente sigue vigente. La violencia del que tiene no es denunciada de la misma manera que la del que no tiene. Se pide mano dura con un “pibe chorro” mientras que nada se dice de los de “saco y corbata” salvo que sean políticos que toman decisiones que los desfavorecen.

Los cacerolazos de la semana pasada fueron golpes de percusión sin ritmo, sin armonía, sin solidaridad. No representan a muchos que no estamos a favor de este gobierno. No representan a los asambleístas de La Rioja y Catamarca, ni a los trabajadores del Subte, no representan a las 51 víctimas del tren de Once. No representan a Luciano Arruga, desaparecido por la policía bonaerense, que aparentemente lo mató por negarse a robar para ellos. No me representan.

Si por lo menos tuvieran ritmo me atraerían por un valor artístico, pero ni eso. Es un berrinche espasmódico carente de cualquier valor artístico o creativo. Es un capricho de pocos. Es una expresión de pobreza, pero no de pobreza económica sino de la otra.

Tuve necesidad de escribir como para ser mas claro, pero creo que voy a seguir contestando de otra manera, haciendo música por ejemplo, porque cada vez creo menos en las palabras. Mas con lo bastardeada que está la palabra en estos tiempos. Quien quiera hacer buena música está invitado/a a intentarlo.

¡Salud!

Ramiro Giganti

P.D: si alguien cree que esto que escribí es funcional al oficialismo, le digo que nada es mas funcional que una oposición impresentable, y no lo digo solo por la mayoría de los candidatos opositores, sino también por estos cacerolazos. De la misma manera que muchas veces la soberbia de muchos oficialistas es funcional a estas cosas.

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