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Edgardo Montaldo: Un ejemplo de lucha y dignidad
Por enREDando.org.ar - Thursday, Jun. 07, 2012 at 3:27 AM

El 25 de mayo el barrio Ludueña se llenó de gente. Es que se presentó el libro “Mateando entre sueños”, una recopilación de escritos del querido padre Edgardo Montaldo, que lleva su propio estilo, sensible, cálido y fraterno. Un importante grupo de colaboradores participó para hacer posible la publicación de esta obra, un valioso aporte a la historia de la militancia barrial. enREDando estuvo ahí y recogió las anécdotas que llenaron de emoción la tarde.

Edgardo Montaldo: Un...
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Publicado el: 02/06/2012

Por Estefanía Giménez.

A cada paso que se daba por las calles del barrio se podía sentir la alegría y la emoción de ese día de fiesta. La murga y los músicos de la orquesta del Ludueña se preparaban para agasajar al Padre y devolverle algo de tanto trabajo que él ya había hecho por ellos.

“Mateando entre sueños” es una creación de Edgardo Montaldo. Recopila los escritos de más de 40 años de trabajo en el Barrio del Padre salesiano que supo encontrar su camino sin sotanas y sin venderse ante nadie.

Sus palabras, apostadas en este libro, son el resultado de los pensamientos que Edgardo tenía cada día, sólo, por la noche, cuando volvía de una jornada difícil, de patear las calles rescatando a pibes y a familias de distintas situaciones.

Su tarea y su vida dedicada a los pobres es un verdadero ejemplo de grandeza y solidaridad. Es seguido por muchos grupos y adorado por tantos otros. Entendiendo la problemática del barrio como algo inmerso en la injusticia social en general, siempre trató de buscar “un mundo donde quepan todos los mundos”.

Con sello propio

En los ojos de Edgardo se pudo apreciar la emoción misma. Sin casi palabras para agradecer, porque esa misma alegría le cortaba la voz, el Padre no se cansó de decir ¡Gracias!

“El fue el verdadero creador, él hizo todo. Armaba las paginas en hojas, pegaba las fotos iba y les sacaba fotocopias. Fue todo trabajo de él mismo, con ayuda, pero hizo un esfuerzo enorme para poder editar estas palabras”, cuenta Mari Suárez, una persona excepcional que acompaña a Edgardo en el día a día.

“Este es el testimonio de que siempre se pude avanzar. Y es un ejemplo, un ejemplo para todos nosotros”. “El propósito de publicar este libro es poder tomar fuerzas y seguir este camino y el destino. Seguir transitando este camino que cada día se hace más dificultoso”. Esto fue lo que remarcó el Padre Edgardo en su corto pero conciso discurso ante una multitud de compañeros que se llegaron al barrio para mostrar su agradecimiento por tantos años de trabajo.

“Todavía existen formas para estar presentes hoy día que se agrava la situación. Necesitamos hacer algo para que nuestros chicos no sean robados”, sentenció el cura, oriundo de San Nicolás. Comenzó su trabajo parroquial en el San José y luego lo mandaron al Barrio Ludueña, “el lugar más pobre de Rosario, era en el 68”, según cuenta.

Un grupo de trabajo

Junto a Edgardo, un gran número de personas hicieron posible esta obra que servirá como un aporte a la historia de la militancia en los barrios. A partir de una idea de Gustavo Martínez, delegado de ATE Rosario, el proyecto comenzó a tomar forma hace algunos meses.

“El libro ya de por sí tiene su propia historia, más allá de que ahora este impreso. La recopilación que viene haciendo Edgardo desde hace tiempo tenía existencia más allá del tiempo. El nunca había querido publicar todo esto y a instancia de Martinez se decidió a avanzar”. Esto cuenta Julio, uno de los integrantes del Bodegón Cultural de Pocho Lepratti, del Taller de Gráfica, que también hace algunos trabajos en el barrio.

Con una emoción que sus ojos no pueden disimular me cuenta que “Sandra es la sobrina del alma de Edgardo y fue quien lo ayudó mucho. Mi compromiso profesional, aparte del laboral comienza cuando llevan a imprimir el libro a la imprenta donde yo trabajo. Mi jefe es muy amigo del senador Juan Carlos Zabalza, que es quien consiguió los fondos para hacerlo. Por tanto, yo hice el tema de la diagramación, del diseño y Matías (Ayastuy) se encargó más de la escritura y la corrección”.

Asegura que “el valor de esto es el contenido, el testimonio, el trabajo ininterrumpido de Edgardo. Para mí es un orgullo a nivel profesional poder participar de este libro”.

Por su parte, Matías relata que lo conoce a Edgardo desde el 96-97, “cuando militaba en H.I.J.O.S y me invitaron al barrio a ver si queríamos venir a hacer apoyo escolar y acompañamiento a un grupo de jóvenes, que luego terminó siendo La Vagancia, y empezamos con unos talleres de guitarra”.

“Y un día estábamos haciendo el taller y viene un señor peticito, con ojos bien claros y me dice: vos sos Matías? Ahh yo conocí a tus padres. Pero la anécdota es que no sólo que los conoció sino que casó a mis padres. Y desde ahí ya quedó una relación muy fuerte”, cuenta. Los padres de Matías desaparecieron en la dictadura del ‘76.

“Sabía de todos los escritos de Edgardo, que él necesitaba escribirlos para no olvidarse. Que era lo que hacía a diario. Un día a las once de la noche me llama Gustavo Martinez. Y me dice: vamos a sacar el libro que Edgardo se merece. Yo lo único que hice fue reelaborar lo que ya estaba hecho, fijarme un poco el tema de la redacción. Y quien trabajó mucho también fue Julio”, agrega.

A su vez, Matías piensa que para el barrio “es un testimonio imprescindible, porque registra una realidad que se vive no sólo en Ludueña, se vive en todos los barrios, en todas las ciudades, en todos los países de Latinoamérica. Donde hay las mismas dolencias y las mismas ausencias de derechos”.

Y agrega que “el libro narra permanentemente como muchas veces la iglesia y el Estado miran para otro lado cuando se le reclaman derechos básicos. No le queda otra a estos grupos más que organizarse y hacer lo que el Estado ni la Iglesia hacen. Es un testimonio que todo barrio debería tener. Es un aporte a la construcción y a contar la historia de los sectores populares”, concluye.

Pero faltaba el testimonio clave, el de Sandra, quien según todos declaraban, fue quien más duro trabajó al lado de Edgardo para que esta obra fuera posible. Y no se equivocaron.

“Todo esto empezó hace mas de 12 años atrás. Fue una recopilación de escritos. Yo trabajo con Edgardo hace 18 años. Y él siempre vivía escribiendo y escribiendo y a mí me tocaba pasárselo a la computadora. Y en un momento a él se le dio por hacer una recopilación y empezamos a trabajar, a juntar archivos y todo lo demás y ahí se prendió un poco la idea del libro”, cuenta Sandra.

Y agrega que “fueron unos seis años más o menos de trabajo diario porque era de que terminábamos un capitulo, yo me iba contenta a mi casa, pero venia al otro día y se le ocurría algo distinto y vuelta a hacer todo de nuevo”, cuenta con una sonrisa. “Fue un trabajo muy cansador en cierto modo y muy interesante en otro”.

Casi como con su marca personal Sandra agrega: “Yo a Edgardo hace 31 años que lo conozco. Me crié con él. Y vivimos un montón de estas vivencias que se cuentan en el libro. Hubo muchas anécdotas muy divertidas. Como por ejemplo, en una época en la que vivíamos con la cámara en el bolsillo, y veíamos un pibe revolver la basura en el volquete y me decía pará pará, nos bajábamos del auto y le sacábamos una foto. O pasaba un carro con el caballo y era lo mismo. Era un caminar para recopilar fotos, y datos, y nombres y personas”. Sandra siempre trabajó ahí, dio catequesis en el barrio y en las comunidades.

Asegura que pese a ser reacia a este tipo de eventos, estuvo toda la semana pensando si ir o no. “Y dije bueno, este es el cierre a tantos años de trabajo y ver la alegría de él ahora. Dije es ahora o nunca, vamos a ponerle el broche al sueño de él. Creo que esto no es sólo una historia del barrio, sino de la congregación religiosa a la que él pertenece”.

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