Julio López
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Historia del siglo XX. El gobierno de Frondizi (primera parte)
Por PRML - Monday, Jun. 25, 2012 at 6:03 PM

Arturo Frondizi asumió la presidencia en mayo de 1958, luego de ganar las elecciones convocadas por la dicta­ dura de Aramburu. Dos años antes, el radicalismo se había dividido respecto de su posición frente al peronismo. La UCR del Pueblo, liderada por Balbín, sostenía una postura de rechazo a la reintegración de dicho movimiento en la vida política; la UCR Intransigente, por su parte, buscaba puntos de acerca­ miento con los peronistas. Así, Frondizi triunfó en los comicios tras llegar a un acuerdo con Perón, quién llamó a sus seguidores a votar al líder de la UCRI a cambio de su promesa de levantar la proscripción.

Historia del siglo X...
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El desarrollismo

El plan económico del nuevo gobierno buscó darle un nuevo impulso a la industrialización. Para ello había que sortear una serie de problemas, principalmente el estrangulamiento crónico de la balanza de pagos que impedía sistemáticamente capitalizar al país, trabando así el avance de la industria. Se buscó entonces el desarrollo de diversas ramas de la industria pesada (acero, química, petroquímica, celulosa, maquinarias) y la renovación de la infraestructura y del capital constante instalado, a la par que se avanzaba en la tecnificación del agro.
Para alcanzar estos objetivos impulsó una alianza estratégica con el capital extranjero, que sería el encargado de inyectar el cuantioso dinero necesario a tales fines. A este respecto, es dable en señalar que el planteo desarrollista empalmaba con las necesidades del capital imperialista en las condiciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial, donde las políticas aduaneras establecían niveles más o menos serios de protección a las incipientes industrias locales de los países periféricos. Las grandes corporaciones se veían en la posibilidad, a gran escala, de controlar estos mercados desde adentro, radicándose en el país y exportando regalías. Tampoco era despreciable la posibilidad de abastecer un mercado interno insatisfecho en los rubros mencionados, que crecieron aceleradamente en contrapartida con las ramas que se habían destacado en los años anteriores ­textil, calzado y electrodomésticos­, las que tendieron al estancamiento. Este nuevo escenario aumentó la concentración de la propiedad industrial. Los empresarios locales se vieron ante la necesidad de
aliarse con el capital extranjero para no verse desfavorecidos por la nueva realidad económica. Se consolidaba así una gran burguesía monopolista industrial, de fuertes vínculos con el capital tras­nacional.
De esta manera se sentaron las bases de una economía industrial de fuerte dependencia con el capital extranjero, principalmente el norteamericano. La modernización de la industria que dichos capitales aportaron a nuestra economía fue significativa, pero morigerada por el retraso tecnológico que aquí se arrastraba respecto de los países centrales. Con todo, la industria argentina fue de las más desarrolladas de América Latina. El Estado jugó un importante rol promotor del modelo económico. A la política de exenciones impositivas, que facilitaban la instalación de capitales, hay que sumarle la actividad de orga­nismos públicos dedicados a la investigación y al desarrollo tecnológico.
La política petrolera siguió una línea ilustrativa del caso. Antes de ser presidente Frondizi había condenado, en su libro “Petróleo y política”, los contratos con empresas extranjeras para la extracción del mineral. Una vez en el poder, impulsó la firma de acuerdos con la Shell, la Pan American Oil, la Esso y otras firmas a las que se les entregó la explotación petrolera ­que YPF se comprometía a comprar­ sin pagar impuestos y sin límites al reintegro de inversiones y ganancias a las casas matrices. Esta política fue presentada oficialmente como la “batalla del autoabastecimiento”, y no solo favoreció a las citadas empresas, sino también a las multinacionales de las ramas automotriz y petroquímica que funcionaban en el país, para las cuales el insumo era fundamental: Ford, Renault, Fiat, Peugeot, Citroen, Firestone, Duperial. Por otra parte, la radicación de estas automotrices, y principalmente la fabricación de camiones, cambió el mapa del transporte terrestre, favoreciendo el desmantelamiento del tendido ferroviario, ya que el ferrocarril era el principal competidor de esta floreciente industria.
Como se ve, el capital imperialista impone sus condiciones allí en donde se instala. Pero esto no fue todo. Para lograr esta afluencia de capitales Argentina tuvo que terminar de normalizar sus relaciones con Estados Unidos, que capitaneaba la economía mundial a través de los organismos multilaterales creados tras la Guerra. La tarea había sido iniciada durante la dictadura, con el ingreso del país al Fondo Monetario Internacional. A instancias del FMI el gobierno lanzó, a fines de 1958, un “Plan de Estabilización” que redujo el gasto público, aumentó las tarifas de servicios y el precio del petróleo y la electricidad y cesanteó a 40.000 empleados del Estado.
Con todo, esta política industrial no logró superar el problema crónico del déficit en la balanza de pagos, lo que abrió el margen para las ideas liberales clásicas que el gobierno tuvo que incorporar en su seno. A mediados de 1959 el Ministerio de Economía fue ocupado por Álvaro Alsogaray, quien orientó la política económica a impulsar las exportaciones, limitar el proceso de industrialización y liberalizar las restricciones impuestas a las importaciones. En la misma línea, a Alsogaray lo remplazó otro destacado reaccionario, Roberto Alemann.

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Por PRML - Monday, Jun. 25, 2012 at 6:03 PM

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