Julio López
está desaparecido
hace 6420 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

La década de 1930 El comienzo de la industrialización por sustitución de importaciones
Por PRML - Thursday, Jul. 05, 2012 at 12:18 AM

La década de 1930: el comienzo de la industrialización por sustitución de importaciones La crisis económica de 1929 alteró de manera sensible la economía nacional. La abrupta caída del comercio mundial impidió continuar con el esquema vigente hasta ese entonces, basado en las exportaciones de productos primarios. La actividad industrial de la década de 1930 estuvo muy lejos de responder a un plan medianamente sistemático La opinión generalizada entre la dirigencia nacional afirmaba que la crisis era un fenómeno pasajero y que la normalidad de los años anteriores no tardaría en llegar. Esta visión adolecía de varios defectos: por un lado, el modelo de desarrollo agrario en extensión estaba encontrando sus límites, cuestión que pasó desapercibida por la irrupción de la crisis. A su vez, los reacomodamientos internacionales y las iniciativas internas en pos de aprovechar el vacío producido en el mercado interno, crearían una nueva realidad que comenzó a vislumbrarse con mayor claridad hacia el final de la década. Los cambios económicos producidos en estos años dan una clave para entender la posterior evolución socio - política de nuestro país.

La década de 1930 El...
sin_t_tulo.png, image/png, 765x279

La relación con el imperialismo británico

Esa fue la orientación de las primeras medidas económicas adoptadas en los años 30, que tuvieron dos líneas centrales: preservar los intereses de los grandes empresarios y conservar la relación estrecha con el capital británico. A lo primero apuntaron el control cambiario -medida a través de la cual el gobierno definía quién podía acceder a una relación preferencial con el mercado mundial- y la creación de entidades por actividad productiva tales como la Junta Nacional de Granos, la de Carnes, la Comisión Nacional del Azúcar y la del Vino, entre las principales. Respecto
de la relación con Gran Bretaña, la firma del pacto Roca - Runciman en 1933 da cuenta de la concepción
estratégica del gobierno del general Justo acerca de
cómo enfrentar la nueva situación económica. Por dicho acuerdo la potencia europea se comprometió a
adquirir una cuota de carne argentina, a cambio de la
compra de sus productos industriales y de trato preferencial a sus empresas para enviar remesas a sus
casas matrices, además de otros beneficios para sus
intereses en nuestro país. Para los grandes ganaderos locales era un buen pacto: se aseguraban que su
producción tendría destino en un momento muy turbio del comercio mundial. Para el capital inglés era aún mejor: por un lado, se aseguraba la venta de productos industriales en un momento de retroceso en ese rubro. Valga como ejemplo el caso de YPF que, fruto de esta política, se vio obligada -contra la opinión de sus técnicos- a adquirir equipos petroleros ingleses, retrasados tecnológicamente comparados con los equipos norteamericanos. Por otro lado, conseguía liquidez vía la remisión de libras esterlinas en lo más furibundo de la crisis económica.
Huelga decir que, en este contexto, las inversiones
británicas en nuestro país se estancaron e incluso
retrocedieron. Casos emblemáticos fueron los de los
ferrocarriles y los frigoríficos: en este último caso, si
bien había una cuota de exportación asegurada por el
pacto Roca - Runciman, el cierre de otros mercados
hizo que la actividad se estancara. La remesa de ganancias se hizo en la más abierta ilegalidad, como lo
denunciara el senador Lisandro de la Torre.

Capitales yanquis y alemanes

No fue la misma la actitud de otras potencias imperialistas. Otrora importadoras de diversos productos industriales, por aquellos años esto se volvía imposible, dado que las divisas disponibles se utilizaban casi exclusivamente para comprarle a Gran Bretaña. En
este contexto, empresas estadounidenses y alemanas instalaron en nuestro país plantas de armado final de diversos rubros. Entre las primeras de este tipo se encuentran las fábricas de neumáticos Good Year y Firestone, que se sumaban a algunas plantas de
armado de automóviles instaladas previamente. Otra
rama de fuerte presencia norteamericana fue la textil. Entre 1934 y 1936 se instalaron cuatro empresas, que en algunos casos se asociaron con grupos locales. También fue importante la instalación de empresas alimenticias y eléctricas. Los capitales alemanes
mostraron su mayor despliegue entre 1935 y 1938.
En esos años se instalaron empresas eléctricas, mecánicas, químicas y farmacéuticas. Alemania impulsaba convenios económicos interesantes para nuestro país, en su afán de disputarle mercados a Gran Bretaña. Las iniciativas germanas retrocedieron con los
avatares de la Segunda Guerra Mundial.
De esta manera, si bien la gran burguesía agraria
continuaba apostando a su relación con Gran Bretaña, Estados Unidos comenzaba a tener una influencia
cada vez mayor en nuestro país, ligando sus intereses con los grandes grupos locales que orientaron su
actividad a las ramas industriales.

Las iniciativas locales

La abismal caída de las importaciones que dejaba
desatendido al mercado interno, la concentración de
capitales y el vuelco de utilidades de las actividades
agrarias a la gran industria fueron los factores que le
dieron impulso a las principales actividades industriales de la época.
Este fue el caso del cemento. Si en 1930 la producción local abastecía la mitad del consumo interno, cinco años después era proveedora exclusiva. La principal empresa de la rama era Loma Negra, de la familia Fortabat, tradicionalmente ligada a los negocios del campo. Junto a otras dos empresas de origen nacional y una norteamericana, conformaron el núcleo duro de la actividad por el resto del siglo.
La industria del papel creció a partir de la iniciativa del
Grupo Fabril, fusión de tres empresas del norte de la
provincia de Buenos Aires, que tendría rápidamente
el control del mercado local. Una empresa rosarina,
Celulosa Argentina, se unificó con el Grupo Fabril
algunos años después, a partir de lo cual encararon
la fabricación de maquinaria para las actividades del
sector.
Otra empresa muy importante de la época fue SIAM,
de la familia Di Tella, fabricante de variados artículos
industriales. SIAM compensaba las dificultades para
importar tecnología -si bien tenía relación comercial
con algunas empresas norteamericanas- con la ventaja derivada de no tener prácticamente competencia
en el mercado interno.
La siderúrgica fue creciendo hacia fines de la década.
Las dificultades para importar equipos y la poca experiencia local en la rama retrasaron su crecimiento.
El eje geográfico de su expansión fue el Riachuelo.
Allí aparecieron Tamet, La Cantábrica y Santa Rosa,
además de ACINDAR en Rosario.
Por su parte, las empresas bajo dirección militar cobrarían importancia recién en la década del 40. La Dirección General de Materiales del Ejército había sido
creada en 1936; un año después comenzó a trabajar
la Fábrica Militar de Aceros, instalada en el sur del
Gran Buenos Aires. El mayor impulso vendría con la
Dirección General de Fabricaciones Militares en 1941,
que fuera liderada por el general Savio, un ingeniero
militar nacionalista que buscó involucrar al Ejército
con la industrialización.
Entre las actividades agrícolas, avanzaron aquellas
ligadas principalmente a las zonas extrapampeanas,
descentralizando los centros económicos del campo
argentino: crecieron el algodón, la yerba mate, el té,
el arroz y las frutas. Las cosechas de ajo, cebolla, ají
y naranja se multiplicaron por tres respecto de la década anterior; las de mandarina y pomelo, por diez; la de lentejas pasó de 250 toneladas en 1930 a 8.000
en 1940. La industria lechera también experimentó un
gran salto, particularmente hacia fines de la década.

Un nuevo mapa económico

El censo industrial de 1935 arrojó datos de mucha
relevancia. Había entonces 31.000 establecimientos
que ocupaban a 418.000 obreros, produciendo bienes
por un monto que superaba ligeramente a la producción agraria (3.000 millones de pesos contra 2.800 millones). La potencia industrial instalada era cuatro veces superior a la de 1914.
Mirados más de cerca, los datos del censo dan cuenta de la concentración del sector. 671 sociedades
anónimas eran dueñas de 2.300 establecimientos
que aportaban la mitad de la producción fabril. Otros
2.700 abarcaban un 30%, y el resto era abarcado por
pequeñas unidades de carácter artesanal. Este crecimiento se concentraba en Buenos Aires, mientras se perfilaba el progreso de Rosario como centro industrial. En algunos puntos del país, no había más actividad industrial que las pequeñas alimenticias (como
ser panaderías).
Respecto de los trabajadores empleados en dichas
actividades, 1932 fue el piso de ocupación y 1937 el
pico. Las ramas que más obreros absorbían eran la
textil, la construcción y la alimentación.
Todos estos datos dan cuenta del crecimiento objetivo que tuvieron, en el transcurso de la década, las fracciones industriales de la burguesía -tanto grande
como mediana- y la clase obrera, tendencia que se
afianzaría en la década de 1940.

PRML

PARTIDO REVOLUCIONARIO MARXISTA LENINISTA

http://www.prmlargentina.org

agrega un comentario


Organo de prensa del PRML
Por PRML - Thursday, Jul. 05, 2012 at 12:18 AM

Organo de prensa del...
notransarlogo.png, image/png, 300x106

agrega un comentario