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Rigoberta Menchú “Los Indígenas nunca podremos ser de derecha”
Por Radio Nacional de Venezuela - Thursday, Jul. 12, 2012 at 10:21 AM

Rigoberta Menchú “Los Indígenas nunca podremos ser de derecha”

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¿Cuál es la situación real de los movimientos populares de América Latina: avanzan, retroceden o se estancan?

Hay una diferencia entre los países donde las fuerzas democráticas, progresistas, revolucionarias y de izquierda están en el poder y aquellas otras naciones en las que las organizaciones sociales estamos en la total sobrevivencia. Eso hay que verlo en este contexto.

Los que están en el poder pueden hacer toda una contribución no sólo para sus propios pueblos, sino para los otros de la región. Son una esperanza para muchas organizaciones que intentan batallar por su participación. En tanto, las fuerzas progresistas que estamos en condiciones de oposición incipiente o débil corremos el riesgo de incidir cada vez menos y continuar en sobrevivencia, a menos que encontremos fórmulas para un realce, una oxigenación, una renovación de métodos de organización, de participación, de iniciativas.

Por eso, creo que el Foro de Sao Paulo lo que debe hacer es encontrar esas formas nuevas. Si no lo logramos, estaremos en la misma situación de los años 80 y 90, cuando había dictaduras en muchos de nuestros países. En todo caso, la contribución de un pensamiento progresista y el surgimiento de movimientos sociales en América Latina ha sido una respuesta muy contundente al neoliberalismo acaparador, comercial, individualista, mercantilista, que hace negocios no solo con las tierras, los bienes naturales, sino con los propios pueblos.

¿No hay una tercera categoría de países, aquellos en los que las fuerzas progresistas han llegado al poder, pero no han podido mantenerse y ahora vienen en retroceso, como el caso actual de Paraguay?
Sí, bueno… lo que pasa es que nosotros estamos en el grupo de los que sueñan con llegar algún día, ja, ja, mientras otros van de salida. Sobre el tema de los retrocesos, llegamos a creer que los golpes de Estado eran sancionados por las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos. Creímos que el sistema occidental ya no los apoyaba, pero cuando ocurren casos como el de Honduras, vemos al rato a esas instituciones justificando el golpe. Igual está pasando en Paraguay, ya están buscando la manera de acomodar las cosas.

¿Cuál es la regla sobre golpes de Estado?, ¿se permiten en algunos lugares y en otros no, o qué?
Concluimos que las democracias occidentales siempre estarán en riesgo mientras prevalezcan las maniobras políticas sobre las normas jurídicas internas. En algunos países con gobiernos progresistas, como Bolivia y Ecuador, los líderes denuncian a menudo que la derecha ha logrado infiltrar a los movimientos indígenas y ecologistas para, desde ellos, tratar de destruir sus proyectos.

¿Cómo lo ve usted?
Creo que hay un déficit de la izquierda con los pueblos ancestrales, con las culturas milenarias, y que me perdonen quienes se sientan aludidos. Yo lo veo así: hay dos sistemas, el occidental y el ancestral. Se nos va el tiempo tratando de mediar en conflictos y aún no encontramos un camino común porque no ha habido una verdadera intención de encuentro entre los pueblos.

Aún no es tarde para eso, pero tenemos que generar una nueva dinámica, no es posible que los indígenas sean acusados por la derecha y por la izquierda.

Veo ese fenómeno en mi país y por eso creamos nuestro partido, para demostrar que los pueblos originarios tienen su ideología y su sistema, que deben ser reconocidos. No necesitamos que nos protejan, sino que se nos permita ejercer nuestro liderazgo político dentro del proceso revolucionario y de los movimientos de izquierda. En todo caso, hay un debate sano que hacer, no creo que sean oportunos los radicalismos. Los extremistas también son, hoy por hoy, cómplices de los desastres a nivel global.

Yo siempre llamo a la mesura, tenemos que encontrar caminos de diálogo, buena voluntad política y nuevas estrategias. No califico el proceso ecuatoriano porque no he sido invitada a hacer esa evaluación. No evalúo a Bolivia porque soy amiga del compañero Evo Morales y sería juez y parte. Prefiero ser parte y no juez.

¿Los movimientos indígenas son necesariamente de izquierda?
Sí, porque los pueblos indígenas no tienen industrias, ni fábricas, ni empresas transnacionales, ni ejércitos para coaccionar a la gente. La derecha es derecha porque tiene todos esos poderes. Los indígenas nunca podríamos ser derecha.

¿Por qué Rigoberta Menchú, con tanto reconocimiento internacional y un premio Nobel, no es la presidenta de Guatemala?
La meta que me tracé fue hacer que el premio Nobel se mantuviera vivo, y la verdad es que, 20 años después, sigue vivo. Me he dedicado muchísimo a la Fundación Menchú y ahora hemos creado el partido (Winaq, palabra que significa ser humano en idioma maya quiché). Los intentos de participación política de los pueblos indígenas han fracasado porque nunca los dejaron inscribir un instrumento propio, los acabaron, los criminalizaron y los sacaron del escenario.

En el futuro tenemos el reto de crecer, ser una fuerza progresista, incluyente, que pueda trascender, incluso, a la izquierda y llegar a todos los que quieran ser parte de las transformaciones de Guatemala, no necesariamente para apoyarme a mí. Yo no nací para ser candidata presidencial ni mucho menos presidenta, no es la meta que persigo en la vida. Lo que me importan son los procesos.

“No archivarán la historia”

Rigoberta Menchú Tum, indígena del pueblo k’iché, perteneciente a la gran nación maya, nació en Uspantán, departamento de El Quiché, al noroccidente de Guatemala. Luchadora por los pueblos originarios y los derechos humanos en general, ganó el premio Nobel de la Paz en 1992, cuando tan sólo contaba con 33 años. Protagonista de primer orden en la denuncia de los desmanes de la represión en su país, tiene mucho que decir acerca de la reciente decisión del gobierno de Otto Pérez Molina de clausurar los Archivos Históricos de la Paz, una institución que –en rigor– debería llamarse archivo histórico de la guerra, pues resguarda la información sobre los horrores del terrible conflicto civil que asoló a Guatemala el siglo pasado.

“Nosotros ya hicimos nuestra parte, documentamos el genocidio, que fue etnocidio, feminicidio, porque se ensañó con las mujeres, y feticidio, porque fueron miles los niños ejecutados en el vientre de sus madres. Y no hablamos sólo del conflicto del pasado, sino en la reproducción de la violencia que ahora vivimos. El expediente está en la Audiencia Nacional de España y en las Naciones Unidas. Hay archivos de 50 años de crímenes contra la humanidad. Hay nombres, apellidos, relato de los hechos, testimonios vivos, exhumaciones, expedientes. No hay retroceso en la denuncia; aunque quieran ocultar esa información, más tarde o más temprano, nuestras generaciones sabrán la verdad. Pueden cerrar una oficina, pero archivar la historia, jamás”.

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