Julio López
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Corporaciones se apropian de conocimiento tradicional y material genético: la Biopiratería
Por (reenvio) Ecosofía - Monday, Jul. 16, 2012 at 12:06 PM

El micro-documental Biopiratería: Una Nueva Colonización, resume de manera simple y clara la infame práctica de muchas empresas de patentar conocimiento tradicional que tiene milenios, y genes que han existido durante millones de años. Tal como las grandes potencias Europeas "descubrían" en el siglo XVIII regiones y continentes enteros que estaban llenos de gente, en nuestra época de leyes de propiedad intelectual maximalista, grandes corporaciones "descubren" prácticas medicinales y alimentarias que forman un tesoro de riqueza compartida para pueblos enteros.

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Biopiratería, la nueva colonización
Por (reenvio) Manzanas Mecánicas - Monday, Jul. 16, 2012 at 12:31 PM

Guión

Richard Dawkins, el reputado biólogo estudioso de la evolución y acérrimo defensor de una visión naturalista del mundo, escribió:

"En el centro de cada ser vivo no hay un fuego, ni un cálido aliento, ni una "chispa de vida". Hay información, palabras, instrucciones (...) Si quieren comprender la vida, no piensen en gelatinas y barrillos que vibran y palpitan, piensen en la tecnología de la información".

El físico Freeman Dyson resumió esta idea con una metáfora computacional:

"El hardware procesa la información, el software la encarna. Estos dos componentes tienen sus análogos exactos en la célula; la proteína es el hardware; el ácido nucleico, el software."

Si la vida es, en un nivel fundamental, información, no es de extrañarse que los viejos y nuevos monopolistas también estén intentando "proteger" esta información. "Proteger" la información, una vez más, significa pretender que de algún modo les pertenece y exigir a los gobiernos que les otorguen nuevos y extensivos monopolios sobre ella.

En 1986, el empresario estadounidense Loren Miller patentó nada menos que la ayahuasca, la planta sagrada de los indígenas del Amazonas. La patente fue suspendida en el año 1999 gracias a una acción legal de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica. En 1994, dos investigadores de la Universidad de Colorado patentaron una variedad de la quinoa, un cereal que es fundamental en la dieta de los habitantes de la región de los Andes. En el año 1995 Bayer patentó una droga para tratar la diabetes a partir de una bacteria encontrada en Kenia. En 1996 Merck patentó un antimicótico que se encuentra en la bosta de jirafas en Namibia.

En 1995, la Oficina de Patentes Europea entregó una patente sobre el Nim, un árbol originario de la India. De acuerdo a la empresa estadounidense que patentó el árbol, no había ninguna publicación respecto a él en revistas científicas. El gobierno indio apeló indicando que las propiedades medicinales del Nim forman parte de la tradición de la India desde hace milenios y son conocidas por millones, no constituyen un invento patentable. El proceso duró casi una década, y en el año 2005 se devolvió el árbol del Nim al dominio público.

En el año 2010 se publicó una patente de Colgate por una pasta de dientes herbal de color rojo. La receta es la de la pasta de dientes ayurvédica tradicional de la India, incluyendo clavo de olor, alcanfor, pimienta negra y menta, pero tiene un ingrediente extra: óxido de hierro, lo que le da el color rojo. ¿Cómo puede ésto considerarse novedoso, si es es una variación trivial de un dentífrico que se ha usado en India desde hace (literalmente) más de 1000 años?

* * *

De la misma manera en que las potencias coloniales europeas “descubrieron” regiones y continentes enteros que estaban llenos de gente, hay una serie de personas y corporaciones que en la actualidad “descubren”, patentan y venden genes que forman parte del acervo biológico y cultural, base de la riqueza que tienen algunos países en desarrollo.

Jeremy Rifkin, en una entrevista para el documental “La Corporación”:

[Jeremy Rifkin] “Hay un problema grande norte-sur aquí.

No puedes crear un gen de la nada en el laboratorio. Es una industria extractiva, como la del petróleo. Bien, el petróleo se encuentra en el oriente medio. Los genes se encuentran en los países ecuatoriales del cinturón sur, porque ahí es donde está la mayor parte de la diversidad genética del planeta. Así que tenemos a estas compañías genómicas globales haciendo bio-prospección en lugares como Brasil. Si encuentran un gen raro, si tiene valor comercial, inmediatamente intentan patentarlo en varios países.

Ahora, los países del sur, como Brasil, están reclamando “¡Bio-piratería!”. Dicen, “Hey, estos son nuestros recursos, deberíamos recibir una compensación”. Las empresas del norte dicen “No, nosotros pusimos nuestro tiempo y esfuerzo, necesitamos que nos compensen por nuestro trabajo”. Mi posición es: estos genes no pertenecen a Brasil. Lo siento. Y no pertenecen a Celera o Monsanto. Los genes existen a priori y son independientes de los gobiernos o las corporaciones. Estamos hablando de millones de años aquí, de un legado biológico”.

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Una parte enormemente preocupante de esta tendencia a privatizar un acervo biológico común es el desarrollo de semillas “propietarias” que básicamente se licencian bajo reglas tremendamente desventajosas para los agricultores, incluyendo por ejemplo la prohibición de guardar la semilla de un año para otro.

Todos los cultivos agrícolas humanos de gran escala utilizan semillas que han sido cuidadosamente seleccionadas durante siglos o milenios por los agricultores. Las variedades que la agroindustria está patentanto son variaciones relativamente menores considerando este proceso abierto de innovación, y por lo tanto declararlas invenciones y entregar monopolios intelectuales sobre ellas constituye una aberración, como denuncia Vandana Shiva quien mantiene desde décadas un banco de semillas:

[Vandana Shiva] “Yo era física, pero estos días trabajo guardando semillas de forma de que sigan siendo parte del procomún, y trabajo con agricultores para proteger su conocimiento tradicional. El conocimiento tradicional ha crecido como una tradición compartida. Ha crecido de forma acumulativa y colectiva. Ésto es lo que lo hace profundamente diferente. Los derechos de propiedad intelectual se basan en que los individuos tienen ciertos derechos basados en la idea de que los individuos crean innovaciones, que no es la forma en que el conocimiento realmente funciona. El conocimiento es una tradición colectiva, es un recurso común de la sociedad. Para mí la idea de tratar las semillas como invenciones, un sistema en el cual los granjeros sean tratados como “ladrones” y “criminales” por guardar su semilla y realizar su deber para con la tierra, es una aberración. Eso es lo que me hace querer mantener las semillas abiertas.

El open source es como las semillas abiertas. Las semillas abiertas de variedades polinizadas creadas por la polinización de abejas y mariposas. Son libres en el sentido de que pueden ser guardadas generación tras generación. Son semillas de prosperidad, son semillas de vida. El software abierto es lo mismo. Es una forma de repartir prosperidad y conocimiento en la sociedad en vez de crear escasez, pobreza y deprivación.”

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Si vives en un país desarrollado, tampoco estás a salvo de que empresas de tu país o de otros países tomen muestras y patenten lo que quieran. En septiembre del 2010 un estudio del CSIC en España mostró que hay al menos 4,900 patentes sobre genes provenientes de especies marinas, y que en muchos casos no se menciona ni el lugar donde el gen fue encontrado ni el ser vivo al que pertenece. Las convenciones y tratados internacionales no protegen las aguas territoriales de nadie de la apropiación de los genes de las especies marinas. El autor principal del estudio declaró a ADN que “en aguas internacionales la gente hace lo que le da la gana, porque la legislación lo permite … hemos pescado hasta acabar con las existencias de todo lo que se mueve y haremos lo mismo con cualquier otra cosa que dé beneficios económicos, como los genes marinos".

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No hay ninguna justificación moral o natural para que alguien se apropie de algo que nos pertenece a todos. La única justificación sería económica: que la entrega de un monopolio fuese una forma demostradamente efectiva de generar beneficios para todos --que es una forma de generar beneficios para unos pocos, eso ya lo sabemos, pero ¿qué recibimos los demás a cambio?. La evidencia indica que los monopolios intelectuales no son mecanismos económicamente eficientes: han hecho más cara la comida, más caros los medicamentos, más costoso el acceso a la ciencia.

Existe una forma de solución que tiene sentido moral y económicamente, y es la de establecer que el patrimonio genético es parte de nuestro acervo común. Si "La Odisea" es parte del dominio público, por haberse escrito hace 2,800 años, por qué el genoma no debería serlo también, si en su mayor parte data de cientos de miles, o millones de años. Jeremy Rifkin propone un gran acuerdo en esta materia, usando los tratados sobre la Antártida como modelo:

[Jeremy Rifkin] "Lo correcto aquí es, que necesitamos crear un gran tratado global, establecer el acervo genético como un bien común, como un legado. Estamos hablando de millones de años de evolución. Es una gran herencia. No le pertenece ni a gobiernos ni a empresas. Sabes, cuando descubrimos el último continente, la Antártida, hicimos lo correcto. Violamos miles de años de imperativo humano territorial, e hicimos lo correcto. Dijimos, "Miren. La Antártida, ningún gobierno la posee, ninguna empresa la explota. Es un fideicomiso. Crearemos un tratado." Deberíamos hacer al menos lo mismo con millones de años de evolución. Permitir que el acervo genético sea una herencia compartida. Crear un gran tratado del cual cada gobierno sea un signatario, y hacerlo nuestro mejor legado. Entonces, podremos entrar en la Era de la Biología, y quizás será un renacimiento, no un período oscuro de convulsión social."

fuente http://manzanamecanica.org/podcast/biopirateria_una_nueva_colonizacion.html

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