Julio López
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"La democracia hizo más visible al indígena"
Por rionegro.com.ar - Wednesday, Jul. 18, 2012 at 10:00 AM

Mediante un trabajo ajeno a una explicación fundada en el tecnicismo pero direccionada a cumplir una labor pedagógica, Mandrini construye una obra de carácter esencial destinada a explorar un pasado del cual desciende mucho nuestro presente.

- Al menos reflexionado desde lo que se publica y de los trabajos que en todo caso quedan en el plano académico, se evidencia que hay un renovado interés por el estudio de nuestros pueblos aborígenes. ¿Qué nivel de excelencia tiene este renovar?

- Crecientemente en rigor y cantidad. Le doy un dato: quienes desde la historia nos ocupábamos hace más de 30 años del pasado más remoto de nuestros aborígenes, trabajábamos con bibliografía escasa. Hoy se trabaja respaldado por mucho material, con independencia de cualidades. Un proceso que además se nutre de los avances tecnológicos…

- Siempre en el plano de la investigación, ¿de dónde venimos en relación al interés de la historia por el pasado milenario de nuestros aborígenes?

- En realidad, de muy poco interés. La historia se ocupó del aborigen fundamentalmente a partir de la llegada de los europeos al continente. Todo lo anterior se le dejaba a la arqueología, la antropología. Ahora, en lo que hace a la arqueología, en la Argentina tuvo un inicio muy importante, temprano, hace ya más de un siglo largo con Florentino Ameghino, que estaba empapado de cómo se trabajaba ya en Europa en este campo. Luego, a comienzos del siglo 20, emergió Ambrosetti y se siguió avanzando. Pero a partir de la década del 20, por influencias del cuadro ideológico autoritario que se iba conformando en Europa y la gravitación que en esa línea tuvo aquí lo que se llama la Escuela de Viena, se produce un fuerte retroceso desde lo técnico y teórico. Un retroceso que condicionó vía dogmatismos, mecanicismos, exclusión de lo que era distinto a lo que pensaba un grupo de investigadores, la formación de quienes querían investigar el pasado milenario de nuestro país y continente. Le doy un ejemplo: en el ´60, cursando yo prehistoria en el marco de la carrera de Historia, ignorábamos un trabajo muy importante que orientó Stewart -un gran antropólogo americano- en el Valle de Virú, Perú y que plasmó toda la secuencia de la costa de ese país. Se publicó en el ´48, pero a nosotros, en el ´60, no nos decían nada de esa investigación. Pero es recién en 1984, con la democracia, que comienza a consolidarse y enriquecerse un interés amplio por el pasado más lejano de nuestros pueblos aborígenes.

- ¿Hay que relacionar esto con la apertura académica que implicó la democracia?

- Sí, pero contemplado en un marco más amplio de causas. Por supuesto que después de años de censura y limitaciones que abarcó al saber, para el caso, antropológico, sociológico, historia y otras ciencias, la democracia liberó fuerzas. Pero el interés también por aquel pasado se nutre desde dos acicates: uno, la reconsideración del valor de los pueblos aborígenes, su cultura, sus sucesivos hábitats, sus migraciones. En síntesis: sus existencias. Dos: esta reconsideración implicó abrir camino aquí a una nueva visibilidad de las comunidades indígenas y sus intereses. Estaban congeladas por el relato histórico, cualquiera fuera la opinión que tengamos sobre cómo juegan hoy esos intereses y el debate que instaura. La realidad es que, como ya había sucedido muchas décadas atrás en otras partes del continente, esta mayor visibilidad aquí vino de la mano de la democracia.

- Pero no me parece que sea un silencio lo que se quiebra con la democracia en este tema…

- Si se reflexiona en términos de una única fractura, se pierde de vista una cuestión importante: la fractura de la idea de la Nación homogénea…

- ¿La Nación católica?

- Conlleva eso, pero no es lo fundamental en mi convencimiento. Se quiebra una idea de Nación fundamentalmente blanca, plena y únicamente europea. "La Argentina es un país sin indígenas", era una de las sentencias con que se machacó durante décadas al reflexionarse sobre nuestro conjunto como país.

- Pero usted dice en el prólogo de esta segunda edición de su libro, que, al reflexionarse sobre el pasado, se hablaba de "indígenas argentinos". ¿Qué alcance tiene esto?

- Aceptado que Argentina, como Estado-Nación, nace hace menos de dos siglos, tenemos una singularidad en lo que hace a percepciones sobre la identidad del pasado más lejano. Sí, como lo señalo en el prólogo, por gravitación del nacionalismo en que se forjó mucho de ella, la historiografía argentina siempre proyectó hacia el pasado los límites contemporáneos. Se creó lo que llamo una "unidad geográfica permanente y atemporal" denominada Argentina. En línea a esto se le acreditó el carácter de "argentino" a todo lo que se encontrara en ese espacio. O sea, por la naturaleza atemporal de esta mirada, aún hoy suele hablarse de "indígenas argentinos" para definir la identidad de poblaciones que estaban aquí desde mucho antes de que fuéramos Estado-Nación… o cuando no éramos ni siquiera un proyecto de nada.

- Siguiendo la atemporalidad de esos sectores nacionalistas, ¿cabría decir que los aborígenes del Holoceno medio que llegaron aquí, deberían ser identificados como argentinos?

- Según esa historiografía nacionalista sí. Pero además hay otra consideración que yo desarrollo en el prólogo: la cuestión de los límites territoriales con nuestros países vecinos. Hace apenas 200 años no existían…

- O sea, cómo acreditarle argentinidad a lo que estaba en el túnel del tiempo…

- Por darle un ejemplo: la Cordillera de los Andes, hoy límite argentino-chileno, era un espacio abierto de ida y vuelta.

- Pero aborígenes o no, blancos o morochos, ¿seguimos siendo seres del Holoceno?

- Sí, pero venimos del Pleistoceno…

- Había que salir muy abrigado en esos miles de años, ¿no?

- Ponerse todo. En el Holoceno bajó bastante la temperatura, pero con la bufanda siempre a mano.

- ¿Está sellado ya que el homo sapiens tiene 12.000 años en la Patagonia?

- Sí, en ese rango, en términos de probado hasta hoy vía restos logrados al sur del río Deseado. Pero en términos de testimonios, hay muchos y seguros, que se sitúan entre los 11.000 y 9.000 años.

- ¿Todos llegados desde Asia a través de Bering, o sea la teoría de Hrdlicka?

- El grueso del poblamiento de todo el continente americano ingresó por ahí y se derramó. Esto no es contradictorio con la existencia de otras corrientes, pero menores.

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