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Qom: “No es leña, es mi casa”
Por Plaza de Mayo.com - Wednesday, Jul. 25, 2012 at 11:26 AM

En Nanqom, barrio aborigen de Formosa, la comunidad reclama por su derecho a la vivienda. La policía los hostiga y amenaza con desalojar.

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Qom: “No es leña, es mi casa”
24/07/2012 By Marina Dragonetti Gabriel Levinas Diego Rojas

En Nanqom, barrio aborigen de Formosa, la comunidad reclama por su derecho a la vivienda. La policía los hostiga y amenaza con desalojar.

1. “Le cuento que en este momento llegó un camión de la policía trayendo pilotos para lluvia para ellos. También desarmaron la carpa que pusieron las ancianas que están en la calle. Espero que haya una respuesta porque ya hay hermanos que ya se sienten mal de salud. Pero si tenemos que morir, vamos a morir en nuestra tierra”. Este mensaje de texto llegó a uno de los celulares del equipo de plazademayo.com mientras partía de la provincia de Formosa. Lo enviaba una mujer qom desde los terrenos en los que resiste junto a los suyos un desalojo policial.

2. Debe ser intenso -triste, esperanzado, angustiante- el momento en que se toma la decisión de enfilar hacia un baldío abandonado en el barrio -lleno de maleza y pastos secos- para limpiarlo todo, instalar unas chozas armadas con cuatro troncos y dos largueros e imaginar en un pedazo de tierra la palabra hogar. Todo eso debe haber pasado por las cabezas de los miembros de las 79 familias qom, jóvenes en su mayoría, que decidieron planificar el futuro de sus vidas reclamando por el derecho a la vivienda a través de su instalación en unos terrenos sitos en el barrio Nanqom, pertenecientes a los suyos. Pero, ¿para qué deberían “ocupar” áreas baldías que les corresponden?

3. “Los terrenos son nuestros –declara Israel Alegre, referente qom-. Nos los entregaron mediante el decreto 3770 de 1970. Ahí dicen que el Lote 68, como también se conoce al barrio, pasa a ser propiedad de nosotros para que instalemos nuestras viviendas. En ese momento los milicos hicieron unas casas muy precarias y poco a poco se fueron construyendo más. Pero nuestras familias crecen y los jóvenes no pueden hacer sus vidas, no pueden formar nuevas familias y tienen que vivir hacinados con sus papás, hermanos y abuelos. La policía dice que el terreno es propiedad privada, pero no dicen de quién es. Dicen que tienen orden de desalojarnos, pero a la orden no la muestran”. En 1970, los qom habían conseguido los terrenos mediante peticiones y lucha y así lograron el decreto que dio origen al barrio Nanqom. En 1978 el gobierno militar ocupó más de una manzana del vecindario aborigen para instalar una antena de Canal 11 que permitiría transmitir el Mundial de Fútbol. Más tarde, la dirección de Vialidad les logró quitar otra manzana y depositaba ahí la chatarra de los accidentes, hasta que en un momento esa usurpación cesó. Ante la falta de vivienda para sus jóvenes, los qom han vuelto. No se trata de una usurpación de terrenos sino que, por el contrario, es la recuperación de tierras que les pertenecen. El lunes 16 de julio más de un centenar de personas ingresó al terreno baldío, instaló mantas, erigió troncos y prendió fuegos sobre los que puso pavas para calentar el agua. Pronto llegaría la policía, con caballos y con perros.

4. “Estamos en nuestra tierra -dice una mujer ante la olla en la que se cocinan unos fideos-. Estamos por nuestros hijos que ya son mayores y están en nuestros terrenos y entonces estamos apoyando”. “Nosotros tenemos papeles, documentación que dice que estos terrenos son de nosotros”, convalida otra mujer, de 36 años, sentada al lado de la primera. Lleva una manta envolviéndole la cabeza para protegerla del sol.

-¿Por qué está la policía entonces? –pregunta plazademayo.com.

-Porque ellos creen que son los dueños de este lugar. Como siempre, cuando los aborígenes reclaman sus derechos, salta la policía. Este es nuestro derecho y estos terrenos son nuestros: queremos un lugar donde vivir.

Los policías se pasean de a grupos por el descampado, llevan de un lado a otro a sus caballos –los perros están atados del otro lado de las vallas metálicas, cerca de la antena de Canal 11-, toman mate mientras un camión celular está estacionado con escudos y cascos en su interior, como aguardando el momento. El contacto con los qom es escaso: los policías sonríen burlonamente de vez en cuando. “Nos humillan, se burlan de nosotros, no puedo repetir los insultos que nos dicen -.denuncia una joven qom-. Revisan nuestras ropas, incluso la ropa íntima y también la revisan si estamos menstruando. Eso no se puede hacer a una mujer”. Rodeados por familiares impedidos de traspasar el vallado -que usan tretas para brindarles agua y víveres a los custodios de sus terrenos-, los qom están ahí, conversando en su lengua, reuniéndose bajo una casilla en la que ondea una bandera multicolor indígena, planificando, en un pedazo de tierra, la palabra hogar.

5. La policía provincial del gobierno kirchnerista de Gildo Insfrán llegó con caballos y con perros. A las dos y media de la madrugada del miércoles empezaron a intimidarlos con los ladridos y las coces. “Miedo teníamos las mujeres”, recuerdan. Les tiraban los canes que mostraban los colmillos rabiosos pero que no soltaban, agarrados sus cuellos con las correas. Les gritaban y las insultaban: “Indios de mierda”. Pero se quedaron. La policía valló, a la mañana siguiente, el baldío donde se instalaban las chozas precarias. Si alguno se retiraba del perímetro, ya no lo dejaban volver. “No queremos represión, les recomendamos que no respondieran a las provocaciones”, señala Marina Morales Ríos, abogada de la Defensoría del Pueblo de la Nación, patrocinante también de los miembros de la Comunidad Qom La Primavera, dos de cuyos miembros fueron asesinados por la policía de Insfrán hace dos años. Los policías no sólo impedían el ingreso de personas al perímetro vallado, sino también de agua y alimentos. “Salí a buscar comida y cuando quise volver los policías no me quisieron dejar entrar, me agarraban de los brazos para que no entre y yo grité y las mujeres me rodearon y pude volver a entrar”, cuenta una mujer de 32 años que tiene cinco hijos. Desde que comenzó todo no ve a su hija menor, de 2 años. Sólo la presencia de la prensa permitía que se ingresaran elementos de primera necesidad. Plazademayo.com fue testigo de esto. La policía avanzó más. Si alguno de los qom se alejaba de su choza, la caballería se instalaba debajo de los troncos y las mantas que le daban forma y, al regresar, le comunicaban que había perdido su lugar desde ese momento y para siempre. “Me fui a buscar agua caliente, cuando regresé estaban los milicos. En mi rancho se instalaron y no se movieron más”, cuenta un hombre de 26 años que tiene dos hijos. “No hay diálogo por parte del gobierno”, dice Mariano Urbano, presidente de la junta vecinal del barrio Nanqom, que apoya el reclamo. El Estado llegaría aunque no para dialogar.

6. “Vienen para hacer trampa, hay que llamar a la abogada”, dicen, entre murmullos, varios qom que ven llegar caminando a María Silvina Aráoz, secretaria de Derechos Humanos del gobierno de Gildo Insfrán y a José Leonardo Gialluca, Defensor del Pueblo de la Provincia, recién siete días después de iniciado el conflicto. “Estoy acá para verificar que los policías estén sin armas -se presenta la funcionaria-, si los ven con armas, tienen que sacar las fotos correspondientes. Pueden tener bastones, eso sí pueden tener”.

-¿Por qué está aquí la policía? –pregunta plazademayo.com.

-Se tiene que remitir a la cuestión judicial. Yo estoy para ver a la policía, ver si estén sin armas y verificar cómo está el alimento por una cuestión humanitaria.

-Algunas casillas que estaban construidas fueron desalojadas y no hay orden judicial para eso, ¿o sí?

-Remítase a la cuestión judicial.

-Todas las desocupaciones fueron voluntarias –interviene otro funcionario.
-¡No, no, no fue así! –responden en coro las mujeres qom que rodean a los representantes del Estado-. ¡Nos sacaron!

-¿Usted vio que era bajo presión? –pregunta la secretaria de Derechos Humanos.

-Mire yo estaba allá en esa casa y de ahí me sacaron. Yo le decía al policía y se burlaba de mí, yo le decía: “No use como leña los postes para mi casita”.

-Estando adentro yo me sacaron los postes que tenía –denuncia otro damnificado.
La funcionaria intenta ordenar los relatos:

-¿Vos estás diciendo que la leña que vos tenías…

-No es leña –la interrumpe la mujer-. Es mi casa.

Otra mujer sigue:

-Los policías y los comisarios no dejaban entrar agua, ropa, para higienizar y menos para armar una casita para cubrir a la noche. Esos tres días de helada tuvimos que pasar así, a la intemperie. Y esos policías, ¿qué hicieron con las casitas que algunos hicieron con esfuerzo? Los tuvieron que sacar y los caballos de los policías adentro y nosotros afuera. ¿Eso es democracia?

Más tarde, la Defensoría del Pueblo provincial emitiría un comunicado que plantearía lo siguiente:

“El Defensor del Pueblo manifestó que siempre, en todos los lugares, es factible que se cuelen intereses extraorganismos y muchas veces de carácter netamente político, lo que sumado a un desconocimiento de los hechos y con el auxilio de algunos medios locales y nacionales, toman aisladamente a algunos de ellos y los terminan entendiendo bajo una sola óptica, a los efectos de que se favorezca a una de las partes y se perjudique ostensiblemente a la otra”.
Así interviene el Estado en la Formosa del kirchnerista Gildo Insfrán.

7. “Nosotros somos muy tolerantes –dice Israel Alegre a plazademayo.com-. Imagínese: nos hacen un monumento a Roca y nosotros no decimos nada. ¿Qué pasaría si se hiciera uno a Galtieri? ¿Cómo reaccionaría usted?”. Mientras tanto, se hace más tarde, baja la temperatura y en el descampado los qom se disponen a resistir una noche más, con la esperanza de que así lograrán que se les reconozcan sus derechos sobre esa tierra para que puedan proyectar nuevas viviendas para la comunidad. Quizás las piensen más lindas, mejores que las que actualmente habitan, donde conviven hacinados. Casas del barrio Nanqom, construidas por los militares, con el baño edificado afuera de los interiores, con techos agrietados y varios a punto de caerse, con la instalación eléctrica expuesta a la intemperie, entre calles de polvo y tierra. Un barrio en el que vive, en una de esas precarias viviendas y junto a sus cinco hermanos, su madre y su padre, Griselda Dalma González, la adolescente qom presentada por la presidenta Cristina Fernández en el acto de entrega de la netbook número dos millones, pocos días atrás.

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