Julio López
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INTOLERANCIAS
Por (a) - Friday, Jul. 27, 2012 at 6:53 PM

INTOLERANCIAS

Todo movimiento social que contenga en su interior una relación con la realidad cotidiana, una cierta productividad en sus ideas, una heurística positiva, una capacidad de repensar el mundo de otra manera y de imprimirle una dinámica distinta, posee necesariamente en su interior conflictos inmanentes a sí mismo, producto inevitable de una indeterminación, de una apertura al mundo al cual debe interpelar.
Siempre es bueno el debate y, diría que, indispensable para mantener una inserción en la realidad y enriquecernos con otras perspectivas y opiniones. Mientras se mantengan en el plano teórico y no se transformen en conflictos personales, las diferencias siempre son enriquecedoras.
Es bueno que existan diferentes grupos con ideas, criterios, prácticas, y hasta con estéticas y gustos diferentes. El problema se genera cuando una persona o un grupo de personas se consideran los dueños de la verdad.
Si alguien piensa que está en posesión de la verdad, entonces el otro está en el lugar de la no verdad, es un hereje al cual se debe combatir y exterminar por cualquier método.
Es llamativa la necesidad que tienen muchos de poseer verdades. Como decía Nietzche: la verdad es producto de un error que se reitera permanentemente, y con el tiempo, lo naturalizamos y convertimos en verdad, olvidando el error original del cual proviene.
Porque estamos indefensos en el mundo, necesitamos dominarlo, someterlo y reducirlo a nuestro conocimiento, transformarlo en lo conocido, lo verdadero para nosotros, reducir lo desconocido a lo conocido tranquiliza nuestra conciencia.
Decía anteriormente que aquellos que piensan que son los propietarios de la verdad, necesitan demonizar al otro, establecer una marcada diferencia con el error, establecer el mundo de la “verdad” y suprimir el mundo de la “no verdad”, y es aquí cuando comienza la estrechez teórica y moral. ¿Por qué un anarquista debería leer a Marx? Si estaba equivocado. ¿Por qué un anarquista-insurreccionalista debería leer a un anarquista-plataformista? ¿Por qué desperdiciar tiempo ocupándose de quien sostienen falsedades? (Detesto y me aburren las desinencias “ismo”, “ista”, las uso aquí por razones instrumentales).
Así algunos van cerrándose en un círculo cada vez más estrecho, van exhibiendo una carencia conceptual alarmante producto de su propio solipsismo, terminan perdiendo todo contacto con la realidad y todo su contenido teórico termina reduciéndose a la memorización y repetición automática de un par de vocativos como: ¡Viva la X! o ¡Muera el Z! y de algún par de anatemas como: ¡Fulano es peronista! O ¡Mengano es comunista!
Es poco probable que un sector considerable de la sociedad pueda sentirse atraída por personas que exhiben un pensamiento tan simple y precario.
En general si observamos con atención podemos ver que los mayores conflictos suelen producirse entre sectores que piensan igual, o al menos, cuesta mucho diferenciarlos seriamente, como ocurre en España entre la CNT y la CGT, que son dos centrales obreras anarcosindicalistas. La CGT española es un desprendimiento de la histórica CNT por lo que sus militantes de mayor edad son antiguos militantes de la CNT. Más allá de algún acercamiento circunstancial subyace un encono que parece más personal que teórico. Por momentos algunos compañeros de la CNT ponen más empeño en criticar a la CGT que en enfrentar al sistema que nos oprime a todos.
En nuestro país es por todos conocida la permanente fractura y división entre los partidos de identidad trotskista que permanentemente se dividen por cuestiones de ego, y se unen cuando padecen alguna amenaza mayor que sus diferencias personales, como ocurrió en las ultimas elecciones.
Históricamente tenemos un gran ejemplo a finales de la edad media cuando la única iglesia cristiana, heredera del imperio romano y con el Papa como emperador con un poder absoluto, implosionó dividiéndose en multitud de nuevas iglesias cristianas que se diferenciaban entre sí y se enfrentaban esgrimiendo todo tipo de cuestiones bastante triviales. Esto generó todo tipo de persecuciones, denuncias de “ateo” para todo aquel que no estuviese en la iglesia “verdadera”. El ateismo era el mayor crimen por aquellos tiempos y muchos colectivos humanos que no estaban en la religión que detentaba el poder debieron emigrar a otras regiones más tolerantes, otros corrieron peor suerte y terminaron en una hoguera y cosas por el estilo.
Todas estas diferencias entre personas que piensan de forma bastante similar, y los diferencian detalles nimios, demuestra que estamos ante relaciones de poder simbólico, conflictos de poder por el poder mismo, pero que no existe nada sustancial detrás de ese conflicto de poder. El poder simbólico, es entre otras cosas, el privilegio de creerse dueño de la verdad.
Nuestro anarquismo, en épocas pasadas, supo también hacer un culto de la intolerancia y el dogmatismo. A principios del siglo pasado fue dividiéndose el anarquismo entre protestistas y antorchistas.
La Protesta fue fundada a fines del siglo XIX, llegó a salir todos los días y vendía una cantidad apreciable de periódicos (cerca de 10000 al día) lo que otorgaba a quienes escribían en dicho periódico, un poder importante hacia el interior del movimiento. La Protesta siempre se caracterizó por su posición favorable a la organización obrera y desde sus páginas se impulsó la creación de la primera federación obrera de la Argentina. Con el tiempo los compañeros que escribían en La Protesta, tubieron también una enorme influencia en el interior de la FORA.
Ya para los años 20 existen otros compañeros que consideran superado el paradigma obrerista y consideran otro sujeto revolucionario que no necesariamente es el obrero asalariado. En torno al periódico La Antorcha se agrupan compañeros partidarios de la propaganda ideológica despojada de obrerismo, partidarios de métodos más violentos y algunas sociedades de resistencia que no pertenecían a la FORA.
El periódico Pampa Libre era un periódico anarquista de General Pico, La Pampa. Fue, en su época, muy importante, Comenzó en sus primeros tiempos siendo el vocero de la FORA en la región pampeana y acompañó la fundación de gremios y la organización obrera. Con el tiempo fue variando su posición, alejándose de los gremios y acercándose a las posturas antorchistas.
A medida que transcurría el tiempo, la intolerancia entre protestistas y antorchistas llegó a un punto culminante cuando se formó un grupo entre compañeros de La Protesta y la FORA y se dirigieron desde Capital hacia General Pico atacando a balazos el local donde se imprimía Pampa Libre. Un compañero del grupo agresor resultó muerto, ya que en el local de Pampa Libre pernoctaban algunos compañeros armados. El compañero Jacobo Prince, un recordado militante que por aquellos tiempos trabajaba en Pampa Libre, recibió un proyectil en su espalda que estuvo a punto de matarlo y lo acompañó el resto de su vida limitándolo físicamente.
Este incidente provocó un enorme daño en el interior del movimiento y tardó mucho tiempo en ser superado.
Otros compañeros que se caracterizaban por su intolerancia fueron Severino Di Giovanni, Emilio López Arango y Diego Abad de Santillán. No sabría con exactitud cual de los tres ubicar en primer lugar en la escala de intolerancia, depende de los gustos o las inclinaciones de cada uno, lo importante aquí, es exponer el conflicto.
Severino Di Giovanni, anarquista italiano que debió huir de Italia y venir a Argentina, fue principalmente un antifascista que atentó contra las instituciones italianas en Argentina.
Siguiendo el conflicto anterior entre antorchistas y protestistas, Di Giovanni tenía cercanía al sector antorchista, pero tenía su propio periódico llamado “Culmine”. Di Giovanni optó por el camino de la violencia con atentados a intereses italianos en Argentina, asaltó bancos para financiar la propaganda y también para poder vivir él y su grupo en la clandestinidad obligada que genera esta actividad.
La violencia llevó a muchos compañeros a la cárcel, por lo cual muchos compañeros optaron por asaltar bancos para obtener recursos y apoyar a las familias de los presos. También se intentó, a veces con éxito, otras con fracasos, liberar a compañeros presos planificando su fuga. Estas actitudes llevaron a más compañeros a la cárcel, con lo que se cayó en un círculo vicioso perjudicial a nuestro movimiento.
El problema, y lo inaceptable del tipo de militancia de Severino Di Giovanni, es que provocó innecesariamente la muerte de muchas personas inocentes que nada tenían que ver con la lucha emprendida por Di Giovanni. Además que cuando se utiliza la violencia como modo excluyente de militancia se termina utilizando la violencia para imponer un criterio determinado y luego mantenerlo a través de la violencia también, lo que se impone por violencia se mantiene con violencia, se termina en una lógica difícil de abandonar luego. Como siempre ocurre en estos casos, se termina viviendo en la clandestinidad, dialogando en un círculo cada vez más estrecho, alejados de la realidad concreta y cotidiana de los sectores más excluidos y con la costumbre de resolver toda diferencia por medio de la fuerza.
Por el otro lado estaban, Emilio Lopez Arango y Diego Abad de Santillán, estos compañeros dirigían La Protesta, y también, tenían una gran influencia en la FORA y en todo el anarquismo en general.
Estos compañeros desarrollaron una serie de prácticas muy cercanas al sectarismo, por no decir directamente sectarias, anquilosando la praxis y la organización de la FORA, que ya para esos tiempos necesitaba agiornarse a las nuevas épocas, ante el incipiente proceso de industrialización que ya se estaba produciendo. Llegaron incluso a exonerar sindicatos de la FORA y también a disentir sobre temas organizativos con un legendario del anarquismo como fue Errico Malatesta. Abad de Santillán terminó siendo ministro de economía durante la revolución española, lo que demuestra una contradicción entre su predica y su praxis real, como el dicho del cura: “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”.
Cuando Severino comenzó con sus atentados, Arango y Santillán comenzaron a criticarlo, acusándolo de ser un agente fascista infiltrado en el anarquismo, también lo acusaban de haberse quedado con el dinero de los asaltos bancarios y usar el dinero en beneficio propio, etc. Si bien la actitud de Severino era muy objetable, ni la critica, ni nada puede sustentarse en falsedades, Arango y Santillán nunca aportaron una sola prueba de sus acusaciones, que sabemos hoy en día, luego de la exhaustiva investigación de Osvaldo Bayer, eran falsas.
Un día, cansado de tantas falsedades, Di Giovanni perdió la poca paciencia que tenía, aparentemente la paciencia no era una de sus virtudes. Se dirigió al domicilio de López Arango y tras una breve discusión Severino lo asesino con tres disparos.
Lo más lamentable de todo esto es que los agravios pueden superarse con tiempo y con diálogo. Lo que no tiene arreglo es la muerte, es algo que se rompe definitivamente.
Di Giovanni, luego de sucedidos los hechos, en vez de reconocerlo, intentó hacer pasar el hecho como un caso de defensa propia, luego pidió que lo juzgara un tribunal de compañeros, no por el asesinato de Arango, sino sobre las acusaciones que pesaban sobre su persona. Exigía una retractación de Santillán publicada en La Protesta, había caído en un estado de alienación importante, todo muy lamentable.
En la actualidad, algunos compañeros pretenden establecer criterios de verdad y han excluido a otros compañeros, con argumentos un poco vagos e imprecisos, de los espacios físicos donde se desempeñaban, con un cierto nivel de violencia, sobre todo verbal, que resulta preocupante. El conflicto parece difícil de resolver, sobre todo si no existe el diálogo, y es lamentable porque en ambos sectores existen compañeros muy valiosos, y también en ambos sectores hay compañeros que deberían modificar algunas actitudes, pero sin diálogo nada puede resolverse.
También en estos días, grupos estudiantiles que se dicen anarquistas o libertarios, aunque se presentan a elecciones con partidos de izquierda, lo que constituye una contradicción importante, están dando un espectáculo lamentable con comunicados y acusaciones de todo tipo, incluso ya han protagonizado hechos de violencia entre sí, si es que vamos a creer todo lo que dicen esos comunicados.
Inevitablemente estos hechos, querámoslo o no, terminan afectándonos a todos y dificultan la práctica de tolerancia y pluralidad que muchos (creo que la gran mayoría) venimos propugnando en nuestra práctica cotidiana, tratando de generar lugares de confluencia, regiones de acuerdo donde las personas se reconozcan, primero como tales, luego con sus propias diferencias que enriquecen y aportan al enriquecimiento de todos.
Siempre decimos o tratamos de transmitir, que los anarquistas no somos políticos, al menos en la concepción vulgar del concepto “político” que tiene la sociedad, que no buscamos el poder ni las riquezas, que no tenemos los defectos, ni la corrupción, ni las aberraciones que tienen los partidos políticos que la generalización y el tiempo terminan legitimando y transformando en “normal y cultural”. Pero en los hechos cotidianos, la sociedad ve que hacemos lo mismo, podremos afirmar que somos distintos pero si nos comportamos igual, la sociedad, con bastante lógica, termina suponiendo que somos igual a cualquier político vulgar.
Pienso que no tendríamos que esperar a que ocurra algo irreparable para intervenir de alguna manera. Tal vez los compañeros que todavía tenemos un mínimo de razonabilidad deberíamos hacer algo para, en principio, recuperar la iniciativa que actualmente está en manos de algunos que parecen recién salidos del paleolítico inferior.
Luego empezar a generar espacios de diálogo, de reflexión, instar a todos los que tengan serios conflictos a concurrir a dichos espacios y procesarlos de la forma más racional posible, y como decía Malatesta, si no podemos estar juntos al menos no obstaculizarnos entre nosotros.
Espero que el tiempo, como invariablemente ocurre, vaya poniendo las cosas en su lugar.
Nadie sobra, todos somos necesarios.

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