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Amores que matan
Por Jorge Torres - Monday, Aug. 27, 2012 at 9:32 AM
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Mirada crítica del tratamiento de la violencia de género, al respecto de que se trabaja mucho sobre la consecuencia y poco sobre la cusa, relacionandolo con el capitalismo y ell amor platónico. Donde tambien se aportan ideas desde una mirada masculina y la experiencia de estos últimos 30 años de acompañar las distintas luchas.

El tema de género está prevaleciendo sobre el feminismo, sin duda muchas de las denuncias de discriminación por sexo que afectan a las mujeres siguen vigentes y la violencia se acrecienta, pero, se ha avanzado bastante en estos últimos años, por ejemplo en nuestra ciudad desde la vuelta de la democracia. El movimiento de mujeres emergió del fin de los relatos patriarcales para pilotear estos cambios, en su devenir estableció, además de una agenda, un tipo de organización que entramó diferentes sectores sociales, desde lo asistencial a lo político.

Hoy, la cuestión de género, con su crítica al patriarcado toca la médula del sistema capitalista de competencia y acumulación, sin embargo, esta etapa de apertura en el horizonte de lucha continúa levantando la bandera de guerra feminista como estandarte.

Paradójicamente, durante todo este tiempo la violencia contra la mujer avanzó en un doble aspecto, por un lado, y a pesar de su crítica al sistema patriarcal, ha devenido funcional a la doctrina de la seguridad que hoy prevalece desde lo más momificado del patriarcado, y por el otro, son cada vez más las compañeras asesinadas o violentadas físicamente. La comisaría de la mujer, las denuncias o el cupo femenino en la política no han podido frenar la escalada de violencia.

Hay que tener en cuenta que estamos frente a un fenómeno de visibilización de una violencia que antes existió de manera velada. Hemos pasado de los dramas pasionales a los femicidios en los titulares de los diarios. De todos modos, aunque sea por prudencia, sería importante reflexionar y pensar en otras cuestiones, además de la denuncia y la policía.

En todos estos años de acompañar las luchas feministas de las compañeras, siempre me enfrenté a dos cuestiones que no me cerraban, pero que, dado el grado de discriminación que sufrían las cumpas, bien me cuidaba de quedarme callado, culpabilizado por la verdad histórica. Una cuestión, era que siempre se denunciaban las consecuencias, la violencia, la discriminación, la penalización del aborto, en fin, que si bien se avanzó sobre un concepto general de patriarcado como causa, sólo a tientas se aportan tímidamente cuestiones que bajan de ese concepto y lo atan al capitalismo feroz y a la cruenta competencia; pero en la practica, particularmente en la política, las mujeres no cambiaron con su participación las técnicas estructuralmente corruptas: en lugar de cambiar a la política, la política había cambiado a las mujeres feministas que entraron a participar políticamente. También, ocurre que muchas compañeras que se definen apolíticas prefieren seguir hablando sólo de Derechos, como si en un sistema de acumulación tan desigual, pudiéramos pensar que la justicia no es también desigual.

La otra cuestión, obvio, es que las mujeres para hablar de género se siguen juntando sólo con mujeres o es muy minoritaria la participación masculina. Acá, se podrá argumentar que los varones somos pocos propensos a participar en la temática, pero, chicas, convengamos que el feminismo es un tanto improductivo en la discusión de fondo sobre género. Necesario en algún momento y todavía, en ciertos contextos, pero, en la militancia hay que abrir un poco el juego, me parece.

Hay una nueva generación de mujeres que, seguramente, con el horizonte más despejado gracias a sus antecesoras, están mirando críticamente al feminismo y aspiran también a compartir con sus compañeros las inquietudes de género. Aunque es cierto que en la militancia hay una tradición machista que, incluso, involucra a las mismas mujeres, pero, de esto se trata, de cambiar los paradigmas y sobre todo las prácticas, empezando por casa.

Y volviendo al tema de la violencia contra la mujer, quisiera proponer algunas reflexiones relacionadas, por un lado a lo general y, por el otro, en particular a los femicidios.
En lo general está claro que el marco de competencia y lógica de explotación enhebra la violencia de género con la coacción del sistema de acumulación. Cualquier medio es válido para competir en la guerra capitalista, entonces, cada persona es una pieza en ese territorio, según la característica de cada quien, si es fuerte, si es hábil, si es sensual, si es materialista, si es espiritual, en fin, todo lo humano fluye en el capitalismo hacia la competencia. Las prácticas de competencia están incorporadas en las personas, aún, aunque lo veamos menos, en las que nos rodean dada la afinidad de nuestros principios e idearios. No hay instalada todavía, culturalmente, una mirada solidaria, todavía solidaridad es más parecido a asistencialismo que a liberación, la cultura no se discute mucho, no hay en la formación de los cuadros militantes otra mirada de género que el trapo de batalla feminista, luego, dentro de cada organización, otra vez, competimos. Aclaro, destaco esta mirada dentro de la militancia porque creo que realmente están dadas la condiciones para empezar, desde nuestra vereda, a debatir de género sin prejuicios machistas o feministas.

Y en lo particular, el tema de los femicidios, quiero aportar un par de reflexiones sobre el tema. En primer lugar, la necesaria aproximación del varón a las niñas y niños, sus hijos, sus educandos, las pibas y pibes de la comunidad. Creo que hay que fortalecer la intimidad del vínculo varón – criatura, sensibilizar al hombre. Esto es una mirada crítica hacia nosotros los varones, que tenemos un mandato cultural machista de que los chicos son de la madre, de la mujer, no hay cupo masculino en la educación por ejemplo. Y relaciono esto con la violencia en la pareja porque creo más que pueda ser el amor a las cinturas lo que nos aleje de la violencia, que la coacción de la justicia o la condena moral. No digo basta de denuncia, son absolutamente necesarias, estoy escribiendo de otra cosa.

Y el otro tema es, son, los intereses en juego en el campo de la pareja. Vemos que la mayoría de los femicidios ocurren en la pareja. Me parece, que hay todavía un imaginario del amor como realización de la intimidad de la pareja un tanto platónico y cristiano. Creo que, aún en el amplio campo de la militancia social, cultural, política, sindical, ambiental, de derecho, de género, etcétera, hay creo, todavía una idea ideal del amor íntimo de pareja que está atada a la propiedad privada, de la mujer por el hombre y del hombre por la mujer, tomar al otro como una parte de la realización personal afectiva del imaginario de cada uno o una. Creo, hay que repasar el mandato de la fidelidad, la monogamia, la media naranja. La sublimación en el pellejo de un pobre tipo o tipa del ideal monstruoso de un deber ser, de parte nuestra. Tampoco que todo vale, quiero decir que la realización profunda de los géneros se da en el amor íntimo, el de los amantes, no reniego de eso, estoy escribiendo del contexto Al amor de pareja hay que inventarlo de nuevo, establecer nuevas bases, menos filosóficas, más espirituales, menos sacrificadas, más abiertas. Creo que, para los tiempos que corren, aquél mandato platónico y cristiano de la pareja, hoy, es irrealizable, y que eso genera mucha angustia y violencia.

No sé, honestamente, decir cómo debiera ser ese nuevo marco, sólo intuyo que los más jóvenes lo están empezando a inventar, y los menos jóvenes debemos mirarnos críticamente y recuperar los sueños desde una profunda retrospección. Desde la militancia, creo, están dadas las condiciones ideológicas en general, y, en particular, desde la lucha de cada uno o una, pienso, están dadas las condiciones para dar ese salto de fe a hacia la compañera, hacia el compañero. Insisto, creo que es el amor el que pueda terminar con la violencia. Eso.


jorge torres

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