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Nunca es tarde cuando la lucha es buena
Por Alberto a. Arias - Sunday, Sep. 16, 2012 at 2:17 PM
signos_del_topo@yahoo.com.ar

Nunca es tarde cuando la lucha es buena





El martes 7 de diciembre de 2010 (a nueve años del “Argentinazo”) comenzó la toma del Parque Indoamericano. La web aún nos permite consultar aquella memoria. “Todo está guardado en la memoria”, dice la canción; falsificación y pintarrajeo incluidos. Releer hoy los testimonios (verídicos y falsos y ni lo uno ni lo otro) y ver las imágenes de esos días aún impacta. Es un ejercicio muy recomendable para la experiencia social y política de los explotados. Por lo que vendrá, por lo que habrá que hacer y cómo.
La mayoría de la población comenzó a recibir información de los medios recién al día siguiente. El miércoles 8 se hablaba de la “desocupación” de la víspera, con dos muertos. Pero dos días después ya eran cuatro los asesinados entre los ocupantes, a manos de la policía y los parapoliciales. Y a pesar de todo y contra todo ese viernes 10 eran muchos miles –bebés, niños, adolescentes, jóvenes, ancianos, mujeres y hombres de todas las edades– los que ocupaban las tierras del Indoamericano.
Ese viernes (“Día universal de los derechos humanos”) la situación parecía presagiar una masacre a manos de las policías Metropolitana y Federal, en consonancia con “vecinos indignados” y xenófobos, bandas macristas y lúmpenes varios.
Si esto llegaba a suceder, las víctimas las pondría el pueblo trabajador, desarmado y corajudo (muchos de ellos trabajadores inmigrantes). Posibilidad cierta de masacre que se debía tratar de evitar, pero sosteniendo la toma.
Esa misma noche del viernes 10 me topé allí con una figura bastante conocida del medio radial y televisivo (aunque “eclipsada” desde hacía un tiempo), a quien yo no conocía personalmente. La mujer recorría, conversaba, tomaba testimonios y salía al aire para una radio. Las horas pasaban y se sentaba a charlar y tomar mate con los ocupantes. Preguntaba y expresaba sus dudas, según recuerdo, por las derivaciones y peligros de esta toma. Pero era inocultable su empatía con los ocupantes.
Entre las imágenes vívidas que conservo en mi memoria de esa noche cerrada y fresca de fines de la primavera, con el resplandor de fogatas y humaredas y figuras a contraluz, está la de un grupo de ocupantes arracimados, sentados a la intemperie, dándose calor y sosteniéndose. Entre ellas y ellos estaba la periodista, se diría que abrigada y feliz, a pesar del indudable peligro. Había algo de la mujer que pertenecía a ese lugar (y otro algo que no): en algún momento de la madrugada su delgada figura parecía vacilar (así me pareció) entre seguir su propia vida y quedarse allí junto a los ocupantes, a la intemperie.
Al fin, la noche había pasado sin novedades terribles. Y la toma continuaba, ahora esperanzando a más ocupantes y ganando adhesiones de más trabajadores. Poco a poco, políticamente hablando, algunas cosas habían comenzado a modificarse y la Gendarmería “K” nac&pop de Cristina y Garré haría de “herramienta” de esa “salida ordenada” (o elaboración de una derrota contra los ocupantes). El argumento justificatorio: “evitar mayor violencia”, violencia que desde un primer momento se había ejercido sobre los ocupantes indefensos. Empezaban ahora otras historias y otras luchas dentro y en torno de esta lucha histórica.
Nos quedamos hasta el alba. A la periodista la acompañé hasta donde ella vivía, lejos de allí. Intercambiamos ideas, coincidimos y disentimos. Nos despedimos amistosamente.
Volví al Indoamericano durante los días siguientes y presencié la derrota parcial (estrictamente hablando) de esta gran lucha. Las ocupaciones se habían extendido en muchas partes. ¿Cómo escribir acerca de semejante experiencia? Siempre hay un “algo” de conmoción que se nos escapa, que ni el mejor grupo de palabras es capaz de contornear. De aquellas jornadas surgió mi artículo “La toma del Indoamericano: Los gobiernos ‘fuera de la ley’ y la digna lucha de los explotados”.
La realización de ese escrito terminó por sepultar unos breves apuntes que habían empezado a surgir y para los que había pensado el título de: “Diario de una acción directa”. (¿Acaso los publicaré algún día?) Pero volvamos a la periodista. Ella aparece en un párrafo de esos apuntes, donde entre otras cosas escribo: “... Marcela Pacheco, quien también pernoctó y testimonió desde allí...”.

(Dedico este texto a Marcela Pacheco (2), quien ahora y desde hace ya muchos días sostiene su Huelga de Hambre por el derecho a su trabajo y sostén de vida Y SU DERECHO A UN LUGAR DONDE VIVIR DIGNAMENTE, así como por el derecho inalienable del ejercicio de la libertad de expresión para todos, ya que fue despedida injustamente de la televisión pública Canal 7 por no someterse a los dictados ideológicos de la empresa estatal.
Y aprovecho la ocasión para manifestar mi apoyo a la Campaña por la Reincorporación de Mariana Cuccarese (3), despedida por la patronal de Canal 13 / TN, con motivo de su compromiso en las luchas gremiales de su sector.)

(15 setiembre 2012)
Alberto a. Arias
albertoaarias@yahoo.com.ar


Notas:

1) La toma del Indoamericano: Los gobiernos ‘fuera de la ley’ y la digna lucha de los explotados”.
http://www.signosdeltopo.com.ar/000-051/indoamericano-toma.htm

2) ¡Que reincorporen a Marcela Pacheco en Canal 7!
http://po.org.ar/po1239/2012/09/13/que-reincorporen-a-marcela-pacheco-a-canal-7/

3) Carta abierta a la Presidenta Cristina Fernández por la huelga de hambre de Marcela Pacheco
http://www.lanaranjadeprensa.com.ar/carta-abierta-la-presidenta-cristina-fern%C3%A1ndez-por-la-huelga-de-hambre-de-marcela-pacheco

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