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La maldita máquina de simplificar
Por Germán Mangione - Sunday, Sep. 16, 2012 at 11:08 PM

Septiembre 16, 2012 | Me rehúso a entender cualquier fenómeno social a través de una simple foto. A traves de un recorte, un pedacito, un relato. Prefiero la complejidad que inevitablemente implica tiempo y paciencia, implica análisis y casi siempre… renuncia al simplismo. Los cacerolazos del jueves son, le guste a quien le guste, (y mas allá del grado de acuerdo o desacuerdo que uno tenga) un fenómeno social que se abrió camino en medio de una política mas o menos ordenada. Una arena política en la cual, en los últimos tiempos, suele haber pocos actores: los políticos “profesionales”, los periodistas y sus jefes, algún grupo intelectual o militante y no mucho más.

La maldita máquina d...
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Ante esta irrupción heterogénea, compleja de caracterizar, de “esa gente” apareciendo en escena la primera reacción fue la simplificación. Tanto desde las usinas intelectuales afines la gestión nacional como de los medios y los partidos tradicionales opositores (tan difíciles de distinguir entre si últimamente) la reacción fue la misma. Tratar de simplificar un fenómeno complejo.

La oposición, tan falta de ideas, de iniciativas, de referentes y de consensos corrió desesperada a montarse en los reclamos, pero se topo con esa heterogeneidad que caracterizo las movilizaciones en las principales ciudades del país. Les es difícil decir esta es “mí” marcha y “mi” gente cuando se mezclaron los reclamos de seguridad, institucionalidad, corrupción, inflación, dólares, conferencias de prensa, enriquecimiento ilícito y quien sabe cuantos más. Poder entender los reclamos de quienes se oponen al gobierno es un problema que la “oposición”, tan heterogénea como las marchas del jueves arrastra ya desde varias elecciones a esta parte. Un dato que no es menor para los partidos que no ganaron en la elección de 2011, es que la gente que no se expidió electoralmente (o sea voto en blanco, anulo o ni fue a votar) representa un porcentaje mayor que el que sacó el segundo candidato en votos.

Desde la otra vereda, (porque acá señores… hay veredas y si usted se rehúsa a subirse a una y se queda en la calle el colectivo de la polarización lo pasa por arriba) la cosa no fue muy distinta. Las declaraciones de los funcionarios kirchneristas maceraron la opinión de periodistas e intelectuales con una consigna clara: “Fue una marcha de las clases medias altas”. Y se terminó. No merece más discusión. No hace falta. Si estuviste ahí estás en contra del pueblo. Si no la condenas, también.
Y todo el dispositivo de simplificación intelectual se puso en marcha. Los medios afines recortando, descontextualizando, sacando la foto que uno ya espera ver en esos cuando de marchas opositoras se trata (la señora paqueta con la cacerola). Los reportajes a gorilones en TVR y 678, los carteles gorilones en Pagina/12 y Tiempo Argentino, etc. etc. etc.
Y hasta ahí uno podría decir que esta bien. Que es lo que fue. Que es la realidad. Pero la verdad…(y confesando que no participe de la movilización) me permito desconfiar de esa lectura. O mejor dicho de ese relato, tanto como desconfío de los de TN o Clarín. Y me permito desconfiar por la practica que en estos años e tenido de la distancia que suelen tomar las cosas que se muestran en la TV y las que suceden en la realidad. Me permito desconfiar de que “esos” reclamos hallan sido todo lo que hegemonizó las movidas del jueves. Que “esa” halla sido la única composición social. Y que “esos” que aparecen en las líneas de los diarios y las editoriales “progres” son todos los que había.
Desconfío porque este mismo mecanismo de simplificación también dijo que los ambientalistas que luchan contra la Barrik eran 4 locos ecologistas. Porque cuando marchan los trabajadores que se oponen a las direcciones burocráticas sindicales aliadas al gobierno, y es muy difícil encontrar a la señora gorda con la mucama al lado, estos relatos directamente los invicivilizan. Porque los amigos se transforman en enemigos acérrimos y viceversa según el acuerdo del momento. Porque es el mismo que ve “cuestiones políticas” atrás de las manifestaciones de los desocupados o los originarios que luego son reprimidas ferozmente, con esa justificación.

Y este mecanismo, como todos los mecanismos de la comunicación masiva (porque progre o fascista la comunicación de los grande medios es masiva y manipuladora muchachos) tiene su correlato en la opinión publica, que hoy uno puede mas o menos medir en las redes sociales.

Y ahí se dio otro fenómeno que me preocupó más todavía que las manipulaciones de los grandes medios. Y es que la gran maquina de simplificar surtió efecto.

Así como uno espera ciertas cosas de los simplificadores masivos, ya aprendió a esperar ciertas otras de los amigos o conocidos que aceptan esa simplificación. Y esa indignación selectiva, repetida en todos los estamentos (masivo y de redes sociales) es la que va mellando la credibilidad de todo el dispositivo.

¿El argumento para rechazar las movilizaciones es que son “clase media”? Usando el término, difuso y tan poco determinante, despectivamente como si la mayoría de nosotros, quienes estamos discutiendo esto en las redes sociales, no fuésemos parte. Como si el solo hecho de nombrarla así nos ejectará hacia otra clase social. ¿Que como dijo Estela Carlotto, “son gente bien vestida”? ¿Acaso quienes hoy llevan adelante el proyecto “nacional y popular” no son gente adinerada y bien vestida que vive en los barrios más paquetes de la capital Federal o de las principales ciudades del país? ¿Cual es el análisis? ¿No es una simplificación discursiva?

¿Como debería ser una manifestación para que tuviese legitimidad para quienes hoy ven en el gobierno nacional la mejor opción de gobierno? De izquierda, pero no zurda. En paz, pero no pacifista. Clara y con objetivos pero espontánea. Le piden a la clase media una pureza política que paralelamente le critica a la izquierda. Le piden una despolitización que a la vez le critican por no militante.
Básicamente me rehúso a entender la realidad de manera tan sencilla. No me gusta la comida masticada. Prefiero usar mi propia dentadura mental. Buscar elementos.
Y esta renuncia implica también negarme a tener que tomar partido sin peros. Partido como partido de fútbol. A favor o en contra. Con ellos o con nosotros. Si ese es el juego…paso, y me quedo acá tratando de entender.

La derecha siempre la tuvo más fácil. Apela a los simplismos. No necesita explicar la complejidad de la realidad. Porque no quiere cambiarla. Y para cambiar la realidad hay que conocerla en profundidad, en todos los aspectos posibles, para conocer la realidad y cambiarla no alcanza con los relatos de las maquinas de simplificar.

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