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Un modelo que envenena: el mundo contra Monsanto
Por Fabián Chiaramello -
Tuesday, Oct. 02, 2012 at 10:58 AM
“Te guste o no, es probable que Monsanto haya contaminado la comida que comiste hoy con sus productos químicos y organismos genéticamente modificados (OMG). Monsanto controla gran parte del suministro mundial de alimentos”. De esta forma invitan desde el sitio Occupy Monsanto a tomar medidas en todo el mundo contra la multinacional proveedora de productos para la agricultura, fuente de críticas y denuncias a lo largo y ancho del planeta. En ese marco, el pasado 17 de septiembre en todo el mundo se realizaron movilizaciones para denunciar a la “serial killer multinacional”, como denominó Eduardo Galeano a Monsanto.
La fecha fue elegida desde el movimiento Occupy Monsanto, de Estados Unidos,
donde la empresa tiene su mayor número de sedes. En los demás países en los
que se hizo oír el repudio fueron convocados por organizaciones sociales, movimientos
campesinos, partidos políticos, ciudadanos preocupados por la salud, activistas
de la vida. El 17S reunió a miles de personas en las principales ciudades de
Estados Unidos, Argentina, Paraguay (donde se relaciona a la empresa directamente
con la destitución de Fernando Lugo), Canadá, Alemania, Filipinas, Ecuador,
Brasil, Perú, Japón, España, India, Polonia, entre otros.
Las redes sociales jugaron un papel muy importante. Jimena Romero, integrante
del colectivo Millones
contra Monsanto, uno de los que realizó la convocatoria a través de
Facebook en Argentina y que reunió a miles de personas en más de diez ciudades
del país, contó cómo lograron la difusión del evento a través de las redes sociales:
“Millones contra Monsanto es parte de una movida mundial que empieza con Occupy
Monsanto y que en Argentina comenzó recién en septiembre. A partir de los anuncios
de la nueva planta en Córdoba, el juicio
histórico de las Madres de Ituzaingó y todo el conocimiento que se empezó
a tomar sobre lo que era la empresa en Latinoamérica logró mucha repercusión
y fue muy importante la convocatoria. Empezamos a trabajar dos meses antes,
pero se fue organizando sola. Fue espontánea a través de las redes sociales,
se fueron organizando diferentes colectivos, ambientalistas, asambleas, personas.
Desde partidos políticos como Proyecto Sur en Chaco, o en Bahía Blanca donde
lo organizó un fotógrafo con una importante puesta en escena”.
Rosario no fue la excepción y así fue que el Monumento a la Bandera abrigó a
varias decenas de personas que se acercaron a repudiar el “comportamiento criminal”
de la multinacional, como define su accionar la periodista francesa Marie-Monique
Robin, autora del libro y documental “El mundo según Monsanto”. Dieron su presente
el colectivo Paren de Fumigar, Conciencia Solidaria, organizaciones estudiantiles,
ambientalistas y ciudadanos conscientes del poder de esta empresa. La convocatoria
no fue masiva como sí lo fue en otras ciudades, como Córdoba, a pesar de la
cercanía con el problema. La provincia de Santa Fe es un claro ejemplo de la
sojización, el uso de agrotóxicos y los problemas que derivan de su uso. Una
de las razones fue la “falta de organización”, según dijeron algunos autoconvocados
a metros del río Paraná. Lo cierto es que muy pocas personas tienen conocimiento
acerca de qué es Monsanto y por qué se la debe expulsar “del mundo”, como rezaban
algunas pancartas. En el Monumento a la Bandera no hubo una sola cámara, un
micrófono o una voz de algún medio masivo, sólo medios alternativos.
Los medios de comunicación son cómplices del silencio. Mucho se habló
durante estas semanas de los cacerolazos. Diarios, programas de televisión,
radios, redes sociales, no hacían otra cosa que mostrar de un lado y de otro
si eran legítimos los reclamos o sólo un grupo de desestabilizadores. Un doble
relato, simple, al que nos tienen acostumbrados los medios. Pero de las movilizaciones
contra Monsanto ni una palabra. Como también nos tienen acostumbrados cuando
se trata de este tipo de reclamos. Ni a los medios oficialistas, ni a los opositores
les conviene hablar. Son los que se benefician con estas políticas, y ahí hay
consenso.
Desde Millones contra Monsanto afirman que este accionar
“era previsible”, ya que los medios afines al gobierno no lo muestran por obvias
razones: “Están cerrando negocios que le permitirán financiar parte de la inminente
crisis, aunque es un suicidio parar la crisis así, porque lo que se hace es
hipotecar a las próximas generaciones y enfermar a la actual”. Por otro lado,
los medios opositores son los que “en su mayoría, tienen intereses creados con
los agronegocios”.
La firma: el comienzo del mal
El lunes 25 de marzo de 1996 se aprobó el expediente que iba a modificar radicalmente
la estructura agropecuaria de Argentina. Luego de un trámite que sólo llevó
81 días, el secretario de Agricultura Felipe Solá firmó la resolución 167 que
autorizó la producción y comercialización de la soja transgénica, con uso de
glifosato. El expediente tiene apenas 136 folios, de los cuales 108 pertenecen
a informes presentados por la misma multinacional estadounidense. “Ese trabajo
está en inglés y en el apuro por llegar a una decisión predeterminada, la Secretaría
de Agricultura ni siquiera dispuso su traducción al castellano. Se titula ‘Safety,
Compositional, and Nutricional Aspects of Glyphosayte-tolerant Soybeans’ y ocupa
del folio 2 al 110 del expediente. Solá se apresuró a firmar la autorización
el mismo día en que los organismos técnicos plantearon serias dudas acerca de
sus efectos sobre la salud y solicitaron informes sobre el estado de las autorizaciones
en Europa”, relató Horacio Verbitsky en una nota
de Página/12 hace unos años.
El periodista Darío Aranda realizó un informe 15
años después de que se aprobara el uso de la soja RR y de su acompañante:
el Roundup, producto a base de glifosato. Científicos de distintas disciplinas
tuvieron la posibilidad de leer el expediente y estudiar las pruebas sobre la
supuesta inocuidad del cultivo. “De la lectura se confirma que la autorización
carece de estudios sobre efectos en humanos y ambiente, la información es incompleta
y tendenciosa, y cuestionaron que el Estado argentino no haya realizado investigaciones
propias y tomara como propios los informes presentados por la parte interesada
(la empresa Monsanto)”, afirmó Aranda.
En otro informe también realizado por Darío Aranda se puede ver como creció
el cultivo de la soja: desde 1996 el área sembrada aumentó en 25 millones de
hectáreas en 14 años. En 1991 se sembraron 5 millones de hectáreas son soja,
en 2010 fueron 19 millones.
Plan Estratégico Agroalimentario (PEA 2020)
En septiembre de 2011, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner presentaba
en Tecnópolis el Plan Estratégico Agroalimentario, un programa detallado de
metas gestado por el gobierno nacional, las provincias, empresas y académicos
que se fija como objetivo, entre otros puntos, aumentar un 60 por ciento la
producción granaria: pasar de las 100 millones de toneladas, la mitad es soja,
a 160 millones para 2020. Lo que no dijo la presidenta cuando presentó con orgullo
las metas que “impulsarán al país como potencia alimentaria” es quiénes
pierden.
Para lograr ese crecimiento productivo se debe usar cada vez más tecnología:
organismos modificados genéticamente, más herbicidas, insecticidas, agrotóxicos.
Y además correr la frontera agropecuaria aún más, avanzar sobre nuevos territorios.
Como siempre, para esto, quienes pierden son los campesinos e indígenas que
aún resisten a un modelo feroz. Como consecuencia también se sigue con los desmontes.
“Yo le comentaba –y la gente de Monsanto no lo sabía– que tenemos una Patagonia,
en la cual algún productor argentino tiene producción, por ejemplo, forrajera
y que uno lo puede observar en medio de la estepa patagónica los círculos que
solamente con riego producen forraje de primerísima calidad. Y tenemos también
agua en la Patagonia (…) Esto nos da la idea de que el elemento vital: agua,
nos va a permitir extender la frontera agropecuaria”, dijo la presidenta
en su discurso del 15 de junio en New York frente a representantes de grandes
empresas, entre ellos, Monsanto, Cargill y la Barrick Gold, quienes tienen grandes
negocios en el país. Fue una clara invitación a invertir aún más en el país.
Un vaso de agua no se le niega a nadie, dicen por ahí.
“La inversión de Monsanto es importantísima también y va a ayudar a la concreción
de nuestro plan, tanto agroalimentario 20-20, como nuestro plan también industrial.
Y me decía hoy su titular que les había impresionado mucho el apoyo que nuestro
Gobierno estaba dando a la ciencia y a la tecnología. Tengan ustedes la certeza
que vamos a seguir en la misma línea”, continuó la presidenta en relación a
la inversión de la empresa en la nueva planta a instalarse en Córdoba. Honestidad
brutal.
Monsanto invade Malvinas
La localidad cordobesa de Malvinas Argentinas fue el lugar elegido para instalar
una de las plantas más grandes del mundo que pasará a producir un nuevo maíz
que será resistente al glifosato y a un segundo herbicida: el glufosinato. “El
nuevo mutante de maíz no sólo genera un veneno, sino que sintetiza tres venenos
diferentes, que se secretan todo el tiempo. El nuevo maíz, si aún se le puede
llamar así, es capaz de matar todo tipo de orugas y gusanos de mariposas
que traten de anidar en sus chalas, hojas o espigas, y ahora también es capaz
de exterminar a las temibles vaquitas de San Antonio, un coleóptero que suele
anidar en su raíz”, expone en un informe la Red Universitaria de Ambiente y
Salud – Médicos de Pueblos Fumigados.
Además afirman que por ser un híbrido, nadie podrá guardarlo para volver a sembrarlo:
ya no vuelve a crecer, inevitablemente contaminará genéticamente a otros maíces
vecinos y las empresas multinacionales cobrarán derechos de propiedad genéticas
a los productores. “Ya nada será como antes. El maíz en poco tiempo no podrá
convertirse en mazamorra o un buen locro, este es un maíz pensado para forraje
de animales o principalmente para biocombustible”, advierte el informe. Además
afirman que este maíz “es una verdadera amenaza a la salud humana y al ambiente
general”.
Malvinas Argentinas está a pocos kilómetros del barrio Ituzaingó Anexo, desde
el cual se logró un fallo histórico gracias a la lucha de las heroicas Madres
que se enfrentaron a un modelo que atenta contra la vida. Mientras se desarrollaba
el juicio, la presidenta se mostraba orgullosa por la nueva inversión: “Hace
unos instantes estuve con Monsanto, que nos anunciaba una inversión muy importante
en materia de maíz (…) Y además estaban muy contentos porque Argentina hoy está
–digamos– a la vanguardia en materia de eventos biotecnológicos”.
La provincia de Córdoba es otro gran ejemplo de cómo funciona el modelo.
Gracias a la lucha de las Madres
de Ituzaingó y a la resistencia a la instalación de esta nueva planta, fue
que la convocatoria para repudiar a Monsanto en Córdoba fuera una de las más
notorias y convocantes del país: se reunieron alrededor de 8 mil personas. A
pesar de la masividad de la marcha, tampoco tuvo cobertura de los grandes medios.
Los dueños de las semillas
En el marco de la presentación de una nueva semilla de Monsanto, la soja Intacta
RR2 Pro, el transgénico número 27 aprobado desde 1996, el ministro de Agricultura,
Ganadería y Pesca de la Nación, Norberto Yauhar anunció que enviará al Congreso
una nueva Ley de Semillas, que no se actualiza desde 1973. La nueva ley limitará
el “Uso Propio”, que hoy habilita a que muchos productores puedan guardar una
parte de sus semillas para la próxima cosecha, y contempla el pago de regalías
por el uso de semillas patentadas.
“Hemos tomado la decisión de avanzar en el transcurso de este año en un borrador
de una Ley de Semillas como corresponde a un país que pretende ser líder en
la producción de alimentos, buscamos proteger la propiedad intelectual del proceso
de desarrollo”, dijo Yauhar. El gran ganador, nuevamente, es Monsanto. Esto
es indignante: las corporaciones obtuvieron sus primeros capitales robando el
conocimiento sobre las semillas que construyeron por siglos los pueblos originarios.
Y ahora quienes usen sus semillas, obligados ya que se restringirá el “uso propio”,
deberán pagar las regalías. Negocio redondo para las multinacionales y para
el Estado que recaudará más en materia de retenciones por los nuevos rindes
de estos transgénicos.
Ante esta seria problemática, desde Millones contra Monsanto se
está organizando un acto para el 2 de octubre próximo frente al Ministerio
de Agricultura, Ganadería y Pesca para informar lo que está pasando, y las posibilidades
de frenarlo. “Lejos de considerar a la semilla como la garantía de la soberanía
alimentaria y la continuidad de la vida, y de reconocer a los pequeños productores,
campesinos y comunidades originarias como sus guardianes ancestrales, la modificación
de la Ley de Semillas busca limitar el derecho de guardar, reproducir, multiplicar,
intercambiar, vender y regalar libremente las semillas”, dice la invitación
al Acto por la Libertad de las Semillas Campesinas.
"Quien controla las semillas controla la comida y quien controla la comida,
controla la vida"
El mundo entero se paró para decir basta a Monsanto. Una empresa que unos 50
años atrás creó el “agente naranja” para fumigar a la población en Vietnam y
que provocó la muerte de 400 mil personas, la pérdida de cultivos y de miles
de hectáreas de bosques, que es repudiada y denunciada en todo el mundo por
contaminar, corromper, esconder pruebas, introducir sus semillas a la fuerza
y miles de atrocidades que rellenan un frondoso prontuario. Entre los productos
que tiene desparramados en unos 60 países se encuentran los PCB; el Aspartamo;
las hormonas de crecimiento (rBGH) para aumentar la producción de leche, vinculada
directamente con los canceres de próstata, de mama y de útero y que además
provoca que los jóvenes sean púberes anteriormente; herbicidas; y los organismos
modificados genéticamente (OMG) que están en casi la totalidad de los alimentos
y que no son etiquetados. Monsanto es un modelo, no una simple empresa multinacional.
Que quede claro que no es la única.
“Un modelo donde las enfermedades y los enfermos son ocultados, los gobernantes,
jueces, académicos y periodistas son comprados o amenazados, donde los pueblos
son fumigados o desplazados por el monocultivo y donde las tierras, el agua
y el aire quedan contaminados e inútiles”, como bien lo describen desde Millones
contra Monsanto. De más está decir que quienes se enfrentan a este modelo terminan
en grandes campañas de desprestigio.
Es una nueva etapa, el mundo entero debe despertar. Se necesitan cada
vez más campañas para concientizar y acercar a la gente a que reconozca la gravedad
de la situación alimentaria mundial para contrarrestar la desinformación que
existe gracias a la complicidad política y mediática que tiene claros, y grandes,
intereses. Las semillas no pueden ni deben tener dueños. Monsanto es un monstruo
que crece a pasos agigantados. El 17S fue un buen comienzo y una gota de esperanza
pero la lucha debe continuar. La lucha es por la soberanía alimentaria, pero
mundial. No se trata de un país. La lógica es perversa y cierra un círculo perfecto.
Esa lógica es la que se debe extirpar. Porque como dice Marie-Monique Robin:
"Quien controla las semillas controla la comida y quien controla la comida,
controla la vida”.
Por Fabián Chiaramello
Fotos: Fabián Chiaramello
Fuentes
-15
años de soja: La prueba del delito
-Patria
grande y sojera
-Glufosinato,
un nuevo veneno
-Palabras
de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner con empresarios estadounidenses
en Nueva York
-Profundizar
el modelo. La presidenta avanza el proyecto Monsanto
-El
Gobierno aprobó una súper soja transgénica de Monsanto
-Millones
contra Monsanto
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