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Triunfo popular en Venezuela
Por cecilio manuel salguero - Sunday, Oct. 14, 2012 at 1:41 PM
ceciliomanuel2002@yahoo.com.ar

TRIUNFO POPULAR EN VENEZUELA DERROTO AL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO NEOLIBERAL, GENOCIDA y FASCISTA....¡¡¡ ¡¡¡ VIVA la UNASUR , el ALBA ,las DEMOCRACIAS POPULARES, los DDHH y la JUSTICIA SOCIAL ¡¡¡

Portada :: Venezuela
08-10-2012



El pueblo venezolano derrota a la oligarquía y al imperialismo


Luciano Wexell Severo
Rebelión




En la madrugada del lunes 8 de octubre, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela anunció la nueva victoria de Hugo Chávez. El resultado electoral confirmó todas las previsiones de los últimos meses y demuestra un progresivo aumento del apoyo popular al proceso de transformaciones sociales venezolano. Según el primer boletín del CNE, con el 90% de las urnas contabilizadas, Chávez obtuvo 7.440.082 (54,4%). El pueblo venezolano escribió otra bella página de su historia al derrotar al candidato de la oligarquía, de los grandes medios de comunicación y del imperialismo estadunidense. Y eso sería memorable aunque fuese por un voto. Pero la victoria fue por más de un millón de votos. La abstención fue de solamente un 19,1%, una de las más bajas de las últimas décadas. El principal opositor Capriles Radonski, del Movimiento Primero Justicia (MPJ), tuvo 6.151.544 votos (45%).

El objetivo de este artículo es llamar la atención para el avance de la participación política y demostrar que hay una tendencia creciente de ampliación del apoyo popular a Chávez desde su primera elección en 1998. En 13 años, el país tuvo diversas elecciones y referendos de consulta abierta. El actual presidente disputó y ganó las contiendas de 2001, 2006 y ahora 2012.









En 1998, Chávez enterró el llamado Pacto de Punto Fijo. Pese a la resistencia de la oligarquía venezolana, que en aquel entonces todavía concentraba el poder sobre la empresa Petróleo de Venezuela S.A. (PDVSA), vinieron abajo 40 años de alternancia de los partidos Acción Democrática (AD) y Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) en el Palacio de Miraflores. Chávez ganó las elecciones con un 56,2% ( 3.674.021 de votos) contra un 43,8% ( 2.864.343 de votos ) de los demás candidatos .

Pocos meses después, el mandatario cumplió una de sus antiguas propuestas y convocó un referendo popular sobre la posibilidad de elegir una Asamblea Constituyente con funciones de elaborar una nueva Carta Magna. Ese referendo fue aprobado en abril de 1999 con el 87,7% (3.630.666 de votos). Posteriormente se convocó la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, cuando los partidarios de Chávez obtuvieron el 66% de los votos y eligieron el 90% de los parlamentares. En diciembre del mismo año, el proyecto de Constitución fue sometido a un nuevo referendo y aprobado con el 71,8%, equivalentes a 3.301.475 de votos.

A continuación, fueron convocadas para julio del año 2000 las llamadas mega-elecciones generales, ocasión en la cual Chávez fue nuevamente vencedor, ahora bajo la Constitución de 1999, con el 59,8% (3.757.773 de votos). El Polo Patriótico, bloque chavista, conquistó el 58% de los cargos de la nueva Asamblea Nacional. Los electores demostraron nuevamente su rechazo con relación a los partidos políticos tradicionales, que obtuvieron resultados bastante modestos: AD alcanzó 33 diputados (el 16,1% de los votos) mientras COPEI eligió seis (el 5,3%). Por primera vez en su historia, los dos partidos juntos alcanzaron solamente el 21,4% del total de votos.

La Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela es una de las pocas del mundo que establece la posibilidad de suspensión de mandatos del Poder Ejecutivo después de cumplida la mitad del ejercicio. Ese instrumento creó una oportunidad sin precedentes para que una parcela insatisfecha de la población, un 20% de los electores, pueda convocar referendos con el objetivo de interrumpir mandatos y convocar nuevas elecciones. Bajo amparo de esa norma, en agosto de 2004 fue realizado un referendo que ratificó a Chávez en la Presidencia con 5.800.629 de votos (59,1%) contra 3.989.008 de votos (40,6%).

En diciembre de 2005 fueron realizadas elecciones parlamentarias. Frente a la visible victoria abrumadora de las fuerzas bolivarianas, la oposición intensificó –a través de sus medios comunicacionales– una campaña en contra del Poder Electoral, el Consejo Nacional Electoral (CNE) y sus reglas. El grupo opositor reivindicó la eliminación de las máquinas capta-huellas, exigió que se contaran los votos manualmente uno a uno y casi pidió que se les regalaran 500 mil votos de ventaja antes de abrir la primera urna. Consciente de su derrota y resuelta a no reconocerla, la oposición hizo otra maniobra inaudita: se fugó de los sufragios, alegando inseguridad y falta de garantías de elecciones limpias. Después, los derrotados acusaron al gobierno de concentrar el 100% de los diputados de la Asamblea Nacional, del Parlamento Latinoamericano y del Parlamento Andino.

En las elecciones presidenciales de 2006, el margen de votos pro-Chávez continuó ampliándose. El candidato bolivariano obtuvo 7.309.080 votos (62,8%) mientras la oposición sumó 4.321.072 votos (37,2%). El candidato opositor con más votos fue el entonces gobernador del estado Zulia -y hoy prófugo de la Justicia, Manuel Rosales, quien obtuvo el 36,9%. Rosales había sido miembro del partido Acción Democrática (AD), pero en 1999 fundó la agrupación “Un Nuevo Tiempo”. El día 12 de abril de 2002, cuando el golpe de Estado en Venezuela, fue al Palacio para firmar el decreto de posesión del empresario golpista Pedro Carmona, El Breve.

En 2007, 2008 y 2009 hubo otras tres elecciones que pueden enriquecer este análisis. Deben notarse las grandes diferencias entre elecciones presidenciales, sufragios regionales y referendos nacionales. Es evidente que la participación tiende a ser mucho más amplia en las primeras. Además, en las elecciones presidenciales se expresa efectivamente el apoyo o el repudio a un candidato específico, mientras que en las demás, dichas voluntades no se reflejan de forma totalmente clara y absoluta. En los comicios regionales, por ejemplo, puede ser que los ciudadanos no logren asociar un determinado candidato bolivariano con la figura de Chávez y con la Revolución. Es decir, hay estados y municipios en los cuales el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) perdió la elección sin que eso signifique que Chávez perdería si fuera candidato.

La propuesta de Reforma Constitucional de 2007 fue la primera y única derrota electoral de Chávez. De manera poco planificada, el gobierno intentó aprovechar el elevado índice de popularidad del proyecto bolivariano para quemar etapas. Propuso la modificación de 69 de los 350 artículos de la Carta Magna de 1999. La iniciativa fue derrotada: 50,7% (4.379.392 de votos) contra 49,3% (4.504.354 de votos). Una diferencia de menos de 125 mil votos en un universo de casi 17 millones de aptos a votar. La expectativa de la oposición estaba basada en esa victoria apretada contra la Reforma, no exactamente contra Chávez. Por un lado, la oposición relacionó su victoria en la Reforma con un rechazo a Chávez. Por otro lado, es posible suponer que casi 3 millones de partidarios de Chávez no asociaron la Reforma con el presidente. La abstención fue del 45% y se puede decir que en ese día los chavistas simplemente no fueron a votar.

En noviembre de 2008, ocurrieron nuevos comicios regionales, en 22 de las 23 gobernaciones y en las 327 alcaldías venezolanas. Las elecciones confirmaron de nuevo la amplia supremacía de las fuerzas bolivarianas. Aunque el voto continúe siendo optativo en el país, no obligatorio, el sufragio presentó un índice de abstención del 35%, uno de los menores de la historia de las disputas regionales del país. Había 16.699.576 inscritos en el registro electoral, número que aumentó mucho desde 2003, con la Misión Identidad. En el período del Punto Fijo muchos pobres no tenían documentos, lo que reducía la abstención y encubría la pobreza, el analfabetismo y otros indicadores económicos y sociales.

Los resultados post-2008 demuestran que el mapa nacional continuó “ teñido de rojo ” , ahora con el PSUV como principal agremiación: ganó en 17 de los 22 estados en disputa (un 77,3% del total) y en 265 de las 327 alcaldías (un 81% del total). La base de apoyo a Chávez superó los 5,7 millones de votos. Otra vez vale recordar que una cosa es votar por un candidato del partido de Chávez y otra cosa, distinta, es votar por él. La oposición (UNTC y MPJ, acompañados por lo que todavía queda de AD, COPEI, URD, MAS, Causa Я y Podemos) ha mantenido más o menos el mismo número de votos de los últimos procesos electorales (4,5 millones en 2007).

Aún sobre las elecciones de 2008, cabe resaltar que la oposición conservó el poder en las gobernaciones de Nueva Esparta (Isla Margarita) y Zulia, además de haber conquistado los importantes estados Miranda, Carabobo y Táchira (los últimos dos por un margen muy pequeño de votos), así como la Alcaldía Metropolitana de Caracas. Hay otros seis puntos importantes: 1) el ex-vicepresidente de la República y gobernador Diosdado Cabello fue derrotado en el estado Miranda por Henrique Capriles Radonski; 2) el ex-ministro Aristóbulo Istúriz perdió las elecciones de la Alcaldía Mayor para Antonio Ledezma (ex-AD); 3) el ministro Jesse Chacón fue derrotado en la popular parroquia Petare para un candidato del partido Primero Justicia (ambos obtuvieron mucho menos votos que las abstenciones); 4) un 55,3% de los votos totales de la oposición provienen de los estados Zulia, Carabobo, Miranda y Caracas (las áreas de mayor producción industrial); 5) los estados Zulia y Táchira tienen alta relevancia geopolítica por tener cerca de 700 kilómetros de frontera con Colombia; y 6) Manuel Rosales, el prófugo, ganó con un 60% la alcaldía de Maracaibo, que era gobernada por el PSUV.

Pese a los tropiezos, el resultado expone una victoria de Hugo Chávez y las fuerzas nacionalistas. Uno de los primeros acontecimientos posteriores al triunfo fue el rescate de la discusión sobre la relección presidencial. El tema era crucial para la continuidad del proceso bajo liderazgo de Chávez. El articulo 230 de la Constitución de 1999 preveía que: “ El periodo presidencial es de seis años. El presidente o presidenta de la República puede ser reelegido o reelegida de inmediato y una sola vez para un nuevo periodo ” . La Asamblea Nacional aprobó y el Consejo Nacional Electoral convocó un referendo popular para la aprobación o no de una Enmienda Constitucional. En medio a las discusiones, la propuesta fue ampliada, abarcando la posibilidad de reelección también para gobernadores, alcaldes y diputados (nacionales y regionales).

El día 15 de febrero de 2009, 6.310.482 venezolanos votaron por el “ Sí ” , que obtuvo 54,8% de los votos validos. El “ No ” , que aglutinaba los partidarios de la oposición, alcanzó 5.193.839 de votos (45,1%). Mientras Chávez obtuvo 7,3 millones de votos en las elecciones presidenciales del 2006, su propuesta para poder postularse a la relección por tiempo indefinido tuvo 6,3 millones. Ese resultado puede ser interpretado de diversas formas. Una es que había gente que apoyaba Chávez pero no estaba de acuerdo con la posibilidad de relección indefinida. Otra conclusión posible es que una cantidad de partidarios de Chávez no hayan dado la debida importancia al referendo y a la propuesta de relección. Una tercera interpretación, la asumida por la oposición, argumenta que entre 2006 y 2009 Chávez ha perdido cerca de 1 millón de seguidores.

El nuevo triunfo del presidente, en 2012, amplía el horizonte de transformaciones estructurales de Venezuela. El gobierno ha fortalecido el papel del Estado en la economía, con mayor poder para planificar e implementar políticas, buscando intervenir – con creciente participación popular – en los principales medios de producción. Internamente, el petróleo ha financiado la estructuración y el fortalecimiento del mercado nacional, con un proceso soberano de industrialización (distinto a la industrialización dependiente y asociada a las transnacionales, llevada a cabo a partir de los años sesenta por Rómulo Betancourt y Nelson Rockefeller), la creación de nuevas empresas básicas e importantes obras de infraestructura.

Paulatinamente, los recursos que antes habían sido canalizados para las compañías petroleras o hacia cuentas bancarias de la élite privilegiada, fueron transformados en herramienta del Estado para combatir la pobreza y la economía rentista, improductiva e importadora. Externamente, los recursos del petróleo han sido utilizados como instrumento para la integración latinoamericana y caribeña, así como para el impulso a la construcción de un mundo multipolar. Venezuela ha asumido una nueva posición en sus relaciones internacionales: intenta diversificar su producción y sus exportaciones; diversificar los orígenes y los destinos del intercambio, no dependiendo comercialmente de un país comprador o un país proveedor.

La gran victoria de Chávez abre las puertas, por lo menos hasta 2019, para un camino largo hacia la consolidación de un país independiente, soberano e industrializado. El gran espectáculo democrático de todos los venezolanos debería ser suficiente para abrir los ojos de los desinformados. Debería ser suficiente para ridiculizar a los grandes medios de comunicación, que niegan lo que es innegable. Ganó Chávez, de nuevo. Ganó la democracia en Venezuela. Los derrotados fueron la élite liberal y privatizadora, las transnacionales del petróleo y del gas, los poderosos medios de comunicación. Junto a los perdedores, por detrás de ellos, están la CIA y el Departamento de Estado de los Estados Unidos.




* Luciano Wexell Severo es profesor de Economía, Integración y Desarrollo en la Universidad Federal de la Integración Latino-Americana, Brasil. Doctorando en Economía Política Internacional en la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Autor del libro “ Economía venezolana 1899-2008, La lucha por el petróleo y la emancipación ” .

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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08-10-2012



Un triunfo esperado, gratificante, alentador


Aram Aharonian
Rebelión




Latinoamérica sigue respirando sin sobresaltos: en las inmaculadas elecciones presidenciales venezolanas, el presidente Hugo Chávez fue reelecto para un tercer mandato, impidiendo la restauración neoliberal alentada desde Estados Unidos y varios países europeos y avivando, una vez más, el proceso integrador de la región.

El triunfo bolivariano es un aliento para aquellos que en Latinoamérica y el mundo buscan salida a la crisis del neoliberalismo: sí se puede luchar contra el capitalismo. “Venezuela ha cambiado. La lucha de clases (ocultada por la historia tradicional) que se inició desde el mismo siglo XVI, hoy día está culminando: la antigua hegemonía de la cultura burguesa está siendo suplantada por una contrahegemonía de la clase popular”, dice el historiador y antropólogo Mario Sanoja Obediente.

Seguramente el análisis de los guarismos compruebe que la oposición derechista y ultraderechista del pasado ha logrado calar sectores de las clases medias e incluso a sectores populares. Sectores que gracias a la Revolución Bolivariana no tienen como preocupación principal comer, acceder a la educación y a la salud y tener techo propio.

Entre los logros en los 14 años de gobierno bolivariano, se pueden sumar la reducción de la pobreza y del desempleo, la eliminación del analfabetismo, la consecución de un alto nivel de desarrollo humano, un acceso gratuito al sistema de salud y a una red eficiente de alimentos, y la ubicación del país como el quinto en matrícula universitaria.

Hoy las preocupaciones de muchos son las de las clases medias urbanas latinoamericanas: la inseguridad, la corrupción y la ineficiencia e ineficacia del aparato burocrático. Jesse Chacón, ex ministro del Interior y ahora director de una encuestadora, señala que en Venezuela el contrato social se rompe en el ’89, con el Caracazo, cuando la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes estaba en 6. En una década pasó de seis a 37 y en 2009 estaba en 44.

“El Estado creyó algo que no es cierto: si disminuyes la pobreza, disminuye la violencia. Del ’99 al 2009 la pobreza se redujo a la mitad y la pobreza extrema del 27 por ciento bajó al siete por ciento, sin embargo, la violencia no decreció. Las medidas neoliberales de los noventa desarticularon la estructura social. Es un tema de veinte años de deterioro del campo simbólico que no se resuelve fácilmente”, indicó Chacón.

Del análisis de los resultados saldrá también el rumbo que emprenderá el nuevo período –el tercero- del gobierno bolivariano bajo la conducción de Hugo Chávez, porque en el aparato existe una tendencia dispuesta a negociar con la oposición de derecha.

El propio Chávez –siempre magnánimo en la victoria- dijo dos días antes de las elecciones: “Yo estoy dispuesto a abrir las compuertas, estas puertas de Miraflores, a tomar nuevas iniciativas de diálogo, a nombrar comisiones de diálogo con los distintos sectores de la vida económica (…) El socialismo del siglo XXI es democracia. Nosotros no estamos hablando de la dictadura del proletariado; no”.

Hay muchos perdedores. Entre ellos, la prensa comercial nacional e internacional que, cartelizadamente, quisieron crear un clima de violencia y de eventual fraude. La oposición no tendrá derecho a quejarse (aunque sin duda lo hará), pues controla la gran mayoría de los medios de información de masas, que mienten, manipulan, insultan e intentan imponer imaginarios colectivos virtuales, bien alejado de la realidad real.

El civismo fue absoluto, la violencia no apareció en ningún rincón del país durante el acto electoral. Uno de los mayores triunfos del bolivarianismo es haber convertido al ciudadano en sujeto de política (tradicionalmente fue objeto), como eslabón imprescindible para soñar con una democracia no declamativa sino participativa.

La próxima batalla

Asegura el sociólogo argentino-mexicano Guillermo Almeyra que la campaña de Chávez fue antes que nada de aparato y reforzará, por lo tanto, al aparato chavista, que está muy por detrás del radicalismo del presidente. “Eso es particularmente peligroso en el caso de que en las futuras elecciones del 16 de diciembre (de gobernadores de los estados) la oposición burguesa consiga aprovechar el desprestigio de los candidatos chavistas para conquistar el control de posiciones claves en el aparato estatal que hoy están en manos del gobierno”.

Seguramente retornará a los medios comerciales el tema de la enfermedad del presidente (su rendimiento, su eventual incapacidad), buscando la desestabilización, quizá el camino antidemocrático que una buena parte de la oposición no ha archivado aún, sabiéndose incapaz de acceder al poder por las vías electorales . En esta revolución bolivariana, Chávez no solo tiene el rol protagónico sino un papel irremplazable y hoy por hoy no hay sucesor ni plan posChávez.

La elección de gobernadores, a su vez, estará marcado por el resultado de las elecciones en Estados Unidos y enmarcada por la crisis del neoliberalismo a escala mundial. Algunos expertos alertan que una caída de la producción mundial reducirá el precio del petróleo y, por lo tanto, dificultará los planes sociales y económicos del chavismo en Venezuela, en la Unasur, el Mercosur y un encarecimiento de los alimentos que el país importa.

“Con Estados Unidos estamos siempre dispuestos a mejorar las relaciones (…) ojalá con el próximo gobierno y ojalá sea el de Obama, como ya lo dije, podamos nosotros rehacer el diálogo con los Estados Unidos”, señaló el presidente Chávez este sábado.

Destacó asimismo que Venezuela tiene una gran relevancia en el mundo, pues es la primera reserva de crudo del planeta. "Cuando se acabe el petróleo en casi todo el mundo, que podría ocurrir quizá a finales de este siglo (...), quedarán cinco países todavía con reservas importantes: Rusia, Irán, Arabia Saudí, Irak y Venezuela", detalló. "Esto da a Venezuela una importancia especial desde hace un siglo", agregó.

Recordó, asimismo, que todos los presidentes del país que pretendieron tomar las riendas del negocio petrolero fueron derrocados: Cipriano Castro, Isaías Medina, Carlos Delgado, Rómulo Gallegos y él mismo. "La causa fundamental: el petróleo, porque los países poderosos de Occidente necesitan ese petróleo”.

Señaló que su gobierno también es adversado desde Occidente porque representa "lo que algunos llaman el mal ejemplo de Venezuela", es decir, "un país que es capaz de levantarse" contra el neoliberalismo. "Hemos demostrado muchas cosas sin el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), libres y soberanos, y acosados por todos esos poderes", comentó.

La oposición

La nueva caída significará que nuevos reacomodos se producirán en la oposición venezolana, antes o después de las elecciones de gobernadores, luego del giro táctico producido tras la caída en las presidenciales de 2006, con el abandono –al menos discursivo- de la vía violenta y la adopción de una estrategia anclada en la dura crítica de la gestión de gobierno, y la reapropiación de algunas de las principales ideas-fuerza del chavismo originario.

Seguramente el nuevo discurso se base en la necesidad de reconciliación nacional, que cuenta con el agrado del Departamento de Estado estadounidense, de ONGs internacionales o trasnacionales e, incluso, con el beneplácito de sectores académicos y una parte de la dirigencia chavista.

En tiendas chavistas el desafío será avanzar en el proyecto hacia el Socialismo del Siglo XXI, lo que supone la necesidad de una nueva forma de hacer política, eliminando de cuajo la “dedocracia” y la representación, para avanzar en la participación popular y protagónica, que incluye, sin lugar a dudas, la elección de las candidatos desde el poder comunal, desde las bases.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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07-10-2012



Por qué no entendemos a Chávez


Pascual Serrano
Público


"La presidencia de Chávez ha estado jalonada de constantes embestidas mediáticas que han resonado en todo el mundo -y mucho más en España- en torno a auténticos montajes informativos, manipulaciones o irrelevancias"




En abril de 2008, algunos meses antes de que estallara la crisis económica en la que ahora estamos instalados, la prensa española informaba con profusión de un informe anual del BBVA presentado ante la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos, en el que advertía sobre los riesgos de la situación económica venezolana. Meses después era esa comisión estadounidense la que demostraba su falta de control de la situación económica de su país, mientras que el gobierno venezolano concedía 236,7 millones de dólares para 1.547 proyectos socioproductivos comunitarios. Han pasado más de cuatro años y la situación económica que ha colapsado ha sido la del país del banco que hacía ese informe y de los medios que tan diligentemente lo difundían.

En cuanto a Venezuela, es hoy el segundo país latinoamericano en recibir jóvenes españoles que encuentran allí trabajo y su gobierno entregó el pasado año 146.022 viviendas a los sectores más humildes. Trabajo y vivienda, dos de los principales problemas que las encuestas señalan como prioritarios para los españoles, resulta que se están afrontando mejor en el país que nuestra banca -tan necesitada de rescate- decía que presentaba riesgos en su situación económica.

La crisis económica, del mismo modo que ha mostrado la falsedad del discurso de nuestra boyante economía, ha permitido correr el velo de gran parte de las mentiras en torno a Venezuela y el gobierno de Hugo Chávez. Por eso ahora resulta que mientras nos anunciaban exiliados venezolanos que decían que huían a Miami, nuestros jóvenes deben buscar empleo en Venezuela.

Y es que revolución bolivariana ha sido el proceso político del que más se ha (des)informado de forma diametralmente opuesta a lo que estaba sucediendo. Si el público español hubiera tomado nota sistemáticamente de forma contraria a lo que le decían los medios de comunicación, hubiera tenido una idea más acertada de la realidad que creyéndoles.

Ya casi nadie lo recordará, pero el 31 de mayo la práctica totalidad de la prensa internacional anunciaba que a Hugo Chávez le quedaban dos meses de vida según "una fuente altamente respetada y cercana a Chávez, que conoce su estado y su historial médico". La presidencia de Chávez ha estado jalonada de constantes embestidas mediáticas que han resonado en todo el mundo -y mucho más en España- en torno a auténticos montajes informativos, manipulaciones o irrelevancias.

Durante todo el año previo al referéndum de la reforma constitucional se estuvo diciendo que se postulaba como presidente vitalicio cuando sólo pretendía poder presentarse a la reelección, del mismo modo que lo puede hacer el presidente español. Publicaron que desde su antiamericanismo había prohibido la Coca-Cola cuando las autoridades sanitarias venezolanas lo que no autorizaron fue el edulcorante que se utilizaba en la modalidad Zero, también prohibido en Estados Unidos y Canadá. Nos contaban que prohibía los Simpson, cuando el organismo regulador lo que sencillamente planteó fue el cambio de horario en una televisión privada. La ciudadanía española está convencida de que Chávez ha expropiado de forma autoritaria las empresas pero lo único que sucedía es que su administración se dedicaba a comprar acciones en Bolsa, como cualquier capitalista, en sectores estratégicos de telefonía, eléctricas y banca para tener un Estado fuerte, tal y como había en España antes de las privatizaciones de Felipe González y José María Aznar. El presidente venezolano expuso en la ONU durante veinte minutos una propuesta de reforma para hacerla más democrática y cambiar su sede, y sólo nos enteramos de que empezó su intervención diciendo "huele a azufre". Le vimos en televisión cantar una ranchera pero no cómo informaba en ese mismo acto de la inauguración de cientos de consultorios médicos.

El gobierno de Chávez ha demostrado, como pocos fenómenos internacionales, el deterioro y el patetismo al que pueden llegar los medios de comunicación. Y lo que es peor, el abandono que sufren los ciudadanos por parte de empresas informativas y poderes públicos que impiden su derecho a recibir información veraz.

Por ello, la mayoría de los españoles se asombran de sus victorias electorales y de la probable de este 7 de octubre. Porque son muchos los intereses económicos que se dan cita en nuestros medios para que no comprendamos lo que sucede ni en Venezuela ni en el mundo.

Fuente: http://www.publico.es/internacional/443505/por-que-no-entendemos-a-chavez






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06-10-2012



¿Por qué Chávez?


Jean-Luc Mélenchon e Ignacio Ramonet
La Jornada




Hugo Chávez es, sin duda, el jefe de Estado más difamado en el mundo. Al acercarse la elección presidencial del 7 de octubre, esas difamaciones se tornan cada vez más infames, tanto en Caracas como en Francia y en otros países. Atestiguan la desesperación de los adversarios de la revolución bolivariana ante la perspectiva (que las encuestas parecen confirmar) de una nueva victoria electoral de Chávez.

Un dirigente político debe ser valorado por sus actos, no por los rumores vehiculados en su contra. Los candidatos hacen promesas para ser elegidos: pocos son los que, una vez en el poder, las cumplen. Desde el principio, la promesa electoral de Chávez fue muy clara: trabajar en beneficio de los pobres, o sea –en aquel entonces–, la mayoría de los venezolanos. Y cumplió su palabra.

Por eso, este es el momento de recordar lo que está verdaderamente en juego en esta elección, ahora cuando el pueblo venezolano se alista para votar. Venezuela es un país muy rico, por los fabulosos tesoros de su subsuelo, en particular sus hidrocarburos. Pero casi todas esas riquezas estaban acaparadas por las elites políticas y las empresas trasnacionales. Hasta 1999, el pueblo sólo recibía migajas. Los gobiernos que se alternaban, democratacristianos o socialdemócratas, corruptos y sometidos a los mercados, privatizaban indiscriminadamente. Más de la mitad de los venezolanos vivía por debajo del umbral de pobreza (70.8 por ciento en 1996).

Chávez hizo que la voluntad política prevaleciera. Domesticó los mercados, detuvo la ofensiva neoliberal y posteriormente, mediante la implicación popular, hizo que el Estado se reapropiara los sectores estratégicos de la economía. Recuperó la soberanía nacional. Y con ella, ha procedido a la redistribución de la riqueza, en favor de los servicios públicos y de los olvidados.

Políticas sociales, inversión pública, nacionalizaciones, reforma agraria, casi pleno empleo, salario mínimo, imperativos ecológicos, acceso a la vivienda, derecho a la salud, a la educación, a la jubilación… Chávez también se dedicó a la construcción de un Estado moderno. Ha puesto en marcha una ambiciosa política del ordenamiento del territorio: carreteras, ferrocarriles, puertos, represas, gasoductos, oleoductos.

En materia de política exterior, apostó por la integración latinoamericana y privilegió los ejes sur-sur, al mismo tiempo que imponía a Estados Unidos una relación basada en el respecto mutuo… El impulso de Venezuela ha desencadenado una verdadera ola de revoluciones progresistas en América Latina, convirtiendo este continente en un ejemplar islote de resistencia de izquierdas alzado en contra de los estragos del neoliberalismo.

Tal huracán de cambios ha volteado las estructuras tradicionales del poder y acarreado la refundación de una sociedad que hasta entonces había sido jerárquica, vertical, elitesca. Esto sólo podía desencadenar el odio de las clases dominantes, convencidas de ser los legítimos dueños del país. Son estas clases burguesas las que, con sus amigos protectores de Washington, vienen financiando las grandes campañas de difamación contra Chávez. Hasta llegaron a organizar –en alianza con los grandes medios que les pertenecen– un golpe de Estado, el 11 de abril de 2002.

Estas campañas continúan hoy día y ciertos sectores políticos y mediáticos europeos se encargan de corearlas. Asumiendo –lamentablemente– la repetición como si fuera una demostración, los espíritus simples acaban creyendo que Hugo Chavez estaría encarnando un régimen dictatorial en el que no hay libertad de expresión.

Pero los hechos son tozudos. ¿Alguién ha visto un régimen dictatorial ensanchar los límites de la democracia en vez de restringirlos? ¿Y otorgar el derecho de voto a millones de personas hasta entonces excluidas? Las elecciones en Venezuela sólo ocurrían cada cuatro años, Chávez organiza más de una por año (14 en 13 años), en condiciones de legalidad democrática, reconocidas por la ONU, la Unión Europea, la OEA, el Centro Carter, etcétera.

Chávez demuestra que se puede construir el socialismo en libertad y democracia. Y convierte incluso ese carácter democrático en una condición para el proceso de transformación social. Chávez ha probado su respeto al veredicto del pueblo, renunciando a una reforma constitucional rechazada por los electores vía referéndum en 2007. No es casual que la Foundation for Democratic Advancement (FDA), de Canadá, en un estudio publicado en 2011, situara entonces a Venezuela en el primer lugar de los países que respetan la justicia electoral.

El gobierno de Hugo Chávez dedica 43.2 por ciento del presupuesto a las políticas sociales. Resultado: la tasa de mortalidad infantil ha sido dividida por dos. El analfabetismo, erradicado. El número de docentes, multiplicado por cinco (de 65 mil a 350 mil). El país presenta el mejor coeficiente de Gini (que mide la desigualdad) de América Latina. En su informe de enero de 2012, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal, un organismo de la ONU) establece que Venezuela es el país suramericano que –junto con Ecuador–, entre 1996 y 2010, ha logrado la mayor reducción de la tasa de pobreza. Finalmente, el instituto estadunidense de sondeos Gallup ubica al país de Hugo Chávez como la sexta nación más feliz del mundo.

Lo más escandaloso, en la actual campaña de difamación, es pretender que la libertad de expresión esté constreñida en Venezuela. La verdad es que el sector privado, hostil a Chávez, controla allí ampliamente los medios de comunicación. Cada cual puede comprobarlo. De 111 canales de televisión, 61 son privados, 37 comunitarios y 13 públicos. Con la particularidad de que la parte de la audiencia de los canales públicos no pasa de 5.4 por ciento, mientras que la de los privados supera 61 por ciento... Mismo escenario para los medios radiales. Y 80 por ciento de la prensa escrita está en manos de la oposición, siendo los dos diarios más influyentes –El Universal y El Nacional–, adversos al gobierno.

Nada es perfecto, por supuesto, en la Venezuela bolivariana –¿dónde existe un régimen perfecto?–. Pero nada justifica esas campañas de mentiras y de odio. La nueva Venezuela es la punta de lanza de la ola democrática que, en América Latina, ha barrido con los regímenes oligárquicos de nueve países, apenas caído el Muro de Berlín, cuando algunos vaticinaban el fin de la historia y el choque de las civilizaciones como horizontes únicos para la humanidad. La Venezuela bolivariana es una fuente de inspiración de la que nos nutrimos, sin ceguera, sin inocencia. Con el orgullo, sin embargo, de estar del buen lado de la barricada y de reservar los golpes para el malévolo imperio de Estados Unidos, sus tan estrechamente protegidas vitrinas del Cercano Oriente y dondequiera reinen el dinero y los privilegios. ¿Por qué Chávez despierta tanto resentimiento en sus adversarios? Indudablemente porque, tal como lo hizo Bolívar, ha sabido emancipar a su pueblo de la resignación. Y abrirle el apetito por lo imposible.

Jean-Luc Mélenchon e Ignacio Ramonet, respectivamente: copresidente del Partido de izquierda, diputado europeo; presidente de la asociación Mémoire des Luttes (Memoria de las Luchas), presidente honorífico de Attac.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/10/05/opinion/024a2pol

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07-10-2012



Elecciones venezolanas: Una auténtica elección


James Petras
Rebelión


Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo




Introducción

El domingo 7 de octubre, los votantes venezolanos decidirán si siguen apoyando al presidente actual, Hugo Chávez, o se decantan por el candidato de la oposición, Henrique Capriles Radonski. Será una elección entre dos programas y dos sistemas sociales situados en las antípodas: Chávez reclama un aumento de la titularidad pública de los medios de producción y de consumo, un incremento del gasto social en programas asistenciales, una mayor participación popular en las instituciones locales, una política exterior independiente basada en una mayor integración latinoamericana, un aumento de la fiscalidad progresiva, la defensa de la sanidad pública y programas educativos gratuitos y la propiedad pública de la producción petrolera. En el otro extremo, Capriles representa a los partidos y a la élite que apoyan la privatización de las empresas públicas, se oponen a la sanidad y a los programas educativos y de prestaciones sociales puestos en marcha por el actual gobierno y defienden las políticas neoliberales favorables a ampliar el papel del capital privado, extranjero y local, y su control de la economía. Aunque Capriles afirma ser partidario de lo que él denomina "el modelo brasileño" de "mercados libres y bienestar social", sus seguidores políticos y sociales son y han sido fuertes defensores de los tratados de libre comercio con EE.UU., la restricción del gasto social y una fiscalidad regresiva. A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, los electores venezolanos tienen en sus manos la posibilidad de realizar una auténtica elección y no solo de tomar una decisión cosmética: los dos candidatos representan clases sociales bien diferenciadas, poseen visiones sociopolíticas divergentes y cuentan con distintos aliados internacionales. Chávez está con América Latina, se opone al imperialismo norteamericano allá donde se manifieste y es un defensor incondicional de la autodeterminación y de la integración latinoamericana. Capriles Radonski está a favor de los tratados de libre comercio con EE.UU., se opone a la integración regional, apoya las intervenciones norteamericanas en Oriente Medio y es un defensor acérrimo de Israel. Durante la campaña electoral, como era previsible, todos los medios de comunicación norteamericanos han estado saturados de propaganda contraria a Chávez y favorable a Capriles, llegando incluso a predecir una "victoria" del protegido de Washington, o al menos un resultado apretado.

Las predicciones propagandísticas de los medios y de los expertos se basan exclusivamente en fragmentos selectivos de encuestas de dudosa fiabilidad y en comentarios vertidos durante la campaña. Pero lo peor de todo es la ausencia absoluta de cualquier tipo de debate serio sobre el legado histórico y los rasgos estructurales que forman el contexto esencial de esta elección trascendental.




Legado histórico

Cuando se produjo la primera victoria electoral de Chávez en 1998, la economía y la sociedad venezolanas llevaban casi un cuarto de siglo cayendo en picado, con corrupción generalizada, inflación galopante, disminución de la riqueza y aumento de la deuda, delincuencia, pobreza y desempleo.

Las protestas masivas que se desarrollaron a finales de los ochenta y comienzos de los noventa culminaron en la masacre de miles de habitantes de los suburbios, un fallido golpe de Estado y una desilusión general con el sistema político bipartidista. Se privatizó la industria petrolera; la riqueza del petróleo hizo medrar a una élite empresarial que iba de compras a la "Quinta Avenida", invertía en apartamentos en Miami, acudía a clínicas privadas para estiramientos faciales e implantes mamarios y enviaba a sus hijos a escuelas exclusivas para asegurar la transmisión intergeneracional del poder y el privilegio. El país era un baluarte del proyecto norteamericano para el Caribe, América Central y del Sur. Venezuela estaba polarizada socialmente pero el poder político era monopolio de dos o tres partidos que competían por el apoyo de las diversas facciones de la élite gobernante y de la embajada norteamericana.

El saqueo económico, la regresión social, el autoritarismo político y la corrupción propiciaron la victoria electoral de Hugo Chávez en 1998 y con ella todo un cambio gradual en las política públicas, favorable a la transparencia política y las reformas institucionales, que marcó un giro hacia una mayor equidad social.

El fallido golpe de Estado militar-empresarial de abril de 2002, apoyado por Estados Unidos, y el fracaso del cierre patronal de los directivos petroleros de diciembre 2002 a febrero 2003 (el "paro petrolero") marcaron un hito en la historia política y social de Venezuela. El asalto violento movilizó y radicalizó a millones de trabajadores y habitantes de los suburbios que se echaron a la calle a defender la democracia y que presionaron a Chávez para que "girara hacia la izquierda". La derrota del golpe de Estado y del cierre patronal capitalista (apoyado por EE.UU.) fue la primera de una serie de victorias populares que abrieron la puerta a amplios programas sociales en el ámbito de la salud, la vivienda y las necesidades educativas y alimentarias de millones de venezolanos. Como consecuencia de su participación en el golpe de Estado, la clase dirigente venezolana y norteamericana sufrió pérdidas significativas de personal estratégico en el ejército, la burocracia de los sindicatos y la industria del petróleo.

Capriles fue uno de los líderes del golpe, a la cabeza de una banda de matones que asaltó la embajada cubana, y un colaborador activo del paro petrolero que paralizó temporalmente toda la economía nacional.

Tras el golpe y el paro petrolero se celebró un referéndum, financiado por Estados Unidos, que pretendía la revocatoria de Chávez y tuvo un estrepitoso fracaso. Las derrotas de la derecha reforzaron las tendencias socialistas del gobierno, debilitaron la oposición de las élites y enviaron a los Estados Unidos de misión a Colombia, gobernada por el presidente narcoterrorista Uribe, en busca de un aliado militar para desestabilizar y derrocar al régimen desde el exterior. Aumentó la tensión en la frontera, las bases norteamericanas se multiplicaron hasta siete y los escuadrones de la muerte colombianos cruzaron la frontera. Pero la región al completo cerró filas contra una invasión norteamericana, bien por principios, o bien por miedo a que los conflictos armados pudieran salpicar por encima de las fronteras.

Este legado histórico de los gobiernos autoritarios y los triunfos de Chávez está profundamente grabado en las mentes y las conciencias de todos los venezolanos que se preparan para votar en las elecciones de este domingo. El historial de hostilidad profunda de las élites ante cualquier resultado democrático que favorezca a la mayoría popular y la defensa por parte de las masas de su "presidente socialista" se ven reflejados en la profunda polarización política del electorado y la mutua antipatía u "odio de clase" que se filtra en la cobertura de la campaña electoral. Para las masas, se trata de elegir entre los abusos del pasado y los avances actuales, la movilidad social ascendente y las mejoras materiales en el nivel de vida; en las clases alta y media adinerada reina un gran resentimiento por la pérdida relativa de poder, privilegios, prestigio y preferencias personales. Las pérdidas relativas sufridas por las élites derechistas han alimentado un resentimiento que conlleva peligrosas connotaciones para la democracia en el caso de que perdieran las elecciones y de políticas revanchistas en el caso de que las ganaran.


Configuración institucional

Que la élite derechista no controle el gobierno no quiere decir que carezca de una fuerte base institucional de poder. El 80 por ciento del sector bancario y financiero está en manos privadas, al igual que la mayor parte de la manufactura de servicios y una proporción importante del comercio al por menor y al por mayor. La oposición cuenta asimismo con ciertas simpatías dentro de la burocracia pública, la Guardia Nacional y el ejército, y todos estos funcionarios apoyan de forma activa o pasiva a los grupos políticos derechistas. El núcleo social de la derecha se encuentra en las asociaciones empresariales, financieras y de terratenientes, y la derecha controla aproximadamente una tercera parte de los alcaldes y gobernadores y más del cuarenta por ciento de los diputados nacionales. Las principales multinacionales europeas y norteamericanas del petróleo tienen una cuota minoritaria importante en el sector.

Asimismo, la derecha mantiene el monopolio de los medios impresos y cuenta con una audiencia mayoritaria en radio y televisión, a pesar de los avances gubernamentales. El gobierno, por su parte, ha ganado influencia gracias a la nacionalización de bancos (un 20 por ciento del sector), su cuota de la industria minera y metalúrgica, unas cuantas plantas procesadoras de alimentos y una base de apoyo sustancial en el sector agrícola, que le proporcionan los beneficiarios de la reforma agraria.

El gobierno ha ganado la confianza de los empleados del sector público y los trabajadores de la industria petrolera, de los servicios sociales y del sector de la vivienda y de la asistencia. Parece que goza de un fuerte apoyo en un ejército y una policía constitucionalistas. Asimismo, ha creado medios de comunicación de masas y ha promovido toda una red de emisoras de radio comunitarias.

La mayor parte de los sindicatos y asociaciones de campesinos respaldan al gobierno. Pero su verdadera fuerza se encuentra en las organizaciones comunitarias cuasi-institucionales enraizadas en los extensos asentamientos urbanos y encuadradas en las diferentes "misiones sociales".

Desde el punto de vista del poder monetario, el gobierno cuenta con las sustanciosas ganancias del petróleo para financiar programas de impacto social a corto y medio plazo, contrarrestando eficazmente las influencias del sector privado y de los grupos "de base" que actúan de forma abierta o encubierta financiados por fundaciones norteamericanas, ONG y "agencias de ayuda". En resumen, a pesar de las enormes derrotas políticas del pasado y de décadas de mal gobierno y corrupción, la derecha retiene una base institucional poderosa para disputar los grandes avances socioeconómicos del gobierno de Chávez y organizar una agresiva campaña electoral.

Las dinámicas sociales y la campaña presidencial

La clave para el triunfo en la reelección de Chávez es mantener la atención en los temas socioeconómicos: los programas de sanidad y educación universal, el enorme plan de viviendas públicas puesto en marcha, los supermercados subvencionados por el Estado, la mejora del transporte público en las áreas más densamente pobladas. Cuanto mayor sea la polarización social nacional entre la élite empresarial y las masas, menos probable es que la derecha pueda aprovechar la desafección popular hacia las autoridades locales corruptas e ineficientes. Cuanto mayor sea el nivel de solidaridad social entre los trabajadores asalariados y los informales, menos probable será que la derecha pueda apelar a las aspiraciones de estatus de los trabajadores y empleados que han visto mejorada su situación y han accedido a estilos de vida de clase media, curiosamente durante el periodo de prosperidad inducido por Chávez.

La campaña de Chávez se basa en la promesa de continuidad de la prosperidad social, el mantenimiento de la movilidad social ascendente y de las oportunidades, un llamamiento a mejorar la sensibilidad frente a la igualdad social y la justicia... y cuenta con un sólido 40 por ciento del electorado listo para ir a las barricadas por su Presidente. Capriles atrae a diversos grupos contradictorios: un sólido núcleo del 20 por ciento del electorado, compuesto por las élites bancaria, empresarial y, especialmente, la agraria, junto con sus respectivos empleados, directivos y profesionales, que anhelan un retorno al pasado neoliberal, a una época en que la policía, el ejército y las agencias de inteligencia mantenían a los pobres confinados en sus barrios de chabolas y el tesoro del petróleo fluía hasta sus cofres. El segundo de los grupos que se ven atraídos por Capriles es el de los profesionales y los pequeños empresarios temerosos de la expansión del sector público y de la "ideología socialista" que, sin embargo, deben su prosperidad a los créditos baratos, el aumento de la clientela y el gasto público. Los hijos e hijas de este sector próspero son los "activistas" que ven en la caída del gobierno de Chávez una oportunidad de retomar el poder y el prestigio que pretenden haber tenido antes de la "revuelta de masas". La abierta adhesión de Capriles al neoliberalismo y al golpe militar de 2002 y sus fuertes lazos con la élite empresarial, Washington y sus homólogos derechistas de Colombia y Argentina hacen confiar a la clase media en que su promesa de mantener las misiones sociales de Chávez es pura demagogia por motivos tácticos electorales.

El tercer grupo, con el que Capriles no cuenta pero que le resulta vital para conseguir un resultado respetable, es de la clase media baja y los pobres urbanos de las pequeñas ciudades de provincias. Ante ellos, Capriles se presenta como un seguidor "progresista" de las misiones sociales de Chávez, para poder atacar la ineficiencia y las irregularidades de los funcionarios y administradores locales y la inseguridad pública. La hiperactividad de Capriles, su demagogia populista y sus intentos de explotar el descontento local le aseguran algunos votos de las clases bajas, pero sus relaciones con la clase alta y su largo historial de agresivo apoyo al autoritarismo de derechas ha impedido que las masas se pusieran de su lado.

Por su parte, Chávez esta haciendo hincapié en sus enormes logros sociales, una década espectacular de crecimiento elevado, disminución de las desigualdades (el índice más bajo de América Latina) e índices muy elevados de satisfacción popular con el gobierno. Los fondos para los programas sociales de Chávez han sabido aprovechar un año de recuperación económica tras la recesión mundial (5 % de crecimiento previsto para 2012), precios del petróleo de tres dígitos y un entorno político regional favorable, por lo general, que incluye una tremenda mejora en las relaciones bilaterales con Colombia.




Correlación de fuerzas a escala internacional, regional, nacional y local

El gobierno de Chávez se ha visto enormemente beneficiado por unos precios mundiales muy favorables para su principal producto de exportación: el petróleo. Además, el Estado ha aumentado sus ingresos mediante oportunas expropiaciones y subida de los royalties y de los impuestos, así como de nuevos acuerdos de inversión con capital extranjero alternativo a pesar de la oposición de algunas corporaciones multinacionales norteamericanas.

Washington, involucrado hasta los huesos en los conflictos que mantiene en los países musulmanes ricos en petróleo, no se encuentra en posición de organizar ningún boicot contra Venezuela, uno de sus principales y más fiables proveedores. Su última iniciativa importante para propiciar un "cambio de régimen" fue el paro petrolero organizado por los directivos de PDVSA, la compañía venezolana de petróleos, en 2002-2003, que fracasó estrepitosamente y provocó el despido de casi todos los "asesores" norteamericanos y la radicalización de una política nacionalista con el petróleo.

Las iniciativas del gobierno norteamericano para aislar internacionalmente al régimen de Chávez no han rendido frutos; Rusia y China han aumentado su comercio y sus inversiones, al igual que otra docena de países europeos, de Oriente Medio y Asia. La recesión que sufre la Unión Europea y la desaceleración de la economía norteamericana y mundial no son un buen caldo de cultivo para los sentimientos favorables a cualquier tipo de restricción de los lazos económicos con Venezuela.

Especial importancia ha tenido la llegada al poder de regímenes de centro-izquierda en Sudamérica, el Caribe y América Central, favorables al aumento de los lazos económicos y diplomáticos con Venezuela y a una mayor integración regional. Por el contrario, el respaldo de la administración Obama a los golpes de Estado de Honduras y Paraguay, así como las políticas neoliberales y los tratados de libre comercio promovidos por Washington han perdido el apoyo en la región. En resumen: la correlación de fuerzas internacional y regional ha sido muy favorable al gobierno de Chávez y la influencia dominante de Washington ha declinado.

Colombia, uno de los últimos baluartes de las iniciativas norteamericanas para derrocar a Chávez, ha dado un giro repentino a su política hacia Venezuela. Tras el cambio de régimen, del presidente Uribe al presidente Santos, Colombia ha firmado acuerdos de comercio y de inversiones con Venezuela por valor de miles de millones de dólares, así como alianzas diplomáticas y militares, alcanzando una especie de "coexistencia pacífica". A pesar del reciente tratado de libre comercio firmado con EE.UU. y del mantenimiento de las bases norteamericanas en el país, Colombia ha rechazado (al menos en la presente coyuntura) participar conjuntamente en cualquier intervención militar o política auspiciada por Estados Unidos o en cualquier campaña de desestabilización.

La influencia política norteamericana en Venezuela se basa fundamentalmente en la canalización de recursos financieros y el asesoramiento de sus clientes electorales. A causa de la disminución de aliados regionales externos y la pérdida de influencia en el ejército venezolano y las fuerzas paramilitares colombianas, Washington se ha centrado ahora en sus clientes electorales. Mediante importantes transferencias financieras, ha conseguido imponer un candidato único entre grupos opositores bien dispares, fabricando una ideología de "centrismo" moderado para camuflar las tendencias neoliberales de extrema derecha de Capriles, al tiempo que contrataba a cientos de agitadores y organizadores "comunitarios" para explotar la sustancial brecha que separa las promesas programáticas de Chávez de la aplicación incompetente e ineficiente de dichas políticas que realizan los funcionarios locales.

La debilidad estratégica del gobierno de Chávez se encuentra en el ámbito de lo local, en la incapacidad de los administradores de mantener el suministro de electricidad y de agua corriente. En el ámbito internacional, regional y nacional, la correlación de fuerzas favorece a Chávez. Washington y Capriles intentan compensar la fuerza regional de Chávez atacando sus programas regionales de asistencia, afirmando que está desviando recursos al extranjero en lugar de atender los problemas de casa. Pero Chávez ha asignado enormes recursos a infraestructuras y gasto social; el problema no es el envío de fondos al exterior, sino la mala administración de los funcionarios chavistas locales, muchos de ellos acostumbrados al clientelismo de personalidades y partidos del pasado. En cuanto al aumento de la delincuencia y la escasa imposición de la ley, le costarían a Chávez algo más que unos cuantos votos si no fuera porque los mismos índices de criminalidad están presentes en el estado de Miranda, donde Capriles ha gobernado los últimos cuatro años.




El resultado electoral

A pesar de las enormes mejoras que ha aportado el gobierno de Chávez a las clases bajas y el sólido apoyo con que cuenta entre los pobres, la emergente clase media producto de la era Chávez tiene expectativas de un mayor consumo y una menor delincuencia e inseguridad; intentan distanciarse de los pobres y aproximarse a los más acomodados: sus ojos miran hacia arriba y no hacia abajo. El entusiasmo, tras doce años en el poder, se ha debilitado pero el temor de las masas a una reversión neoliberal pone límites al electorado potencial que Capriles pueda atraer. A pesar de la delincuencia y de la ineficacia y corrupción de los funcionarios, la era Chávez ha sido un periodo extremadamente favorable para la clase baja y los sectores empresarial, comercial y financiero. Y este año, 2012, no es ninguna excepción. Según datos de la ONU, el índice de crecimiento de Venezuela (5 %) es superior al de Argentina (2 %), Brasil (1,5 %) y México (4 %). El consumo privado ha sido el principal promotor del crecimiento gracias al incremento de los mercados de trabajo, del crédito y de la inversión pública. La inmensa mayoría de los venezolanos, incluyendo a algunos sectores empresariales, no votarán contra un gobierno en ejercicio que ha generado una de las recuperaciones económicas más rápidas del hemisferio. El pasado derechista radical de Capriles y su actual proyecto encubierto podría generar conflictos de clase, inestabilidad política, deterioro económico y un clima desfavorable para los inversores internacionales.

Probablemente Washington no favorecería un golpe de Estado o una campaña de desestabilización tras las elecciones si Capriles pierde por un margen significativo. La popularidad de Chávez, las leyes sobre prestaciones sociales, las ganancias materiales y el crecimiento dinámico de este año le aseguran una victoria por un margen de 10 puntos. Chávez conseguirá el 55 % de los votos y Capriles el 45 %. Washington y sus acólitos derechistas planean consolidar su organización y prepararse para las elecciones al Congreso del próximo diciembre. La idea es ir "ocupando las instituciones" con el fin de paralizar las iniciativas del ejecutivo y frustrar el intento de Chávez de seguir adelante con una economía socializada. El talón de Aquiles del gobierno se encuentra precisamente en el ámbito local y estatal. Los funcionarios incompetentes y corruptos deberían ser sustituidos por dirigentes locales eficientes y controlados por la comunidad, capaces de poner en marcha los programas inmensamente populares de Chávez. Y Chávez debería prestar mucha más atención a la política y la administración local para poder igualar allí sus éxitos en política exterior. El hecho de que la derecha sea capaz de juntar medio millón de manifestantes en Caracas no se basa en el atractivo ideológico de un pasado ruinoso y golpista, sino en su habilidad para sacar partido de las quejas crónicas de carácter local que no han sido solucionadas: delincuencia, corrupción, apagones y cortes de agua.

En la elección de octubre 2012 no solo está en juego el bienestar del pueblo venezolano sino el futuro de la integración y la independencia latinoamericana y la prosperidad de millones de personas que dependen de la ayuda y la solidaridad de Venezuela.

Una victoria de Chávez proporcionará una plataforma para la rectificación de un proyecto social básicamente progresivo y la continuación de una política exterior antiimperialista. Su derrota proporcionaría a Obama –o a Romney- un trampolín para relanzar los programas neoliberales y militaristas existentes antes de la era Chávez, durante la infame década Clinton (los noventa) de expolio, saqueo, privatizaciones y pobreza.



Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


Portada :: Venezuela
06-10-2012



Razones para apoyar a Hugo Chávez


Ramón Trujillo
Rebelión




Peter Ustinov mostró al Diablo enfadado con Dios porque, según le decía, la gente le confundía con él constantemente. Quizá, si no existieran las factorías de opinión pública de los grandes medios de comunicación, el Diablo imaginado por Ustinov habría estado de mejor humor.

En cualquier caso, sin los grandes medios de comunicación, quien sí tendría motivos para andar aún de mejor humor es el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. En 2008, cuando la CNN anunció que el presidente venezolano “ sacaría los tanques a la calle ” , si la oposición ganaba las elecciones, Chávez pidió a la corresponsal en Caracas que emitiera su declaración completa. Pues había dicho que, “ si la oposición ganaba gobernaciones ” y trataba “ de convertir estados en bases para el golpismo, la violencia y el separatismo, pues yo tendría que sacar los tanques ” . Chávez tampoco prohibió Los Simpson , como contó la prensa internacional, cuando las autoridades venezolanas exigieron que se emitiera fuera del horario infantil.

En 2007, El País acusó a Chávez de rearmarse “ hasta los dientes ” y El Mundo tituló: “ Chávez realizará la mayor inversión con fines bélicos de los dos últimos años en Latinoamérica ” . Según señala el periodista Pascual Serrano, en su libro Desinformación , el gasto militar de Venezuela era el 1.4% de su PIB, frente al 1.9% de media latinoamericana. También en El Mundo se pudo leer que “ Chávez es uno de los contados mandatarios que apoya los planes nucleares de Irán ” . Pues bien, un año antes, los 117 países integrantes del Movimiento de No Alineados apoyaron el programa nuclear iraní, es decir, la mayoría de los estados existentes.

En abril de 2002, cuando Chávez fue efímeramente desalojado del poder, por un golpe de estado que fracasó, El País lo culpó por la matanza de manifestantes ocurrida en Caracas. Veinticuatro horas después, el fracaso del golpe evidenció las mentiras del diario, que ya no atribuía al presidente los asesinatos, sino a “ enfrentamientos entre partidarios y adversarios suyos ” . Según El País , el 13 de abril Chávez era un “ caudillo ” , un “ autócrata peligroso ” y el golpe de estado había ocasionado un “ alivio mayoritario ante su destitución ” . No obstante, el 15 de abril reconocía que “ cuenta con el apoyo de una mayoría de la población ” .

Según el Latinobarómetro, en 1998, cuando Chávez ganó sus primeras elecciones, sólo el 35% de los venezolanos se sentía satisfecho con la democracia, frente al 37% de los latinoamericanos. En 2007, la cifra había aumentado al 59% -frente a idéntico 37% de latinoamericanos- y, en España, los grandes medios seguían despreciando el carácter democrático de un gobernante que obtenía mayorías, que jamás tuvo ningún presidente español, desde la Transición.

A menudo, se ha utilizado la retirada de la licencia a Radio Caracas Televisión (RCTV), cuando caducó en mayo de 2007, como ejemplo de la supuesta censura efectuada por el Gobierno de Chávez. Sin embargo, dejando a un lado el hecho de que RCTV respaldó el golpe de estado contra el pueblo venezolano, en 2002, lo cierto es que la pérdida de licencias de emisión es más común de lo que pudiera parecer: el quincenal Diagonal recopiló 236 ejemplos de clausuras, revocaciones y no renovaciones de radio y televisión en 21 países, incluyendo a EE.UU. y la UE. En realidad, tal y como muestra un estudio sobre las audiencias televisivas en Venezuela, elaborado por Mark Weisbrot y Tara Ruttenberg, en 2010, las televisiones públicas de Venezuela sólo tenían el 5.4% de la cuota de audiencia y más del 94% de la audiencia correspondía a canales privados que, en su mayoría, eran hostiles al Gobierno. En Venezuela, los opositores a Chávez tienen mucho más espacio televisivo que los partidarios del presidente venezolano en los medios de ámbito estatal de España.

La campaña permanente de descrédito contra el Gobierno de Chávez que, desde 1999, mantienen importantes medios de comunicación ha generado una visión muy negativa de lo que ocurre en Venezuela en amplios sectores de la ciudadanía. Y, por supuesto, el Gobierno de Hugo Chávez ha cometido errores y cosechado fracasos, por ejemplo, en su lucha contra la inseguridad ciudadana. Sin embargo, algunos episodios graves de su etapa de gobierno son responsabilidad de sus adversarios, como la huelga petrolera, que tuvo lugar entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, causante de la caída del 29% del PIB.

Un reciente informe de dos economistas del Center for Economic and Policy Research, Mark Weisbrot y Jake Johnston, nos muestra algunas de las razones del gran apoyo de que goza Chávez entre los venezolanos. De 1999 a 2011, el porcentaje de hogares en la pobreza se redujo del 42.8% al 26.7% y el gasto público social pasó de representar el 12.8% del PIB al 22.8%. Después del sabotaje petrolero y hasta que la crisis mundial llegó a Venezuela, entre el segundo trimestre de 2003 y el primero de 2009, la economía del país creció un 96%. En 2011, una vez superada la crisis, el gobierno venezolano ha sido capaz de construir 147.000 viviendas y prevé otras 200.000 para este año.

El desempleo pasó del 15% al 8.5%, entre 1999 y 2012, mientras que el salario mínimo se ha convertido en el segundo más alto de América Latina. El número de personas que perciben una pensión pública pasó de 475.000 a 1.900.000. La desigualdad se ha reducido y el índice de Gini pasó de 0.469, en 1999, a 0.390 hace un año.

En el período 1999-2007 Venezuela incrementó la plantilla pública de médicos de atención primaria de manera espectacular, pasando de 1.628 profesionales a 19.571. Esto supuso que millones de personas se beneficiaran, por primera vez, de asistencia sanitaria pública y que, por ejemplo, cientos de miles de venezolanos recuperaran la vista gracias a la campaña de operaciones llevada a cabo por el Gobierno.

El número de estudiantes de educación primaria se incrementó desde los 271.000 del curso 1999-2000, a los 1.098.400 del curso 2005-2006. En ese período, la cantidad de estudiantes en la educación superior se incrementó en un 86%. Los éxitos de Venezuela en educación y erradicación del analfabetismo han sido reconocidos por la Unesco.

La Venezuela de Chávez se ha convertido en un actor clave en América Latina para limitar la injerencia estadounidense en la región. Junto con otros países latinoamericanos está dando una respuesta al fracaso de las políticas neoliberales y atendiendo las necesidades de las mayorías sociales. Chávez también ha denunciado con fuerza las intervenciones militares de Washington en Oriente Medio y ha retirado a su embajador en Tel Aviv cuando Israel perpetró una matanza de cientos de civiles en Gaza. El presidente ha logrado impulsar una política exterior propia y ahora Venezuela posee una relevancia internacional que el país nunca había tenido. Está contribuyendo de forma notable a la creación de un espacio común, entre estados y ciudadanos progresistas, para impulsar políticas de redistribución de la riqueza y de democratización de las relaciones internacionales y dentro de los propios estados. Por lo tanto, no debiera sorprender que tenga, por una par

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