Julio López
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Día 28: Una jornada con Severo y otros testigos de la patota
Por Fuente: Justicia por Mariano - Wednesday, Oct. 17, 2012 at 12:17 PM

octubre 17, 2012 | La audiencia de la mañana parecía preparada para la recepción de grandes novedades. El primer testigo que declaraba era Enrique Alfonso Severo, secuestrado hace unos días y colocado, especialmente por los medios, como “muy importante para la causa” y quien aportaría nuevos datos para la investigación, según el mismo había asegurado.

Día 28: Una jornada ...
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Las expectativas -que no eran compartidas por la querella- no se cumplieron. Más bien al contrario. Severo no aportó nada nuevo y esquivó detalles que si aparecían en su testimonio en la Instrucción, es decir cuando expuso por primera vez ante la Justicia.

Esta vez, por ejemplo, dio escasas precisiones sobre la reunión que él ya había dicho que se realizó el día anterior al asesinato de Mariano, donde integrantes de la patota de la Unión Ferroviaria habían organizado el ataque a los tercerizados y a los compañeros del PO que realizaron la protesta.

“El día anterior (al asesinato de Mariano) en Guemes al 600, Avellaneda, en el Museo Ferroviario hubo una reunión. La mayoría gente de Ferrobaires y de la Unión Ferroviaria. Me llega la noticia por Verónica Delana, una chica que estaba en la UF. Trabajaba en el 4to piso y pasó a trabajar al entrepiso de Hornos, lugar que pertenece a la UF”, dijo.

“¿Sabe nombres de personas que fueron a la reunión?”, le preguntó la fiscal. Severo: “Delana no dijo quienes estaban en la reunión”.

“También”, acotó, “pasó el ferroviario Och y nos dijo que había muchas camionetas, autos.”

“¿Och estuvo en la reunión?”, insistió la fiscal. Y Severo respondió pateando la pelota afuera: “No estuvo, él pasó por ahí como cualquiera que pasa por el Museo. No supe nada más de la reunión”.

“¿Conoce a Muqueño?”, preguntó la fiscal. Severo: “Fue mi empleado en Constitución. Le dimos un vagón para vivir. Luego le dimos otro porque se llevaban el vagón.

Fiscal: “¿Sabe si esta persona pudo tener vinculación con estos hechos (de la causa)?” Severo: “Sí. Hay bandas en Ferrobaires. Creo que al lugar donde vivía le llevaron armas para que tenga ahí”.

Pero de inmediato dio marcha atrás: “No sé si tienen que ver con el tema de Mariano. Tenían armas ahí gente de ferroviarios. Como Saldaña, Hess y Carruega. Decían que las armas las guardan en la casa de Muqueño. Le decían así, pero no recuerdo su nombre y apellido. Es morocho. Tengo entendido que sigue viviendo en ferrocarriles”.

Cuando la fiscal le hizo mostrar la nota que le habían dejado en la puerta de su casa donde, entre otras cosas, se decía que Favale y otro de la patota eran los responsables de los disparos que mataron a Mariano e hirieron de gravedad a Elsa y a los otros compañeros, Severo dijo que se había olvidado los anteojos y no podía decir si era la misma.

Dijo también que no había reconocido a nadie por los videos de C5N donde se muestra a la patota atacando a los compañeros que realizaban la protesta.

Ante preguntas de la fiscal y de los abogados querellantes, Severo reiteró otros datos del accionar de la patota-directiva de la UF -“a nosotros nos sacaron a los tiros (del lugar de trabajo) el 19 de agosto de 2009”. Y sus cuestionamientos a Pedraza por “querer ser empresario” y por “ser responsable de no haber defendido a los 50 mil ferroviarios que quedaron sin trabajo cuando Menem desguazó los ferrocarriles”. Todo de escaso valor legal en esta causa.

Cuando el presidente del tribunal le dijo que su testimonio había terminado y que podía retirarse, se paró y dijo en voz alta: “¿por qué, si yo quiero seguir declarando? Tengo más cosas para decir”. Pero no hubo más nada que agregar. Fue un claro gesto para la tribuna.

Una mujer del riñón de Pedraza

A continuación testificó Susana Rita Planas, abogada, apoderada de la Cooperativa Unión del Mercosur, armada y conducida por Pedraza y la patota y del Belgrano Cargas, también manejado por los burócratas. Pero, además, declaró ser “amiga de la señora de José Pedraza”. No obstante lo cual juró que no tenía “ningún interés personal en el juicio”.

Fue, como era de esperar, una fabricación del mundo feliz de la Cooperativa del Mercosur y de las demás donde se terceriza y explota a los compañeros que trabajan en ellas, que hacen los mismos trabajos que los ferroviarios y cobran la mitad o una tercera parte.

“¿Cuál fue la idea de su creación (de la cooperativa)?”, preguntó la fiscal y la testigo respondió: “Con la nacionalización de los ferrocarriles, la ley de reforma del Estado dice que para recuperar trabajo, podían cooperativizarse. De acuerdo a los trabajos que sabían hacer.”

“Ahí –reconoce autoría- los gremios patrocinan o ayudan o tutelan la formación de cooperativas para que se vuelvan a reinsertar. No se discriminaba. Eran personas que en trabajos comunes no podían estar, obesos o gente grande, jubilable”.

Requerida por la fiscal reconoce que son parte de la dirección o cumplen funciones en la cooperativa el sobrino de Pedraza, el hijo de una de las integrantes del Consejo de Administración (que es la que la hizo ingresar a ella) y que sus integrantes “se tomaban de la bolsa de trabajo” que maneja la burocracia.

Pese a ser directiva de la Cooperativa y del Belgrano Cargas desde hace muchos años, dijo que sólo vio a Juan Carlos “Gallego” Fernández un par de veces, igual que a Pablo Díaz.

Los integrantes de la cooperativa, dijo, “no son empleados, son socios. Cobran un retorno por mes. De acuerdo a los resultados del balance, las ganancias se reparten”.

“¿Conocía si había diferencia entre salario entre los de planta permanente y los tercerizados?”, preguntó la fiscal y Planas respondió: “no lo tengo claro. Diferencia tiene que haber. Se debían pagar los gastos de la cooperativa.”

Sin embargo, reconoció que realizan “tareas inherentes a las actividades ferroviarias”.

Fiscal: “¿Sabe si Pedraza fue creador de alguna cooperativa?”.

Planas: “Si, participó el gremio”.

La cooperativa nació en el 2004 y funciona, cuando se los convoca, por medio de delegados. Se le preguntó: “¿Hubo elecciones de delegados en la cooperativa?” y respondió que sí, que se presentan las listas “cada vez que hay asamblea y duran un año en su función”.

“¿Y cuántas listas hay habitualmente?”, se le preguntó. “Sólo una”, contestó muy suelta de cuerpo.

Finalmente, no todo se puede prever ni preparar, pese a que es una abogada y conoce o debiera conocer los procedimientos legales, Planas reconoció que estuvo presente como público en “dos audiencias del juicio” lo cual la invalidaría como testigo.

Otra testigo del entorno

La primera de la tarde fue Patricia Alejandra Carabajal, delegada de la Unión Ferroviaria, quien llamó siempre a sus representados como “los chicos”. Estaba en la sede de la UF junto a Pedraza, Fernández, Schiavi y otros directivos, en el momento en que se producía el ataque en Barracas. Había sido señalada por Karina Benemérito y otros testigos como parte de la comitiva pedracista en el Congreso de Latin Rieles de ese 20 de octubre.

A Diaz, Fernández y los otros burócratas de la UF por los que se le preguntó, los conoce -a todos- “de asados” o “de vista”.

“Que hizo el 20 de octubre?”, quiso saber la fiscal. “Estaba en el congreso de Latin Rieles”, donde distintas empresas privadas hacían presentaciones.

Sin embargo, consultada no recordó quien abrió el congreso, que empresas estaban y hablaron. Ni de que se habló (“sólo me acuerdo de una española que habló sobre los rieles”, dijo sin ruborizarse).

La fiscal le preguntó: “Recuerda haber hablado con Giusti y con Alcorcel” (dos integrantes de la patota)? “No”, respondió.

Fiscal: “Reconoce el teléfono numero 637 4823?. “Ese es mi número”, aceptó.

“Y si le dijera que en ese radio que reconoció como propio, hay 11 llamadas salientes y entrantes a y de Guisti y de Alcorcel?. Y 37 llamadas al que termina en 22. Al que termina en 3871, ¿qué dice?”, le indicó la fiscal.

“ No recuerdo haberlas hecho”, respondió con amnesia agravada.

Sostuvo que ese día no había hablado, por fuera del congreso, más que con un par de conocidos suyos de la patota.

“¿Habló con Pablo Díaz?”, le preguntó la fiscal y de golpe recordó que “sí, ese día lo llamé. Al teléfono fijo y celular”, sin explicar el porqué de la comunicación con el organizador operativo del ataque y del asesinato de Mariano, cuando apenas lo conocía “de vista”, según había dicho.

“¿Conoce a Favale?”, le preguntó la fiscal. “No”, respondió con seguridad. La fiscal le pidió que viera una fotografía (que se exhibió agrandada). En la foto aparece ella muy sonriente junto a Pablo Diaz y Cristian Favale al finalizar un acto en el estadio de River Plate, que se realizó “el 15 de octubre de 2010”, dijo entonces con mucha precisión y sin dudar.

Uno que iba a tocar el bombo

Héctor Matías Lezcano fue contratado, dijo, para llevar tres instrumentos de música al ataque de la patota en Barracas. Por insólita que suene la explicación, dijo que un “amigo”, El Chavo, cuyo nombre real, sin embargo, no conoce y que nunca más volvió a ver, le dijo si quería ganarse 150 pesos y lo convocó para ir junto a la patota.

Dijo que lo pasaron a buscar con un colectivo “que iba lleno de gente de Florencio Varela que no era ferroviaria” (en las fotos se ve luego que entre ellos estaba Favale, aunque él dice que no lo conocía, ni tampoco a los demás del micro).

Importante es, pese a los ocultamientos que aparecen en su declaración, que reconoce la convocatoria de matones externos incluso al ferrocarril para preparar el ataque que terminó con el asesinato de Mariano y las heridas a los demás compañeros.

A partir de allí todo es una nebulosa. No se acuerda de ningún detalle, no participó en nada (“me quedé arriba de las vías”) y no recuerda haber hablado con nadie, ni siquiera con su esposa, pese a que hay registrado un mensaje de texto.

Pero no sólo eso.

Le preguntaron si conoce a Favale. Dijo que no. Le preguntaron por un número de celular. Dijo que es de su padre. La fiscal le dijo que está a su nombre y que desde el mismo hubo “36 llamadas efectuadas desde el número de Favale a este teléfono que dice que es de su padre. Y 32 de su teléfono al de Favale”.

“Está a nombre mío porque yo lo saqué a crédito. Para mi papá y mi mamá”, dijo Lezcano, poco después de decir que entonces estaba desocupado y, por lo tanto imposibilitado de sacar un crédito y que su padre era camionero, es decir que tenía trabajo.

Consultado si una vez sobre las vías vio si había policías, dijo que, quienes estaban con él le dijeron “que sí, pero que no se metían”, en un nuevo testimonio del “territorio liberado”.

No supo decir que hicieron los que estaban con él y bajaron a atacar a los compañeros en Barracas, tampoco –dijo- lo supo después.

Una clave del papel de la patota que llegó junto con él en el micro y de la preparación organizada del ataque la dio cuando dijo que cuando ellos llegaron, los vestidos de ferroviarios dijeron: “ahí vinieron. Por eso pienso que nos estaban esperando a nosotros”, dijo Lezcano.

Dra. Verdú: “cuando subió al micro y no estaba Chavo, ¿preguntó quien le iba a pagar?”

“No, porque pensé que estaba al fondo”, dijo y aclaró que “el chofer me dijo que me iban a pagar cuando llegáramos”.

Dra. Ferrero: “¿Cuándo se enteró de lo que pasó?

“Me enteré cuando llegué a mi casa, como a las 3 de la tarde. En el micro decían: viste cómo le dimos. Pero no sabía nada de lo que había pasado”, dijo.

Fiscal Jalbert: “¿Puede ser que le haya mandado mensaje de texto a su novia?”

“Sí, puede ser”, admitió. La fiscal quiso leérselo porque allí reconoce, antes de llegar a su casa, que “se metió en un lío”.

Argumentando razones de forma, los abogados de la patota evitaron que se lea.

Para el final había una sorpresa. Lezcano trabaja ahora, luego de que fuera -como desempleado- a realizar favores a la Unión Ferroviaria, en Erso S.A., una tercerizada del ferrocarril. “Hago mantenimiento de vías”. Es la empresa donde también trabajó Favale.

Como se ve, los testigos de la UF, Ugofe y la patota, tampoco logran liberar de culpas a los imputados. La mafia es cosa seria.

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