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Mariano Ferreyra/La lucha permanente (Crónica de Daniel Mecca en Mavirock
Por Fuente: Juicio por Mariano - El diario del ju -
Sunday, Oct. 21, 2012 at 2:43 PM
http://justiciapormariano.wordpress.com
“Un mundo capitalista es un mundo
esclavizado, de precarización, miseria y deshumanización. Miseria que
no sólo es hambre, es humillación y resignación. Cuando se llega a este
punto no alcanzan las palabras para llegar a las venas de los
deshumanizados que se benefician con esto. Sólo queda hacer, actuar,
comprometerse, sentir, ser humano. Mariano hizo, actuó, se comprometió,
sintió y fue humano. Era grande Mariano, tanto que se fue dejándonos
algo tan sensible como la inmortalidad de su juventud, contagiándonos
de ella, para hacernos a todos jóvenes con él. Para que cada vez que el
pueblo salga a la calle todos seamos Mariano, con esa ilusión
aguerrida, con la sangre hirviendo exigiendo y trabajando por una
justicia clara y limpia, sin el polvo de los vicios de un pasado”. Carta de Beatriz Rial, madre de Mariano
Ferreyra, un año después del crimen (20/10/11). El lunes 6 de agosto de 2012, casi dos
años después del crimen, comenzó el juicio oral y público por el crimen
de Mariano y los tres militantes heridos del PO (Elsa Rodríguez, Nelson
Aguirre y Ariel Pintos). El proceso judicial constituye un paradigma y
un quiebre en la historia política argentina: por primera vez se va a
juzgar a un dirigente sindical como autor intelectual de un crimen
político. José Antonio Pedraza, líder de la Unión Ferroviaria desde
hace 27 años, está imputado como instigador del asesinato. Pedraza, a su vez, constituye el
simbolismo político de la corrupción sindical y de la traición a los
trabajadores: acompañó el desguace del sistema ferroviario durante el
menemismo y, durante los gobiernos kirchneristas, dinamitó los derechos
de los trabajadores ferroviarios —a costa de su hegemonía sindical,
negocios personales y enriquecimiento, y el de sus aliados— al
sistematizar, avalar y promover la tercerización laboral en el sector.
Los trabajadores tercerizados recibían la mitad y hasta un tercio de
los sueldos que cobraban los empleados de planta. Pedraza era dueño de
una empresa subcontratista ferroviaria (Cooperativa de Trabajo Unión
del Mercosur), que dependía del negocio de la tercerización. Pedraza no será juzgado sólo: junto a él
están el secretario Administrativo de la UF y número dos en el
sindicato, Juan Carlos “El Gallego” Fernández; el delegado gremial y
secretario de la Comisión de Reclamos del ex ferrocarril Roca, Pablo
Díaz, acusado de ser el jefe y coordinador de la patota que asesinó a
Ferreyra. También están acusados cinco miembros de la patota, entre
ellos los barrabravas Cristian “Harry” Favale, del club Defensa y
Justicia, y Gabriel “El Payaso” Sánchez, de Racing, investigados como
autores materiales del asesinato. Además hay involucrados siete
policías de la Federal. Para estos últimos ambas querellas (CELS, por
la familia; CORREPI y APEL, por los tres heridos del PO) piden la pena
de homicidio agravado. El juicio durará cerca de seis meses. Pasarán
más de 367 testigos. En la movilización del 6 de agosto a los
tribunales de Comodoro Py —donde se lleva adelante el juicio— miles de
personas salieron a las calles para exigir “Perpetua a Pedraza” y
“Justicia por Mariano Ferreyra”. Jorge Altamira, fundador y dirigente
nacional del PO, sentenció allí que en este juicio “se está poniendo en
juego el destino de los trabajadores”. Hubo, además, una masiva campaña
en el marco del comienzo del juicio que abarcó adhesiones políticas,
culturales, artísticas y hasta banderas con la leyenda “Justicia por
Mariano Ferreyra” con la que se fotografiaron en las canchas los
distintos equipos de fútbol. Mariano Ferreyra: un destino y un nombre
que se convirtió en un símbolo más de los que luchan, un paradigma
político en la clase trabajadora argentina. Un nombre que guarda en lo
íntimo la historia de un militante, dirigente y cuadro político; de un
amigo, hermano, hijo; de un músico, fanático de Pink Floyd, del cine
europeo y de series televisivas; de un joven bohemio y sencillo;
tímido, pero decidido, disciplinado, firme. En el círculo político lo
llamaban El Jefe. ** “Parafraseando a Fidel: si queremos un
modelo de hombre, un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo,
un modelo de hombre que pertenece a los tiempos futuros, de corazón
digo que ese modelo es Mariano Ferreyra”. La oración es de Patricio “El
Be”, el mejor amigo de Mariano, extraída de un texto conmovedor escrito
por él el 3 de junio de 2011, día que Mariano hubiese cumplido 24 años. Patricio cuenta que Mariano era un chico
tímido, humilde, que te prestaba libros, que se preocupaba por tu
formación política o se preocupaba si te pasaba algo. Que era muy
compañero, muy amigo, lector, y sobre todo revolucionario, de “esos que
llevaban la tenacidad de la lucha”. Que se caracterizaba por un humor
negro implacable y también por un humor absurdo. Fanático, claro, de
las series televisivas Doctor House y Family Guy. Que leía, además de la literatura
política de militante, a Julio Cortázar y a los poetas Alejandra
Pizarnik y Pablo Neruda. Que también era tímido con las chicas:
“Algunos dirían que medio lento con las minas”, bromea. Que llegó a
escribir algunos versos por amor. Que se vivían prestando libros con
Patricio como el Testamento de Lenin o textos sobre La Revolución
Permanente de Trotsky. Su mamá, Beatriz, contó que Mariano era muy
introvertido, despelotado y bohemio, y que no le importaba demasiado la
ropa ni la plata. Y que la militancia era su vida. Otros de sus amigos
recordaron que era fanático de las películas de Los Beatles y que
quería estudiar cine. Mariano tocaba además la guitarra, y
llegó a tocar también el acordeón y el teclado eléctrico que un día
consiguió por Mercado Libre. Eso sí, en música era infalible: amaba,
por sobre todo, a Pink Floyd. Una vez le acercó a Patricio —también
toca la guitarra— el disco DIVISION BELL. Le dijo: “Escuchate el tema
“Coming Back To Life”. ¡Escuchá la voz de (David) Gilmour! ¡Es
impresionante!”. Tenían una pasión musical: juntos solían tocar a dos
guitarras la canción “I wish you were here”. A Mariano algunos le decían El Bala, un
apodo que venía desde que era chico y que a él no le gustaba demasiado.
Otros, en su círculo de militancia, le decían El Jefe. Los más grandes
lo llamaban Marianito. Patricio lo llamaba simplemente Mariano. “Una
vuelta me agradeció: Vos sos el único que me dice Mariano, todos me
dicen El Bala…”. Se habían conocido militando en el CBC de
Avellaneda (UBA) en 2005. ** Miércoles 20 de octubre de 2010. “Abrí los ojos. Mariano, mirame”.
“Reponete, por favor, dale”. Mariano Ferreyra está acostado dentro de
una ambulancia, una Traffic blanca, a punto de ser trasladado. Allí, en
la misma ambulancia, también está Elsa Rodríguez, que acaba de recibir
un tiro en la nuca. Mariano está herido por una bala que salió de la
patota de la UF y le atravesó un pulmón. Tiene los ojos entreabiertos.
Damián Reynoso, un compañero del PO de 27 años, está junto a Mariano en
la ambulancia. Lo ve mal, muy dolorido: “Me incliné hacia él. Intentó
hablarme, pero le dije que no lo hiciera, que guardara fuerzas”,
contaría tiempo después. El muchacho de anteojos le pide que pestañee.
Mariano lo hace, pero parece que está a punto de quedar inconsciente.
“Aguantá, Mariano, no te esfuerces, no te duermas”, le dice
desesperado. “Mi mayor preocupación era que quedara inconsciente, y
entonces le hablaba y le hablaba para que quedara despierto. El tiempo
parecía eterno. Los minutos no pasaban más, mientras yo lo miraba a los
ojos”. En la misma ambulancia también estaban
Nelson Aguirre, militante del PO, que había sufrido dos disparos en la
pierna, y el médico Félix Xul, que participó de la movilización en
Barracas. “Yo le hablaba a Mariano todo el tiempo, le decía que abriera
los ojos, le daba palmadas en la cara. Estaba muy pálido, cada vez
más”, contó Reynoso. Recordó que el vehículo iba muy rápido. Que en un
momento dobló con brusquedad en una curva y que todos se inclinaron en
la ambulancia. “Cuando nos estabilizamos, vi que Mariano había cerrado
los ojos. En ese momento me estiré para atrás, me puse mal, iba a
llorar, pero Nelson me tocó la espalda. Me dijo: Vamos, vamos,
compañero y me siguió palmeando. Entonces me recompuse y seguí
hablándole. Mariano abrió los ojos otra vez”. Al llegar al hospital Argerich, en el
barrio de La Boca, los médicos pusieron a Ferrerya en una camilla y se
lo llevaron con prisa. También entraron el resto de los heridos.
Reynoso se quedó en la guardia. Daba vueltas por la sala. No caía de la
situación. Se fue a la calle. Dijo que pensaba que todo era un sueño,
que en un momento despertaría y que todo sería distinto. Al regresar se
encontró con otros compañeros. Luego salieron los médicos. “Nos dieron
la noticia. Entonces empecé a llorar. Todos empezamos a llorar”.
Mariano Ferreyra había muerto. Moría tras llegar al hospital Argerich,
ubicado en el barrio de La Boca. ** En el preciso momento en que esto
sucedía, en el mediodía del 20 de octubre, Pedraza participaba en la
sede la UF del congreso LatinRieles 2010 con empresarios ferroviarios
—entre ellos los de las firmas tercerizadas— y funcionarios nacionales.
Estaba allí junto a su segundo, el “Gallego” Fernández, quien estaba en
contacto desde su celular con el delegado Pablo Díaz, marcado como el
organizador y reclutador de la patota. Tanto Pedraza como Fernández
estaban al tanto de lo que sucedía en Barracas, según admitió el propio
jefe de la UF. En ese congreso participaba también el entonces
secretario de Transporte, el ex macrista Juan Pablo Schiavi, luego
kirchnerista, eyectado de la secretaría de Transporte luego de la
masacre de Once ocurrida en febrero de este año. El objetivo de los manifestantes era
cortar las vías a la altura de Avellaneda para visibilizar el reclamo
por la reincorporación de 117 despidos, y el pase a planta permanente,
bajo el convenio ferroviario, para todos los tercerizados. Éstos eran
acompañados allí, en la lucha, por militantes políticos y sociales de
diferentes agrupaciones: el Partido Obrero, El Movimiento Teresa
Rodríguez, la Coordinadora Aníbal Verón y Convergencia de Izquierda.
Mariano Ferreyra era el responsable político del PO en Avellaneda.
Pero, tras unos movimientos de distracción por el lugar, el objetivo
fue abortado por los miembros de la UF que corrieron a piedrazos y
cascotes a los pocos manifestantes que habían logrado subir al
terraplén de las vías, y también al resto que se encontraba debajo.
Éstos, a su vez, se defendieron y respondieron con piedras a los
atacantes. Pero eran muy pocos y decidieron retirarse. Un cascote hirió
en el brazo a Elsa Rodríguez. Una hora después, ya alejados varias
cuadras del terraplén, los manifestantes decidieron desmovilizarse. En
las vías, a los miembros de la UF se les sumó un grupo de choque
compuesto entre siete y doce personas, integrado, entre otros, por los
barrabravas “Harry” Favale, que buscaba entrar a trabajar en la UF, y
“El Payaso” Sánchez. Tanto Favale como Sánchez habían estado en los
hechos ocurridos el 6 de septiembre de 2010 en el hall de la estación
de Constitución cuando un grupo de tercerizados quiso realizar un acto
y fue desalojado por miembros de la UF. Favale también participó del
acto de Cristina Fernández el 15 de octubre de 2010 en el estadio de
River, por el Día de la Lealtad, donde estuvo acompañada por la cúpula
de la CGT. El barrabrava estaba ligado a dirigentes kirchneristas del
conurbano bonaerense. Según la investigación judicial, el 20 de octubre
Favale fue reclutado por Pablo Díaz, quien, desde su celular, estaba en
contacto en todo momento con Fernández y Pedraza, antes y después del
ataque criminal. Las cámaras del canal C5N registraron el
instante que la patota corrió a atacar a los tercerizados y militantes.
Los hombres increparon a la notera y al camarógrafo e impidieron la
filmación de los hechos. “Son putos. ¡Son todos putos esos
piqueteros!”, gritó un hombre de cuello ortopédico a la cámara. Al
advertir que comenzaba el ataque, los manifestantes, que se estaban
dispersando del lugar, armaron un cordón de seguridad, integrado, entre
otros, por Mariano Ferreyra. Comenzó el ataque y los manifestantes se
defendieron. Volaron piedras, botellas y palos de un lado a otro.
“¿Trajiste los fierros?”, le preguntó en esos instantes Pablo Díaz a
Favale. “Traje pocos”, contestó el barrabrava. Se oyeron balazos. Los
atacados, que no advirtieron que les estaban disparando con balas de
plomo, lograron correr finalmente a la patota por una calle de
Barracas. Estos testimonios están incluidos dentro del expediente
judicial. Al finalizar el ataque, los
manifestantes advirtieron un escenario desolador: Elsa Rodríguez y
Mariano Ferreyra estaban tirados en el piso, desplomados. Ella con un
tiro en la nuca. Mariano con un balazo en el abdomen. Nelson Aguirre
tenía dos tiros en una pierna. La mujer estuvo 40 días en coma, y, al
despertar, sólo podía mover los ojos. Hoy es querellante en la causa,
pero quedó con afasia y parálisis en el lado derecho del cuerpo. Otro
de los heridos fue Ariel Benjamín Pintos. Luego del ataque, la
patota huyó y se reagrupó más lejos. A Cristian Favale, según el relato
de un testigo, se le adjudica allí una frase: “Al de la gomera (por
Ferreyra) le agujereé la panza”. En mayo del año pasado, un arrepentido
de la patota reveló al portal periodístico Plaza de Mayo.com que vio a
Favale disparando, un testimonio que ya había brindado a la Justicia:
“Me puse detrás de un árbol y vi en el suelo un pedazo de ladrillo. Me
agaché, agarré el ladrillo y, en ese instante, vi al lado mío a un tipo
que se arrodilló y disparó: ¡pam, pam, pam! Era el guardaespaldas de
Pablo Díaz. Le vi la cara. Nunca me voy a olvidar de esa cara: era
Favale. Vi todo como una película, hasta pude ver los casquillos de las
balas. En esa misma secuencia vi que un tipo que estaba a veinte
metros se agarró la panza y se desplomó”. Se probó que cuatro armas, al menos,
fueron ese día disparadas, dos calibre 38, una 22 y una escopeta. Se
probó, además, que Sánchez disparó con la suya propia. Los policías de
la Federal están investigados por ser cómplices del crimen y ataque a
los heridos. Ese mediodía del 20 de octubre de 2010 no detuvieron a
nadie, no secuestraron las armas ni preservaron las pruebas. Además de
Pedraza, Fernández, Díaz y Favale, están siendo juzgados los miembros
de la UF Claudio Gustavo Alcorcel, Jorge Daniel González, Guillermo
Armando Uño (también barrabrava de Defensa y Justicia y vinculado a los
punteros políticos del kirchnerismo en Florencio Varela), Juan Carlos
Pérez, Francisco Salvador Pipitó y Gabriel Sánchez, que formaron parte
de la patota. También se juzga a los policías Luis
Osvaldo Mansilla, Jorge Ferreyra (ambos jefes del operativo), Hugo
Lompizano, Rolando César Garay, David Villalba, Luis Alberto Echavarría
y Gastón Maximiliano Conti. La querella propone para ellos la carátula
de homicidio agravado, mientras que la fiscalía abandono de persona
seguido de muerte. Los policías, según denuncian, fueron cómplices y
partícipes necesarios del accionar de la patota de la UF. Las causas se
lograron unificar en el mismo juicio. En las primeras semanas del juicio, y a
modo de estrategia de dilación, todos los detenidos e imputados se
negaron a declarar. Pedraza fue uno de ellos, quien dijo cobrar 25 mil
pesos mensuales. La defensa insistió con la teoría del enfrentamiento,
tratando de culpabilizar a las víctimas. Sí se leyeron las indagatorias
de los miembros de la patota, tomadas entre febrero y marzo de 2011.
Allí se revelaron las contradicciones: los detenidos del grupo de
choque señalaron a Favale como autor de los disparos y dijeron que no
lo conocían. Éste, a su vez, marcó a Sánchez como autor material del
crimen y acusó a Pablo Díaz de haberlo convocado “para defender a la
UF”. Un dato que caracteriza la situación: un día antes del inicio del
juicio, la UF sacó una solicitada en el diario La Nación y
otros medios en el que defendía a todos los ferroviarios acusados,
menos a Favale. Nelson Aguirre, por su parte, declaró que “cuando
aparece la patota, los dos patrulleros desaparecen”. *** UGOFE y los negociados. La Unidad
de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (UGOFE), concesionaria
del Roca, estaba vinculada en los negociados junto a la UF y al
Gobierno Nacional, en el marco de la entrega de subsidios millonarios y
la tercerización de los trabajadores. UGOFE, creada en 2005, fue una
asociación entre el Estado y las empresas Metrovías (del grupo Roggio),
Ferrovías (del grupo Romero) y TBA (del grupo Cirigliano). El Gobierno
Nacional, además de subsidiar los boletos, pagaba los sueldos de los
que tenían el convenio de trabajo de dichas actividades, como así
también se hacía cargo de abonar los contratos entre UGOFE y las
tercerizadas. José Luis García, ex jefe de
Administración de Personal y Liquidación de Haberes de UGOFE, contó en
el libro Quién mató a… que desde la Secretaría de Transporte
—liderada primero por el procesado Ricardo Jaime y luego por el
imputado Schiavi— y la Subsecretaría de Transporte Ferroviario giraban
las partidas de dinero para pagar los haberes de UGOFE todos los meses,
pero también los sueldos del personal de empresas tercerizadas que
contrata UGOFE. El hombre reveló el negocio: a los tercerizados les
depositaban sueldos menores al dinero que giraba el Estado, diferencias
del 30% e incluso superiores. Se estaban quedando con el “vuelto”. En estas condiciones, se evidencia la
resistencia de las empresas y las burocracias sindicales a pasar a
planta permanente y convenio ferroviario a los trabajadores
tercerizados de la rama. Hacerlo atentaba contra el negocio de los
sindicalistas que jugaban también el doble rol de empresarios. Por otra
parte, el día del crimen de Ferreyra, UGOFE otorgó 120 licencias
gremiales a los que conformarían la patota que atacaría a los
tercerizados. El delegado Pablo Díaz había hecho llegar el listado de
los nombres. Un dato clave sobre esta estructura de corrupción montada:
Guillermo Antonio Luna, subsecretario de Transporte Ferroviario, siguió
intacto en su puesto hasta que renunció el 4 de septiembre pasado. Es
un hombre del sindicato de La Fraternidad, aliada a la Unión
Ferroviaria. Jugaba desde los dos lados del mostrador: desde su función
pública autorizaba la entrega de los subsidios y el pago de los sueldos
para las concesionarias de UGOFE y sus tercerizadas que, como se
observó, están comandadas por sindicalistas como Pedraza. Asimismo, hay
que remarcar que las empresas tercerizadas pagan menos salarios —
además de tener peores condiciones laborales— que los convenios
ferroviarios, por lo cual se sospecha que desde UGOFE obtenían
diferencias respecto del dinero de los subsidios. ** Apenas unos meses después del crimen, en
enero de 2011, y poco antes de la detención de Pedraza en su piso de un
millón de dólares en Puerto Madero, el ministro de Trabajo de la
Nación, Carlos Tomada, dialogaba lo más tranquilo por teléfono con el
líder de la UF. De allí se desprende este diálogo revelador, donde se
observa a Tomada aconsejando a Pedraza sobre hacer “un laburo sindical”
sobre los trabajadores que entraban al ferrocarril, y “empezar a
hacerles la cabeza”. Carlos Tomada: —Sí, por eso. Tal cual.
Luego lo que sí le dije es que si es necesario que alguna gente de él
entre, si el problema es que entre alguna gente de él, este, bueno, eso
es una cosa que se puede conversar. Luego, fundamentalmente, el planteo
era que hay que hacer un laburo sindical sobre estos tipos que entran,
porque no son todos del PTS o del… José Pedraza: —No, no, no. Tomada: —Hay un montón que se los puede
ganar y, entonces, porque ahí llegamos, después que íbamos a hablar con
la Unión también. De manera que éstos pensaran en meterlos en una
especie de curso de capacitación y qué sé yo, y empezar a hacerles la
cabeza… Pedraza: —Bueno, nosotros estamos, hemos
estado y estamos trabajando en eso. También trascendió un diálogo entre
Pedraza y la número dos del Ministerio de Trabajo, Noemí Rial. La
funcionaria lo llamó para solidarizarse por el allanamiento del
departamento en Puerto Madero del líder de la UF. “¿No había nada
raro?”, le pregunta ella en un tramo de la charla. Y sobre el final:
“Llamame a mi casa cualquier cosa que necesites, José”. Las relaciones
político-sindicales entre el Gobierno y Pedraza seguían intactas. Estos
diálogos con ambos funcionarios, que están incorporados al expediente
judicial de la causa, surgen a partir de la intervención judicial que
se dispuso sobre el celular de Pedraza. Una semana después del asesinato de
Mariano Ferreyra, murió Néstor Kirchner. El 5 de diciembre de ese año,
la Presidenta recibió a la mamá, al papá y a los dos hermanos del joven
asesinado. Les dijo que “se iba a ir hasta el fondo”. Hace unos días,
la mandataria habló del caso intentando instalar una retórica épica:
“Mi hijo dice que la bala que mató a Mariano rozó el corazón”; y
adjudicó a Néstor Kirchner ser quién llevó a la Justicia un testigo
clave para el juicio. Lo cierto es que tras el crimen de
Ferreyra, el Gobierno Nacional casi no modificó su estructura política
ferroviaria ni los subsidios estatales descontrolados, y recién removió
al subsecretario de Transporte Ferroviario, Antonio Luna, en septiembre
de este año. Tampoco se investigó a UGOFE ni al resto de los
responsables directos de Transporte. Peor aún: UGOFE fue premiada con
la concesión del ferrocarril Sarmiento, luego de que se la quitaran a
Cirigliano tras la masacre de Once, cuando murieron, el 22 de febrero
de 2012, 51 personas y hubo más de 700 heridos. En estos meses, se supo que Pedraza, de
la UF, apoyó desde la cárcel la candidatura de Antonio Caló, el
metalúrgico bendecido por la Rosada para liderar la CGT oficialista y
antimoyanista. Para dar cuenta de los apoyos y complicidades, el
Confederal de la CGT se va a realizar en La Fraternidad, el gremio
aliado a la Unión Ferroviaria que dirige Omar Maturano. ** Patricio confiesa, con algo de
desesperación íntima y ternura, que la muerte de Mariano no le termina
de cerrar, que piensa que algún día va a regresar. Que, aún hoy,
siempre que le pasan cosas el primero en el que piensa para contárselo
es en Mariano. “Él no buscaba la muerte ni enfrentamientos violentos
que pudieran terminar así. A pesar de todo, yo sé que si a Mariano le
dieran la posibilidad de elegir de volver a militar en el Partido y de
volver a hacer todo lo que hizo y la lucha que dio, lo volvería a hacer
sin lugar a dudas porque la importancia que le daba a la lucha y sus
deseos de transformación de la sociedad no tenían límites. Siempre
estuve seguro de que todas las luchas que dio Mariano las volvería a
dar una y mil veces más”. Una y mil veces más Mariano
Ferreyra y su lucha permanente. Poner el cuerpo. Poner la vida. Una
sola cosa no hay: es el olvido y dejar de luchar. Porque para los que
luchan, como Mariano Ferreyra, no hay muerte ni olvido, jamás. *Esta nota fue cedida gentilmente por
Mavirock para su reproducción en El Diario del Juicio.
Fue un crimen político. El 20 de octubre de 2010 Mariano Ferreyra fue
asesinado por una patota organizada y planificada por la dirección de
la Unión Ferroviaria (UF). El joven militante del Partido Obrero (PO)
tenía 23 años. Lo mataron cuando luchaba por ferroviarios tercerizados
del Ferrocarril Roca, contra la precarización laboral. Lo mataron por
luchar, luchando por otros, por un mundo mejor; lo mataron poniendo el
cuerpo, el espíritu revolucionario; lo mataron poniendo la vida. El
crimen de Mariano Ferreyra reveló la estructura parasitaria entre el
Estado y el feudalismo de los sindicatos: la trama de negocios y
complicidades entre la burocracia sindical, el gobierno nacional, los
barrabravas y la tercerización de la represión a través de patotas
digitadas por los propios jerarcas sindicales.
Las declaraciones —extraídas del libro ¿Quién mató a Mariano
Ferreyra, del periodista Diego Rojas (Editorial Norma, 2011)—
relatan los últimos minutos de vida de Mariano Ferreyra. Fueron la
consecuencia de una emboscada organizada y planificada por una patota
de la UF contra los manifestantes (tercerizados y militantes políticos
y sociales) que se estaban retirando, luego de un intento fallido de
cortar las vías. Era una patota que provenía, en su mayoría, de los
talleres de Remedios de Escalada, en Lanús, desde donde salieron cerca
de 80 personas. El ataque se hizo, según las imputaciones de las
querellas, con la connivencia y la zona liberada de la Policía Federal.
Fue un ataque político: según se desprende de la reconstrucción de los
hechos, la intención era aleccionar “a los zurdos” para proteger el
negocio de las tercerizaciones que comandaba Pedraza, en su doble rol
de empresario y sindicalista. Esto se hizo bajo el amparo del Gobierno
Nacional, en el marco del mecanismo que se había montado entre el
Estado y la dirección del sindicato de la UF, a través de la asignación
de subsidios y pago de sueldos —autorizados por funcionarios ligados al
sindicato— destinados a empresas tercerizadas que en casos eran
dirigidas por los propios gremialistas como Pedraza.
Desde el primer momento del asesinato de Ferreyra, el Gobierno Nacional
intentó despegarse del crimen. El entonces jefe de Gabinete, Aníbal
Fernández, salió al día siguiente a respaldar a la Federal: “Hizo lo
que tenía que hacer”. Y exculpó de toda responsabilidad a la Rosada, al
intentar explicar la teoría de que fue un crimen cometido por una
persona aislada, un ataque espontáneo, sin planificación: “Si un tarado
sale de su casa con un arma, estamos hablando de un asesino. (Mariano)
fue muerto por un asesino, ¿quiere que yo me haga cargo de un
asesino?”. El filósofo Juan Pablo Feinnman dijo que el “cadáver
de Ferreyra” era de Jorge Altamira. El programa de la Televisión
Pública 678 responsabilizó rápidamente al duhaldismo del asesinato,
otra teoría que no tuvo ningún sustento.
El 20 de octubre de 2011, cuando Patricio “El Be” se enteró que mataron
a su mejor amigo, tomó un taxi y el chofer justo estaba escuchando una
radio en la cual hablaban del caso: “El primer quiebre que tuve fue
cuando el tipo de la radio dice el nombre Mariano Ferreyra, y es
justamente ahí el momento en que uno siente que el tipo de la radio te
lo arrebata. Te lo saca, deja entonces de ser Mariano, el Jefe, el
Bala, tu amigo, para ser Mariano Ferreyra, Mariano Estaban Ferreyra, el
asesinado en la masacre de Barracas (…). A medida que pasa el tiempo
cada vez va asumiendo más que cuando uno habla de Mariano, está
hablando de historia: de la historia del país, de la historia de la
política y del sindicalismo argentino”.