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Osvaldo Bayer en La Plata
Por Joaquín ((I)) - Tuesday, Oct. 23, 2012 at 1:54 AM

El militar que quiso hacer una zanja que cruce el país de este a oeste para que no le roben el ganado a los terratenientes. Las dos maldades de Roca. El ranquel que le cortó la cabeza al Coronel europeo contratado por el presidente Rivadavia. Docentes y organizaciones sociales escucharon estos y otros relatos, de la mano de Osvaldo Bayer, el historiador anarquista que encabeza la campaña de la CTA “Ni genocidas, ni represores, ni explotadores en nuestras calles”.

“Renombrar”. Esta palabra resonó una y otra vez en el auditorio del Pasaje Dardo Rocha donde se desarrolló el lanzamiento de la campaña el lunes 15 de octubre. “Nombrar lo nuestro, nacional, popular y latinoamericano” exigía el cierre del documento leido por Martina de 11 años de Quilmes y por Emilio Jauregui Lorda de la Juventud de CTA.

FOTO: SUTEBA QUILMES

Previamente, los jóvenes habían recitado: “nombrar, nombrar lo propio designa una lectura del mundo, de la verdad, la diferencia, lo común, comunica un legado histórico, social, cultural. Los nombres subrayaan, designan, conmemoran destacan, idealizan, remiten, direccionan, proveen sentidos, dan existencia, proyectan, dan identidad”. La campaña impulsada por la CTA de la Provincia de Buenos Aires busca desterrar los nombres de represores, explotadores y genocidas de calles, hospitales y nombres de ciudades , entre otros espacios públicos.

Las 200 personas que colmaban la Sala Auditorio del Pasaje Dardo Rocha ovacionaron a Bayer cuando tomó la palabra y dijo: “Hoy he tocado el cielo con las manos”. “Es increíble esto, los docentes, ahí está la semilla del futuro” reflexionó recorriendo al público con la mirada. Con nostalgia inició la conferencia recordando los doce años de lucha para sacar el monumento al General Julio Roca de la Ciudad de Buenos Aires: “Primero eramos tres personas, tres jueves después eramos diez y un año después cortamos el tránsito

Rauch y el pueblo con nombre de genocida

Durante la charla, Bayer recordó episodios de su lucha por “desnombrar y volver a nombrar”, compartió pasajes de la historia de Argentina y leyó fragmentos de documentos históricos, como las anotaciones de los militares de la llamada “campaña al desierto”.

En 1963 visitó la ciudad Coronel Rauch, donde conversó con los vecinos de esa ciudad. Allí relató que Rauch había sido un militar europeo contratado por un decreto del presidente Bernardino Rivadavia en 1826. La decisión del presidente era clara: “Se contrata al coronel europeo Federico Rauch para exterminar a los indios ranqueles”. Bayer comento que en aquel contexto propuso cambiar el nombre de la ciudad por el de “Arbolito”, el indio ranquel que esperó a Rauch en una hondonada, y le cortó la cabeza”.

El escritor también señalaría que antes de su muerte, Rauch escribió comunicados breves y concisos con sus apreciaciones sobre la campaña contra los pueblos originarios. “Hoy, 18 de enero de 1828, para ahorrar balas, degollamos a 28 ranqueles” leyó Bayer. Sin embargo, comentó que le resultaba sumamente interesante el segundo comunicado del coronel que decía “los ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad”.

Por qué le quiere decir “Chau” a Roca

Tiempo después, otro militar continuaría tanto los preceptos de Rauch como el avance de las fronteras nacionales sobre la Patagonia. En 1870, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, el ministro de Guerra, Adolfo Alsina propuso realizar una zanja que cruce el país de este a oeste. Ante el robo de ganado por parte de las comunidades orginarias, Alsina afirmó “no se les puede enseñar a los indios que esas vacas son del señor Anchorena porque no tienen sentido de la propiedad”.

Roca que había sido ejemplar en la guerra del Paraguay dice que la zanja es un disparate, que hay que implementar el mismo metodo que en Estados Unidos que con la Remington acabó con los pieles rojas” continuó su relato Bayer. Fue así que Avellaneda compró 10.000 fusiles para el genocidio perpetrado por Roca, que en los partes oficiales habla de 15.000 muertos. También señaló que Avellaneda fue el encargado de reestablecer la esclavitud, cuando en enero de 1879, el diario roquista “Nacional”, publicó un aviso oficial que decía “hoy entrega de indios. A toda familia que lo requiera se le entregará un indio varón como peón, una china como sirvienta y un chinito como mandadero”.

El mismo diario, continuó Bayer, sería el que escribiría “ llegan a Buenos Aires los indios con sus familias. La desesperación, el llanto no cesan. Se les quita a las madres sus hijos para, en su presencia, regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano, unos hombres indios se tapaban la cara, otros miraban resignadamente al suelo, las madres indias aprietan contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza para defender a su familia de los avances de la civilización”.

Un público particular

Entre el público del auditorio estuvieron presentes los estudianes de sexto año de la Escuela Primaria N° 24 de Villa Elisa, "Luisa Ricome de Husson". El docente y escritor Marcos Salvatierra afirmó “que treinta estudiantes de escuela primaria sientan emoción tal al escuchar a un escritor de la talla histórica de Osvaldo Bayer, significa que han reconocido a una persona avanzada a su tiempo, que ha sufrido injusticias, que se ha comprometido con quienes ha visto sufrir, y que ha dedicado su vida a hacer que voces que han sido acalladas adquieran peso

En este sentido, afirmó que “también, que la nueva sociedad –la República por venir– necesita de hombres libres y jóvenes para ser imaginada y construida”. Finalmente concluyó “ya lo dijo el poeta griego Odysseas Elytis: «Los sabios tienen asignado un lugar que es el mismo otorgado a los niños, pero ¡inmenso!»

Roca es autor de otras dos maldades” afirmó el historiador. “Cuando empezaron los trabajadores a luchar por las ocho horas de trabajo, Roca aprueba la ley más inhumana de la legislación argentina: la ley de residencia por la cual se expulsaba del país a todo ciudadano extranjero que practicara ideologías contrarias al ser nacional” continuó Bayer. En este sentido, señaló que sólo los hombres eran expulsados, buscando Roca “que la mujer le diga al marido 'no temetas en el sindicalismo porque te van a expulsar y quedo sola con los hijos y cómo los alimento'”. Cientos de obreros fueron expulsados pero no terminó allí señalo Bayer, sino que el General firmó dos convenios con Italia y España para que los expulsados del país sean vigilados por la policía al llegar a sus países.

La segunda maldad a la que hizo referencia el escritor, fue a la represión ordenada por Roca el 1ro de Mayo de 1904 contra los 70.000 obreros que recordaban a los mártires de Chicago. “Cae el primer mártir del movimiento obrero, el marinero Juan Ocampo de 18 años” relataba Bayer, “los marineros toman el cuerpo y lo llevan al diario "La Protesta". Lo están velando y a la noche ordena Roca a la policía allanar el local. Destruyen las imprentas y se llevan el cadaver. El primer desaparecido, nunca apareció ese cadaver.

Bayer reflexionó entonces, “y el monumento más grande de la ciudad de Buenos Aires no es a San Martín, es a Roca, lo pusimos ahí a 90 metros de la Plaza de Mayo, mirando a la Casa de Gobierno a través de la diagonal sur”. Luego acotaría, que “no fue hecho por un gobierno democrático, sino por un gobierno de la década infame de 1930”.

Finalmente, Bayer comentaría acerca del proyecto que impulsa reemplazar el monumento a Roca por el monumento a la mujer de los pueblos originarios, a la mujer africana y a la mujer inmigrante. Señalaría el escritor que la mujer de los pueblos originarios “ha originado la mayoría del pueblo argentino porque los últimos estudios de antropología señalan que el 61% de los argentinos tiene algo de sangre de los pueblos originarios”.

También señaló que el artista plástico Andrés Zerneri participa del proyecto que busca construir a partir de donaciones de llaves. “Queremos hacerlo con el aporte del pueblo, no con plata de ninguna fundación ni tampoco del Estado, sino que el pueblo tiene que hacerlo”, explicó Bayer.

 

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