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La decadencia de un modelo basado en la mentira
Por Hernán Lascano / La Capital - Monday, Oct. 29, 2012 at 10:47 PM

Lunes, 29 de octubre de 2012 01:00 | Policiales | Mientras avanza la causa penal del ex jefe de policía provincial Hugo Tognoli, que ayer cumplió una semana detenido, hay dos casos que, sin tanta resonancia, se ofrecen como ejemplares para entender el agotamiento sin remedio de un modelo de actuación policial que arrastra en su quebranto al sistema político en bloque, cualesquiera sean los actores que circunstancialmente ocupen el Ejecutivo.

Se trata de casos recientes que ocurrieron hace cinco meses, en ocasión de anunciarse un cambio para mejorar las situación, lo que se asume fue de buena fe. Pero adoptar una idea como nueva y hacer las cosas como siempre no es un camino que lleve muy lejos.

En mayo pasado se anunció que el área de persecución al tráfico de drogas, así como la de los delitos de trata de personas y el mando de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE), quedaba bajo la directa conducción del Ministerio de Seguridad. El entonces ministro Leandro Corti puso como encargado de las tres áreas al comisario general Cristian Sola, que hoy es jefe de policía provincial. Le encomendó como primer operativo un objetivo en el departamento General López.

Se trataba de ir por actores que eran abiertamente conocidos como organizadores mayoristas del tráfico de drogas en sus regiones. La inacción contra ellos generaba una perniciosa fatiga moral en sus comunidades. Los vecinos sabían de la protección que recibían y cuestionaban por ello a sus dirigentes políticos. Algunos de estos entendían que no hacerse cargo de la demanda de sus zonas era, además de ilegítimo, algo que los sumía en un desprestigio irremontable. Por eso pidieron acciones. Corti sostuvo que no tenía compromisos con esa situación y le ordenó a Sola avanzar al respecto.

Uno de los señalados se llama Aldo Orozco y vive en Firmat. El otro, que reside en Villa Cañás, es Carlos Andrés Ascaíni. La Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) dijo que él había recibido protección de la policía santafesina y por ello Tognoli está preso.

Pero esta nota no es sobre Tognoli sino sobre el modo en que se cumplió con la orden de capturar a Ascaíni y a Orozco. Fueron los primeros operativos de un nuevo jefe policial de la Brigada Departamental de Drogas de Venado Tuerto. No se puede negar que fue resolutivo: en 50 días dos tipos considerados intocables terminaron detenidos por una dotación policial integrada por los mismos cuatro hombres.

Ocurrió que para demostrar vocación de hacer algo nuevo se usó el modo viejo. El resultado es que Andrés Ascaíni casi seguro se irá en libertad. Aldo Orozco se fue hace dos meses.

Las dos veces pasó lo mismo: el acta del procedimiento de detención se reveló ineficaz para demostrar que llevaban droga. El operativo estaba tan mal hecho que hasta sus testigos, al declarar en Tribunales, demostraban la falsedad de lo actuado. En el caso de Orozco el juez federal Carlos Vera Barros dictaminó en agosto que todo era tan irregular que no podía deducir un delito. En un Estado de Derecho hay una sola cosa que hacer con un imputado sin pruebas: soltarlo.

Y todo indica que eso pasará con Ascaíni. El burlesco operativo en el que lo detuvieron cuando casualmente pasó por un cruce de rutas un jefe policial y le encontró droga en su auto se cae a pedazos. Otra vez los testigos desnudaron vicios en el acta de procedimiento. Además el 1,2 kilo de cocaína secuestrada resultó ser, una vez que fue analizada por el mismísimo laboratorio de Drogas Peligrosas, una mezcla de azúcar y anestésicos con una concentración de cocaína del 4 por ciento. ¿Cómo se entiende que la supuesta droga secuestrada se haya convertido en esa otra sustancia? Se presume que fue modificada luego de la incautación para favorecer a un imputado proclive a hablar de policías que súbitamente le estaban soltando la mano.

Más allá de la mayúscula gravedad de lo expuesto lo que vale es plantear otra cosa: a menos que el gobierno quiera vivir a salto de escándalo, un modo de acción policial toca a su fin. Es el modelo de la mentira desembozada tomada como verdad y escuchada mil veces durante los juicios en los tribunales federales. Esos operativos donde nunca está claro el origen de la investigación, salvo espasmos esotéricos como requisas casuales u olfatos infalibles de policías que pasan por una ruta en el medio de la pampa y justo descubren a un narco con una bolsa de cocaína adentro del auto. Esta forma de trabajar basada en la falsedad y en la trampa fue avalada históricamente por el sistema político y judicial de Santa Fe durante 29 años de democracia.

Sola dijo al asumir como jefe provincial que en su gestión habían sido detenidos dos importantes traficantes. Pero uno ya volvió a su casa y el otro tiene enormes chances de que ello ocurra como resultado de la forma en que los apresaron.

En medio de otro escándalo por irregularidades en el combate al narcotráfico, en 2007 el ex gobernador Jorge Obeid desplazó a más de 50 hombres de Drogas Peligrosas y reemplazó a esa dirección por la actual Dirección General de Prevención y Control de Adicciones. Está visto que quienes llegaron no renovaron los métodos y las relaciones narcopoliciales siguieron afianzándose. El resultado es que hoy hay que seguir cambiando personal.

El Frente Progresista prueba con dolor extremo el costo de hacer la plancha en temas tan graves durante tanto tiempo. Por convicción, por espanto o por ambas cosas, ahora parece abrirse una etapa nueva e interesante, Pero el gobierno no es en absoluto ajeno al mal trago por el que pasa. Hace menos de un año, en diciembre, promovió a comisario mayor al jefe de la alcaidía de Jefatura de Unidad Regional II bajo cuya gestión un importante narco, Carlos Fiordellino, se fugó por la puerta sin romper un candado. Lo ascendió a sabiendas de esto, con el tema en la tapa de este diario, desdeñando el desmoralizador mensaje institucional que eso implicó hacia abajo.

Una forma de trabajar basada en la mentira, como evidencian los casos de Orozco y Ascaíni, sólo asegura resultados ruinosos. Lo que hoy se vende como un éxito mañana será una crisis.

La mentira sólo garantiza el retroceso y esto cabe también a la delegación de legisladores del PJ que el viernes se retiró de la reunión para brindar la ayuda que tantas veces sugirieron al gobierno de Antonio Bonfatti. La pueril e inverosímil excusa de que en la cita debía estar el periodismo ofende a los periodistas. Con la prensa presente la discusión trivial y el intercambio de chicanas habría ocupado el lugar de un debate difícil basado en un problema común. A veces la presencia del periodismo sólo logra que lo importante ni se mencione.

El peronismo santafesino, que no exhibe en su historia de gobierno experiencias exitosas para acreditar cómo cambiar los vínculos entre narcocriminalidad y policía, queda con incógnitas respecto de su buena voluntad para encontrarlas ahora.

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