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Día 37: Un compañero de prensa denuncia a la patota y la policía
Por Fuente: Justicia Por Mariano - Saturday, Nov. 10, 2012 at 1:45 PM

noviembre 10, 2012 | La última jornada en el juicio que se lleva a cabo en Comodoro Py fue una nueva denuncia contundente contra la patota y la colaboración policial en el asesinato de Mariano y las heridas a Elsa y los otros compañeros. El ayudante de cámara de C5N Marcelo Pablo Polito que, junto al camarógrafo Gustavo Farías y la periodista Gabriela Carchak, dejaron un testimonio fílmico vital para la causa volvió a narrar detalladamente, paso a paso, como se armó el ataque y como la policía liberó el camino para que la banda de Pedraza llevara a cabo la brutal agresión.

“Ellos ya estaban golpeados. Ya venían golpeados del lugar donde fue no sé si una emboscada o qué. En las vías”, recordó Polito de sus primeras imágenes al llegar junto a los compañeros tercerizados y del PO. “Había unas banderas rojas que no me recuerdo la leyenda que tenían. También había banderas de palo corto, como las de cancha. De caña, no eran cosas que podían dañar. Ellos estaban tranquilos, pero estaban nerviosos. Yo escuché que iban a ir al Argerich”.

Y luego enfocaron con la cámara hacia las vías, donde estaba la patota: “Tomamos unas imágenes. En ellas se veía a gente con palos, con caños, gente rompiendo baldosas. Lo vi por el visor de la cámara a unos 120 metros. Es difícil que una persona lo vea sin cámara a esa dsitancia. Por eso yo vi que juntaban palos, que tenían fierros. Objetos que salían de todos lados. La baldosa más chica era la mitad de una.”

“Yo vi la situación como estaba y no me gustó nada”, narró el compañero y agregó que en ese momento “vino una persona de civil, con handy, y me dijo que me tenía que retirar. Tenía camisa blanca, pantalón de jeans, zapatos, medía más o menos un metro 75 y era de tez blanca”.

-¿Se identificó? –preguntó el fiscal.

-No. Yo escuché la frecuencia policial y me di cuenta de que era de la federal. O, no sé, alguien de la fuerza. Se me puso al costado, nos dijo que nos retiremos, yo le dije que no, que era nuestra función, que si me retiraba me sancionaban. Y le digo “sacame si querés, yo no me voy”. Él me dice: “yo te lo digo porque te van romper todo. La cámara, todo. Váyanse de acá”.

Se fue en diagonal, cruzó de vereda y se fue hacia los móviles policiales.

-¿Dónde estaban los móviles?

-En la calle. Cuando él llegó junto a ellos, los pusieron arriba de la vereda. A los móviles y a un carro de asalto. En el momento que se abrieron vino corriendo esta gente.

Cuando yo vi que esta gente venía como enajenada con palos y todo, retrocedimos unos pasos, y ahí vinieron a agredirnos, nos rodeaban, nos gritaban que apaguemos cámaras, que no les demos cámara a estos negros de mierda. Nos gritaban que nosotros estábamos con ellos, políticamente digamos. Yo les pedí por mi hija que no me hagan nada, que estábamos trabajando. Se ponían unos adelante y otros atrás A mí me fueron empujando hacia Chevallier. Ya se escuchaban baldosazos, piedras, gritos, alarmas de autos.

-¿Usted estaba solo?

- Estaba con Gustavo Farías. Gabriela estaba un poquito más alejada. Cuando ella ve que nos querían agredir, que nos gritaban “apagá las cámaras, no mirés, agachá la cabeza”, que estaban con palos y con piedras ella se acerca, y como era mujer, al ver que eran todos hombres, se puso en el medio para que no nos golpearan. También la insultaron a ella. No se frenaron, digamos”.

-¿Quiénes eran los que los agredían?

-Eran como los jefes del grupo. Unas 10 o 15 personas.

-¿Recuerda características?

-Sí. Hay una persona de tez trigueña, rulitos, bajito, de un metro 65, 70 más o menos, tenía una campera o ropa medio azul, de rulitos, pelo largo. Después otra persona canosa, tenía un cuello. Un cuello ortopédico. Sí, hay otras personas que estaban ahí a paso nuestros que amedrentaban tener armas.

A estos integrantes de la patota, Polito luego los identifica perfectamente en el video y las fotos que fueron exhibidas al finalizar su exposición. Se trata de Uño, Pérez y Alcorcel, tres de los imputados de la patota.

De Pérez, dijo: “Había una persona que estaba como constantemente con la mano en la cintura, como queriendo sacar un arma”. Esto se vio perfectamente en el video.

Frente a todas estas agresiones se destaca nuevamente la valentía de los compañeros: “Nosotros

bajamos la cámara pero la dejamos prendida”. Y allí quedó grabado el enorme documento incriminatorio.

Fueron empujados adentro del galpón de Chevallier y uno de ellos, “el de rulitos de pelo largo (Uño) -dijo Polito- se quedó en el portón para evitar que nosotros saliéramos”.

-¿Cuánto tiempo estuvieron adentro de Chevallier y cuánto duró esto que usted dice que escuchaba ruido de piedras? –quiso saber el fiscal.

-Calculo que unos 7 u 8 minutos.

-¿En ese tiempo qué sonidos escuchó?

-Detonaciones, piedras, vidrios, alarmas, gritos, llantos. Muchos cascotes y piedras hacia nosotros que pegaban en el portón.

-¿Las detonaciones, cómo eran?

-Las detonaciones que yo escuché eran todas distintas. Como si fueran de distintas armas. Yo escuché 8 detonaciones

-¿En esos 7 u 8 minutos, escuchó algo que indicara presencia policial?

-No, ahí no había ninguna persona uniformada .

Cuando salieron, “el de rulitos se fue corriendo con los demás”, dijo Polito y agregó: “vi a una señora que gritaba: mataron un pibe. Se me acercó y la abracé, la contuve. ¿Qué podía hacer?

Me acerqué a la ambulancia y lo ví a Mariano Ferreyra. Agonizando. Muy mal. Yo lo pedía al de la ambulancia que arranque, que lo lleve”. En ese momento Polito se quebró, y ente llantos prosiguió su triste relato.

-¿Vio a los patrulleros cuando salió de Chevallier?

-No. Vi a una persona mayor, con un handy en la mano que me preguntó: “¿qué pasó?”, como si estuviera en un cumpleaños de quince. No se identificó, pero tenía un handy en la mano.

Ante una pregunta de si se sentían amenazados, Polito contestó que sí, que ponían la mano como “que tenían un arma, insultándonos, empujándonos, escupiéndonos. Que nos iban matar.”

Y allí comenzaron las provocaciones, encabezadas –cuando no- por el abogado Freeland, defensor de Juan Carlos Fernández, quien, junto con otros defensores, comenzó a sonreírse ostensiblemente.

Polito los paró en seco: “señor presidente, no sé de que se ríen”, dijo con firmeza. Y quien presidía la audiencia se vio obligado a recriminar con dureza a los provocadores.

-¿Los vio con armas a los que entrevistó? –preguntó Freeland desorientado.

-No. Yo no vi ni gomeras ni tampoco palos. Yo vi gente embarazada, criaturas. Era gente que estaba manifestando.

Todavía faltaban varias provocaciones y acosos por parte de los defensores de la patota que intentaron amedrentar a Polito y, por elevación, a los testigos próximos.

Pero la más grave fue al final.

Polito pidió regresar, luego de haber terminado su declaración, para realizar una ampliatoria. Allí dijo que se sentía amenazado, que había recibido varios llamados amenazantes y que habían sucedido varias cosas raras como que le habían armado una causa por una supuesta rotura de un vidrio y que le habían secuestrado el auto.

Ante esto el tribunal decidió atender la situación y definir las medidas de seguridad reclamadas.

El provocador Freeland, que pidió levantar la audiencia sin que prestara declaración el último testigo porque tenía que cumplir con “un deber patriótico” – en referencia a la marcha de ayer-, le dijo: “¿No será que lo amenazan por alguna de las tres causas penales que usted tiene pendientes?”.

Polito le contestó: “¡Cuánto que sabe usted de mi vida!”. El presidente del tribunal nuevamente debió llamarle la atención al provocador que se retiró sonriente como si su tarea hubiera estado cumplida. Para eso le pagan.

Otro testigo presencial y la incriminación de la patota

Antes de Polito habían declarado un empleado tercerizado –que denunció intensamente la forma en que se organizó la patota y la endeble resistencia de los manifestantes- y Carlos del Papa, un delegado de la verde de la UF que se desentendió de todo, acusó a las víctimas y dijo que él y Pablo Díaz se habían sorprendido por la muerte de la que se enteraron en un bar de la estación. “El más sorprendido era él”, dijo sobrectuando la evidente falsedad de su testimonio. Un caradura que debería acabar en prisión por encubridor.

Fernández, por su parte, era un tercerizado del ferrocarril que había sido despedido de una de las tercerizadas (Erso). El 20 de octubre estaba en la movilización junto al resto de los compañeros en reclamo de la reincorporación de los despedidos y el pase a planta permanente. Vio claramente como disparaba un integrante de la patota. Y cómo la policía que estaba en el lugar no sólo no detuvo a la patota sino que ni siquiera atendió los reclamos que los compañeros les hicieron luego de que la banda de la Unión Ferroviaria hubiera asesinado a Mariano y herido al resto de los compañeros.

“Cuando cruzamos el puente Bosch ahí se armó el revuelo”, comenzó Fernández y añadió: “mientras íbamos por abajo no pasaba nada. Cuando quisimos subir se armó”.

Maximiliano Medina (CELS):-¿Cuántos intentaron subir?

-Yo y otro compañero. Permanecimos un minuto, porque eran doscientos contra el otro compañero y yo.

-Después de eso se juntan a dos cuadras de las vías, ¿qué pasó? –preguntó la fiscal.

-Se planteó que no se podía hacer nada y decidimos irnos. Cuando nos estábamos retirando, vimos que ellos venían bajando del terraplén. Llegaron corriendo, con palos. Y los esperamos.

-¿Quiénes los esperaron?

-Nosotros, los hombres. Había gente con chicos que se fueron para otro lado.

Llegaron ellos y quedamos enfrentados más o menos a 30 metros de distancia.

Empezaron los piedrazos de ellos y los nuestros y ahí vimos que salió uno tirando de un auto. Salió del lado izquierdo, hacia el medio de la calle. Era morrudito, de remera azul.

-¿Vio el arma?

-El arma no la vi, pero escuché los tiros.

-¿Es la única persona que vio con armas?

-Yo vi sólo a esa persona.

-¿Estaba sola?; ¿Tenía gente cerca?

-Sí, tenía gente a los costados.

-¿Pudo reconocer a alguien?

-Los vi a Pipitó y a Uño.

- ¿Y qué pasó?

-Ahí se quedaron sin balas y nosotros los corrimos a ellos. Había dos patrulleros atravesados y no pudimos hacer nada. Les dijimos que nos agarraron a los tiros y no nos dieron una solución, ¿me explico?

Sí, el compañero se explicó con total claridad. Esa era una muestra palpable de la connivencia policial con la patota que asesinó a Mariano.

-¿Que pedían el 20 de octubre? –preguntó Medina.

-Que nos reincorporaran

-¿Y antes del 20 de octubre, hubo otro intento de corte?

-Sí, el 21 de julio me parece. Entonces nos dijeron que nos iban a reincorporar y quedó todo en la nada. Fuimos al Ministerio de Trabajo y todo. Tuvimos una audiencia y ellos dijeron que no, que no iban a reincorporar a nadie.

-¿En la manifestación de Avellaneda había otros tercerizados? –quiso saber Claudia Ferrero, abogada querellante del PO.

-Sí. Compañeros de Erso.

-¿Quiénes eran dueños?

-De Confer nunca supe quienes eran los dueños. De Erso, tampoco. La Cooperativa (Unión del Mercosur) era de la Unión Ferroviaria.

En una muestra de la forma de interrogar que tienen los abogados de la patota cuando se trata de testigos de la querella, Mario Fenzel, le preguntó: ¿recuerda con nombre y apellido a las personas que estaban al lado del tirador?

-Estaban los que dije que estaban. Estaba ese Sánchez, Pipitó, Uño, González, Todos los que están en el video.

-¿A qué distancia del tirador estaban?

-Estaban todos juntos

Todos juntos. Ninguno de ellos se asombró de que hubiera algunos con armas y que dispararan y mataran. Todos juntos deben ir a la cárcel.

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