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¿Qué son el sionismo e Israel?
Por Mercedes Petit y Gabriel Zadunaisky - Tuesday, Nov. 20, 2012 at 8:54 PM


¿Qué son el sionismo...
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A fines del siglo pasado, como respuesta a los pogromos contra los judíos que se daban fundamentalmente en el imperio austro húngaro y en la Rusia Zarista (que eran entre otras razones consecuencia de toda una política de represión hacia los trabajadores y distintas nacionalidades oprimidas), se formó un movimiento impulsado directamente por la burguesía imperialista (con algunos destacados magnates multimillonarios judíos a la cabeza, como Rothschild), el sionismo, que sostenía que la solución era formar un estado “judío" Este plan tenía el pérfido objetivo de apartar a las masas judías (en su mayoría pobres campesinos, artesanos, pequeños comerciantes o trabajadores) de la lucha de clases de sus respectivos países, de la lucha de todos los explotados y oprimidos por derrocar a esos regímenes totalitarios, y de la lucha mundial contra el sistema imperialista burgués. Tenía el objeto expreso de apartados de los partidos marxistas, revolucionarios, que eran condenados por los sionistas como partidos "subversivos".

Este plan imperialista basado en el racismo, es decir, fascista, fue combatido por los marxistas desde su mismo origen. La III Internacional consideraba «el pretexto de crear un estado judío en Palestina, ese país donde los judíos forman una minoría insignificante", como «el engaño organizado por las potencias imperialistas con la complicidad de las clases privilegiadas de los países oprimidos" (2° Congreso, 1920).

Desde la aparición misma de ese siniestro movimiento para el marxismo vale la siguiente definición: “Estado judío" = sionismo = racismo = fascismo

Israel, un “país” sionista, racista, fascista, invasor

La contrarrevolución imperialista sionista fascista logró imponer el “estado judío” en Palestina en 1948. La aparición de Israel en esas tierras fue la culminación de largos años de lucha y resistencia antiimperialista de las masas árabes en el Medio Oriente.

Entre las dos guerras mundiales se produjeron numerosas insurrecciones contra los colonialistas británicos y franceses.

Palestina, que había quedado bajo el dominio inglés desde el fin de la primera guerra fue el eje de esas movilizaciones, en particular entre los años 1936 y 1939. Para aplastar a las masas palestinas el imperialismo inglés tuvo que apelar a la mitad de las tropas de su ejército, uno de los más poderosos del mundo.

Y contó además con la eficiente colaboración de la siniestra Haganá, el ejército “extraoficial” que habían formado los sionistas para reprimir a los palestinos durante la ocupación británica. En esa lucha, miles de palestinos fueron muertos, detenidos y condenados a la horca o sentenciados a larguísimas penas de prisión. En 1939, el heroico pueblo palestino se encontraba prácticamente aplastado por ese baño de sangre. Esto facilitó la formación del “estado judío”, Israel, en 1948.

La población palestina nativa fue despojada de sus tierras y sus bienes, de sus derechos democráticos nacionales y territoriales, por la fuerza militar de las tropas británicas y las bandas paramilitares sionistas dejando de lado los roces coyunturales que se produjeron entre sionistas y británicos, con el apoyo de los imperialismos francés y norteamercano y el beneplácito de la siniestra burocracia soviética. La mayor parte de los pobladores de Palestina fueron obligados a emigrar, a deambular como parias por los distintos estados árabes de la región, y la que quedó dentro de las fronteras del nuevo “país” sufre desde entonces no sólo una tremenda superexptotación, sino todas las consecuencias de la legislación ferozmente racista que impera en Israel, sólo comparable a la del “apartheid” sudafricano.

Israel no es un país cualquiera, sino un engendro artificial, producto de la contrarrevolución imperialista-fascista, un estado invasor, racista, cuya existencia se asienta en la masacre, el genocidio, la expropiación y la expulsión de sus tierras de la multitudinaria población de Palestina.

Los argentinos conocemos muy bien un fenómeno semejante al de Israel: las islas Malvinas. Hace 134 años, las tropas británicas invadieron esa parte del territorio nacional argentino, impusieron por la fuerza militar su dominio y las transformaron en un enclave colonial. El imperialismo y los sionistas = racistas = fascistas israelíes hicieron lo mismo en el territorio palestino, desde 1948. Con una diferencia que agiganta el crimen: mientras que esa parte del territorio argentino estaba deshabitada, las tierras sobre las que se impuso el estado fascista estaban habitadas por millones de pacíficos campesinos, en su abrumadora mayoría palestinos, que fueron invadidos, masacrados y desalojados. Así como las Malvinas -luego de la derrota de la guerra de 1982- siguen siendo un enclave colonial británico en el territorio argentino, Israel es un país enclave, que se asienta en la persecución sionista = racista = fascista a la población nativa, los palestinos, ya sea dentro o fuera de Israel.

Recordemos compañeros: desde 1948, para los revolucionarios vale la siguiente definición: “estado judío" = existencia de Israel = enclave = genocidio

¡Volveremos!, el grito de guerra de los palestinos

Aunque la invasión imperialista sionista fascista triunfó en 1948, al imponer el Estado de Israel, desde entonces comenzó la guerra contra Israel, desde todas las masas árabes y de los palestinos en particular por volver a sus tierras y recuperar sus derechos. El hecho de tener que enfrentar constantemente la agresión militar de los sionistas = fascistas israelíes provocada por la existencia de Israel y por haber quedado sin tierra, por haberse transformado en una nación sin territorio, que tuvo que sufrir incluso no sólo los ataques directos del imperialismo y los israelíes, sino también de sectores de la burguesía y los terratenientes árabes, llevó a que su lucha se desarrollase casi exclusivamente en la toma militar, con los fedayines, los célebres combatientes contra el ejército israelí, y con todo tipo de acciones de sabotaje y atentados, tanto contra el imperialismo como contra los invasores sionistas.

En la década del sesenta se tornó la Organización para la Liberación de Palestina, que se transformó en la organización nucleadora de todos los palestinos despojados por el imperialismo e Israel. La OLP encabeza desde entonces la guerra de los palestinos por volver a su tierra. La resistencia palestina se forjó y la OLP se hizo grande y fuerte, hasta llegar a ser reconocida mundialmente como la representación nacional del pueblo palestino, porque levantó la única solución democrática del “problema” palestino: la destrucción del Estado de Israel, para permitir que vuelva a sus tierras la abrumadora mayoría de la población, los palestinos. En el caso de este castigado pueblo, su derecho a la autodeterminación nacional comienza por recuperar las tierras de las que fueron salvajemente expulsados. Si se logra el derecho democrático de los palestinos a volver, eso significa la desaparición del estado fascista = sionista, porque los palestinos son la indiscutida mayoría. Democráticamente los palestinos podrán instaurar un “estado laico, democrático y no racista” (como dice la Carta Nacional de la OLP), que será el único que podrá llevar la paz a la región y permitir que sus moradores musulmanes, judíos y cristianos puedan gozar de iguales derechos.

La posición de los revolucionarios es clara. Así como desde su mismo surgimiento combatimos al sionismo por su carácter racista-fascista, desde 1948 apoyamos incondicionalmente esa guerra que significa la lucha democrática del pueblo palestina, y luego de la OLP, por destruir a Israel y volver a sus territorios expropiados. Recordemos compañeros: Autodeterminación de los palestinos = destrucción de Israel

El ala “democrática” de los fascistas

Israel, desde que existe, alentó el desarrollo de una ala del sionismo que criticase las acciones más repugnantes del ejército israelí, los genocidios más escandalosos, los planes más expansionistas de los diversos gobiernos, con el objetivo preciso de que buscasen el apoyo entre las organizaciones de izquierda y la opinión democrática de los distintos países al reconocimiento del “estado judío”, fascista, racista, genocida, que diesen legitimidad a la existencia de Israel.

Esta ala “democrática” del sionismo, también conocida como “de izquierda”, o “socialista”, apela a la siguiente falsificación argumental: en el Medio Oriente habría “dos” pueblos que han luchado históricamente por su liberación nacional, los palestinos y los “judíos”. Estos últimos habrían logrado un paso inmenso a partir de que existe Israel, su “estado”, que sería resultado del “triunfo del sionismo, el movimiento de liberación del pueblo judío”. La diferencia entre palestinos y “judíos” sería que aquellos aún no alcanzaron el triunfo, no tienen estado, y los “judíos” sí. A los palestinos les corresponde “también” tener su estado y deben seguir su lucha, pero no deberían hacerlo “contra” Israel, sino “al lado”. En ambos movimientos había “ultras”. De un lado, “malos gobiernos” de Israel, que tienen injustas ambiciones expansionistas. Del otro, la OLP, que no está luchando por la autodeterminación de los palestinos, sino que es una organización de “asesinos”, “terroristas fanáticos”, “fascistas”, que combaten militarmente a inocentes pobladores detrás de su objetivo “racista” de destruir a Israel.

Toda esta argumentación siniestramente falsa, que está alimentada directamente por el propio Israel y por sus embajadas en los distintos países y por el imperialismo, tiene un objetivo bien claro: disfrazar la tremenda injusticia, el crimen contra la democracia que significa la existencia de Israel, y golpear la justa lucha de los palestinos, tratando de que renuncien a recuperar lo que democrátican1ente les corresponde, que renuncien a su derecho a regresar a sus tierras y que acepten como un hecho irreversible la existencia del “país” de los invasores, Israel. Su política se sintetiza en la fórmula del “reconocimiento recíproco”: que los palestinos acepten el derecho de Israel a existir como nación, renuncien a la justa lucha por su destrucción.

En últimas, esto sintetiza la esencia del sionismo, que es sinónimo de existencia de Israel. El ala “derecha” se conforma con garantizar su existencia con los millones de dólares que el imperialismo, en particular EE.UU., inyecta todos los años a la economía israelí para que sobreviva y con la fuerza militar de su ejército. El ala “democrática” pretende adornar esto con el consenso de sectores democráticos y de “izquierda”, y con un barniz “propalestino”. Este es, en últimas, el matiz de diferencia entre una y otra ala del fascismo sionista.

11 de marzo de 1984


Más información:

Laclase.info

Izquierda Socialista

Unidad Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional (UIT-CI)



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