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El paro del 20/11 y la unidad de acción
Por Rolando Astarita - Wednesday, Nov. 21, 2012 at 7:37 PM

A raíz del paro nacional realizado en el día de ayer, vuelve a plantearse la discusión acerca de si es correcto que la izquierda participe en unidad de acción con dirigentes sindicales burocráticos, o con corrientes políticas, u organizaciones sociales, defensoras del sistema capitalista. La postura que defiendo es que se puede y se debe participar en unidad de acción con otras fuerzas, siempre que esto implique la posibilidad de que los trabajadores o el pueblo avancen en demandas concretas (principalmente económicas o democráticas). Concretamente, el paro se convocó por una serie de demandas necesarias e importantes, que enfrentan el ajuste que están implementando el gobierno K y la patronal (por ejemplo, a través de la no actualización del mínimo no imponible, o la reciente ley de accidentes de trabajo). Tengamos en cuenta que en situaciones de dominio capitalista “normal”, la lucha entre el capital y el trabajo no se desarrolla de manera “pura”. Por eso, los trabajadores, o los sectores oprimidos, deben apoyarse en las contradicciones y divisiones en la clase dominante, o entre la clase dominante y fracciones importante de la pequeña burguesía.

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En contra de esta posición, los ultraizquierdistas siempre plantearon que no es posible unirse con traidores y enemigos del socialismo, así sea por reivindicaciones elementales y puntuales. En sus versiones extremas, se niegan a participar en cualquier huelga o lucha que no sea convocada por revolucionarios y socialistas. Pero esto significaría renunciar a la crítica y a la defensa de posiciones socialistas. Precisemos que el argumento ultraizquierdista es adelantado con frecuencia por algunos defensores izquierdistas del gobierno K, para concluir que no hay que apoyar las luchas obreras y populares. “Las demandas son justas, pero Moyano es un traidor de los trabajadores”, etc. No es más que una forma de disimular la colaboración con las políticas K. Curiosamente, mucha militancia y ex militancia PC, de larga trayectoria en la colaboración de clases, presenta este argumento (ver aquí para la postura histórica del PC). Lo mismo sucede con diversas corrientes del espectro K-izquierdista. Atacan la unidad de acción por puntos precisos y delimitados porque defienden una unidad programática con una fracción de la clase dominante (y siempre encuentran motivos para diferenciar alas progresistas del capital). El “no hacerle juego a la derecha” (argumento que supone que el gobierno K es de izquierda) se convierte así en un comodín discursivo destinado a dividir al movimiento y las luchas. Por eso, la crítica a esta postura no es en esencia la que dirigimos a los ultraizquierdistas, sino al reformismo que colabora con los explotadores.

Una larga tradición

En cuanto a la unidad de acción, la realidad es que siempre el movimiento obrero y socialista utilizó esta táctica. Marx y Engels incluso la explicitaron hace ya más de 150 años. La experiencia argentina es ilustrativa. Para citar solo algunos casos, en los años 70 la izquierda militaba en gremios que estaban encabezados por burócratas que denunciaban a los activistas ante las patronales, y hasta operaban en combinación con la Triple A. Pero fue esa misma burocracia la que convocó al Rodrigazo; y los militantes de izquierda participaron, al menos en su mayoría, en esa movilización, para luego profundizarla. De la misma manera, el primer paro que se hizo a la dictadura militar, el 27 de abril de 1979, fue convocado por la llamada Comisión de los 25, que reunía a dirigentes sindicales no precisamente de izquierda o siquiera democráticos (José Rodríguez, Roberto Digón, Raúl Ravitti, entre otros). Pero fue la primera gran acción que comenzó a resquebrajar seriamente a la dictadura. Luego, a partir de 1983, hubo otras múltiples muestras de unidad de acción. Por ejemplo, en los 90 CTA y MTA (Moyano) convocaban a movilizaciones o paros que eran apoyados por la izquierda, pero también por sectores de derecha; entre ellos, el Modin, de Aldo Rico. Más en general, cuando la izquierda milita en sindicatos dirigidos por dirigentes reaccionarios, está de hecho aplicando la táctica de la unidad de acción.

En definitiva, lo importante siempre es el análisis de la correlación de fuerzas, y la claridad en cuanto a los objetivos planteados. En este punto, los ultraizquierdistas se distinguen siempre por su incapacidad de “pensar en la correlación de fuerzas, de calcularla”, cuestión que está “en la esencia” de la táctica marxista (ver Lenin en el “Infantilismo ‘de izquierda’”). Siempre hay que partir de las condiciones de vida y la mentalidad de las masas trabajadoras, de su estado de conciencia, y no de esquemas elaborados en el aire. Es la única forma de darse una táctica correcta. Pero es en este sentido que la masividad del paro realizado en el día de ayer es la mejor demostración del acierto de la táctica de unidad de acción. El discurso oficial trata de taparlo, pero la realidad es que la adhesión a la medida de fuerza se extendió entre las bases de gremios cuyas direcciones son colaboracionistas (el caso CTERA es el más destacado, posiblemente). Subrayo, esto no hubiera sido posible si no hubiera habido confluencia de muchos sectores. Nunca se insistirá bastante en que la lucha de clases no opera en el vacío, no es pura. Las divisiones en el seno de la clase dominante, siempre abren resquicios y amplían posibilidades.

La perspectiva de más unidad de acción

Por supuesto, un triunfo no es sinónimo de batalla ganada. La presidenta CK ya ha dicho que no va a cambiar su política económica, sino todo lo contrario. Esto es, la ley anti-terrorista, la no actualización del mínimo no imponible, la ley de accidentes de trabajo o el recorte de partidas presupuestarias, se inscriben en un sendero que promete profundizarse. Por este motivo, la táctica de unidad de acción seguirá aplicándose. No hay manera de avanzar en el trabajo político y en la crítica ideológica si no se comparte las experiencias y las acciones con las más amplias masas trabajadoras. Siempre hay que preguntarse si tal demanda, o tal acción por esa demanda, fortalece la posición del trabajo frente al capital. Por ejemplo, si mejora las condiciones de venta de la fuerza de trabajo, si amplía o preserva derechos laborales o democráticos, etc. Como ya aclaramos esto no implica apoyar a corrientes, direcciones políticas y sindicales enemigas del socialismo. Participar en una huelga convocada por la dirección del SMATA o la UOM no significa avalar a sus dirigentes, ni los programas y estrategias que defienden. Tampoco hay que pensar que la simple experiencia de la lucha reivindicativa genera conciencia socialista. Ni siquiera genera la conciencia de acabar con las estructuras de dominio burocrático en sindicatos, u otras instituciones. Por eso, es imprescindible que el marxismo mantenga la crítica ideológica o política. Alguna vez Marx resumió esta forma de intervención en el movimiento diciendo que “no le diremos (al mundo): desiste de tus luchas, que son cosa necia; nosotros nos encargaremos de gritarte la verdadera consigna de la lucha. Nos limitaremos a mostrarle por qué se lucha, en verdad, y la conciencia es algo que tendrá que necesariamente asimilarse, aunque no quiera” (Carta a Ruge, septiembre 1843). Pero para esto, hay que partir del mundo -de la gente, de sus aspiraciones, formas de organización y luchas- tal como son, y no tal como quisiéramos que fueran. La táctica de la unidad de acción se inscribe en esta concepción más general.

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