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¿Quien fundó el Estado de Israel?
Por (reenvio) Adrián Sertanejo - Monday, Dec. 03, 2012 at 7:17 PM

Comencemos con una frase categórica: el Estado de Israel no lo fundó el pueblo judío.

Quizás tenemos un poco que situarnos en el escenario de posguerra, con una Europa en ruinas y humeando y las dos potencias emergentes queriéndosela comer. Fueron necesarios los acuerdos de Yalta y Postdam para que se la repartan miti y miti y a partir de ahí sobre esa línea, ambos monstruos se mostrarían las garras pero evitarían hundirse las dientes.

Pero se venía el nuevo impulso industrial de la mano de la destrucción y se necesitaría ingentes cantidades de petróleo (esa descomposición de plantas y animales antiguos que mueve el mundo de hoy) y a EEUU el oro negro de Oriente Medio le quedaba lejos.

Entonces tenían que encontrar una excusa para acercarse, por lo que buscaron algún conflicto irresuelto por la zona y lo hallaron: tres religiones disputándose un pedazo de tierra, ‘la tierra prometida’. ¡Bárbaro!

Ahí, los norteamericanos se contactaron con la Agencia Judía para acordar instalar de prepo un Estado cuasi-religioso justo ahí, el primero en su tipo. El dato de la Agencia se lo pasaron viejos servicios secretos nazis escondidos como ratas por el mundo, ya que la misma había participado activamente en las tareas de exterminio recientemente terminadas. ¿Cómo una organización judía metida en esto?

Sucede que cuando los nazis invadían uno a uno los países del Este no conocían nada de esos pueblos y esta Agencia les iba señalando quienes eran los activistas, los cabeza-pensantes, los artistas, etc. para deportarlos. Estos judíos nazis hicieron el trabajo sucio de marcación y la prueba está en que ninguno de los miembros de esta organización fue a parar jamás a un campo de concentración. Una suerte de Triple AAA judía.

Y ahí fueron, los halcones norteamericanos y los sionistas más radicalizados y heridos a fundar en 1948 un Estado religioso donde, según afirmaban, iría a vivir en paz todo judío perseguido, intención protectora que de ser así hubiera justificado su implementación antes de la avanzada nazí y así evitar la Shoá.

Contaron para esto con el apoyo de los judíos intransigentes, tan ciegamente convencidos por años de martilleo constante a través de iluminados profetas de ser … el pueblo elegido.

Sea a través de conquistas, invasiones, dominaciones, liberaciones, etc. las comunidades han dado lugar de alguna u otra forma a los Estados-nación, fueron los pueblos que se fueron agrupando voluntaria o arbitrariamente en naciones y no las religiones que profesan. De hecho, y salvo lamentables excepciones de intolerancia, los cristianos, musulmanes, judíos, hindúes, etc. se encuentran repartidos por todo el mundo.

A ese primer paso, de fundar un Estado fuertísimo en medio del desierto y armado hasta los dientes le siguió el de avanzar sobre territorio musulmán, encumbrando algún que otro jequecito dócil al frente de sus califatos y que le vendiesen petróleo barato y otros líderes más fuertes que aplacasen la indignación árabe con sus botas y joyas, en las personas de Hussein, Kadhafi, Reza Pahlevi, etc.

Y para cerrar, contactaron alguna que otra minoría sojuzgada que con un poco de discurso convenciéndolos de ser depositarios de una fe supuestamente puritana y un poco de armas se creyeran los defensores de la verdad y de paso tengan a raya/desestabilicen a los poderosos de la región, y ahí fuimos sabiendo de los pashtunes, los talibanes, los kurdos, etc.

Un combo excelente de conflicto eterno que requeriría – vean sino hasta hoy – de la presencia norteamericana ‘negociadora’ que legitime su intervención. Son inteligentes los yanquis, de eso no hay duda.

Tanto es así que previamente a la invasión a Kuwait, papá Bush se paseó por todos los países árabes comprometiéndolos en esa ‘patriada’ en lo que sería una legítima recuperación, absteniéndolos de intervenir a pesar que los tanques pasarían adelante de sus narices, y que dejó a Hussein pidiendo la jihad al viento desértico.

De paso y como avanzada cultural, instalar entre los israelíes las siempre seductoras e incandescentes lucecitas de la modernidad occidental, de manera de alejarlos cada vez más de sus tradiciones. De hecho, fuera de territorio norteamericano, el lugar donde se encuentra más instalado el ‘american way of life’ es en el Estado de Israel.

La presión durante años abrió grietas en el frente sionista-yanqui que debió aceptar la cesión de territorios de la antigua Palestina pero que los tanques controlan a rajatabla.

Parte de la estrategia es hacer ver al mundo que Hamas es un grupo terrorista cuando es la facción política que encumbró en elecciones libres el pueblo palestino (trazando un paralelo con la escena vernácula, como si Montoneros se hubiese presentado a elecciones y hubiese ganado). No extrañaría que los cohetes sean pasados y lanzados desde la Franja por colaboradores yanquis y así justificar una nueva invasión porque, ¿cómo birlan los férreos controles israelíes cientos de misiles?

Hoy tenemos una fortaleza inexpugnable, bancada por los yanquis y los judíos duros en EEUU, que no comercia con ninguno de sus vecinos y que como una Dallas en el desierto, encandila a unos cuantos ilusos con un lujo desproporcionado y sueños de realización, si es que sueñan, ya que a veces los zumbidos de cohetes les molesta la siesta.

Decirles de paso que la bomba que estalló sobre la cabeza del líder del ala militar de Hamas la semana pasada se debió a que esta era la persona que estaba negociando la paz definitiva en la región y estaba convencido de lograrla, nada más alejado que lo que quieren estos muchachos. Lo mismo había sucedido en 1996 con el Premio Nobel de la Paz, Rabin, recuerdan, esta vez asesinado por los propios judíos.

Puede cerrarse un nuevo capítulo pero bastará que en algún momento, alguien en la frontera le sople la oreja a uno, el otro lo escupa, el primero le parte un palo en la cabeza, entonces el otro le tira un plomo y otra vez ésto.

Este conflicto nació para nunca acabar … al menos mientras el petróleo no se acabe.

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