Julio López
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Los Panzones (Rufianes)
Por Lelio Merli - Friday, Dec. 07, 2012 at 10:09 PM
leliomerlifiscal@hotmail.com 0341 4400788 J. M. ROSAS 964 - ROSARIO

EN 1932 EL GOBERNADOR LUCIANO MOLINAS EMPLEÓ UN SISTEMA SIMILAR AL DESCRPTO EN MI ANTERIOR "EL ASNO PRODIGIOSO DE CHILIBROSTE" PARA DEMOSTRAR QUE SON UNOS FLOJOS AQUELLOS QUE SE HACEN LOS MALOS CON LAS MUJERES.

Cual si fuera una continuación de los Relatos Literarios:
EL ASNO PRODIGIOSO DE CHILIBROSTE y su anterior: EL RECONOCIMIENTO,
(pertenecientes a mi libro inédito: COLOQUIO CONTINUO, publicados por ARGENTINA INDYMEDIA) , envío ahora este trabajo: LOS PANZONES, donde verán cómo el ex ¬gobernador de Sta. Fe: Luciano Molinas, al ridiculizarlos,
utilizó un sistema similar al que describo en el Asno Prodigioso, para demostrar que son unos “flojos“, aquellos que maltratan a las mujeres (L.M.)

LOS PANZONES (Rufianes) Por: Lelio Merli
Cuando Luciano Molinas asumió el gobierno de Santa Fe -en la década del treinta- los prostíbulos estaban en su máximo esplendor.
Entre los grandes éxitos de su obra de gobierno figuran la destrucción de la Mafia y el cierre (legal) de los prostíbulos.
Estos habían cumplido una función social y se “toleraron“ en una época de inmigración con gran diferencia numérica entre los sexos. Trajo para los varones una relativa solución en ese aspecto.
Pero como no es oro todo lo que reluce, las “casas de tolerancia“ tenían su parte oscura que, precisamente por ser oscura, no salía a la luz.
Entiéndase: la trata de blancas, el rapto de menores, el engaño de jovencitas a las que casaban, engañadas, los “gavilanes“ y por sobre todo, el aprovechar cualquier desdicha de una mujer para esclavizarla de por vida.

EL GOBERNADOR SILVESTRE BEGNIS.
Silvestre Begnis, que veinte años después también sería gobernador, contaba a sus alumnos que él, cuando joven, -en aquella época del gobierno de Molinas- fue partidario de la existencia de los prostíbulos, hasta un día en que visitó, como médico recién recibido, a una familia rural, bien constituida, que había conocido anteriormente y cuyo jefe luego quedó paralítico.
Los niños eran muchos y pequeños y al preguntarle a la señora cómo lograban subsistir, le informó que a ella no le quedó más remedio que ingresar al prostíbulo de la localidad.
El doctor contó a sus alumnos que él se imaginó lo denigrante que habría sido para esa buena mujer ser poseída por dos pesos por todos los vecinos que la habían deseado de soltera sin conseguir sus favores.
También se hizo cargo de la desesperación del marido, aguantando resignado que los varones de un pueblo entero saciaran sus deseos con la que era el amor de su vida.
Pensó en aquellos hijos creciendo entre las burlas de sus compañeros de escuela y en las críticas de las mujeres “decentes“, más de una seguramente, “puta de verdad“.
Todo eso y mucho más pasó por su mente de joven médico.
Todo eso y mucho más explicó a sus alumnos el Dr. Silvestre Begnis al fundamentarles su oposición a la legalización de los prostíbulos y manifestar su admiración por Luciano Molinas.
Cuando Silvestre Begnis fue gobernador, Fondizi era presidente. Al criticar la falta de firmeza de éste, Rodolfo Irazusta me explicó que un gobierno tiene éxito -en el orden interno- sólo si se elige bien al Jefe de Policía, que no debe pecar por excesos ni omisiones.
Este debe ser un fiel ejecutor de la política gubernamental ya que, en definitiva, el único responsable de sus actos es el Ejecutivo.
Siempre me nombraba a Molinas -persona de su amistad- como el mejor ejemplo de un gobernador positivista y republicano.

EL GOBERNADOR MOLINAS
Los “gigolos“ de aquel tiempo llevaban el mote de “panzones“. Eran vagos con fama de “malevos“; inservibles para cualquier oficio, que vivían de las mujeres de las que se apropiaban, comprándolas, engañándolas, robándolas, casándose, o enamorándolas.
Pero para eso se precisaba el visto bueno de la policía ... y la policía durante aquellos gobiernos era manejada por los caudillos.
El gobierno de Molinas tuvo el honor de “liquidar” la Mafia y a los panzones . Poco a poco a éstos los fue ridiculizando y dispersando.
No sé si de chico Don Luciano vio una pelea de un burro con un caballo como la que describo en El Asno Prodigioso, pero sí sé que utilizó un sistema similar para demostrar públicamente que son unos “flojos“ aquellos que se hacen los “machitos“ con las mujeres.
Todos los lunes ”las mujeres de la vida“ tenían revisación en la Asistencia Pública. Ese día las casas de tolerancia estaban cerradas y las chicas aprovechaban para “ir de tiendas“.
Pues bien, Molinas las obligó a ir a buscar los certificados a la Jefatura de Policía, -después del examen- entrando por la puerta de la calle San Lorenzo.
Los panzones detenidos por infringir el artículo 840, ofrecían el espectáculo de los lunes, lavando la vereda de la Jefatura: descalzos, sin los botines de tacos altos (ya cortados a sable por los oficiales) y sin las polainas blancas, ante la mirada atenta de un par de “escuadrones“ de la Montada, ubicados enfrente y provistos de Remingtons. Correntinos criados en La Laguna -cazadores de carpinchos a bala, con un solo tiro y a la cabeza- que tenían la orden de disparar a las piernas si huían El primer tiro: un cartucho con sal, el segundo: una bala de plomo.
Calladitos y cabizbajos, los panzones sabían que si intentaban fugar, los del Rémington donde pusieran el ojo pondrían la bala
Las pullas de las mujeres -llamándolos por sus alias- eran tales como:
Por qué no te disparás ahora, Liebre ?.
Por qué ahora no te hacés el gallito, Malevo?.
Después de ser objeto de befa ante sus mujeres y el público que ocupaba la otra vereda -entre los que se contaban sus clientes- muchos de esos panzones se radicaron en otras provincias.
La población tuvo ante sus ojos, con toda crudeza, el espectáculo que daban esas pobres mujeres esclavizadas por esos malevos de cuarta. La opinión pública cambió.
Cuando se promulgó la Ley de Profilaxis la policía encontró el camino sin obstáculos.
En aquellos tiempos los derechos humanos estaban reservados para los humanos. Los inhumanos tenían derechos para inhumanos..
Pero no por eso arrojaban un hombre a la cárcel, creyendo que ese castigo lo transformaría en bueno. Sabían que por el contrario, sería peor.
Molinas desde el Ejecutivo influía con su prestigio personal hasta en el Judicial y sus logros fueron salomónicos.
Cualquiera es justo, pero no cualquiera es sabio.
Muchos de aquellos panzones, jóvenes, que abandonaron la provincia y se trasladaron a Córdoba, formaron pareja estable con alguna de las chicas que conocían y se convirtieron en ciudadanos respetables. Me consta. Es que la vida siempre da una segunda oportunidad.
A varios les correspondía instruirles un proceso pero Molinas profería ridiculizarlos mientras conservaran la vergüenza y la autoestima. Todavía eran sólo personas de “mal vivir”. Al encarcelarlos, se los hubiera convertido en degenerados y feroces delincuentes.
Porque la cárcel no es para el hombre. No soluciona nada y sólo lo embrutece. Allí la degradación no tiene límites. Aún para la gente peligrosa a la que no se puede dejar en libertad, la cárcel no es útil.
La sociedad descansa mientras dura el cautiverio o no se evaden.
Sólo sirve para perfeccionarlos en esa “Academia” y para agrandar sus bandas.
A veces una bala basta. Pero ésta, en aquel gobierno, estaba reservada para los secuestradores de la Mafia. Pero esa es otra historia, en la que se lució Martínez Bayo.
Sólo diré para terminar, que Molinas era un hombre de Derecho, pero “no comía vidrios“.
Supo gobernar. Él sabía, (como digo en mi anterior El Asno Prodigioso): que para “componer” a los “machitos” que se hacen los malos con el sexo débil, no hay mejor cura que hacerles pasar, delante de todos, mucha vergüenza.

Ud. notará similitudes con las hazañas del héroe anónimo de Chilibroste, que aún sin ser tan inteligente como el gobernador Molinas, por ser sólo muy burro, sabía bien como se le baja los humos al que se hace el malo solo con los débiles.

Cual si fuera una continuación de los Relatos Literarios:
EL ASNO PRODIGIOSO DE CHILIBROSTE y su anterior: EL RECONOCIMIENTO,
(pertenecientes a mi libro inédito: COLOQUIO CONTINUO, publicados por ARGENTINA INDYMEDIA) , envío ahora este trabajo: LOS PANZONES, donde verán cómo el ex ¬gobernador de Sta. Fe: Luciano Molinas, al ridiculizarlos,
utilizó un sistema similar al que describo en el Asno Prodigioso, para demostrar que son unos “flojos“, aquellos que maltratan a las mujeres (L.M.)

LOS PANZONES (Rufianes) Por: Lelio Merli
Cuando Luciano Molinas asumió el gobierno de Santa Fe -en la década del treinta- los prostíbulos estaban en su máximo esplendor.
Entre los grandes éxitos de su obra de gobierno figuran la destrucción de la Mafia y el cierre (legal) de los prostíbulos.
Estos habían cumplido una función social y se “toleraron“ en una época de inmigración con gran diferencia numérica entre los sexos. Trajo para los varones una relativa solución en ese aspecto.
Pero como no es oro todo lo que reluce, las “casas de tolerancia“ tenían su parte oscura que, precisamente por ser oscura, no salía a la luz.
Entiéndase: la trata de blancas, el rapto de menores, el engaño de jovencitas a las que casaban, engañadas, los “gavilanes“ y por sobre todo, el aprovechar cualquier desdicha de una mujer para esclavizarla de por vida.

EL GOBERNADOR SILVESTRE BEGNIS.
Silvestre Begnis, que veinte años después también sería gobernador, contaba a sus alumnos que él, cuando joven, -en aquella época del gobierno de Molinas- fue partidario de la existencia de los prostíbulos, hasta un día en que visitó, como médico recién recibido, a una familia rural, bien constituida, que había conocido anteriormente y cuyo jefe luego quedó paralítico.
Los niños eran muchos y pequeños y al preguntarle a la señora cómo lograban subsistir, le informó que a ella no le quedó más remedio que ingresar al prostíbulo de la localidad.
El doctor contó a sus alumnos que él se imaginó lo denigrante que habría sido para esa buena mujer ser poseída por dos pesos por todos los vecinos que la habían deseado de soltera sin conseguir sus favores.
También se hizo cargo de la desesperación del marido, aguantando resignado que los varones de un pueblo entero saciaran sus deseos con la que era el amor de su vida.
Pensó en aquellos hijos creciendo entre las burlas de sus compañeros de escuela y en las críticas de las mujeres “decentes“, más de una seguramente, “puta de verdad“.
Todo eso y mucho más pasó por su mente de joven médico.
Todo eso y mucho más explicó a sus alumnos el Dr. Silvestre Begnis al fundamentarles su oposición a la legalización de los prostíbulos y manifestar su admiración por Luciano Molinas.
Cuando Silvestre Begnis fue gobernador, Fondizi era presidente. Al criticar la falta de firmeza de éste, Rodolfo Irazusta me explicó que un gobierno tiene éxito -en el orden interno- sólo si se elige bien al Jefe de Policía, que no debe pecar por excesos ni omisiones.
Este debe ser un fiel ejecutor de la política gubernamental ya que, en definitiva, el único responsable de sus actos es el Ejecutivo.
Siempre me nombraba a Molinas -persona de su amistad- como el mejor ejemplo de un gobernador positivista y republicano.

EL GOBERNADOR MOLINAS
Los “gigolos“ de aquel tiempo llevaban el mote de “panzones“. Eran vagos con fama de “malevos“; inservibles para cualquier oficio, que vivían de las mujeres de las que se apropiaban, comprándolas, engañándolas, robándolas, casándose, o enamorándolas.
Pero para eso se precisaba el visto bueno de la policía ... y la policía durante aquellos gobiernos era manejada por los caudillos.
El gobierno de Molinas tuvo el honor de “liquidar” la Mafia y a los panzones . Poco a poco a éstos los fue ridiculizando y dispersando.
No sé si de chico Don Luciano vio una pelea de un burro con un caballo como la que describo en El Asno Prodigioso, pero sí sé que utilizó un sistema similar para demostrar públicamente que son unos “flojos“ aquellos que se hacen los “machitos“ con las mujeres.
Todos los lunes ”las mujeres de la vida“ tenían revisación en la Asistencia Pública. Ese día las casas de tolerancia estaban cerradas y las chicas aprovechaban para “ir de tiendas“.
Pues bien, Molinas las obligó a ir a buscar los certificados a la Jefatura de Policía, -después del examen- entrando por la puerta de la calle San Lorenzo.
Los panzones detenidos por infringir el artículo 840, ofrecían el espectáculo de los lunes, lavando la vereda de la Jefatura: descalzos, sin los botines de tacos altos (ya cortados a sable por los oficiales) y sin las polainas blancas, ante la mirada atenta de un par de “escuadrones“ de la Montada, ubicados enfrente y provistos de Remingtons. Correntinos criados en La Laguna -cazadores de carpinchos a bala, con un solo tiro y a la cabeza- que tenían la orden de disparar a las piernas si huían El primer tiro: un cartucho con sal, el segundo: una bala de plomo.
Calladitos y cabizbajos, los panzones sabían que si intentaban fugar, los del Rémington donde pusieran el ojo pondrían la bala
Las pullas de las mujeres -llamándolos por sus alias- eran tales como:
Por qué no te disparás ahora, Liebre ?.
Por qué ahora no te hacés el gallito, Malevo?.
Después de ser objeto de befa ante sus mujeres y el público que ocupaba la otra vereda -entre los que se contaban sus clientes- muchos de esos panzones se radicaron en otras provincias.
La población tuvo ante sus ojos, con toda crudeza, el espectáculo que daban esas pobres mujeres esclavizadas por esos malevos de cuarta. La opinión pública cambió.
Cuando se promulgó la Ley de Profilaxis la policía encontró el camino sin obstáculos.
En aquellos tiempos los derechos humanos estaban reservados para los humanos. Los inhumanos tenían derechos para inhumanos..
Pero no por eso arrojaban un hombre a la cárcel, creyendo que ese castigo lo transformaría en bueno. Sabían que por el contrario, sería peor.
Molinas desde el Ejecutivo influía con su prestigio personal hasta en el Judicial y sus logros fueron salomónicos.
Cualquiera es justo, pero no cualquiera es sabio.
Muchos de aquellos panzones, jóvenes, que abandonaron la provincia y se trasladaron a Córdoba, formaron pareja estable con alguna de las chicas que conocían y se convirtieron en ciudadanos respetables. Me consta. Es que la vida siempre da una segunda oportunidad.
A varios les correspondía instruirles un proceso pero Molinas profería ridiculizarlos mientras conservaran la vergüenza y la autoestima. Todavía eran sólo personas de “mal vivir”. Al encarcelarlos, se los hubiera convertido en degenerados y feroces delincuentes.
Porque la cárcel no es para el hombre. No soluciona nada y sólo lo embrutece. Allí la degradación no tiene límites. Aún para la gente peligrosa a la que no se puede dejar en libertad, la cárcel no es útil.
La sociedad descansa mientras dura el cautiverio o no se evaden.
Sólo sirve para perfeccionarlos en esa “Academia” y para agrandar sus bandas.
A veces una bala basta. Pero ésta, en aquel gobierno, estaba reservada para los secuestradores de la Mafia. Pero esa es otra historia, en la que se lució Martínez Bayo.
Sólo diré para terminar, que Molinas era un hombre de Derecho, pero “no comía vidrios“.
Supo gobernar. Él sabía, (como digo en mi anterior El Asno Prodigioso): que para “componer” a los “machitos” que se hacen los malos con el sexo débil, no hay mejor cura que hacerles pasar, delante de todos, mucha vergüenza.

Ud. notará similitudes con las hazañas del héroe anónimo de Chilibroste, que aún sin ser tan inteligente como el gobernador Molinas, por ser sólo muy burro, sabía bien como se le baja los humos al que se hace el malo solo con los débiles.

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